La verdad es que saber que el sol siempre está ahí, arriba, aunque haya ocasiones en que sólo veamos nubes sobre nuestra cabeza, reconforta mucho. Y que, aunque haga frío, llueva o haya niebla, al final la luz y el calor se abrirán paso y sintonizarán con esa llama que nos calienta desde dentro, esa que a veces parece medio apagada pero que nunca, nunca, se extinguirá del todo, reconforta todavía más.
“Nunca choveu que non escampara”, que dicen nuestros amigos de las tierras del Norte. Y claro, los días soleados todo parece más fácil. Sólo hay que salir al sol y sentir su calor en la piel, respirar y mirar al cielo despejado, dejar que la luz lo invada todo y así poder apreciar cada detalle de por dónde vamos, con quién estamos, del horizonte que nos inspira y nos llama...
Pero ¿y los días oscuros?, ¿qué haremos con ellos? Hace un tiempo descubrí la "Escuela para Recitar Versos bajo la Lluvia y Otras Maravillas (del estilo) que Enriquecerán tu Vida". Sííí, me llamó la atención el nombre tan singular y desde entonces asisto regularmente a clase. Estoy acabando el 2° curso. Son 4 pero ya he captado algo de la sabiduría profunda que se adquiere allí.
He empezado a trabajar ya en mi TFG (trabajo fin de grado), el que tendré que entregar al final, y el título de "Nunca, nunca, nunca, fueron tan necesarias las sombras como ahora para que resplandezca brillante tu luz" me marca bastante bien las investigaciones que estoy experimentado para ese cum laude que espero pueda merecer.
Y mientras tanto se suceden días de todos los colores y texturas. Y en los más grises, ¡increíble!, descubrí que se aprecia de una forma especial que la llama de otra persona se acerque y entre las dos llamitas, la suya y la mía, se pongan a bailar sin reparar en nada más que ese momento compartido de música, acercamiento y conexión...
¡Uyyy, que tarde! Me voy a clase. Gracias por cada baile compartido.
Me encantan...
“Nunca choveu que non escampara”, que dicen nuestros amigos de las tierras del Norte. Y claro, los días soleados todo parece más fácil. Sólo hay que salir al sol y sentir su calor en la piel, respirar y mirar al cielo despejado, dejar que la luz lo invada todo y así poder apreciar cada detalle de por dónde vamos, con quién estamos, del horizonte que nos inspira y nos llama...
Pero ¿y los días oscuros?, ¿qué haremos con ellos? Hace un tiempo descubrí la "Escuela para Recitar Versos bajo la Lluvia y Otras Maravillas (del estilo) que Enriquecerán tu Vida". Sííí, me llamó la atención el nombre tan singular y desde entonces asisto regularmente a clase. Estoy acabando el 2° curso. Son 4 pero ya he captado algo de la sabiduría profunda que se adquiere allí.
He empezado a trabajar ya en mi TFG (trabajo fin de grado), el que tendré que entregar al final, y el título de "Nunca, nunca, nunca, fueron tan necesarias las sombras como ahora para que resplandezca brillante tu luz" me marca bastante bien las investigaciones que estoy experimentado para ese cum laude que espero pueda merecer.
Y mientras tanto se suceden días de todos los colores y texturas. Y en los más grises, ¡increíble!, descubrí que se aprecia de una forma especial que la llama de otra persona se acerque y entre las dos llamitas, la suya y la mía, se pongan a bailar sin reparar en nada más que ese momento compartido de música, acercamiento y conexión...
¡Uyyy, que tarde! Me voy a clase. Gracias por cada baile compartido.
Me encantan...