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Respetar la vida para salvar el futuro



Luis Arribas Mercado

24/03/2021

Todos los días nos encontramos con noticias cuyos protagonistas son psicópatas que han matado a sus parejas, a niños o han incendiado bosques, lo que da que pensar que los seres humanos hemos perdido las referencias de lo que es verdaderamente importante: LA VIDA.



Photo by Luke Carliff on Unsplash
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La persona que es capaz de quitar la vida a otra por una cuestión de celos o venganza, el individuo que es capaz de incendiar un bosque matando árboles, plantas, animales y hasta personas, no son otra cosa más que psicópatas que deberían ser tratados como enfermos mentales y no permitirles que volvieran a tener la oportunidad de reincidir.
 
Quienes apoyan los festejos taurinos con el riesgo que eso supone, además de la muerte injustificada de animales que su único delito es querer defenderse de un martirio... son personas que, siento decirlo, demuestran un grave desprecio por la vida, con el argumento de que esos festejos son parte de la cultura y de la tradición de los pueblos, se produzcan donde se produzcan. De la cultura y de la tradición bárbara diría yo, como lo eran los sacrificios humanos en el circo romano.
 
¿Os imagináis que siguieran haciéndose peleas entre gladiadores, incluida su muerte, con la gente en las gradas vociferando y pidiendo más sangre? Pues eso es lo que sucede actualmente con los llamados deportes de contacto, como la lucha libre o el boxeo, donde el objetivo es masacrar a otro ser humano…
 
Otro tanto es lo que sucede en las corridas de toros, donde el torero se juega la vida para satisfacer la necesidad de adrenalina del público y donde éste juzga si el torero ha sido capaz de burlar al toro y de matarlo de una manera, digamos, artística...
 
Lo de los incendios es otra aberración ¿Cómo se puede justificar por una cuestión económica el daño, muchas veces irreparable, que se causa al medio ambiente y a la ecología? En mi opinión, los causantes que han quemado un bosque a propósito deberían pagarlo no solo con la cárcel, sino también económicamente con todo lo que tienen y trabajando gratuitamente en trabajos sociales, especialmente forestales repoblando lo quemado, además los terrenos calcinados no deberían ser recalificados hasta pasados al menos 30 años o mejor nunca, para eliminar de este modo una de las causas de los incendios que, según nos cuentan, más del 80 por ciento son provocados.
 
También podría hablar de la caza “deportiva”, no la que se produce de una forma controlada para limitar la expansión de determinadas especies invasoras sino la de los cazadores que salen con su perro a matar conejos o perdices, no para comérselos sino muchas veces para regalárselos a los amigos mostrando con orgullo su puntería. O los que cazan leones, jirafas, búfalos, elefantes o ciervos demostrando con ello que no hemos evolucionado nada en este sentido desde los albores de la humanidad, cuando salíamos con lanza o flechas a buscar el alimento diario, única forma de sobrevivir.
 
Estas reflexiones no son otra cosa que un desahogo, una expresión de la frustración que siento al ver la locura, el amor mal entendido, los fundamentalismos de un signo o de otro, de oriente o de occidente, del norte o del sur, donde se asesinan indiscriminadamente a cientos de personas cada día o la indiferencia de los dirigentes ante el sufrimiento de las personas a las que dicen representar y cuya preocupación principal es no perder su cuota de poder, por no hablar de las miles de personas que mueren diariamente por falta de alimento o de agua potable.
 
Afortunadamente, en el contexto general de la sociedad, todas esas manifestaciones de locura no son sino una minoría, un cáncer que tenemos que combatir con nuestro sistema de defensas, que no es otro que la actuación coherente, la manifestación permanente de la ética y los valores, la denuncia de lo que consideremos que atenta contra la dignidad humana o animal y con la expresión de amor a la Vida en todas sus manifestaciones. 
 
Nos estamos jugando el futuro de nuestra especie. Somos capaces de desarrollar tecnologías que nos llevan hasta las estrellas al tiempo que esquilmamos los mares de las especies que los pueblan, incluidas las más cercanas al ser humano, como las ballenas o los delfines. Esto solo demuestra una falta de sensibilidad hacia la vida que nos puede costar muy caro como humanidad. Esperemos que la propia vida no decida que, para que el planeta sobreviva, tiene que desaparecer de su superficie quien le está degradando, es decir, nosotros.
 
Debemos ser poco transigentes con quienes se han creído dueños y señores de vidas y haciendas, se llamen como se llamen o representen a quienes representen. Nadie es dueño de nadie ni de nada, vinimos a este mundo desnudos y nos iremos desnudos, sin nada más que el balance de nuestros actos, de los que tendremos que responder ante quien corresponda.




              



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1.Publicado por Cristina el 27/03/2021 00:37
Me ha encantado esa llamada de atención a la vida, esperemos que cada día el ser humano sea más consciente de lo importante y maravilloso que es, estar vivo y vivir la vida, que sepa apreciarla, cuidarla, amarla y respetarla en todas sus formas.

Gracias

2.Publicado por Maria Pinar Merino Martin el 28/03/2021 18:32
Gracias Cristina, son cosas sencillas que todos hemos pensado a veces pero que con frecuencia arrinconamos en el baúl del olvido... no hay que esperar que cada día el ser humano sea más consciente sino que cada uno de nosotros somo los que debemos hacerlo: vivir el momento presente con la mayor consciencia, buscando la conexión con nuestra esencia, con los que nos rodean y con la naturaleza de la que formamos parte.

3.Publicado por Jose Luis Perez el 31/03/2021 11:00
Estamos viviendo un momento de la historia de la humanidad en que todos los principios sociales, políticos, científicos y religiosos, están dejando de ser una referencia estable. Volvemos nuestra mirada hacia lo básico y comprobamos con estupor cómo degradamos a pasos insostenible nuestro hábitat y todos los seres vivos con los que compartimos nuestra evolución, creyendo erróneamente que todo nos pertenece y podemos utilizar a nuestro antojo porque somos el centro de la creación. Este antropocentrismo ha de ser superado y corregido cuanto antes por nuestra propia supervivencia.
Gracias Luis por tus reflexiones.

4.Publicado por Maria Pinar Merino Martin el 31/03/2021 17:15
Totalmente de acuerdo José Luis... no se que más hace falta para que haya una reacción a nivel planetario para tomar medidas estando en juego no ya la supervivencia de las generaciones futuras sino la nuestra propia.
Yo creo que mientras llegan esas medidas a gran escala hemos de "reeducarnos" las personas de a pie para transformar nuestros hábitos de manera que estén más acordes con el momento que vivimos, manejando las cosas que están a nuestro alcance: el consumo responsable y ético, usar las tres "r": reciclar, reutilizar y reducir. Cuidar de la naturaleza y de los seres vivos que conviven con nosotros. Cuidar nuestros pensamientos para no "contaminar" con emociones y sentimientos negativos. Mantener relaciones de paz y concordia con los que nos rodean... y un sinfín de pequeñas acciones que si son llevadas a cabo por mucha gente tendrán su repercusión a nivel global. ¿Recuerdas aquello de?... "gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas está cambiando el mundo".

5.Publicado por Aida Pérez el 04/04/2021 10:26
Me ha encantado está llamada de atención, cruda y real! Y cómo dice María, mirémos a nuestra esencia, "seamos" nuestra esencia. Si decidimos alejarnos de ella, de nuestra verdadera naturaleza, es muy posible que nos perdamos. Al final, todo depende siempre de nosotros, pongámosle más consciencia a nuestras vidas y menos aborregamiento. Gracias Luis!!

6.Publicado por Luis Arribas Mercado el 04/04/2021 20:13
Gracias Aida, estoy de acuerdo contigo en que los seres humanos debemos volver a nuestra esencia para ser coherentes con la razón de nuestra presencia en este planeta. La ignorancia, la prepotencia, la inconsciencia y otras maneras de vivir en relación con lo que nos rodea es la causa de que no hayamos evolucionado como se supone que deberíamos haberlo hecho. Esperemos que el futuro esté formado por una sociedad más armónica, donde el respeto por la vida sea la base donde el ser humano pueda alcanzar su destino.

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