Una leyenda indoamericana cuenta que, un día hubo un gran fuego en el bosque, y los animales corrieron para protegerse, excepto un pequeño colibrí que, fue a buscar agua con su pico para echarla al fuego.
Uno de los animales desde lo lejos, le gritó: Colibrí, no apagarás el fuego con unas gotas de agua. A lo que el colibrí, contestó, lo sé, pero hago mi parte.
Desde hace algunos años, y sobre todo, desde que soy más consciente del significado de la Vida, intento ser como el colibrí de la leyenda, y he pasado a la acción, así, día tras día, voy aportando unas “gotitas de agua” a tanto sufrimiento, y tantas necesidades no cubiertas que veo a mi alrededor: soledad, abandono, marginación, pobreza, falta de afecto, enfermedad, final de vida; sabiendo que, si no comparto esas “gotitas de agua” con los demás, se pueden estancar y perder.
Esta acción, está transformando mi persona y mi vida de manera profunda y mágica, y me está ayudando a encontrar el Sentido de mi Vida, con mayor Responsabilidad y Compromiso, y algo muy importante que me está pasando es que, esta acción, está haciendo emerger en mí, el deseo de ser más solidaria, más compasiva, más amorosa, más humilde, no sólo conmigo misma, sino también con las personas de mi entorno.
Me doy cuenta que, esto que siento y que tanto bien me hace, cada día que pasa se hace más grande, porque no sólo se queda en mí, sino que se va extendiendo hacia afuera como si de aceite se tratara, y de esa misma manera, se hace mayor también la Tranquilidad y la Calma, por hacer lo que creo que debo hacer, por ser consciente de que tengo “cosas” que ofrecer, por ver que mi persona puede ser de utilidad para otras personas, al igual que ellas pueden serlo para mí.
Creo que, esta forma de vivir, hace que, el deseo de estar bien a nivel individual, se vaya extendiendo a nuestro entorno más cercano, llegando después a nuestro barrio, nuestra ciudad, al mundo, y donde antes había egoísmo por estar yo bien, ahora hay solidaridad y generosidad para que tú también estés bien.
Y yo me pregunto, ¿será esto el espíritu de Servicio del que hablan los sabios?, no lo sé, pero puedo asegurar que, esta actitud está transformado mi vida y mi forma de ver la vida, y algo mucho más importante es que, he aprendido que, todos estamos interconectados, interrelacionados y formamos parte de un entramado mayor, y que si cada uno de nosotros, actuamos como el colibrí de la leyenda, aportando lo que tengamos para ofrecer, allá donde se necesite o sea de utilidad, podremos construir un mundo de comprensión, de armonía, de ayuda mutua…sabiendo y teniendo claro que, no estamos aquí para salvar a nadie, pero si para colaborar, para apoyar, para compartir, para transmitir, para acompañarnos y para acompañar, porque todos nos vamos a necesitar en algún momento de nuestra Vida.
Una experiencia interna extraordinaria y mágica en la que solamente encuentro palabras de gratitud.
Uno de los animales desde lo lejos, le gritó: Colibrí, no apagarás el fuego con unas gotas de agua. A lo que el colibrí, contestó, lo sé, pero hago mi parte.
Desde hace algunos años, y sobre todo, desde que soy más consciente del significado de la Vida, intento ser como el colibrí de la leyenda, y he pasado a la acción, así, día tras día, voy aportando unas “gotitas de agua” a tanto sufrimiento, y tantas necesidades no cubiertas que veo a mi alrededor: soledad, abandono, marginación, pobreza, falta de afecto, enfermedad, final de vida; sabiendo que, si no comparto esas “gotitas de agua” con los demás, se pueden estancar y perder.
Esta acción, está transformando mi persona y mi vida de manera profunda y mágica, y me está ayudando a encontrar el Sentido de mi Vida, con mayor Responsabilidad y Compromiso, y algo muy importante que me está pasando es que, esta acción, está haciendo emerger en mí, el deseo de ser más solidaria, más compasiva, más amorosa, más humilde, no sólo conmigo misma, sino también con las personas de mi entorno.
Me doy cuenta que, esto que siento y que tanto bien me hace, cada día que pasa se hace más grande, porque no sólo se queda en mí, sino que se va extendiendo hacia afuera como si de aceite se tratara, y de esa misma manera, se hace mayor también la Tranquilidad y la Calma, por hacer lo que creo que debo hacer, por ser consciente de que tengo “cosas” que ofrecer, por ver que mi persona puede ser de utilidad para otras personas, al igual que ellas pueden serlo para mí.
Creo que, esta forma de vivir, hace que, el deseo de estar bien a nivel individual, se vaya extendiendo a nuestro entorno más cercano, llegando después a nuestro barrio, nuestra ciudad, al mundo, y donde antes había egoísmo por estar yo bien, ahora hay solidaridad y generosidad para que tú también estés bien.
Y yo me pregunto, ¿será esto el espíritu de Servicio del que hablan los sabios?, no lo sé, pero puedo asegurar que, esta actitud está transformado mi vida y mi forma de ver la vida, y algo mucho más importante es que, he aprendido que, todos estamos interconectados, interrelacionados y formamos parte de un entramado mayor, y que si cada uno de nosotros, actuamos como el colibrí de la leyenda, aportando lo que tengamos para ofrecer, allá donde se necesite o sea de utilidad, podremos construir un mundo de comprensión, de armonía, de ayuda mutua…sabiendo y teniendo claro que, no estamos aquí para salvar a nadie, pero si para colaborar, para apoyar, para compartir, para transmitir, para acompañarnos y para acompañar, porque todos nos vamos a necesitar en algún momento de nuestra Vida.
Una experiencia interna extraordinaria y mágica en la que solamente encuentro palabras de gratitud.