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Cinco años de noviazgo y otros tantos de matrimonio, cientos de momento de 'un día por ti y otro por mi' para que al final todo acabe en un 'estoy mejor solo que mal acompañado'. Después de darle muchas vueltas, deciden poner punto y final a una relación que ya no lleva a ninguna parte. Han tomado una decisión y van a va llevarla adelante pase lo que pase. El problema es que ya no están solos, en estos años la familia ha crecido y ahora tienen unos hijos pequeños a los que proteger.
Puede que la decisión sea de mutuo acuerdo o que sólo usted necesite alejarse de la que hasta ahora ha sido su 'media naranja', puede que los gritos y los malos modos se hayan apoderado del hogar y sea mejor acabar con todo antes de que los niños acaben pagando los platos rotos o puede que simplemente el amor de pareja se haya esfumado y se hayan convertido en dos amigos que comparten su vida. Sea cual sea la causa, sus hijos se encuentran con que de la noche a la mañana su vida cambia por completo. De repente, la seguridad de su hogar se ve amenazada por una decisión que muchas veces ni entienden ni comparten y se rebelen contra ello. El divorcio es siempre una bofetada para los niños, pero de ustedes depende que el torbellino de tristeza, enfado y sentimientos encontrados se esfume con el tiempo y acaben acostumbrándose a vivir a caballo entre dos casas, no se impaciente, la normalidad volverá, casi siempre lo hace, pero no de la noche a la mañana. El tiempo lo cura todo y con frecuencia el periodo de transición no dura más de dos años.
Momentos previos
Los problemas que un divorcio puede causar a los niños no son culpa de la separación en si misma sino de la situación de tensión que se apodera del hogar familiar antes, durante y después de pasar por el juzgado y de la forma en la que los padres llevan adelante el proceso. Sin duda, los momentos previos son los más difíciles, pues en ellos se han de concretar aspectos problemáticos como la guarda y custodia, la separación de bienes, el régimen de visitas o la manutención. Siempre han de evitar discutir delante de los niños, pero más aún si son cualquiera de estos aspectos los que están en juego. Se ha de intentar que el procedimiento legal les afecte lo menos posible. Discutan a solas o delante de un mediador familiar que les ayude a tomar decisiones amistosas sobre los temas que necesitan resolver antes de la separación. Y entre acuerdo y acuerdo tengan siempre presente que el primer año de la separación es el más difícil para los niños, por lo que cuantos menos cambios tengan que afrontar mucho mejor. Si siguen viviendo en la misma casa, yendo al mismo colegio y con los mismos amigos será más fácil que recuperen el equilibrio necesario para seguir con su vida.
Sin guerras
Aunque el divorcio haya sido cosa de su pareja y usted se sienta decepcionado, herido, humillado y despechado nunca ha de buscar el consuelo y el apoyo de sus hijos. Afronte la situación de la mejor forma posible, busque el apoyo de familiares y amigos e incluso la ayuda de un profesional para superar el duro bache por el que está pasando, pero nunca obligue a sus hijos a tomar partido. No ataque a su pareja ni le reproche nada delante de los niños, pues aunque a usted le haya hecho mucho daño es su padre/madre y como tal le necesita. Así, frases del tipo 'tu padre nos deja' o 'tu madre tiene un nuevo amigo' están completamente fuera de lugar. Ha de firmar con su ex un 'pacto de no agresión', pues no olvide que, salvo excepciones traumáticas, los niños necesitan y merecen a sus dos padres.
Uno de los conflictos que se genera en la mente de los niños a causa de un divorcio es precisamente que quieren amar a ambos padres pero no saben si deben apoyar a uno e ir en contra del otro. Y todo cuando ellos realmente no están contra ninguno y lo único que quieren es que vuelvan a unirse. Enséñele que la decisión es irrevocable, que él no tiene que tomar partido por ninguno de los dos y que ambos estarán siempre a su lado.
Puede que la decisión sea de mutuo acuerdo o que sólo usted necesite alejarse de la que hasta ahora ha sido su 'media naranja', puede que los gritos y los malos modos se hayan apoderado del hogar y sea mejor acabar con todo antes de que los niños acaben pagando los platos rotos o puede que simplemente el amor de pareja se haya esfumado y se hayan convertido en dos amigos que comparten su vida. Sea cual sea la causa, sus hijos se encuentran con que de la noche a la mañana su vida cambia por completo. De repente, la seguridad de su hogar se ve amenazada por una decisión que muchas veces ni entienden ni comparten y se rebelen contra ello. El divorcio es siempre una bofetada para los niños, pero de ustedes depende que el torbellino de tristeza, enfado y sentimientos encontrados se esfume con el tiempo y acaben acostumbrándose a vivir a caballo entre dos casas, no se impaciente, la normalidad volverá, casi siempre lo hace, pero no de la noche a la mañana. El tiempo lo cura todo y con frecuencia el periodo de transición no dura más de dos años.
Momentos previos
Los problemas que un divorcio puede causar a los niños no son culpa de la separación en si misma sino de la situación de tensión que se apodera del hogar familiar antes, durante y después de pasar por el juzgado y de la forma en la que los padres llevan adelante el proceso. Sin duda, los momentos previos son los más difíciles, pues en ellos se han de concretar aspectos problemáticos como la guarda y custodia, la separación de bienes, el régimen de visitas o la manutención. Siempre han de evitar discutir delante de los niños, pero más aún si son cualquiera de estos aspectos los que están en juego. Se ha de intentar que el procedimiento legal les afecte lo menos posible. Discutan a solas o delante de un mediador familiar que les ayude a tomar decisiones amistosas sobre los temas que necesitan resolver antes de la separación. Y entre acuerdo y acuerdo tengan siempre presente que el primer año de la separación es el más difícil para los niños, por lo que cuantos menos cambios tengan que afrontar mucho mejor. Si siguen viviendo en la misma casa, yendo al mismo colegio y con los mismos amigos será más fácil que recuperen el equilibrio necesario para seguir con su vida.
Sin guerras
Aunque el divorcio haya sido cosa de su pareja y usted se sienta decepcionado, herido, humillado y despechado nunca ha de buscar el consuelo y el apoyo de sus hijos. Afronte la situación de la mejor forma posible, busque el apoyo de familiares y amigos e incluso la ayuda de un profesional para superar el duro bache por el que está pasando, pero nunca obligue a sus hijos a tomar partido. No ataque a su pareja ni le reproche nada delante de los niños, pues aunque a usted le haya hecho mucho daño es su padre/madre y como tal le necesita. Así, frases del tipo 'tu padre nos deja' o 'tu madre tiene un nuevo amigo' están completamente fuera de lugar. Ha de firmar con su ex un 'pacto de no agresión', pues no olvide que, salvo excepciones traumáticas, los niños necesitan y merecen a sus dos padres.
Uno de los conflictos que se genera en la mente de los niños a causa de un divorcio es precisamente que quieren amar a ambos padres pero no saben si deben apoyar a uno e ir en contra del otro. Y todo cuando ellos realmente no están contra ninguno y lo único que quieren es que vuelvan a unirse. Enséñele que la decisión es irrevocable, que él no tiene que tomar partido por ninguno de los dos y que ambos estarán siempre a su lado.
Comunicación
No les usen de intermediarios ni les hagan preguntas para saciar su curiosidad sobre la nueva vida del otro porque lo único que conseguirán será complicar aún más la situación. Ambos tienen que dedicarles tiempo y cariño, pero sin caer en los mimos en exceso ni ceder a los chantajes que con tanta picardía crean algunos niños para sacar tajada de tanto revuelo. La disciplina ha de seguir siendo la misma de antes y no hay que flojear por que se esté en un proceso de separación, sino más bien todo lo contrario.
Menos aún compita con su ex pareja por el cariño de sus hijos, un grave error que se acrecienta cuando el chantaje psicológico se basa en una larga lista de regalos. Lo único que conseguirá intentando comprar a sus hijos es perjudicarlos.
¿Cómo se lo decimos?
1. Los dos juntos han de hablar con sus hijos. Los niños necesitan cierto periodo de adaptación, por lo que deben conocer la decisión una o dos semanas antes de que su vida empiece a cambiar.
2. Creen un clima de confianza, cariño y tranquilidad. Cada niño es diferente y a cada edad las cosas se ven de una manera diferente. Por ello, quizás sea conveniente tener una charla en privado con cada uno de sus hijos.
3. Déles tiempo para que pregunten lo que quieran y respóndales con honestidad.
4. No pierda de vista sus reacciones. Es necesario que expresen sus sentimientos y no se cierren en sí mismos. El que uno de ellos no diga nada no significa que entienda la situación, sino más bien que con su silencio quiere negar la realidad. Si otro grita y se enfada, está dando el primer paso para superar lo que está pasando. Puede que alguno no entienda lo que siente y necesite su ayuda para comprender sus emociones y ponerlas nombre. En definitiva, el silencio nunca es bueno y sólo genera barreras y complicaciones.
5. No hace falta dar demasiadas explicaciones de cómo y por qué han llegado a esta situación; basta con dejarles claro, de una forma sencilla y directa, que sus padres ya no quieren seguir viviendo juntos y que en esta decisión no hay marcha atrás posible.
6. Es muy importante que les remarquen que ellos no han tenido absolutamente nada que ver con la ruptura de la pareja.
7. Siempre se ha de respetar la imagen que el niño tiene de su ya ex pareja y no ha de malmeterles contra ella.
8. Admítales que no va a ser un paso fácil para ninguno, tampoco para ustedes, que pase lo que pase ellos siempre serán sus padres y que los dos les quieren tanto o más que antes.
9. Los niños necesitan seguridad por lo que han de dejarles claro cómo va a ser su vida a partir del divorcio. Cuestiones tales como con quién van a vivir, dónde va a vivir el otro progenitor, cuándo y cómo lo van a ver, si ahora va a entrar menos dinero en casa y van a tener que privarse de ciertas cosas no ha de ser ningún secreto y han de saberlo desde el principio.
No les usen de intermediarios ni les hagan preguntas para saciar su curiosidad sobre la nueva vida del otro porque lo único que conseguirán será complicar aún más la situación. Ambos tienen que dedicarles tiempo y cariño, pero sin caer en los mimos en exceso ni ceder a los chantajes que con tanta picardía crean algunos niños para sacar tajada de tanto revuelo. La disciplina ha de seguir siendo la misma de antes y no hay que flojear por que se esté en un proceso de separación, sino más bien todo lo contrario.
Menos aún compita con su ex pareja por el cariño de sus hijos, un grave error que se acrecienta cuando el chantaje psicológico se basa en una larga lista de regalos. Lo único que conseguirá intentando comprar a sus hijos es perjudicarlos.
¿Cómo se lo decimos?
1. Los dos juntos han de hablar con sus hijos. Los niños necesitan cierto periodo de adaptación, por lo que deben conocer la decisión una o dos semanas antes de que su vida empiece a cambiar.
2. Creen un clima de confianza, cariño y tranquilidad. Cada niño es diferente y a cada edad las cosas se ven de una manera diferente. Por ello, quizás sea conveniente tener una charla en privado con cada uno de sus hijos.
3. Déles tiempo para que pregunten lo que quieran y respóndales con honestidad.
4. No pierda de vista sus reacciones. Es necesario que expresen sus sentimientos y no se cierren en sí mismos. El que uno de ellos no diga nada no significa que entienda la situación, sino más bien que con su silencio quiere negar la realidad. Si otro grita y se enfada, está dando el primer paso para superar lo que está pasando. Puede que alguno no entienda lo que siente y necesite su ayuda para comprender sus emociones y ponerlas nombre. En definitiva, el silencio nunca es bueno y sólo genera barreras y complicaciones.
5. No hace falta dar demasiadas explicaciones de cómo y por qué han llegado a esta situación; basta con dejarles claro, de una forma sencilla y directa, que sus padres ya no quieren seguir viviendo juntos y que en esta decisión no hay marcha atrás posible.
6. Es muy importante que les remarquen que ellos no han tenido absolutamente nada que ver con la ruptura de la pareja.
7. Siempre se ha de respetar la imagen que el niño tiene de su ya ex pareja y no ha de malmeterles contra ella.
8. Admítales que no va a ser un paso fácil para ninguno, tampoco para ustedes, que pase lo que pase ellos siempre serán sus padres y que los dos les quieren tanto o más que antes.
9. Los niños necesitan seguridad por lo que han de dejarles claro cómo va a ser su vida a partir del divorcio. Cuestiones tales como con quién van a vivir, dónde va a vivir el otro progenitor, cuándo y cómo lo van a ver, si ahora va a entrar menos dinero en casa y van a tener que privarse de ciertas cosas no ha de ser ningún secreto y han de saberlo desde el principio.
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