Alberto Arribas
Habláis con frecuencia de una cosa llamada suerte. Eso que llamáis suerte es el resultado de todo un proceso donde el programa evolutivo está presente. Los juegos de azar no son otra cosa que una petición al Cosmos para que ponga en marcha el proceso que te lleve o no a conseguir lo que deseas. En la estructura del alma hay un apartado para la suerte. En ese apartado reside una de las energías del alma: la intuición. La intuición es una especie de paraguas donde se cobijan prácticamente todas las manifestaciones de la psique profunda, esa especie de crisol donde se encuentran conviviendo las llamadas facultades paranormales.
La fe, que es otra de las energías del alma, tal como yo la entiendo, no es creer en lo que no se ve, sino creer en lo que se siente. Seguir los dictados del corazón es una de las muestras más palpables de la fe, sobre todo en uno mismo.
La energía que os falta es la entrega, pero no hablo de generosidad ni de altruismo, hablo de darse uno mismo y eso tiene muchos matices y formas de expresión, pero todos sabéis lo que es entregarse. Vosotros lo resumís a veces en una frase: “hágase tu voluntad”. Esa disposición a permitir que se manifieste el programa de vida, sin cortapisas ni condicionamientos mentales, es una de las maneras más sinceras de entrega, porque no olvidemos que, lo sepamos conscientemente o no, estamos condicionados por el programa de vida que diseñamos antes de nacer, así que las palabras “Hágase tu voluntad” se están refiriendo a la voluntad expresada por nosotros mismos a la hora de confeccionar el programa de vida que queríamos realizar en la presente vida. Cada vez que actuamos en contra de ese programa, sufrimos, y cuando vamos a favor del mismo, somos felices. Ese es el baremo que debemos tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.
Hay palabras que en vuestro lenguaje son significativas y que tratan de bajar la energía a la hora de utilizar el libre albedrío (porque no olvidéis que para evolucionar hace falta tomar decisiones conscientemente). Estas palabras pueden ser: hipocresía, cinismo, odio, dejación, envidia y una que tal vez os sorprenda: atropello (abuso de autoridad). Este concepto es el que está provocando las crisis de todo tipo que se están produciendo en vuestra sociedad, porque quienes ostentan el poder económico están “atropellando” al ser humano y la consecuencia será una reacción de repulsa que se propagará como el fuego en un bosque por todo el planeta. La forma en que vuestro mundo está siendo dirigido no es precisamente la más evolutiva y eso siempre es un riesgo de difícil control.
He elegido sólo unas pocas, pero hay muchas más. Esas palabras encierran conceptos involutivos y son consumidoras de una gran cantidad de energía, porque son como los programas residentes de un ordenador que influyen permanentemente en nuestra capacidad de decisión.
Siendo conscientes de vuestras potencialidades, que forman parte de las energías del alma y de la psique, podéis ir reprogramando ese programa residente y cambiar así la influencia a la hora de tomar decisiones. Por supuesto, la falsa humildad no os ayudará en este proceso, donde es fundamental el reconocimiento de las potencialidades personales.
Con amor, Shaogen.
La fe, que es otra de las energías del alma, tal como yo la entiendo, no es creer en lo que no se ve, sino creer en lo que se siente. Seguir los dictados del corazón es una de las muestras más palpables de la fe, sobre todo en uno mismo.
La energía que os falta es la entrega, pero no hablo de generosidad ni de altruismo, hablo de darse uno mismo y eso tiene muchos matices y formas de expresión, pero todos sabéis lo que es entregarse. Vosotros lo resumís a veces en una frase: “hágase tu voluntad”. Esa disposición a permitir que se manifieste el programa de vida, sin cortapisas ni condicionamientos mentales, es una de las maneras más sinceras de entrega, porque no olvidemos que, lo sepamos conscientemente o no, estamos condicionados por el programa de vida que diseñamos antes de nacer, así que las palabras “Hágase tu voluntad” se están refiriendo a la voluntad expresada por nosotros mismos a la hora de confeccionar el programa de vida que queríamos realizar en la presente vida. Cada vez que actuamos en contra de ese programa, sufrimos, y cuando vamos a favor del mismo, somos felices. Ese es el baremo que debemos tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.
Hay palabras que en vuestro lenguaje son significativas y que tratan de bajar la energía a la hora de utilizar el libre albedrío (porque no olvidéis que para evolucionar hace falta tomar decisiones conscientemente). Estas palabras pueden ser: hipocresía, cinismo, odio, dejación, envidia y una que tal vez os sorprenda: atropello (abuso de autoridad). Este concepto es el que está provocando las crisis de todo tipo que se están produciendo en vuestra sociedad, porque quienes ostentan el poder económico están “atropellando” al ser humano y la consecuencia será una reacción de repulsa que se propagará como el fuego en un bosque por todo el planeta. La forma en que vuestro mundo está siendo dirigido no es precisamente la más evolutiva y eso siempre es un riesgo de difícil control.
He elegido sólo unas pocas, pero hay muchas más. Esas palabras encierran conceptos involutivos y son consumidoras de una gran cantidad de energía, porque son como los programas residentes de un ordenador que influyen permanentemente en nuestra capacidad de decisión.
Siendo conscientes de vuestras potencialidades, que forman parte de las energías del alma y de la psique, podéis ir reprogramando ese programa residente y cambiar así la influencia a la hora de tomar decisiones. Por supuesto, la falsa humildad no os ayudará en este proceso, donde es fundamental el reconocimiento de las potencialidades personales.
Con amor, Shaogen.