¿Una humanidad en vías de extinción?

La locura es de tal calibre que, como en el cuento de Pedro y el Lobo, cuando traspasemos la frontera de lo inevitable será cuando los grandes dirigentes, tanto políticos como económicos, se preguntarán qué han hecho mal y entonces surgirá la caza y captura de culpables que, por supuesto, serán otros.
 
La actitud de los dirigentes y empresas de nuestro planeta que no tienen escrúpulos en contaminar las aguas, el aire y los alimentos, contrasta grandemente con la actitud de otros seres humanos que, llegados desde hace milenios de las estrellas, tratan de preservar de esa sinrazón a especies de fauna y flora en peligro de extinción entre ellas, probablemente, al propio ser humano de la Tierra.
 
El hecho de que muy probablemente la mayoría de las especies animales y vegetales que pueblan nuestro planeta sean originarias de otros lugares de la galaxia, impele a estos hombres a tratar de conservarlos, pues saben que su preservación puede ser de utilidad en un futuro, tanto a nosotros como a otras humanidades que pueblan nuestra galaxia y aún más allá.

Como seres espirituales que estamos experimentando una existencia humana, no podemos creernos los dueños del planeta que nos alberga, somos sus inquilinos y nuestro alquiler consiste en cuidarlo y protegerlo, no en degradarlo y hacerlo inhabitable para los siguientes inquilinos que lo habiten, nuestros hijos y nuestros nietos, cuando nosotros tengamos que dejarlo.
 
El desgaste ilógico que hacemos de las reservas de energía sin buscar prioritariamente alternativas ecológicas eficientes, es un proceso que se ha repetido en otros muchos lugares que se han visto abocados casi a la desaparición. Los motivos económicos más la carencia de una visión de futuro, es lo que lleva a humanidades desarrolladas tecnológicamente a entrar en callejones sin salida, pues ese desarrollo no está equilibrado con uno de carácter ético y moral.
 
En un futuro, comprenderemos que sólo creando vida y no destruyéndola es como se puede sobrevivir en un mundo con recursos limitados como es el nuestro. Si al recoger lo sembrado no se guarda lo necesario para la próxima siembra, el resultado es el hambre, la enfermedad y la desaparición como humanidad.
 
Vivir armónicamente con nuestro entorno respetando la vida, como un regalo del Universo, y sentirse ecológicos por dentro y por fuera, es la única manera, hoy por hoy, de sobrevivir en este caos.
 
Sólo así LA VIDA se abrirá paso en nuestros corazones y podremos llegar a ser inmortales y generadores de esa misma VIDA en otros lugares del Universo.