Esta situación ha tomado, a veces, las características de un confinamiento, convirtiéndose en una fuente de stress, sea por el modo de vida anormal que requiere, sea por las graves consecuencias a nivel social y económico. Personalmente, no me interesa participar en los foros de los que están a favor o en contra, dejándose atrapar en remolinos de palabras sin sentido ni utilidad.
Viviendo en el presente estoy, en cambio, orientado a considerar esta oportunidad como una posibilidad que el Universo nos da a todos para indagar otras formas diferentes de descubrir el sentido de la existencia.
Partiendo de esta reflexión, me sumerjo en esta dimensión abierto a todo lo que el día me ofrece. Y, durante los últimos dos años, he estado observándome tanto interna como externamente, como nunca antes me había pasado.
Viviendo en el presente estoy, en cambio, orientado a considerar esta oportunidad como una posibilidad que el Universo nos da a todos para indagar otras formas diferentes de descubrir el sentido de la existencia.
Partiendo de esta reflexión, me sumerjo en esta dimensión abierto a todo lo que el día me ofrece. Y, durante los últimos dos años, he estado observándome tanto interna como externamente, como nunca antes me había pasado.
La Sexualidad y la Conciencia
En estos días he sentido la necesidad de ponerme en movimiento a través de la escritura. Me he escuchado y he sentido como algo bueno enfocarme en dos campos sensibles: la sexualidad y la conciencia. Poco a poco, ha surgido también el impulso de mi necesidad de materializarlos, luego, en la descripción de una experiencia de conexión entre el carácter sagrado de una sexualidad consciente y la conciencia humana, vividas y expresadas en su totalidad.
Los años de trabajo sobre la autoconciencia me llevaron progresivamente a abrirme a una dimensión de vida atemporal y sin tiempo. En el concepto de atemporal, visualizo un tiempo cronológico que pierde las connotaciones que limitan nuestra cotidianidad. Dicho de forma más sencilla: todo lo que hago ya no depende directamente de la hora en qué sucede. Por ejemplo: como cuando tengo hambre; trabajo dos días seguidos; salgo cuando tengo ganas de hacerlo; escribo por la noche; leo por la mañana y así sucesivamente.
Con el concepto de sin tiempo, en cambio, quiero poner de relieve la imprevisibilidad de la duración de las acciones que realizo, ya que sólo comienzan y terminan cuando percibo un movimiento interior en una u otra dirección.
Yo practico y busco una dimensión de vida en la que, tanto de forma individual como en las relaciones con otros, los convencionalismos se jubilan, los condicionamientos se suicidan y los deseos toman fuerza pero se derriten en representaciones inmateriales.
Los años de trabajo sobre la autoconciencia me llevaron progresivamente a abrirme a una dimensión de vida atemporal y sin tiempo. En el concepto de atemporal, visualizo un tiempo cronológico que pierde las connotaciones que limitan nuestra cotidianidad. Dicho de forma más sencilla: todo lo que hago ya no depende directamente de la hora en qué sucede. Por ejemplo: como cuando tengo hambre; trabajo dos días seguidos; salgo cuando tengo ganas de hacerlo; escribo por la noche; leo por la mañana y así sucesivamente.
Con el concepto de sin tiempo, en cambio, quiero poner de relieve la imprevisibilidad de la duración de las acciones que realizo, ya que sólo comienzan y terminan cuando percibo un movimiento interior en una u otra dirección.
Yo practico y busco una dimensión de vida en la que, tanto de forma individual como en las relaciones con otros, los convencionalismos se jubilan, los condicionamientos se suicidan y los deseos toman fuerza pero se derriten en representaciones inmateriales.
La Sexualidad Sagrada
Como individuo, vivo mi ser sin seguir los pensamientos que vienen. En la medida de lo posible, evito la compañía de la mente, intentando mantenerla en una actividad inconsistente. Cuando estoy meditando o practicando sexualidad sagrada, tengo la posibilidad de explorar profundidades desconocidas de mi esencia. Encuentro espacios y lugares que no tienen un nombre o sentido y la mente se vuelve útil sólo para recordar lo que vivo.
En la relación con los demás, escucho nuevas y diferentes sensibilidades, verificando que esta diversidad no está certificada por la mente a través de un juicio sino en otro sentido que conjuga lo conocido, lo posible y los hábitos.
En este contexto, también la sensorialidad y la sexualidad asumen otros significados. En la pareja que explora su sexualidad ya no hay quien da y quien recibe, simplemente se es, y las sensaciones que se sienten están relacionadas con estar presente y vivir también el placer del otro, sin temores, sentimientos de culpa, preocupaciones, expectativas, dificultades o modelos.
Se disuelve, así, la búsqueda del placer puramente físico, de la eyaculación y el orgasmo como simulacros del orgullo de género y toma cuerpo la escucha del otro y de lo que sucede, sin elección, sin espera, sin voluntad, sin esquemas. Uno sólo puede sorprenderse de las respuestas del cuerpo y las vibraciones, siempre nuevas, que se producen sin advertencias ni fronteras. Y podremos, así, aceptar indefinibles y desconocidas emociones que se presentan sin pedir nada a cambio.
Se generan visiones hasta entonces sólo soñadas. Es como atravesar una puerta dimensional que conduce a una realidad irreal, pero que es acogida en la calma, sin dudas o resistencias. Una fantástica cuna en la que la conciencia está tranquila de poder dejarse ir, realizando un contacto espiritual que, probablemente, manifiesta la evidencia de la parte divina que habita en cada uno de nosotros. Es como volver a un útero, pero conscientemente y sin los límites de la memoria vivida y de sus represalias éticas y morales. Y todo esto toma cuerpo sobre un fondo de lentitud viva y presente.
En la relación con los demás, escucho nuevas y diferentes sensibilidades, verificando que esta diversidad no está certificada por la mente a través de un juicio sino en otro sentido que conjuga lo conocido, lo posible y los hábitos.
En este contexto, también la sensorialidad y la sexualidad asumen otros significados. En la pareja que explora su sexualidad ya no hay quien da y quien recibe, simplemente se es, y las sensaciones que se sienten están relacionadas con estar presente y vivir también el placer del otro, sin temores, sentimientos de culpa, preocupaciones, expectativas, dificultades o modelos.
Se disuelve, así, la búsqueda del placer puramente físico, de la eyaculación y el orgasmo como simulacros del orgullo de género y toma cuerpo la escucha del otro y de lo que sucede, sin elección, sin espera, sin voluntad, sin esquemas. Uno sólo puede sorprenderse de las respuestas del cuerpo y las vibraciones, siempre nuevas, que se producen sin advertencias ni fronteras. Y podremos, así, aceptar indefinibles y desconocidas emociones que se presentan sin pedir nada a cambio.
Se generan visiones hasta entonces sólo soñadas. Es como atravesar una puerta dimensional que conduce a una realidad irreal, pero que es acogida en la calma, sin dudas o resistencias. Una fantástica cuna en la que la conciencia está tranquila de poder dejarse ir, realizando un contacto espiritual que, probablemente, manifiesta la evidencia de la parte divina que habita en cada uno de nosotros. Es como volver a un útero, pero conscientemente y sin los límites de la memoria vivida y de sus represalias éticas y morales. Y todo esto toma cuerpo sobre un fondo de lentitud viva y presente.
La dificultad de expresar con palabras…
Mientras escribo, sin embargo, tengo la sensación de que lo que se está representando en el papel no es exactamente lo que mi cuerpo sensorial y mi cuerpo etéreo han experimentado. No me satisfacen las palabras marcadas y las frases que se han ido componiendo: me parecen inadecuadas para dibujar lo que la conciencia ha hecho flotar ante mis ojos en forma de signos, colores e imágenes.
Pero sentí la necesidad de dejar un rastro de lo que, de otro modo, me arriesgaría a perder debido a las limitaciones de la memoria humana. Observo las diferencias, sobre todo emocionales, entre lo que he logrado representar con respecto a la nitidez de las experiencias vividas. Y, al mismo tiempo, siento el riesgo de que la mente pueda llevar a cabo su venganza, interviniendo para apropiarse de los derechos de autor de algo de lo que ha sido excluida.
Siento que en mi persona está evolucionando un dualismo existencial en el que encuentro una parte de mí que siente emociones escuchando al corazón y los sentidos o viviendo mi espiritualidad, mientras que la otra me llama para volver a experiencias y comportamientos más superficiales. Ser consciente de ello me permite estar presente en ambos casos, permitiéndome ser ligero cuando lo deseo y ser profundo cuando es el momento, sin renegar de ninguna parte de mí.
Creo que todos podemos acceder a esta dimensión para dialogar con nosotros mismos y entre nosotros, también en otras modalidades y experimentar frecuencias de vibración diferentes en las que reencontrarse.
Pero sentí la necesidad de dejar un rastro de lo que, de otro modo, me arriesgaría a perder debido a las limitaciones de la memoria humana. Observo las diferencias, sobre todo emocionales, entre lo que he logrado representar con respecto a la nitidez de las experiencias vividas. Y, al mismo tiempo, siento el riesgo de que la mente pueda llevar a cabo su venganza, interviniendo para apropiarse de los derechos de autor de algo de lo que ha sido excluida.
Siento que en mi persona está evolucionando un dualismo existencial en el que encuentro una parte de mí que siente emociones escuchando al corazón y los sentidos o viviendo mi espiritualidad, mientras que la otra me llama para volver a experiencias y comportamientos más superficiales. Ser consciente de ello me permite estar presente en ambos casos, permitiéndome ser ligero cuando lo deseo y ser profundo cuando es el momento, sin renegar de ninguna parte de mí.
Creo que todos podemos acceder a esta dimensión para dialogar con nosotros mismos y entre nosotros, también en otras modalidades y experimentar frecuencias de vibración diferentes en las que reencontrarse.
Agradecimientos: A Emilio Valenzuela por la traducción del italiano y Ashiko Silvia Bussi, María del Pinar Merino y Miriam Sánchez por la revisión del texto.