Así pues, vamos a señalar algunos puntos que nos ayudarán a poner en práctica eso de que tanto se habla: la inteligencia emocional, que no es otra cosa que ser consciente de mis propios pensamientos, sentimientos y emociones, poder identificar los pensamientos, sentimientos y emociones de mi interlocutor y con todo ello saber dar la respuesta más adecuada en cada momento, respondiendo tanto a mis necesidades como a las de la otra persona.
La curiosidad es esencial para construir relaciones interpersonales satisfactorias en todos los ámbitos en los que nos desarrollamos. Dar y pedir feedback a nuestros compañeros, familiares o amigos, ayuda a conocernos mejor y favorece que cada uno saque lo mejor de sí mismo.
La curiosidad es esencial para construir relaciones interpersonales satisfactorias en todos los ámbitos en los que nos desarrollamos. Dar y pedir feedback a nuestros compañeros, familiares o amigos, ayuda a conocernos mejor y favorece que cada uno saque lo mejor de sí mismo.
Algunas preguntas interesantes
Hacer las preguntas adecuadas es también un arte, y sobre todo dar espacio para que nuestro interlocutor responda, pero ha de ser un espacio abierto en el que nuestra mente no puede estar ya elaborando la respuesta que vamos a darle, sino crear un espacio vacío para escuchar realmente lo que la otra persona nos está diciendo, no se trata de oír sino de escuchar.
¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Denota interés y la otra persona se sentirá reconocida y escuchada
¿Estás haciendo lo que quieres hacer?, ¿te gusta lo que estás viviendo en estos momentos?, ¿hay algo que te gustaría cambiar?
Una vez que la persona se ha expresado libremente es el momento de mostrar el apoyo que estamos dispuesto/a a darle:
¿En qué puedo ayudarte?
Esta pregunta abre la puerta a la idea de que a veces uno no puede por si mismo con la tarea que tiene entre manos, que necesita apoyo externo, y sobre todo le infunde la sensación de que no está solo/a.
¿Tienes alguna idea de cómo podría mejorar tu situación?
Esta pregunta abre la puerta a valorar las propuestas y las ideas de la otra persona, le da la oportunidad de reconocimiento y de sentirse empoderada y más segura de sí misma.
¿Cuáles son tus objetivos, tus proyectos o tus metas a corto, medio o largo plazo?, ¿con qué medios cuentas para llevarlos a cabo?
Las metas personales, sean del tipo que sean cambian a medida que la persona crece, que cambian sus intereses, sus conocimientos, etc. Hablar de ello puede ayudarles a reconocer herramientas y recursos con los que cuenta y de los cuales no es consciente.
Saber hacer las preguntas adecuadas en cada momento va a favorecer las interrelaciones personales en todos los ámbitos (personal, familiar, laboral, etc.). Promover entornos donde las personas puedan expresarse de manera libre o el tener un feedback actualizado es algo imprescindible sobre todo en entornos laborales; conocer cómo están nuestros compañeros o colaboradores, cuales son sus motivaciones o sus desafíos, favorecer su participación en las decisiones que se hayan de tomar… son requisitos necesarios para conseguir un buen equipo que será sinónimo de eficacia.
¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? Denota interés y la otra persona se sentirá reconocida y escuchada
¿Estás haciendo lo que quieres hacer?, ¿te gusta lo que estás viviendo en estos momentos?, ¿hay algo que te gustaría cambiar?
Una vez que la persona se ha expresado libremente es el momento de mostrar el apoyo que estamos dispuesto/a a darle:
¿En qué puedo ayudarte?
Esta pregunta abre la puerta a la idea de que a veces uno no puede por si mismo con la tarea que tiene entre manos, que necesita apoyo externo, y sobre todo le infunde la sensación de que no está solo/a.
¿Tienes alguna idea de cómo podría mejorar tu situación?
Esta pregunta abre la puerta a valorar las propuestas y las ideas de la otra persona, le da la oportunidad de reconocimiento y de sentirse empoderada y más segura de sí misma.
¿Cuáles son tus objetivos, tus proyectos o tus metas a corto, medio o largo plazo?, ¿con qué medios cuentas para llevarlos a cabo?
Las metas personales, sean del tipo que sean cambian a medida que la persona crece, que cambian sus intereses, sus conocimientos, etc. Hablar de ello puede ayudarles a reconocer herramientas y recursos con los que cuenta y de los cuales no es consciente.
Saber hacer las preguntas adecuadas en cada momento va a favorecer las interrelaciones personales en todos los ámbitos (personal, familiar, laboral, etc.). Promover entornos donde las personas puedan expresarse de manera libre o el tener un feedback actualizado es algo imprescindible sobre todo en entornos laborales; conocer cómo están nuestros compañeros o colaboradores, cuales son sus motivaciones o sus desafíos, favorecer su participación en las decisiones que se hayan de tomar… son requisitos necesarios para conseguir un buen equipo que será sinónimo de eficacia.
El cambio es la única constante en la vida
Esas palabras corresponden a Heráclito, el filósofo griego, pero hoy tantos siglos después siguen siendo de absoluta actualidad. Cuando una persona tiene dificultades para adaptarse a los cambios que se producen en su vida se consideraba que tenía resistencia al cambio… se generan pensamientos de inquietud, de incertidumbre, el ser humano es un animal de costumbres, de hábitos, la repetición de un determinado comportamiento o actitud proporciona seguridad, incluso aunque los resultados no sean todo lo satisfactorios que necesitaríamos.
Nuestro cerebro siempre va a elegir recorrer aquellos circuitos donde las conexiones neurológicas ya están predeterminadas y eso le hace generar respuestas automáticas en nuestra manera de pensar, sentir, decir y actuar.
La Programación Neurolingüistica (PNL) tiene una frase muy significativa: “No soy lo que pienso, soy el que pienso”. Esto nos reafirma en que si cambiamos nuestros pensamientos cambiamos nosotros pues está demostrado ya por la neurociencia que la mente sigue al cuerpo.
Si progresivamente vamos cambiando nuestros esquemas mentales prefijados, si revisamos nuestras creencias y descartamos las que se han quedado obsoletas, si construimos nuevos circuitos neuronales de pensamiento podemos responder de manera diferente a los desafíos que nos presenta la vida en estos momentos.
Nuestro cerebro siempre va a elegir recorrer aquellos circuitos donde las conexiones neurológicas ya están predeterminadas y eso le hace generar respuestas automáticas en nuestra manera de pensar, sentir, decir y actuar.
La Programación Neurolingüistica (PNL) tiene una frase muy significativa: “No soy lo que pienso, soy el que pienso”. Esto nos reafirma en que si cambiamos nuestros pensamientos cambiamos nosotros pues está demostrado ya por la neurociencia que la mente sigue al cuerpo.
Si progresivamente vamos cambiando nuestros esquemas mentales prefijados, si revisamos nuestras creencias y descartamos las que se han quedado obsoletas, si construimos nuevos circuitos neuronales de pensamiento podemos responder de manera diferente a los desafíos que nos presenta la vida en estos momentos.
Solo cambiando dos palabras
El primer paso podría ser estar atentos a nuestra forma de hablar, a nuestras palabras y eliminar, por ejemplo, como primer paso os propongo sustituir el pero por el y. Ambas son conjunciones, la primera es adversativa (eso significa que sirve para oponer dos ideas). Usamos la palabra, “pero” para justificar, posponer o impedir alguna acción… Cuando ponemos “peros” a las cosas estamos creando obstáculos innecesarios para no pasar a la acción.
La palabra “pero” es excluyente, eso significa que has de elegir entre dos opciones… el profesor Bernard Roth de la Universidad de Stanford afirma que al sustituir la palabra “pero” en nuestras conversaciones, por la palabra “y”, se produce una mayor objetividad, se contemplan las dos posibilidades de manera simultánea y eso elimina tensión y nos da una visión más amplia.
La segunda propuesta seguramente os sonará: cambiar el “tengo que hacer” por el “quiero hacer”. La primera frase nos coloca ante una obligación, a veces nos provoca una contradicción emocional como si quisiéramos elegir una cosa pero nos vemos obligados a hacer otra diferente. En cambio cuando formulamos la frase utilizando el “quiero hacer” implica motivación, responsabilidad, decisión en libertad… de inmediato nuestro cerebro cambia una visión negativa por una positiva.
Os aconsejo que durante los próximos 21 días estéis atentos de manera especial a estas dos formulaciones: “pero” y “tengo que” … para ver en qué momentos y con qué personas aparecen en nuestros diálogos externos o externos… y cuando aparezcan, ser consciente de ello y hacer el cambio por las palabras “y” y por la frase “quiero hacer”. Y que estéis atentos a los cambios de actitud que se producen en vosotros. Estoy segura de que los resultados os sorprenderán.
La palabra “pero” es excluyente, eso significa que has de elegir entre dos opciones… el profesor Bernard Roth de la Universidad de Stanford afirma que al sustituir la palabra “pero” en nuestras conversaciones, por la palabra “y”, se produce una mayor objetividad, se contemplan las dos posibilidades de manera simultánea y eso elimina tensión y nos da una visión más amplia.
La segunda propuesta seguramente os sonará: cambiar el “tengo que hacer” por el “quiero hacer”. La primera frase nos coloca ante una obligación, a veces nos provoca una contradicción emocional como si quisiéramos elegir una cosa pero nos vemos obligados a hacer otra diferente. En cambio cuando formulamos la frase utilizando el “quiero hacer” implica motivación, responsabilidad, decisión en libertad… de inmediato nuestro cerebro cambia una visión negativa por una positiva.
Os aconsejo que durante los próximos 21 días estéis atentos de manera especial a estas dos formulaciones: “pero” y “tengo que” … para ver en qué momentos y con qué personas aparecen en nuestros diálogos externos o externos… y cuando aparezcan, ser consciente de ello y hacer el cambio por las palabras “y” y por la frase “quiero hacer”. Y que estéis atentos a los cambios de actitud que se producen en vosotros. Estoy segura de que los resultados os sorprenderán.