Desde el ADN que nos forma hasta las galaxias que pueblan el espacio. Nacemos en el centro de una espiral y comenzamos un camino que va girando en torno a ese centro, aunque no siempre en la misma circunferencia sino en otras que nos van alejando del centro y, de esa manera, vamos teniendo experiencias vitales que, curiosamente, se parecen mucho a otras que tenemos cuando, después de un tiempo, pasamos por la zona de la espiral donde nos ocurrieron las anteriores.
Es una espiral de tiempo, a veces también de espacio, pero sobre todo de tiempo, de tal manera que vivimos dando vueltas en círculos cada vez más alejados del centro pero que nos hacen revivir cosas parecidas al pasar por determinadas zonas que pudieron ser conflictivas o agradables. Pensamos: Esto ya lo he vivido hace años, no igual pero muy parecido. Y seguiremos viviéndolas y aprendiendo de ellas mientras necesitemos su enseñanza.
Ser conscientes de que vivimos girando en torno a un centro, que no es otra cosa que nuestro Programa de Vida, nos permitirá observar nuestra trayectoria vital para descubrir en qué momentos se producen “saltos cuánticos” que nos desvían de esa trayectoria prefijada antes de nacer. Esos “saltos cuánticos” son los que nos permiten aprender de nuestros errores para, de esa forma, volver a recuperar nuestra trayectoria.
Luego, una vez aprendido lo que quiera que sea, fijamos la mirada en otras zonas de nuestra biografía o, sencillamente, miramos al frente y nos abrimos a las oportunidades que la vida tiene preparadas para nosotros.
Es una espiral de tiempo, a veces también de espacio, pero sobre todo de tiempo, de tal manera que vivimos dando vueltas en círculos cada vez más alejados del centro pero que nos hacen revivir cosas parecidas al pasar por determinadas zonas que pudieron ser conflictivas o agradables. Pensamos: Esto ya lo he vivido hace años, no igual pero muy parecido. Y seguiremos viviéndolas y aprendiendo de ellas mientras necesitemos su enseñanza.
Ser conscientes de que vivimos girando en torno a un centro, que no es otra cosa que nuestro Programa de Vida, nos permitirá observar nuestra trayectoria vital para descubrir en qué momentos se producen “saltos cuánticos” que nos desvían de esa trayectoria prefijada antes de nacer. Esos “saltos cuánticos” son los que nos permiten aprender de nuestros errores para, de esa forma, volver a recuperar nuestra trayectoria.
Luego, una vez aprendido lo que quiera que sea, fijamos la mirada en otras zonas de nuestra biografía o, sencillamente, miramos al frente y nos abrimos a las oportunidades que la vida tiene preparadas para nosotros.
Otras espirales
En el discurrir de ese circuito llamado Vida nos iremos encontrando con otras espirales con las que tendremos que pactar para no entorpecernos mutuamente nuestro recorrido. Huelga decir que todas aquellas espirales con las que nos vayamos encontrando serán las que nos mostrarán la verdadera medida de nuestro camino, tanto en lo positivo como en lo negativo, al interactuar con ellas. Unas nos ayudarán a recorrerlo con sus aportaciones, mientras que otras nos frenarán o nos desviarán debido a su influencia, pero en ambos casos serán aprendizajes muy valiosos en nuestro camino evolutivo y que nos permitirán llegar a nuestro destino.
Las espirales que nos ayudarán a alcanzar nuestras metas son muy variadas, siendo el amor y sus manifestaciones, entre las que se encuentra la compasión, la base donde se asienta la fuerza que nos permitirá seguir adelante, a pesar de la interacción de otras espirales no tan positivas, como el miedo, verdadero freno a nuestra trayectoria vital.
Aprender de los errores y de los aciertos es el objetivo de la espiral porque, según parece, al final de esta vida conectaremos con una nueva espiral, con un nuevo centro, donde podremos depositar todo lo aprendido para que pueda ser utilizado en una próxima existencia.
Las espirales que nos ayudarán a alcanzar nuestras metas son muy variadas, siendo el amor y sus manifestaciones, entre las que se encuentra la compasión, la base donde se asienta la fuerza que nos permitirá seguir adelante, a pesar de la interacción de otras espirales no tan positivas, como el miedo, verdadero freno a nuestra trayectoria vital.
Aprender de los errores y de los aciertos es el objetivo de la espiral porque, según parece, al final de esta vida conectaremos con una nueva espiral, con un nuevo centro, donde podremos depositar todo lo aprendido para que pueda ser utilizado en una próxima existencia.