Pienso en despertadores. Pienso en esos padres y madres que se turnan cada noche para dar un biberón o para cambiar unos pañales; en esos trabajadores que hacen turno de noche y se acuestan con las claras del día, cruzándose con esos otros que se han levantado a las seis para llegar a tiempo a su trabajo; en los servicios de sanidad, bomberos, policía, basureros, taxistas... Son gente que duerme a destiempo, y ya se sabe que dormir a destiempo siempre trae, a la larga, problemas de salud.
Los seres humanos necesitamos despertadores, pero no solo de esos que nos despiertan de nuestro bonito sueño y que tanto nos enfadan, no, estoy pensando en inquietudes internas, en urgencias espirituales, en presiones de nuestro Ser Interno que trata constantemente de hacernos partícipes de sus objetivos que son también los nuestros. Pienso en despertadores. Pienso en esos padres y madres que se turnan cada noche para dar un biberón o para cambiar unos pañales; en esos trabajadores que hacen turno de noche y se acuestan con las claras del día, cruzándose con esos otros que se han levantado a las seis para llegar a tiempo a su trabajo; en los servicios de sanidad, bomberos, policía, basureros, taxistas... Son gente que duerme a destiempo, y ya se sabe que dormir a destiempo siempre trae, a la larga, problemas de salud.
Los seres humanos necesitamos despertadores, pero no solo de esos que nos despiertan de nuestro bonito sueño y que tanto nos enfadan, no, estoy pensando en inquietudes internas, en urgencias espirituales, en presiones de nuestro Ser Interno que trata constantemente de hacernos partícipes de sus objetivos que son también los nuestros.
Los seres humanos necesitamos despertadores, pero no solo de esos que nos despiertan de nuestro bonito sueño y que tanto nos enfadan, no, estoy pensando en inquietudes internas, en urgencias espirituales, en presiones de nuestro Ser Interno que trata constantemente de hacernos partícipes de sus objetivos que son también los nuestros. Pienso en despertadores. Pienso en esos padres y madres que se turnan cada noche para dar un biberón o para cambiar unos pañales; en esos trabajadores que hacen turno de noche y se acuestan con las claras del día, cruzándose con esos otros que se han levantado a las seis para llegar a tiempo a su trabajo; en los servicios de sanidad, bomberos, policía, basureros, taxistas... Son gente que duerme a destiempo, y ya se sabe que dormir a destiempo siempre trae, a la larga, problemas de salud.
Los seres humanos necesitamos despertadores, pero no solo de esos que nos despiertan de nuestro bonito sueño y que tanto nos enfadan, no, estoy pensando en inquietudes internas, en urgencias espirituales, en presiones de nuestro Ser Interno que trata constantemente de hacernos partícipes de sus objetivos que son también los nuestros.
Ver la vida pasar por una pantalla
Pasamos muchas horas al día dormidos, aunque estemos con los ojos abiertos y aparentemente despiertos. Estamos “dormidos” cuando no dejamos de mirar el teléfono móvil buscando algo que despierte nuestro interés; cuando nos sentamos frente a la pantalla del ordenador y creemos que la vida va a entrar por esa puerta y que el ordenador es una prolongación de nuestro cerebro; cuando nos sentamos durante horas frente al televisor y nos identificamos con historias que están en el otro extremos del mundo y que nada tienen que ver con nuestro particular modo de vida o cuando “chateamos” pensando que con las palabras van también nuestras emociones, por mucho que acompañemos al texto con algunos emoticonos.
Los despertadores podemos encontrarlos en cada esquina, en cada mirada, en la sonrisa de aquellos que forman parte de nuestra cotidianidad, en los anuncios, en películas o libros, es decir, en cada situación que la vida nos regala a poco que estemos con un ojo y un oído medio abiertos y no cerrados a «cal y canto» como acostumbramos, con la excusa de protegernos o evadirnos de una realidad que no nos gusta.
Hoy día tenemos muchas oportunidades para despertar, sólo hace falta tener un poco de sensibilidad y compasión por el dolor ajeno, estar atentos por la injusticia permanente que nos rodea más o menos cerca, por la indiferencia de que hacen gala los dirigentes del mundo en relación con las necesidades urgentes de sus ciudadanos. Estar despiertos implica actuar, hacer de nuestro entorno y de nuestras relaciones un referente positivo para que quienes estén un poco más lejos se vayan despertando. Esos son despertadores y no los de los móviles.
Los despertadores podemos encontrarlos en cada esquina, en cada mirada, en la sonrisa de aquellos que forman parte de nuestra cotidianidad, en los anuncios, en películas o libros, es decir, en cada situación que la vida nos regala a poco que estemos con un ojo y un oído medio abiertos y no cerrados a «cal y canto» como acostumbramos, con la excusa de protegernos o evadirnos de una realidad que no nos gusta.
Hoy día tenemos muchas oportunidades para despertar, sólo hace falta tener un poco de sensibilidad y compasión por el dolor ajeno, estar atentos por la injusticia permanente que nos rodea más o menos cerca, por la indiferencia de que hacen gala los dirigentes del mundo en relación con las necesidades urgentes de sus ciudadanos. Estar despiertos implica actuar, hacer de nuestro entorno y de nuestras relaciones un referente positivo para que quienes estén un poco más lejos se vayan despertando. Esos son despertadores y no los de los móviles.
Nuestro mundo necesita gente despierta
Pienso que no estaría mal que cada mañana al despertarnos dedicáramos un par de minutos, no hace falta más, a enviar pensamientos de paz, armonía, justicia y libertad a todo aquel que lo necesite, que son muchos. De esa forma se crearía la masa crítica que estamos tratando de que emerja cuanto antes. Poner en funcionamiento el reloj del corazón, que es el que realmente puede despertar a los dormidos del planeta, sería el objetivo que debería perseguir el ser humano si queremos tener un futuro del que podamos sentirnos orgullosos y que puedan disfrutar las generaciones futuras.
Si eres un «despierto/a» o un «despertador/a», enhorabuena, hacen falta personas como tú, el mundo está en permanente cambio y hay mucha gente aún dormida mirando hipnotizada lo que sale por la tele o repitiendo como papagayos consignas políticas trasnochadas y que han demostrado su inutilidad.
Si estás despierto/a no dejes pasar la oportunidad de ayudar a aquellos que les cuesta tanto despertarse y que estén, eso sí, pidiendo tu ayuda para unirse a los que ya han salido del mundo de los sueños y ser, a su vez, despertadores de otros dormidos. A los que no quieran ni oír hablar de cambios en su vida y que quieran que todo siga igual, dejémosles en paz que ya les llegará su momento de abrir los ojos, la mente y el corazón.
¡Desperézate y saluda con los brazos, la mente y el corazón abiertos a la energía solar de un día fantástico!
Si eres un «despierto/a» o un «despertador/a», enhorabuena, hacen falta personas como tú, el mundo está en permanente cambio y hay mucha gente aún dormida mirando hipnotizada lo que sale por la tele o repitiendo como papagayos consignas políticas trasnochadas y que han demostrado su inutilidad.
Si estás despierto/a no dejes pasar la oportunidad de ayudar a aquellos que les cuesta tanto despertarse y que estén, eso sí, pidiendo tu ayuda para unirse a los que ya han salido del mundo de los sueños y ser, a su vez, despertadores de otros dormidos. A los que no quieran ni oír hablar de cambios en su vida y que quieran que todo siga igual, dejémosles en paz que ya les llegará su momento de abrir los ojos, la mente y el corazón.
¡Desperézate y saluda con los brazos, la mente y el corazón abiertos a la energía solar de un día fantástico!