Energía desde el corazón

Pero, para que todo esto se produzca, es necesario activar nuestro corazón, despertarle con la disposición de dar sin esperar nada a cambio, tan solo dar por la satisfacción interna de ayudar a alguien en el camino de la vida, compartiendo cada uno lo que buenamente sabe. Aprendemos a activar el corazón sintiéndonos útiles a aquellos que se cruzan en nuestro camino, sintiendo que todos cuantos llegan a nosotros son grandes personas, aunque a veces ni ellos mismos lo sepan. Una condición indispensable para este “dar” desde el corazón es el sentimiento de confianza plena, primero en uno mismo y después en el resto del mundo.
 
Hace apenas unos meses atrás llevábamos una vida tan atareada, tan llena de cosas que “teníamos” que hacer, compromisos que cumplir y expectativas por cubrir, que nos olvidábamos de que a nuestro lado teníamos a personas especiales... Dábamos por sentado que estaban bien, que su día a día fluía… por eso no creíamos necesario llamarles, saber de ellos... y cada uno seguíamos nuestro camino sin tenerlos en cuenta, sin tenerlos presentes más conscientemente.
 
Ahora, en cambio, tras la dura experiencia de aislamiento, dolor, pérdidas, incertidumbre, etc. que vivimos estamos más pendientes de alegrarles el corazón y más dispuestos a prestar atención tanto a personas conocidas como ajenas. Sentimos el impulso de apoyarles, ayudarles, mostrarles nuestra disponibilidad vibrando desde el corazón para que recojan aquello que les “resuene”, lo que les remueve, lo que los anima para hacerles sentir que se puede salir de esas situaciones, que dentro de ellos existe una fuerza interior capaz de superar cualquier circunstancia.
 
Este viaje que estamos realizando se puede hacer más fácilmente contando con el apoyo mutuo, uniendo nuestros pensamientos, sentimientos y acciones desde la energía de alta vibración que emite nuestro corazón.
 
Son momentos para aprender a soñar, que soñando también se pueden conseguir valiosos objetivos, se pueden definir metas e imaginar utopías. Ser capaces de recuperar los ideales, de “filtrar” a través del corazón aquella idea que nos rondaba, de emprender lo que no hicimos, lanzarnos con ilusión tras un proyecto y hacerlo realidad. Sabemos la alegría interior que brota cuando nos sentimos útiles, cuando obedecemos al impulso interior que nos habla de entrega, de servicio, de buscar el bien común.

Para poder amar a los demás primero hemos de amarnos a nosotros mismos, que lo que manifestemos al exterior sea el resultado de un proceso interior que nace en nuestro corazón. Vivimos en un mundo pleno de oportunidades, de retos, de desafíos… A veces, hemos de superar dificultades, de saltar barreras. A veces, tras una experiencia que parecía negativa surge algo positivo, un gran aprendizaje que quizá no hubiéramos sido capaces de aprender de otra forma. Hemos de estar atentos para no dejar pasar las oportunidades, estar abiertos a correr riesgos, afrontar cada día con confianza y determinación. Si no damos un paso adelante no podremos saber lo que nos vamos a encontrar.
 
La dicha reside en que lo que hagas lo hagas desde tu sabiduría interior, desde tu corazón, que late al son de tus más elevados anhelos. Acalla el ruido de tu mente para que puedas sentir las señales que envía el corazón, para que puedas apreciar su energía de coherencia distribuyéndose por todo tu cuerpo, por todo tu Ser. Los impulsos que brotan del corazón conllevan un sentimiento de certeza plena de que ése es el camino correcto, el que debes tomar.
 
Son tiempos de centrarnos en el presente, de embarcarnos en nuevas rutas con ese espíritu soñador, con elevados pensamientos, con emociones positivas para atraer eso mismo a tu vida. No importa como se producen los acontecimientos, no hace falta saberlo, a veces sólo es necesario pensar que eso que ansías ya lo tienes, que lo puedes disfrutar desde el momento en que la idea nace dentro de ti, antes de que se plasme en el mundo real. Recuerda: enfoca tus deseos, visualízalos, créalos en el presente y comprobarás que el futuro se mostrará con unas características mucho mejores de las que ansiabas.
 
Es el momento de volver a la sabiduría del corazón, lo demás ya no vale, hemos de reservar a la mente el papel de testigo. Cuando compartimos la energía del corazón todas tus manifestaciones: tus palabras, tu mirada, tus gestos, tu actitud será diferente y los demás reaccionarán en consecuencia. Todos tenemos mucho que enseñar, a veces sin decir nada, sólo con nuestros actos… sin olvidar que también tenemos mucho que aprender.

Siempre hay algo por lo qué dar las gracias, sobre todo por el don de la CONSCIENCIA que habita en cada uno de nosotros, por nuestra naturaleza espiritual, por nuestra conexión con el Universo, por el fluir de la vida que como una escuela nos posibilita grandes aprendizajes.  
Así pues, cada día, al terminar la jornada, acordémonos de sentir gratitud por algo de lo que hemos vivido. Gracias, gracias, gracias...Te quiero, te quiero, te quiero...
El órgano más poderoso que tienes, te está mandando señales... señales de amor...