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Yo no niego que el virus Covid 19 exista y cause tantos contagios, pero ¿qué pasa con los contagiados? El lunes 25 de enero nos dicen que ha habido más de 25.000 contagiados en España durante el fin de semana y que se han muerto 700 y pico, es decir más o menos el 4% de los contagiados.
En marzo del año pasado, los informativos nos daban cifras de los contagiados, de los fallecidos y también a los que se habían dado de alta, cosa que ya no hacen ¿curioso, no? Saber los contagiados asintomáticos, los que se han dado de alta e incluso los que no necesitan otra cosa más que quedarse en casa tomando un Paracetamol si hiciera falta, es algo tan fundamental como lo que nos cuentan en la actualidad o quizás más necesario, porque el saber que un 96% de los contagiados no solo no se muere sino que están haciendo una vida normal, es algo más importante que saber los que se han ido, sobre todo porque el miedo desaparecería de la escena aunque, si el miedo desapareciera, quizás la pandemia económica que estamos padeciendo (en mi opinión más grave que la sanitaria) podría enfocarse de una manera más “humana”.
Al parecer, la “culpa” de los contagios la tienen los jóvenes que no se dan cuenta de que bailar y tomarse unas cervezas es muy peligroso; también los bares y restaurantes porque los clientes se tienen que quitar las mascarillas para tomarse un café o almorzar; los hoteles, las tiendas de ropa, que a saber quién ha tocado ese vestido, las reuniones familiares… que en cuanto pueden se saltan a la torera los confinamientos y los hijos se abrazan a sus padres o sus abuelos y todo ello a pesar de que, generalmente, todo el mundo lleva su mascarilla puesta, guarda la distancia de seguridad y los amigos que se encuentran por la calle no andan dándose besos y abrazos, solo el codo. El miedo es el peor de los virus y en eso se centran las autoridades: “Con el miedo todo es más controlable” digo yo que piensan y actúan en consecuencia.
Yo estuve a primeros de marzo del pasado año, más de dos semanas conviviendo con una persona contagiada sin saberlo de Coronavirus y probablemente me lo contagió y digo probablemente porque ni tuve fiebre, ni problemas respiratorios, ni nada de nada. Esta persona se recuperó en un par de semanas y no ha vuelto a tener ni el más mínimo síntoma ¿saben por qué? Porque tanto ella como yo tenemos adecuadamente desarrollado nuestro sistema inmune. Comemos sano, provocamos los momentos de humor, salimos a pasear… pero, sobre todo, tenemos fe en la vida, en nuestra capacidad de hacer frente a lo que ésta nos traiga y en la capacidad del ser humano para sobrevivir en los momentos más difíciles, como se ha demostrado desde que el ser humano pisó por primera vez este planeta.
Por último, decir que en España ya hay más de un millón de familias que intentan sobrevivir con menos de 15 euros al día, es decir, están en el límite de la pobreza ¡Más de un millón de familias pobres en España! ¡Qué vergüenza! Cifra correspondiente a una economía tercermundista, como si hubiéramos vuelto a los años 40 del siglo pasado con las cartillas de racionamiento o los economatos de Auxilio Social. Muchos de esos pobres están haciendo cola diariamente para recoger algo de comida que la solidaridad –que, afortunadamente, no ha desaparecido- proporciona aunque, evidentemente, no sea suficiente para vivir sin miedo al futuro. Están esos 15 euros lejos de los 150 euros diarios que parece ser que cobran, como poco, muchos de nuestros representantes políticos…
La evidencia nos dice que nuestros dirigentes no tienen ni idea de cómo se producen los contagios, de ahí las decisiones erráticas que se están poniendo en práctica, tanto en cuestiones sanitarias como económicas, no solo en nuestro país sino en todo el mundo, echando la culpa a la pandemia. Cada año se producen miles de contagios de la gripe con miles de fallecidos y nadie se alarma por ello. Las vacunas tratarán de paliar la cifra de contagiados y de fallecidos pero seguirán “informándonos” de lo malo y ocultando lo bueno como siempre, por eso estoy aburrido, amigos.
En marzo del año pasado, los informativos nos daban cifras de los contagiados, de los fallecidos y también a los que se habían dado de alta, cosa que ya no hacen ¿curioso, no? Saber los contagiados asintomáticos, los que se han dado de alta e incluso los que no necesitan otra cosa más que quedarse en casa tomando un Paracetamol si hiciera falta, es algo tan fundamental como lo que nos cuentan en la actualidad o quizás más necesario, porque el saber que un 96% de los contagiados no solo no se muere sino que están haciendo una vida normal, es algo más importante que saber los que se han ido, sobre todo porque el miedo desaparecería de la escena aunque, si el miedo desapareciera, quizás la pandemia económica que estamos padeciendo (en mi opinión más grave que la sanitaria) podría enfocarse de una manera más “humana”.
Al parecer, la “culpa” de los contagios la tienen los jóvenes que no se dan cuenta de que bailar y tomarse unas cervezas es muy peligroso; también los bares y restaurantes porque los clientes se tienen que quitar las mascarillas para tomarse un café o almorzar; los hoteles, las tiendas de ropa, que a saber quién ha tocado ese vestido, las reuniones familiares… que en cuanto pueden se saltan a la torera los confinamientos y los hijos se abrazan a sus padres o sus abuelos y todo ello a pesar de que, generalmente, todo el mundo lleva su mascarilla puesta, guarda la distancia de seguridad y los amigos que se encuentran por la calle no andan dándose besos y abrazos, solo el codo. El miedo es el peor de los virus y en eso se centran las autoridades: “Con el miedo todo es más controlable” digo yo que piensan y actúan en consecuencia.
Yo estuve a primeros de marzo del pasado año, más de dos semanas conviviendo con una persona contagiada sin saberlo de Coronavirus y probablemente me lo contagió y digo probablemente porque ni tuve fiebre, ni problemas respiratorios, ni nada de nada. Esta persona se recuperó en un par de semanas y no ha vuelto a tener ni el más mínimo síntoma ¿saben por qué? Porque tanto ella como yo tenemos adecuadamente desarrollado nuestro sistema inmune. Comemos sano, provocamos los momentos de humor, salimos a pasear… pero, sobre todo, tenemos fe en la vida, en nuestra capacidad de hacer frente a lo que ésta nos traiga y en la capacidad del ser humano para sobrevivir en los momentos más difíciles, como se ha demostrado desde que el ser humano pisó por primera vez este planeta.
Por último, decir que en España ya hay más de un millón de familias que intentan sobrevivir con menos de 15 euros al día, es decir, están en el límite de la pobreza ¡Más de un millón de familias pobres en España! ¡Qué vergüenza! Cifra correspondiente a una economía tercermundista, como si hubiéramos vuelto a los años 40 del siglo pasado con las cartillas de racionamiento o los economatos de Auxilio Social. Muchos de esos pobres están haciendo cola diariamente para recoger algo de comida que la solidaridad –que, afortunadamente, no ha desaparecido- proporciona aunque, evidentemente, no sea suficiente para vivir sin miedo al futuro. Están esos 15 euros lejos de los 150 euros diarios que parece ser que cobran, como poco, muchos de nuestros representantes políticos…
La evidencia nos dice que nuestros dirigentes no tienen ni idea de cómo se producen los contagios, de ahí las decisiones erráticas que se están poniendo en práctica, tanto en cuestiones sanitarias como económicas, no solo en nuestro país sino en todo el mundo, echando la culpa a la pandemia. Cada año se producen miles de contagios de la gripe con miles de fallecidos y nadie se alarma por ello. Las vacunas tratarán de paliar la cifra de contagiados y de fallecidos pero seguirán “informándonos” de lo malo y ocultando lo bueno como siempre, por eso estoy aburrido, amigos.
