Vientos de cambio
Estamos transitando por momentos cruciales en nuestras vidas que se encuentran enmarcados, al menos en España, en lo que se denominan fases. Periodos que abarcan 15 días.
Personalmente, estoy ansiosa por llegar a la tercera y última fase. Seguramente, si este artículo ve la luz, ya lo habremos conseguido aquí, donde resido. Pero mi anhelo tiene que ver más con la famosa película de Steven Spielberg: Encuentros en la Tercera Fase. El significado de esa frase se refería al encuentro directo con los tripulantes de las naves extraterrestres. Una pequeña debilidad que me persigue desde la infancia.
Resulta curioso observar como nuestro Tiempo y Espacio han sido modificados, como un diminuto ADN basura, un virus significativamente letal, que según nos informan, es producto de algún tipo de mutación natural, aunque muchos intuimos, al margen de la ingente cantidad de información que aparece en los medios de comunicación, por supuesto, no oficiales, que podría ser menos natural y algo más artificial.
Así que, de repente, nos encontramos surfeando entre fases, que nos dictan lo que podemos hacer y lo que no podemos hacer, cuándo y dónde. Abarcando estas directrices todos los ámbitos de la vida, tanto pública como privada. Un evento inusitado que implica el control de nuestro devenir durante meses y que, al amparo de una amenaza real, es impuesto con nuestro absoluto consentimiento.
Personalmente, estoy ansiosa por llegar a la tercera y última fase. Seguramente, si este artículo ve la luz, ya lo habremos conseguido aquí, donde resido. Pero mi anhelo tiene que ver más con la famosa película de Steven Spielberg: Encuentros en la Tercera Fase. El significado de esa frase se refería al encuentro directo con los tripulantes de las naves extraterrestres. Una pequeña debilidad que me persigue desde la infancia.
Resulta curioso observar como nuestro Tiempo y Espacio han sido modificados, como un diminuto ADN basura, un virus significativamente letal, que según nos informan, es producto de algún tipo de mutación natural, aunque muchos intuimos, al margen de la ingente cantidad de información que aparece en los medios de comunicación, por supuesto, no oficiales, que podría ser menos natural y algo más artificial.
Así que, de repente, nos encontramos surfeando entre fases, que nos dictan lo que podemos hacer y lo que no podemos hacer, cuándo y dónde. Abarcando estas directrices todos los ámbitos de la vida, tanto pública como privada. Un evento inusitado que implica el control de nuestro devenir durante meses y que, al amparo de una amenaza real, es impuesto con nuestro absoluto consentimiento.
Buscando el equilibrio
Esta situación, provoca un balanceo constante entre lo que palpita en nuestro interior y la impresionante cantidad de acontecimientos nuevos, extraños y dolorosos que se están desarrollando en el exterior. Equilibrar estos dos mundos creo que es una tarea fundamental y muy aconsejable.
Necesitamos estar firmes, saber adaptarnos a las circunstancias, que muchas veces están siendo especialmente crueles y mantener nuestra paz, algo que no debemos perder en estos momentos. Reconozco que no es fácil, requiere de todo el esfuerzo y aprendizaje acumulado a lo largo de los años. Pero también he observado algo muy positivo en estos días: esta experiencia tan surrealista, está provocando un conocimiento de nosotros mismos que yo, al menos, no había alcanzado anteriormente. Y, una consecuencia directa de esta situación es que un número muy importante de personas estén despertando y, por ende, tomado una mayor consciencia de ellas mismas y de lo que les rodea.
Por otra parte, conviene dirigir nuestra mirada al frente, sin miedo ni ambigüedad. Observar y mantenernos informados del panorama exterior, con un fuerte sentido crítico y analítico. Esto implica posicionarnos, no huir ni dar la espalda al compromiso social.
Parece pues que atravesamos un tiempo para valientes que se anclan en los valores que definen nuestra humanidad.
Necesitamos estar firmes, saber adaptarnos a las circunstancias, que muchas veces están siendo especialmente crueles y mantener nuestra paz, algo que no debemos perder en estos momentos. Reconozco que no es fácil, requiere de todo el esfuerzo y aprendizaje acumulado a lo largo de los años. Pero también he observado algo muy positivo en estos días: esta experiencia tan surrealista, está provocando un conocimiento de nosotros mismos que yo, al menos, no había alcanzado anteriormente. Y, una consecuencia directa de esta situación es que un número muy importante de personas estén despertando y, por ende, tomado una mayor consciencia de ellas mismas y de lo que les rodea.
Por otra parte, conviene dirigir nuestra mirada al frente, sin miedo ni ambigüedad. Observar y mantenernos informados del panorama exterior, con un fuerte sentido crítico y analítico. Esto implica posicionarnos, no huir ni dar la espalda al compromiso social.
Parece pues que atravesamos un tiempo para valientes que se anclan en los valores que definen nuestra humanidad.
Masa critica
Creo, y quiero creer, que este mágico experimento, que somos los seres humanos en el planeta, va a tener éxito. A pesar de los acontecimientos que están sucediendo y de la lista casi eterna de calamidades que todos sabemos, asolan el globo.
El mundo está cambiando, el mundo ha cambiado. Nos lo cuentan nuestras células desde lo profundo del cuerpo. Lo intuimos, en el silencio de la noche, de esas noches pasadas...que no podremos olvidar.
Están apareciendo multitud de banderas; muchas serán falsas, como tantas otras en el pasado; atractivo canto de sirenas, que distrae a los héroes. Ya lo hemos aprendido, nada es lo que parece.
Surgen también, cada día, proyectos e iniciativas para paliar situaciones trágicas. Ayuda humanitaria que involucra a miles de voluntarios y cooperantes que buscamos colaborar. Y muchas ideas, filosofías, empresas para ayudar al planeta a dar el salto definitivo hacia un futuro prometedor.
Yo, personalmente, me siento muy afín a la teoría de la Masa Crítica. Concepto, creo entender, que nos habla de un número determinado y suficiente de personas Conscientes, es decir, de Corazón puro y Mente despierta, que se abren camino a través del entramado de la realidad. Personas que, con su presencia, atraen el poder de la Evolución, en un avance hacia la Transformación definitiva de nuestra Humanidad. Algo, creo recordar, que ya aparece en el legado que dejaron las antiguas culturas para este Tiempo.
Solo nos queda recordar y actuar.
El mundo está cambiando, el mundo ha cambiado. Nos lo cuentan nuestras células desde lo profundo del cuerpo. Lo intuimos, en el silencio de la noche, de esas noches pasadas...que no podremos olvidar.
Están apareciendo multitud de banderas; muchas serán falsas, como tantas otras en el pasado; atractivo canto de sirenas, que distrae a los héroes. Ya lo hemos aprendido, nada es lo que parece.
Surgen también, cada día, proyectos e iniciativas para paliar situaciones trágicas. Ayuda humanitaria que involucra a miles de voluntarios y cooperantes que buscamos colaborar. Y muchas ideas, filosofías, empresas para ayudar al planeta a dar el salto definitivo hacia un futuro prometedor.
Yo, personalmente, me siento muy afín a la teoría de la Masa Crítica. Concepto, creo entender, que nos habla de un número determinado y suficiente de personas Conscientes, es decir, de Corazón puro y Mente despierta, que se abren camino a través del entramado de la realidad. Personas que, con su presencia, atraen el poder de la Evolución, en un avance hacia la Transformación definitiva de nuestra Humanidad. Algo, creo recordar, que ya aparece en el legado que dejaron las antiguas culturas para este Tiempo.
Solo nos queda recordar y actuar.