La esencia de la vida física está en el ADN presente en el núcleo de las células, pero la vida no se circunscribe solamente al nivel físico, también se extiende a todos los planos existenciales del ser humano, como el plano energético o astral y el plano mental, ascendiendo la vibración por los registros emocionales ubicados en el corazón para alcanzar al ser interno o espíritu.
Así pues, la vida es un acontecimiento que está presente en todo el Universo pero que sólo se manifiesta en todo su esplendor cuando se dan las condiciones adecuadas, como es el caso de la Tierra. Pero esta manifestación no es algo que se produzca sin un motivo, sin un objetivo; la vida es el vehículo que el Cosmos utiliza para que los seres humanos puedan evolucionar experimentando en su propio cuerpo la felicidad, el dolor, la armonía, el sufrimiento y el aprendizaje que conlleva el hecho de vivir.
A lo largo de mis diferentes vidas, he ido comprobando cómo la vida me ha ido marcando el camino de superación de las limitaciones que yo mismo me fui creando; nada era casual, ni lo agradable ni lo desagradable, ni lo fácil de superar ni lo difícil de alcanzar. Por eso, cuando miro para atrás, me invade un profundo sentimiento de compasión por todos aquellos seres humanos que estáis todavía tratando de identificar el papel que desempeñáis en vuestro día a día.
Las guerras, las batallas, las injusticias, los abusos de poder, el maltrato al planeta y los seres que lo pueblan, sean vegetales o animales, no son sino manifestaciones de un nivel evolutivo que no se corresponde con los avances tecnológicos que estáis alcanzando.
Vistos desde la distancia, comprobamos cómo quienes mantienen todavía el espíritu guerrero que caracterizaba a los pueblos de la antigüedad, son también quienes más recursos han dedicado a perfeccionar sus armamentos sin ser conscientes del viejo adagio que reza: “Quien a hierro mata, a hierro muere”.
Por el contrario, quienes creen que el ser humano sólo puede avanzar en su camino evolutivo aplicando en sus vidas la solidaridad, el respeto a la vida en todas sus manifestaciones, la compasión y la distribución equitativa de los recursos, son quienes liderarán el próximo futuro.
La muerte llama a la muerte y la vida a la vida, y aunque muerte y vida son caras de una misma moneda, es la vida la que engloba ambos conceptos, porque la vida se manifiesta haya o no un cuerpo físico que la soporte, ya que la vida física es el último eslabón de una cadena -tal como mencioné al principio- que nace del corazón del Creador de cuanto existe y resuena en el corazón de todos los seres vivientes.
Con amor, Shaogen
Así pues, la vida es un acontecimiento que está presente en todo el Universo pero que sólo se manifiesta en todo su esplendor cuando se dan las condiciones adecuadas, como es el caso de la Tierra. Pero esta manifestación no es algo que se produzca sin un motivo, sin un objetivo; la vida es el vehículo que el Cosmos utiliza para que los seres humanos puedan evolucionar experimentando en su propio cuerpo la felicidad, el dolor, la armonía, el sufrimiento y el aprendizaje que conlleva el hecho de vivir.
A lo largo de mis diferentes vidas, he ido comprobando cómo la vida me ha ido marcando el camino de superación de las limitaciones que yo mismo me fui creando; nada era casual, ni lo agradable ni lo desagradable, ni lo fácil de superar ni lo difícil de alcanzar. Por eso, cuando miro para atrás, me invade un profundo sentimiento de compasión por todos aquellos seres humanos que estáis todavía tratando de identificar el papel que desempeñáis en vuestro día a día.
Las guerras, las batallas, las injusticias, los abusos de poder, el maltrato al planeta y los seres que lo pueblan, sean vegetales o animales, no son sino manifestaciones de un nivel evolutivo que no se corresponde con los avances tecnológicos que estáis alcanzando.
Vistos desde la distancia, comprobamos cómo quienes mantienen todavía el espíritu guerrero que caracterizaba a los pueblos de la antigüedad, son también quienes más recursos han dedicado a perfeccionar sus armamentos sin ser conscientes del viejo adagio que reza: “Quien a hierro mata, a hierro muere”.
Por el contrario, quienes creen que el ser humano sólo puede avanzar en su camino evolutivo aplicando en sus vidas la solidaridad, el respeto a la vida en todas sus manifestaciones, la compasión y la distribución equitativa de los recursos, son quienes liderarán el próximo futuro.
La muerte llama a la muerte y la vida a la vida, y aunque muerte y vida son caras de una misma moneda, es la vida la que engloba ambos conceptos, porque la vida se manifiesta haya o no un cuerpo físico que la soporte, ya que la vida física es el último eslabón de una cadena -tal como mencioné al principio- que nace del corazón del Creador de cuanto existe y resuena en el corazón de todos los seres vivientes.
Con amor, Shaogen