Las imágenes mostraban una larguísima procesión de personas de raza negra y en los ojos de todos ellos podía verse miedo, desconfianza y una profunda tristeza. Habían sido capturados mediante la fuerza de las armas por traficantes árabes que atacaban sus poblados y sus campos tomándoles como prisioneros y manteniéndoles como esclavos. Eran objeto de tortura, violación, mutilaciones y todo tipo de vejaciones. A las mujeres jóvenes las mantenían permanentemente embarazadas y los niños realizaban trabajos desde bien pequeños.
Les habían dicho que una ONG extranjera, la Christian Solidarity International traía dinero para liberarles y empezaron a desfilar hacia el lugar donde iba a realizarse la entrega. Mientras los fajos de billetes de libras sudanesas eran entregados a los traficantes, los esclavos intentaban reconocer entre las personas que les esperaban algún conocido. Los familiares y amigos se agolpaban un poco más lejos buscando con la mirada a los suyos. Un hombre testimoniaba: “Me robaron a mi mujer y a mis dos hijos hace cinco años. Sé que mis hijos murieron y que mi mujer ha tenido otro hijo de su amo, pero no me importa, he venido a buscarla y querré a ese niño como si fuera mío”.
Finalmente, cuando el libertador terminó de entregar todo el dinero que había en las sacas se dirigió a ellos pronunciado las palabras que todos esperaban: “Podéis volver a vuestros pueblos, a vuestras casas, sois libres”. La ONG ha rescatado a más de 100.000 personas de la esclavitud y aún hoy unos 35.000 sudaneses siguen esclavizados. Situación que se da también en otras zonas de África. Hoy en la página web de esa organización anuncian que con 250$ se puede liberar a un esclavo.
Muchas de las mujeres y los niños secuestrados por grupos árabes para que trabajaran gratuitamente para un "maestro" nunca volvieron a ver a sus familias.
Les habían dicho que una ONG extranjera, la Christian Solidarity International traía dinero para liberarles y empezaron a desfilar hacia el lugar donde iba a realizarse la entrega. Mientras los fajos de billetes de libras sudanesas eran entregados a los traficantes, los esclavos intentaban reconocer entre las personas que les esperaban algún conocido. Los familiares y amigos se agolpaban un poco más lejos buscando con la mirada a los suyos. Un hombre testimoniaba: “Me robaron a mi mujer y a mis dos hijos hace cinco años. Sé que mis hijos murieron y que mi mujer ha tenido otro hijo de su amo, pero no me importa, he venido a buscarla y querré a ese niño como si fuera mío”.
Finalmente, cuando el libertador terminó de entregar todo el dinero que había en las sacas se dirigió a ellos pronunciado las palabras que todos esperaban: “Podéis volver a vuestros pueblos, a vuestras casas, sois libres”. La ONG ha rescatado a más de 100.000 personas de la esclavitud y aún hoy unos 35.000 sudaneses siguen esclavizados. Situación que se da también en otras zonas de África. Hoy en la página web de esa organización anuncian que con 250$ se puede liberar a un esclavo.
Muchas de las mujeres y los niños secuestrados por grupos árabes para que trabajaran gratuitamente para un "maestro" nunca volvieron a ver a sus familias.
ONG´s si… pero ¿Hay alguien más?
Aquella noticia me dejó sobrecogida, sé que hay esclavitud en el mundo, sé que hay situaciones de injusticia que padecen miles de personas en el planeta, sé que no hay un reparto equitativo de los recursos y que muchas personas mueren a manos de otras o a causa del hambre, las enfermedades y la falta de medios para subsistir... Pero aquello... las cadenas de televisión retransmitiendo la noticia, los traficantes paseándose impunemente ante las cámaras..., todo era como una tremenda incongruencia, un despropósito. Esas personas regresarían a sus poblados hasta que de nuevo fueran atacados, tal vez no los llevarían a ellos porque no les considerarían suficientemente valiosos, pero cogerían a otros ¿y el gobierno?, ¿y la ley?, si la ONG ha contactado con los traficantes la policía o el ejército también podrían haberlo hecho para liberarles, pensaba yo.
Era una buena noticia, pero dentro de un marco tan absurdo que me costaba creerlo. Probablemente, el telón de fondo estaría salpicado de corrupción, intereses económicos o políticos. La excusa oficial era que Sudán es un país de África tan grande que el ejército no puede vigilarlo todo y mientras los medios de comunicación desplazaban a sus equipos para informar a Occidente de lo que allí sucedía. Era servirnos la información de un modo tan incongruente respetando las reglas de un juego sin sentido en el que la vida de un ser humano costaba algo más de 45€. Era como una puesta en escena en el que cada uno jugaba el papel que el sistema le había asignado..., era algo incomprensible, aunque fuera una buena noticia.
El fundador de la ONG en cuestión llevaba más de 30 años desempeñando esa labor humanitaria y desgraciadamente el problema crecía cada año. Me pregunto ¿qué hacen las instituciones?, ¿no serían ellas las encargadas de poner fin a esa barbarie? y si el gobierno de Sudán no tiene medios para hacerlo ¿no podrían las fuerzas internacionales de la ONU intervenir?, ¿no sería esta una causa suficientemente valiosa para ellos? De todas maneras, es muy probable que el paliativo de la ONG sirva en alguna medida para seguir apoyando indirectamente a que el problema se mantenga.
Era una buena noticia, pero dentro de un marco tan absurdo que me costaba creerlo. Probablemente, el telón de fondo estaría salpicado de corrupción, intereses económicos o políticos. La excusa oficial era que Sudán es un país de África tan grande que el ejército no puede vigilarlo todo y mientras los medios de comunicación desplazaban a sus equipos para informar a Occidente de lo que allí sucedía. Era servirnos la información de un modo tan incongruente respetando las reglas de un juego sin sentido en el que la vida de un ser humano costaba algo más de 45€. Era como una puesta en escena en el que cada uno jugaba el papel que el sistema le había asignado..., era algo incomprensible, aunque fuera una buena noticia.
El fundador de la ONG en cuestión llevaba más de 30 años desempeñando esa labor humanitaria y desgraciadamente el problema crecía cada año. Me pregunto ¿qué hacen las instituciones?, ¿no serían ellas las encargadas de poner fin a esa barbarie? y si el gobierno de Sudán no tiene medios para hacerlo ¿no podrían las fuerzas internacionales de la ONU intervenir?, ¿no sería esta una causa suficientemente valiosa para ellos? De todas maneras, es muy probable que el paliativo de la ONG sirva en alguna medida para seguir apoyando indirectamente a que el problema se mantenga.
Visión global… Actuación local
Soy consciente de que ése es sólo uno de los muchos problemas que asolan nuestro mundo y que el dolor, la muerte, la guerra, el terrorismo, el hambre, la esclavitud, el abuso de poder, la injusticia... componen el telón de fondo en los cuatro puntos cardinales de nuestro planeta. Pero cuando uno contempla esas imágenes se pregunta ¿qué puedo hacer yo?, ¿qué puede hacer la gente normal para erradicar ese dolor?, ¿cómo se pueden atajar problemas tan grandes?
Tengo la convicción de que cuando uno se plantea un interrogante el universo siempre envía una respuesta. Eso sí, hay que estar lo suficientemente atento para oírla porque normalmente no lo hace a través de los canales a los que estamos habituados, no envía un e-mail, o un fax, o una carta, ni siquiera una voz que te lo “sople” al oído. A veces la respuesta está tan entretejida con los aconteceres de nuestra vida cotidiana que nos pasa desapercibida. Yo recibí la mía en unas pocas horas.
En dos ocasiones fui víctima del engaño y el abuso de dos personas: por la mañana el dependiente del supermercado marcó en el peso un precio más alto del que figuraba en el cartelito del producto y por la tarde en la heladería también me cobraron más de lo que marcaba la lista de precios expuesta en un gran panel tras el mostrador.
En ambos casos dudé durante un segundo si llamarles la atención para que deshicieran su “error” pero esa vocecita que tiene el miedo –pequeña, pero tremendamente poderosa– me dijo: “No merece la pena..., tampoco es tanto dinero..., hay gente esperando..., ¿para qué vas a provocar un incidente desagradable?, déjalo estar..., no te metas en líos... Y recogiendo mis paquetes me marché con la sensación de haber sido engañada y no haber hecho nada para evitarlo.
Eso siempre deja un sabor amargo, cuando no has defendido tus derechos, aunque sea en pequeñas cosas la frustración se mantiene durante un tiempo y el recuerdo del hecho vuelve a asaltarte una y otra vez. Por la noche los dos acontecimientos adquirieron un sentido diferente cuando charlando con un amigo le oí decir: “Mientras haya alguien enfermo en el mundo estaremos enfermos todos”.
Tengo la convicción de que cuando uno se plantea un interrogante el universo siempre envía una respuesta. Eso sí, hay que estar lo suficientemente atento para oírla porque normalmente no lo hace a través de los canales a los que estamos habituados, no envía un e-mail, o un fax, o una carta, ni siquiera una voz que te lo “sople” al oído. A veces la respuesta está tan entretejida con los aconteceres de nuestra vida cotidiana que nos pasa desapercibida. Yo recibí la mía en unas pocas horas.
En dos ocasiones fui víctima del engaño y el abuso de dos personas: por la mañana el dependiente del supermercado marcó en el peso un precio más alto del que figuraba en el cartelito del producto y por la tarde en la heladería también me cobraron más de lo que marcaba la lista de precios expuesta en un gran panel tras el mostrador.
En ambos casos dudé durante un segundo si llamarles la atención para que deshicieran su “error” pero esa vocecita que tiene el miedo –pequeña, pero tremendamente poderosa– me dijo: “No merece la pena..., tampoco es tanto dinero..., hay gente esperando..., ¿para qué vas a provocar un incidente desagradable?, déjalo estar..., no te metas en líos... Y recogiendo mis paquetes me marché con la sensación de haber sido engañada y no haber hecho nada para evitarlo.
Eso siempre deja un sabor amargo, cuando no has defendido tus derechos, aunque sea en pequeñas cosas la frustración se mantiene durante un tiempo y el recuerdo del hecho vuelve a asaltarte una y otra vez. Por la noche los dos acontecimientos adquirieron un sentido diferente cuando charlando con un amigo le oí decir: “Mientras haya alguien enfermo en el mundo estaremos enfermos todos”.
La interrelación y la interdependencia
La conversación discurrió por unos derroteros en los que se incidía sobre la tremenda interrelación que existe entre todos los elementos de la creación y especialmente entre los seres humanos. Resulta difícil reconocer que esas lacras, que consideramos producto de la sociedad, están presentes en alguna medida, aunque sea en un pequeño grado, en nosotros. Nos parece que esas cosas suceden muy lejos y que sólo de vez en cuando nos “amargan” el día cuando aparecen en la pantalla de televisión; sin embargo, los mismos errores que achacamos a los otros laten en nuestra naturaleza y así, en nosotros, también conviven la agresividad y la sumisión, la intolerancia y la irresponsabilidad, el despotismo y la falta de autoestima, la inconsciencia y la rebeldía, la guerra y la mentira...
Inmediatamente recordé a los esclavos de Sudán y como yo, a pequeña escala, había permitido que alguien pisara mis derechos. Sé que las dos cosas no son comparables; no obstante, están dentro de la misma ley, aunque en menor grado de manifestación. Mientras sigamos soportando los engaños o permitamos las injusticias –por pequeñas que sean– estaremos alimentando la energía de todos aquellos que viven de sojuzgar a los demás. Mientras el impulso del enfrentamiento persista en nosotros seguirá habiendo conflictos bélicos en el mundo. Mientras no erradiquemos nuestros miedos permitiremos que otros impongan su voluntad por la fuerza o por el control. Mientras no seamos capaces de manifestarnos con sinceridad habrá quienes utilicen la manipulación y la mentira para conseguir sus fines. Mientras no denunciemos los intereses económicos que se esconden tras los organismos internacionales y los países más poderosos de la Tierra (Sudan es rico en recursos naturales, como el petróleo y el algodón, su economía está entre las que más rápido crecen del mundo. China, Japón e India son los principales destinos de exportación de Sudan) ... estaremos sosteniendo lo insostenible.
Inmediatamente recordé a los esclavos de Sudán y como yo, a pequeña escala, había permitido que alguien pisara mis derechos. Sé que las dos cosas no son comparables; no obstante, están dentro de la misma ley, aunque en menor grado de manifestación. Mientras sigamos soportando los engaños o permitamos las injusticias –por pequeñas que sean– estaremos alimentando la energía de todos aquellos que viven de sojuzgar a los demás. Mientras el impulso del enfrentamiento persista en nosotros seguirá habiendo conflictos bélicos en el mundo. Mientras no erradiquemos nuestros miedos permitiremos que otros impongan su voluntad por la fuerza o por el control. Mientras no seamos capaces de manifestarnos con sinceridad habrá quienes utilicen la manipulación y la mentira para conseguir sus fines. Mientras no denunciemos los intereses económicos que se esconden tras los organismos internacionales y los países más poderosos de la Tierra (Sudan es rico en recursos naturales, como el petróleo y el algodón, su economía está entre las que más rápido crecen del mundo. China, Japón e India son los principales destinos de exportación de Sudan) ... estaremos sosteniendo lo insostenible.
Una única familia habitando la casa común
La filosofía perenne, esa gran columna vertebral donde se agarra la humanidad, nos dice que en nosotros está el Todo y que lo manifestamos según nuestro nivel de consciencia. Tal vez por eso Jesús decía que también él estaba en el ladrón y la prostituta, en el soldado y el fariseo, en el limpio de corazón y en el hipócrita. Nosotros hemos “educado” a nuestra mente para que nos oculte esa parte de sombra y hemos creído que al no verla dejaba de existir, pero eso es sólo uno engaño más. Despertar de ese sueño significa tomar consciencia de nosotros mismos, de todas nuestras facetas, para poder encauzarlas de modo que expresen cada vez de un modo más claro nuestra dimensión espiritual.
La energía psíquica conforma campos mórficos que están organizados en bandas de distinta frecuencia vibratoria. Estos campos se mantienen y alimentan merced a la energía que aportan, sobre todo, los pensamientos de los seres humanos. De tal manera, que con nuestra capacidad de emitir pensamientos de signo más o menos positivo estamos potenciando la energía de un campo u otro. Es decir, la teoría de la resonancia mórfica –acuñada por Rupert Sheldrake– que dice que “cuando en una especie se ha extendido un conocimiento nuevo entre el suficiente número de individuos, se produce una explosión de la información de tal manera que el resto adquiere ese conocimiento de forma instantánea, sin mediar la observación ni un periodo de aprendizaje”. Esta ley tan poderosa también es de aplicación en el mundo de los pensamientos, las ideas y las creencias de los seres humanos y ello nos confiere una poderosa herramienta para poder eliminar de nuestro mundo todo lo que conduce a la desarmonía y el sufrimiento.
Estemos atentos a nuestras ideas como lo estamos a nuestra salud, cuidemos los pensamientos como cuidamos el cuerpo, desarrollemos en nuestra vida todo aquello que nos gustaría vivir también en el entorno y en el mundo entero y un día, cuando esos pensamientos de amor, paz, justicia, respeto y equilibrio hayan sido sembrados por el suficiente número de personas, toda la humanidad se habrá impregnado de ellos y la sociedad armónica que anhelamos habrá dejado de ser una utopía para convertirse en una realidad.
La energía psíquica conforma campos mórficos que están organizados en bandas de distinta frecuencia vibratoria. Estos campos se mantienen y alimentan merced a la energía que aportan, sobre todo, los pensamientos de los seres humanos. De tal manera, que con nuestra capacidad de emitir pensamientos de signo más o menos positivo estamos potenciando la energía de un campo u otro. Es decir, la teoría de la resonancia mórfica –acuñada por Rupert Sheldrake– que dice que “cuando en una especie se ha extendido un conocimiento nuevo entre el suficiente número de individuos, se produce una explosión de la información de tal manera que el resto adquiere ese conocimiento de forma instantánea, sin mediar la observación ni un periodo de aprendizaje”. Esta ley tan poderosa también es de aplicación en el mundo de los pensamientos, las ideas y las creencias de los seres humanos y ello nos confiere una poderosa herramienta para poder eliminar de nuestro mundo todo lo que conduce a la desarmonía y el sufrimiento.
Estemos atentos a nuestras ideas como lo estamos a nuestra salud, cuidemos los pensamientos como cuidamos el cuerpo, desarrollemos en nuestra vida todo aquello que nos gustaría vivir también en el entorno y en el mundo entero y un día, cuando esos pensamientos de amor, paz, justicia, respeto y equilibrio hayan sido sembrados por el suficiente número de personas, toda la humanidad se habrá impregnado de ellos y la sociedad armónica que anhelamos habrá dejado de ser una utopía para convertirse en una realidad.