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Sobre el programa de vida

El miedo nos difumina el futuro, nos invita a quedarnos quietos



Luis Arribas

26/05/2017

El programa de vida es la garantía de que el universo no nos deja de la mano, que no vivimos por azar las cosas que nos suceden, que todo tiene un sentido y un objetivo y que lo importante es ser conscientes de ese programa.



Sobre el programa de vida
Una de las ventajas que tiene el poder viajar es la comprobación de que, independiente del país o la región del planeta en la que habites, los seres humanos tratan de desarrollar los proyectos que se plantearon antes de nacer. Pero también he podido comprobar cómo nos distraemos a lo largo del caminar por ese sendero que simboliza nuestro Plan General para esta vida.
 
Nos paramos a observar las florecillas del camino; nos enredamos en relaciones que no nos aportan nada que nos ayude a superar nuestras dificultades; nos volvemos hipocondríacos, perdemos la paciencia y la autoestima por cuestiones que objetivamente no merecerían nuestra atención más allá de unos minutos; nos peleamos con todo bicho viviente si nos sentimos atacados, sea verdad el ataque o pura imaginación dado el ambiente hostil en el que vivimos; los ambulatorios y los hospitales están abarrotados de enfermos que buscan soluciones a sus enfermedades a través de pastillas y terapias agresivas; los políticos tienen una “visión tan amplia” de las necesidades del pueblo al que representan que en lugar de ver personas ya sólo ven mapas, estadísticas, porcentajes… y no precisamente de las personas que cada día engrosan el colectivos de los pobres.
 
En los últimos tiempos, el paraguas de la crisis lo abarca todo. Hace unos años la gente asistía a conferencias y cursos para aumentar su crecimiento personal y ahora lo hacen para recuperar los “recortes” que ha sufrido ese crecimiento. Detrás de todo ello está el miedo en sus múltiples variantes. El miedo nos difumina el futuro, nos invita a quedarnos quietos, a no caminar, a no atrevernos a rebelarnos cuando vemos que lo importante son los mercados y no los seres humanos; la imagen externa y no las miserias internas.
 
Si tan sólo fuéramos conscientes de que estamos viviendo una obra de teatro donde cada uno tiene el papel que antes de nacer ha elegido, tal vez observaríamos nuestro camino con unos ojos distintos; y es que nos hemos metido tanto en la piel del personaje que estamos interpretando que nos hemos olvidado del actor que somos en realidad, que ese actor que hoy es Juan, Luis o Elena en una vida anterior pudo ser otro personaje, con otras circunstancias, con otros objetivos, con otras dificultades a superar... En cada vida cambia el aspecto del personaje pero no el del actor, éste sigue evolucionando y aprendiendo en la academia de la vida, lo que le llevará en cada oportunidad a aceptar papeles con más enjundia, con más retos que pongan a prueba su verdadera dimensión espiritual, su verdadera “calidad” como actor.
 
Estoy convencido de que en nuestra estancia en el “no tiempo y no espacio” preparamos el guión de nuestra siguiente entrada en escena. En ese proceso de preparación somos ayudados por nuestro guía espiritual o ángel de la guarda que es quien nos asesora convenientemente de cuales serían las mejores alternativas y circunstancias para poder alcanzar el objetivo que nos hayamos marcado y también es el que, junto con nosotros, coloca los puntos de referencia que serán las llamadas de atención que nos indicarán cuando nos estamos saliendo del guión. Estas llamadas de atención se pueden manifestar en forma de complicaciones de relación, de enfermedades más o menos graves, de situaciones de difícil solución, etc.
 
Pero también nuestro “asesor” nos informará de cual sería el mejor momento para nacer, la hora y el lugar, en función de la situación de los planetas, de la numerología más oportuna y de las energías que concurran para facilitar nuestra labor. En definitiva, no nacemos en tal o cual lugar, familia o entorno, por casualidad, puesto que somos nosotros quienes decidimos las circunstancias más adecuadas que nos llevarán –si somos coherentes- a alcanzar los objetivos propuestos.
 
Por eso es muy importante llegar a descubrir o al menos atisbar cual es nuestro programa de vida, de esa manera podremos dirigir nuestros pasos coherentemente. Una forma de descubrir cual es nuestro programa de vida es preguntándoselo a quien tiene una copia de nuestro papel: el corazón; él te dará la información que precises si te diriges a él humildemente, en meditación, y siempre preguntándole aquello que necesitas saber empezando la pregunta por la palabra “cómo”, porque esa palabra significa una actitud a seguir, no un qué hacer, ni un cuándo, ni un dónde, porque esas palabras van dirigidas a la mente no al corazón, y la mente no tiene información suficiente acerca de nuestro programa de vida. El corazón te contestará con emociones y ellas te llevarán a actuar de acuerdo a la pregunta formulada de una manera natural, sin esfuerzo.
 
El programa de vida es la garantía de que el universo no nos deja de la mano, que no vivimos por azar las cosas que nos suceden, que todo tiene un sentido y un objetivo y que lo importante es ser conscientes de ese programa.
 
 




              



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