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Quizás en la actualidad exista otro tipo de esclavitud, más psicológica y más económica que física, por lo que sería necesario revisar lo que significa este importante valor.
La libertad es uno de los valores fundamentales del ser humano, por tanto, es algo interno no externo, me refiero a que puedo vivir en un país libre y ser un esclavo; esclavo de mis apegos, de mis dependencias, de relaciones poco adecuadas, de leyes que chocan contra mi concepción de la vida... En fin, que a la hora de reivindicar libertad deberíamos, creo yo, tener claro si estamos reivindicando la verdadera libertad o un sucedáneo.
Me parecería más adecuado, a la hora de hablar de libertad, revisar cómo la tengo yo integrada en mi vida: ¿soy controlador?, ¿soy celoso?, ¿soy ambicioso de forma desmedida?, ¿permito a mi pareja o a mis hijos que se expresen libremente, que elijan sus estudios o su trabajo o sus tendencias espirituales?
La libertad es algo muy importante, quizás lo más importante, después están el amor, la justicia, la paz y la verdad, por eso deberíamos usarla con una verdadera amplitud de miras. Siempre hay un momento en la vida en que tienes que abrir puertas y ventanas, quitar las rejas que impiden que nadie entre en ti, salir al exterior y comprobar cómo la gente te quiere. Puedes pensar que las rejas te dan seguridad, pero creo que es la misma que tiene el canario, que ha cambiado libertad por seguridad.
Los seres humanos somos muy susceptibles de ser influidos por el entorno, de tal manera que si te dicen, por ejemplo, que comer pan es malo, vas y dejas de comerlo, cuando no está demostrado en absoluto y, además, si fuera tan malo en España hubiéramos muerto de «panitis» más de la mitad de la población desde hace cientos de años. Y es que estamos invadidos por noticias contradictorias permanentemente: que si comer chorizo y morcilla es malo porque te produce colesterol…, que si el colesterol no siempre es malo, sino todo lo contrario, porque facilita la reproducción celular, que…
La libertad es uno de los valores fundamentales del ser humano, por tanto, es algo interno no externo, me refiero a que puedo vivir en un país libre y ser un esclavo; esclavo de mis apegos, de mis dependencias, de relaciones poco adecuadas, de leyes que chocan contra mi concepción de la vida... En fin, que a la hora de reivindicar libertad deberíamos, creo yo, tener claro si estamos reivindicando la verdadera libertad o un sucedáneo.
Me parecería más adecuado, a la hora de hablar de libertad, revisar cómo la tengo yo integrada en mi vida: ¿soy controlador?, ¿soy celoso?, ¿soy ambicioso de forma desmedida?, ¿permito a mi pareja o a mis hijos que se expresen libremente, que elijan sus estudios o su trabajo o sus tendencias espirituales?
La libertad es algo muy importante, quizás lo más importante, después están el amor, la justicia, la paz y la verdad, por eso deberíamos usarla con una verdadera amplitud de miras. Siempre hay un momento en la vida en que tienes que abrir puertas y ventanas, quitar las rejas que impiden que nadie entre en ti, salir al exterior y comprobar cómo la gente te quiere. Puedes pensar que las rejas te dan seguridad, pero creo que es la misma que tiene el canario, que ha cambiado libertad por seguridad.
Los seres humanos somos muy susceptibles de ser influidos por el entorno, de tal manera que si te dicen, por ejemplo, que comer pan es malo, vas y dejas de comerlo, cuando no está demostrado en absoluto y, además, si fuera tan malo en España hubiéramos muerto de «panitis» más de la mitad de la población desde hace cientos de años. Y es que estamos invadidos por noticias contradictorias permanentemente: que si comer chorizo y morcilla es malo porque te produce colesterol…, que si el colesterol no siempre es malo, sino todo lo contrario, porque facilita la reproducción celular, que…
TE AMO DESDE MI LIBERTAD
Photo by Basil James on Unsplash
Pues con las cuestiones del amor pasa un poco lo mismo. Amor y libertad van cogidos de la mano, no puede ser el uno sin el otro, por mucho que se empeñen los celosos en eliminar la libertad en nombre del amor ¡menuda incongruencia! Se ama desde la libertad, no por imposición, ni por miedo, ni por caridad; se ama porque así lo dicta el corazón y éste no acepta presiones de la mente ni de los convencionalismos sociales.
Mira que he conocido personas infelices en su matrimonio que se casaron porque llevaban mucho tiempo con la misma pareja y claro…, o que se casaron por la pasión del enamoramiento y cuando éste se pasó no supieron como rehacer su vida o cómo reactivar las relaciones sexuales, por ejemplo.
Luego están las diferencias de objetivos personales. Los roles asumidos nos hacen repetir sistemáticamente las mismas acciones, como el del hombre que tiene que ser el protector y el suministrador familiar, o el de la mujer que tiene que mantener el orden y la estructura familiar, cuando sabemos que todo eso ya no es así, que los papeles se han mezclado, que ya no está tan claro quien tiene que hacer qué.
Bueno, pues después de un tiempo de convivencia, de haber luchado por conseguir un mejor puesto de trabajo, de haber tenido uno o dos hijos… viene el desafío espiritual, y ahí no se está ya tan seguro, entre otras cosas porque las ofertas son muy variadas, desde las religiones oficiales hasta las escuelas herméticas, pasando por todo tipo de enseñanzas para el desarrollo personal que tanto abundan hoy en día.
El asunto es que esa «emergencia espiritual» muchas veces no es ni comprendida ni compartida por nuestra pareja, que ve en ello un peligro para la estabilidad familiar, cuando la realidad es que gracias a ella las personas encuentran la paz interior y las razones de sus experiencias vitales –incluido el matrimonio- más allá de lo que la mente pueda argumentar.
Así pues, querido amigo/a abre tus ventanas, quita las rejas, saca el alma de tu armario y ponla a disposición del Universo que te está esperando, verás como el amor y la libertad no son antagónicos sino todo lo contrario, que si tú estás en paz y el amor sale de tu boca y de todo tu ser, podrás conseguir todo cuanto desees.
Mira que he conocido personas infelices en su matrimonio que se casaron porque llevaban mucho tiempo con la misma pareja y claro…, o que se casaron por la pasión del enamoramiento y cuando éste se pasó no supieron como rehacer su vida o cómo reactivar las relaciones sexuales, por ejemplo.
Luego están las diferencias de objetivos personales. Los roles asumidos nos hacen repetir sistemáticamente las mismas acciones, como el del hombre que tiene que ser el protector y el suministrador familiar, o el de la mujer que tiene que mantener el orden y la estructura familiar, cuando sabemos que todo eso ya no es así, que los papeles se han mezclado, que ya no está tan claro quien tiene que hacer qué.
Bueno, pues después de un tiempo de convivencia, de haber luchado por conseguir un mejor puesto de trabajo, de haber tenido uno o dos hijos… viene el desafío espiritual, y ahí no se está ya tan seguro, entre otras cosas porque las ofertas son muy variadas, desde las religiones oficiales hasta las escuelas herméticas, pasando por todo tipo de enseñanzas para el desarrollo personal que tanto abundan hoy en día.
El asunto es que esa «emergencia espiritual» muchas veces no es ni comprendida ni compartida por nuestra pareja, que ve en ello un peligro para la estabilidad familiar, cuando la realidad es que gracias a ella las personas encuentran la paz interior y las razones de sus experiencias vitales –incluido el matrimonio- más allá de lo que la mente pueda argumentar.
Así pues, querido amigo/a abre tus ventanas, quita las rejas, saca el alma de tu armario y ponla a disposición del Universo que te está esperando, verás como el amor y la libertad no son antagónicos sino todo lo contrario, que si tú estás en paz y el amor sale de tu boca y de todo tu ser, podrás conseguir todo cuanto desees.
