Sin embargo, cuando los límites se desdibujan, cuando las fronteras desaparecen, cuando oímos decir que todo está interrelacionado y que en el fondo todo es conciencia (un tejido formado por una nube de partículas cargadas de luz), que materia y energía son lo mismo, que están intrínsecamente relacionadas, que la energía sin materia no tiene expresión y la materia sin energía no tiene movimiento, nos asaltan los miedos porque las fronteras con las que habíamos acotado nuestro territorio ya no nos sirven.
Los postulados teóricos de la física cuántica, a pesar de estar en sus orígenes, están revolucionando nuestra concepción del mundo.
El quantum, esa partícula atómica cuyo descubrimiento revolucionó la ciencia clásica, es una combinación de energía en movimiento y materia. Es una longitud de onda completa que fluctúa a ambos lados del punto cero, un punto central donde se da el equilibrio, la ausencia de movimiento, sólo hay presencia. A nivel físico en ese punto la materia se convierte en energía y la energía en materia, el problema es que los seres humanos reconocemos sólo la mitad de la onda. La física cuántica nos habla de que la humanidad es un quantum incompleto y la divinidad sería un quantum completo.
Si vemos más uno de los dos aspectos, ya sea el positivo o el negativo, estamos en el ámbito de lo humano. Cuando vemos los dos aspectos estamos más en conexión con nuestra divinidad.
Eso tendría relación con estar presente, cuando se está presente se ven las dos partes.
Los postulados teóricos de la física cuántica, a pesar de estar en sus orígenes, están revolucionando nuestra concepción del mundo.
El quantum, esa partícula atómica cuyo descubrimiento revolucionó la ciencia clásica, es una combinación de energía en movimiento y materia. Es una longitud de onda completa que fluctúa a ambos lados del punto cero, un punto central donde se da el equilibrio, la ausencia de movimiento, sólo hay presencia. A nivel físico en ese punto la materia se convierte en energía y la energía en materia, el problema es que los seres humanos reconocemos sólo la mitad de la onda. La física cuántica nos habla de que la humanidad es un quantum incompleto y la divinidad sería un quantum completo.
Si vemos más uno de los dos aspectos, ya sea el positivo o el negativo, estamos en el ámbito de lo humano. Cuando vemos los dos aspectos estamos más en conexión con nuestra divinidad.
Eso tendría relación con estar presente, cuando se está presente se ven las dos partes.
Todo es energía
Albert Einstein cuando formuló su ecuación relacionando la energía con la masa (materia) abrió un nuevo horizonte que la física cuántica retomó para crear nuevos paradigmas. Sabemos que la materia está formada por moléculas, éstas a su vez por átomos, éstos por protones, electrones y neutrones que al vibrar producen energía. Y las pequeñas partículas que componen la materia son también ondas de energía. Los experimentos de laboratorio demostraron que el observador puede modificar lo observado y así, por ejemplo, un electrón puede comportarse como onda (energía) o como partícula (materia) dependiendo de las expectativas del físico que está llevando a cabo el experimento.
La física cuántica nos habla de que todo está interrelacionado y que la percepción del sujeto da forma y determina su realidad… Es como si todo existiera como probabilidad o potencialmente y es la mente la que da forma a esa energía tal y como cada uno desea.
Una vez leyendo el libro “El mundo de Sofía”, que recomiendo a cualquiera que tenga interés en la filosofía y en la ciencia, trenzadas con el objetivo de dar respuestas ponían un ejemplo, creo que era de Demócrito. Nos hacía imaginar que cada uno teníamos una caja de piezas de lego y cada uno de nosotros con ellas podíamos construir lo que quisiéramos. Las piezas de lego serían la energía y nuestra mente elegiría qué hacer realidad, así uno construirá un barco, otro una casa y otro un árbol… todo era posible, sólo hacía falta tener esas pequeñas piezas (energía), tener la idea de lo que queremos crear y ¡ya está!.
La física cuántica nos habla de que todo está interrelacionado y que la percepción del sujeto da forma y determina su realidad… Es como si todo existiera como probabilidad o potencialmente y es la mente la que da forma a esa energía tal y como cada uno desea.
Una vez leyendo el libro “El mundo de Sofía”, que recomiendo a cualquiera que tenga interés en la filosofía y en la ciencia, trenzadas con el objetivo de dar respuestas ponían un ejemplo, creo que era de Demócrito. Nos hacía imaginar que cada uno teníamos una caja de piezas de lego y cada uno de nosotros con ellas podíamos construir lo que quisiéramos. Las piezas de lego serían la energía y nuestra mente elegiría qué hacer realidad, así uno construirá un barco, otro una casa y otro un árbol… todo era posible, sólo hacía falta tener esas pequeñas piezas (energía), tener la idea de lo que queremos crear y ¡ya está!.
Los diferentes planos de existencia
Si tal como decía Theilard de Chardin “somos seres espirituales viviendo una experiencia humana”, abarcamos en nuestra naturaleza desde la materia más densa hasta la energía más sutil a través de los distintos planos de manifestación:
Tenemos un cuerpo físico, un organismo compuesto por células organizadas y especializadas que forman tejidos (huesos, músculos, nervios, etc.), que a su vez forman órganos y éstos se agrupan en diferentes sistemas.
Tenemos también un cuerpo emocional, nuestro sistema endocrino se ocupa de realizar multitud de procesos químicos que desembocan en distintas emociones que son identificadas, elaboradas e interpretadas por nuestro cerebro.
Tenemos también un cuerpo mental, con tres aspectos bien diferenciados: consciente, inconsciente y subconsciente…
Las investigaciones recientes han demostrado también que existe un cuerpo electromagnético, que ya era conocido por la Medicina Tradicional China desde hace miles de años. Ese campo electromagnético no solo nos rodea sino que interpenetra todas nuestras células y que, según afirma la física cuántica, está compuesto por energías lumínicas, eléctricas y bioquímicas. Es lo que algunas tradiciones espirituales han llamado “cuerpo de luz” y lo que ahora la ciencia afirma que somos seres de luz.
Investigadores como Joe Dispenza, Bruce Lipton o Greg Braden, desde sus diferentes áreas científicas, afirman que incidiendo en los “cuerpos” de mayor vibración se puede actuar en los menos sutiles. De esta manera los pensamientos y las emociones actúan sobre las estructuras biofísicas.
Sus experimentos confirman que, como seres de luz, podemos alterar nuestras frecuencias vibratorias y al hacerlo podemos desarrollar habilidades para la regeneración instantánea, la curación acelerada o la ralentización del envejecimiento, por ejemplo. Estamos desarrollando mayores habilidades para acceder y expresar más nuestra naturaleza espiritual. Estamos aprendiendo a integrar las facetas químico-eléctricas-lumínicas de nuestro Ser integral y conforme lo hacemos, estamos aprendiendo a utilizar nuestra naturaleza lumínica para lograr una gran variedad de estos ideales de bienestar. En otras palabras, podemos modular nuestras frecuencias vibratorias. Poseemos circuitos energéticos que pueden ser modificados mediante procesos de pensamientos positivos y repetitivos.
Cada día más se confirma que la ciencia y el espíritu se acercan. Los seres en el camino de desarrollo espiritual pueden explicar científicamente como se producen sus estados de expansión de la conciencia, por qué en un momento se sienten iluminados. Todas las sanaciones energéticas tienen su explicación en estos procesos electromagnéticos del cuerpo energético humano.
Tenemos un cuerpo físico, un organismo compuesto por células organizadas y especializadas que forman tejidos (huesos, músculos, nervios, etc.), que a su vez forman órganos y éstos se agrupan en diferentes sistemas.
Tenemos también un cuerpo emocional, nuestro sistema endocrino se ocupa de realizar multitud de procesos químicos que desembocan en distintas emociones que son identificadas, elaboradas e interpretadas por nuestro cerebro.
Tenemos también un cuerpo mental, con tres aspectos bien diferenciados: consciente, inconsciente y subconsciente…
Las investigaciones recientes han demostrado también que existe un cuerpo electromagnético, que ya era conocido por la Medicina Tradicional China desde hace miles de años. Ese campo electromagnético no solo nos rodea sino que interpenetra todas nuestras células y que, según afirma la física cuántica, está compuesto por energías lumínicas, eléctricas y bioquímicas. Es lo que algunas tradiciones espirituales han llamado “cuerpo de luz” y lo que ahora la ciencia afirma que somos seres de luz.
Investigadores como Joe Dispenza, Bruce Lipton o Greg Braden, desde sus diferentes áreas científicas, afirman que incidiendo en los “cuerpos” de mayor vibración se puede actuar en los menos sutiles. De esta manera los pensamientos y las emociones actúan sobre las estructuras biofísicas.
Sus experimentos confirman que, como seres de luz, podemos alterar nuestras frecuencias vibratorias y al hacerlo podemos desarrollar habilidades para la regeneración instantánea, la curación acelerada o la ralentización del envejecimiento, por ejemplo. Estamos desarrollando mayores habilidades para acceder y expresar más nuestra naturaleza espiritual. Estamos aprendiendo a integrar las facetas químico-eléctricas-lumínicas de nuestro Ser integral y conforme lo hacemos, estamos aprendiendo a utilizar nuestra naturaleza lumínica para lograr una gran variedad de estos ideales de bienestar. En otras palabras, podemos modular nuestras frecuencias vibratorias. Poseemos circuitos energéticos que pueden ser modificados mediante procesos de pensamientos positivos y repetitivos.
Cada día más se confirma que la ciencia y el espíritu se acercan. Los seres en el camino de desarrollo espiritual pueden explicar científicamente como se producen sus estados de expansión de la conciencia, por qué en un momento se sienten iluminados. Todas las sanaciones energéticas tienen su explicación en estos procesos electromagnéticos del cuerpo energético humano.