- Buenas noches, Esfinge.
- Hola de nuevo, Caminante.
- He escuchado en más de una ocasión que los seres humanos tomamos decisiones más por lo que creemos que por lo que vemos, como si la realidad exterior chocara con los procesos de nuestro interior, como si fuera ganando terreno la intuición sobre la razón, algo que hasta ahora parecía impensable...
- Creo que siempre ha sido así, aunque en determinados momentos de vuestra historia eso que llamas razón no fuera sino el argumento que han utilizado los que tenían el poder para justificar sus desmanes. En realidad, es la búsqueda del placer que da el poder, el amor o la libertad lo que hace al ser humano tomar determinadas decisiones, casi siempre, como digo, utilizando otros cerebros diferentes al de la cabeza.
- Sí, es cierto que el poder y el amor vuelven locas a las personas, pero yo me refería a los procesos internos que dimanan del espíritu... esos que te llevan a rebelarte ante lo que consideras injusto y que suelen ser la semilla de las revoluciones sociales que parten de la base para cambiar el status que consideran opresor.
- Lamentablemente, esos procesos están mediatizados por cosas tan humanas como la cultura, la educación, las experiencias históricas, la religión, la justicia o la economía.
Ante las manifestaciones del espíritu que reclama su papel preponderante en el devenir humano, hay una cohorte de personajes perfectamente entrenados para producir miedos. Y el miedo es una semilla que arraiga fuertemente en la mente humana. Siempre ha sido así.
Durante siglos, el miedo al infierno, por ejemplo, permitió que las castas sacerdotales de casi todas las religiones tuvieran un status social muy por encima de reyes y emperadores. En la actualidad, el miedo a la enfermedad o a la ruina económica está permitiendo que los grandes manipuladores os mantengan sojuzgados con la excusa de que son ellos los que tienen el remedio para todos vuestros males.
- Eso es cierto, pero también lo es que cada día surgen más voces y movimientos reclamando una nueva forma de relación, donde primen más los valores internos y que animan a los seres humanos a exponer sus puntos de vista, muchos alejados de la razón cartesiana y cercanos a las utopías que son las que siempre han propiciado la aparición de nuevas formas de civilización...
Decía Toynbee en su obra “Estudio de la Historia” que las sociedades tienden a esclerotizarse, a volverse rígidas, sin ninguna intención de cambiar los parámetros que les han llevado a subsistir, alejadas de los movimientos progresistas que se producen procedentes de otras culturas o por la presión de los que se hallan en la base de la pirámide social. Y afirma que los cambios sociales se producen gracias a pequeños grupos creativos que se mueven tratando de hallar respuestas a las cuestiones que, el hecho de vivir y compartir, traen consigo. Estos movimientos son los que, poco a poco, van calando en las bases de la sociedad hasta que se produce el cambio por comprensión o por dolor, dependiendo de la resistencia al cambio de quienes están en la cúspide de la pirámide social.
- Me encanta tu optimismo, que comparto, yo también creo que todo va a cambiar y será gracias a nuevas formas de pensar y actuar, alejadas de la violencia, para que el cambio se produzca, efectivamente, por comprensión y no por dolor, como sucede en las sociedades más evolucionadas.
Buenas noches, Caminante.
- Gracias y hasta otro momento, Esfinge.
- Hola de nuevo, Caminante.
- He escuchado en más de una ocasión que los seres humanos tomamos decisiones más por lo que creemos que por lo que vemos, como si la realidad exterior chocara con los procesos de nuestro interior, como si fuera ganando terreno la intuición sobre la razón, algo que hasta ahora parecía impensable...
- Creo que siempre ha sido así, aunque en determinados momentos de vuestra historia eso que llamas razón no fuera sino el argumento que han utilizado los que tenían el poder para justificar sus desmanes. En realidad, es la búsqueda del placer que da el poder, el amor o la libertad lo que hace al ser humano tomar determinadas decisiones, casi siempre, como digo, utilizando otros cerebros diferentes al de la cabeza.
- Sí, es cierto que el poder y el amor vuelven locas a las personas, pero yo me refería a los procesos internos que dimanan del espíritu... esos que te llevan a rebelarte ante lo que consideras injusto y que suelen ser la semilla de las revoluciones sociales que parten de la base para cambiar el status que consideran opresor.
- Lamentablemente, esos procesos están mediatizados por cosas tan humanas como la cultura, la educación, las experiencias históricas, la religión, la justicia o la economía.
Ante las manifestaciones del espíritu que reclama su papel preponderante en el devenir humano, hay una cohorte de personajes perfectamente entrenados para producir miedos. Y el miedo es una semilla que arraiga fuertemente en la mente humana. Siempre ha sido así.
Durante siglos, el miedo al infierno, por ejemplo, permitió que las castas sacerdotales de casi todas las religiones tuvieran un status social muy por encima de reyes y emperadores. En la actualidad, el miedo a la enfermedad o a la ruina económica está permitiendo que los grandes manipuladores os mantengan sojuzgados con la excusa de que son ellos los que tienen el remedio para todos vuestros males.
- Eso es cierto, pero también lo es que cada día surgen más voces y movimientos reclamando una nueva forma de relación, donde primen más los valores internos y que animan a los seres humanos a exponer sus puntos de vista, muchos alejados de la razón cartesiana y cercanos a las utopías que son las que siempre han propiciado la aparición de nuevas formas de civilización...
Decía Toynbee en su obra “Estudio de la Historia” que las sociedades tienden a esclerotizarse, a volverse rígidas, sin ninguna intención de cambiar los parámetros que les han llevado a subsistir, alejadas de los movimientos progresistas que se producen procedentes de otras culturas o por la presión de los que se hallan en la base de la pirámide social. Y afirma que los cambios sociales se producen gracias a pequeños grupos creativos que se mueven tratando de hallar respuestas a las cuestiones que, el hecho de vivir y compartir, traen consigo. Estos movimientos son los que, poco a poco, van calando en las bases de la sociedad hasta que se produce el cambio por comprensión o por dolor, dependiendo de la resistencia al cambio de quienes están en la cúspide de la pirámide social.
- Me encanta tu optimismo, que comparto, yo también creo que todo va a cambiar y será gracias a nuevas formas de pensar y actuar, alejadas de la violencia, para que el cambio se produzca, efectivamente, por comprensión y no por dolor, como sucede en las sociedades más evolucionadas.
Buenas noches, Caminante.
- Gracias y hasta otro momento, Esfinge.