Más dramáticamente, hay gente que se le ha pasado por la cabeza el suicidio cuando no le salen las cosas como esperaba y piensa que el mundo se le va a caer encima. A todos ellos les diría que «nunca pasa nada» y si pasa, seguro que es menos de lo que nos temíamos y, si no es menos, seguro que hay alguna solución y si no la hay, pues ¡a empezar de nuevo!
La cosa es ponerse en la situación de que la vida no nos pone delante esos problemas si no los podemos superar, lo que pasa es que la ofuscación y la tensión generada nos hace ver todo negro, sin salida, y entonces uno piensa en huir a las Chimbambas o al «otro barrio», como si en esos exóticos lugares pudiéramos encontrar la solución a nuestros problemas.
El ser humano actual está influido constantemente por mensajes que le presentan un mundo donde lo importante es “tener” para ser feliz. La pandemia que se ha adueñado de nuestra psique más que de nuestro cuerpo, ha conseguido que aumenten los suicidios de una manera alarmante en los últimos años. En el año 2020 se suicidaron en España 3.941 personas, lo que supone 11 suicidios cada día, siendo la causa de una gran mayoría la incapacidad de afrontar el problema vital que estaban sufriendo: enfermedad, economía, depresión, rupturas familiares, etc. y entre ellas aparecen los efectos colaterales de la pandemia.
La cosa es ponerse en la situación de que la vida no nos pone delante esos problemas si no los podemos superar, lo que pasa es que la ofuscación y la tensión generada nos hace ver todo negro, sin salida, y entonces uno piensa en huir a las Chimbambas o al «otro barrio», como si en esos exóticos lugares pudiéramos encontrar la solución a nuestros problemas.
El ser humano actual está influido constantemente por mensajes que le presentan un mundo donde lo importante es “tener” para ser feliz. La pandemia que se ha adueñado de nuestra psique más que de nuestro cuerpo, ha conseguido que aumenten los suicidios de una manera alarmante en los últimos años. En el año 2020 se suicidaron en España 3.941 personas, lo que supone 11 suicidios cada día, siendo la causa de una gran mayoría la incapacidad de afrontar el problema vital que estaban sufriendo: enfermedad, economía, depresión, rupturas familiares, etc. y entre ellas aparecen los efectos colaterales de la pandemia.
El aislamiento social
En este sentido, el “aislamiento social”, común en muchos grupos de diferentes edades, provocado por las restricciones impuestas tratando de evitar los contagios, hace que los individuos experimenten soledad, una de las principales causas conocidas de suicidio, especialmente entre los hombres. A menudo, las personas que experimentan el aislamiento social tienen dificultades para expresar sus sentimientos a los demás y ven en el suicidio una forma de escapar.
Yo creo que huir no conduce a nada porque al final tienes que volver en esta vida o en la siguiente; mucho más práctico es pedir ayuda para que alguien te dé luz y te saque de la oscuridad. Ese alguien puede ser un familiar o un amigo, porque teniendo amigos no hacen falta psicólogos o psiquiatras, gurús o curas. El amigo te escuchará, no te juzgará, te dará su opinión sin intentar imponerla, te aportará puntos de vista que quizás no habías visto y, si hace falta, te sacará del apuro en forma de ayuda económica o intercediendo por ti ante quien sea. En cualquier caso, huir es infantil.
A veces, la cuestión nos supera y entonces miramos para otro lado o escondemos la cabeza bajo el ala, esperando que la cosa pase... pero no pasa, se hace más gorda y, al final, te tienes que enfrentar a ella debilitado y aguantando la bronca de los demás.
Yo creo que huir no conduce a nada porque al final tienes que volver en esta vida o en la siguiente; mucho más práctico es pedir ayuda para que alguien te dé luz y te saque de la oscuridad. Ese alguien puede ser un familiar o un amigo, porque teniendo amigos no hacen falta psicólogos o psiquiatras, gurús o curas. El amigo te escuchará, no te juzgará, te dará su opinión sin intentar imponerla, te aportará puntos de vista que quizás no habías visto y, si hace falta, te sacará del apuro en forma de ayuda económica o intercediendo por ti ante quien sea. En cualquier caso, huir es infantil.
A veces, la cuestión nos supera y entonces miramos para otro lado o escondemos la cabeza bajo el ala, esperando que la cosa pase... pero no pasa, se hace más gorda y, al final, te tienes que enfrentar a ella debilitado y aguantando la bronca de los demás.
Cuestión de edad
Cuando eres un niño te metes debajo de la cama; cuando eres adolescente te escudas detrás del grupo al que perteneces y lo niegas todo; cuando ya eres más mayorcito intentas que el asunto se diluya quitándole importancia y dices «que fue sin querer». Ya de adulto no te queda más remedio que aceptar tu parte en el conflicto y tratar de resolverlo de la mejor manera posible. Cuando seas muy muy mayor, seguramente le pedirás a tu hijo o tu nieto que lo resuelva él, que tú ya no estás para esos trajines... El problema puede tener el mismo colorido, pero la psique del individuo varía con el paso de los años y, consiguientemente, su reacción se adecuará a las circunstancias derivadas de su edad.
Y es que meter la pata está al alcance de cualquiera, independientemente de la edad, la diferencia está en la forma de resolverlo, pero lo único que no hay que hacer es huir porque, además de evitarte un disgusto, te ahorrarás el billete de tren o de avión, querido lector.
Y es que meter la pata está al alcance de cualquiera, independientemente de la edad, la diferencia está en la forma de resolverlo, pero lo único que no hay que hacer es huir porque, además de evitarte un disgusto, te ahorrarás el billete de tren o de avión, querido lector.