Hace varios años Tiffany Field, directora del Instituto de Investigación del Tacto en la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami, viajó a diferentes aeropuertos en Florida para observar cómo interactuaban las personas.
Field, quien ha estudiado el tacto durante más de cuatro décadas, hizo un descubrimiento sorprendente: nadie se tocaba entre sí. Todos estaban mirando sus teléfonos inteligentes, incluso las parejas que obviamente viajaban juntas, o los padres con sus hijos. Los niños estaban con sus teléfonos móviles y sus padres también, e incluso niños de dos años viendo su iPad. Podían estar varias personas sentadas alrededor de una misma mesa, pero cada una solo prestaba atención a su móvil, sin charlar entre ellos y mucho menos tocarse.
Publicó varios artículos apuntando la idea de que las redes sociales estaban siendo perjudiciales para el contacto físico. Los dispositivos móviles estaban distanciando a las personas.
La influencia del tacto cobró importancia a mediados de la década de 1990, cuando dos científicos viajaron a Rumania para examinar la privación sensorial de los niños en orfanatos con poco personal. Descubrieron que los niños privados de contacto, tenían niveles notablemente más bajos de cortisol y de desarrollo en comparación con otros de su misma edad.
Desde que estamos en el útero hasta nuestros años de vejez, el tacto juega un papel primordial en nuestro desarrollo y bienestar físico y mental. Nuevos estudios sobre el tacto continúan demostrando la importancia del contacto físico en el desarrollo temprano, la comunicación, las relaciones personales y la lucha contra las enfermedades.
Aunque los beneficios terapéuticos se han vuelto cada vez más claros, Field argumenta que, debido a las políticas de no tocar en las escuelas y a los efectos aislantes de los teléfonos móviles y las computadoras, los estadounidenses se están tocando menos entre sí. He aquí el testimonio de la Dra. Field donde comparte sus investigaciones sobre la importancia del tacto y lo que sucede cuando no nos tocamos.
Field, quien ha estudiado el tacto durante más de cuatro décadas, hizo un descubrimiento sorprendente: nadie se tocaba entre sí. Todos estaban mirando sus teléfonos inteligentes, incluso las parejas que obviamente viajaban juntas, o los padres con sus hijos. Los niños estaban con sus teléfonos móviles y sus padres también, e incluso niños de dos años viendo su iPad. Podían estar varias personas sentadas alrededor de una misma mesa, pero cada una solo prestaba atención a su móvil, sin charlar entre ellos y mucho menos tocarse.
Publicó varios artículos apuntando la idea de que las redes sociales estaban siendo perjudiciales para el contacto físico. Los dispositivos móviles estaban distanciando a las personas.
La influencia del tacto cobró importancia a mediados de la década de 1990, cuando dos científicos viajaron a Rumania para examinar la privación sensorial de los niños en orfanatos con poco personal. Descubrieron que los niños privados de contacto, tenían niveles notablemente más bajos de cortisol y de desarrollo en comparación con otros de su misma edad.
Desde que estamos en el útero hasta nuestros años de vejez, el tacto juega un papel primordial en nuestro desarrollo y bienestar físico y mental. Nuevos estudios sobre el tacto continúan demostrando la importancia del contacto físico en el desarrollo temprano, la comunicación, las relaciones personales y la lucha contra las enfermedades.
Aunque los beneficios terapéuticos se han vuelto cada vez más claros, Field argumenta que, debido a las políticas de no tocar en las escuelas y a los efectos aislantes de los teléfonos móviles y las computadoras, los estadounidenses se están tocando menos entre sí. He aquí el testimonio de la Dra. Field donde comparte sus investigaciones sobre la importancia del tacto y lo que sucede cuando no nos tocamos.
Comienzo de la investigación
A mediados de los años 70, cuando estaba en la escuela de posgrado, trabajaba en una unidad de cuidados intensivos neonatales, y estábamos tratando de descubrir cómo podíamos ayudar a los bebés prematuros a crecer y ser dados de alta más rápido. Comenzamos estimulándolos con chupetes no nutritivos, porque estaban siendo alimentados por sonda y no tenían experiencia de succión. Eso les ayudó a crecer, y pensamos que, si estimulábamos más partes del cuerpo, no solo la boca, obtendríamos mejores resultados. Así que comenzamos a masajearlos, y empezaron a ganar más peso y a ser dados de alta antes.
Descubrimos que el masaje en realidad aumenta las células asesinas naturales o necrófagos que son la primera línea de defensa del sistema inmunológico, su función es matar las células virales y bacterianas. Lo descubrimos primero en enfermos que tenían VIH, y luego estudiamos a adolescentes con VIH y encontramos los mismos resultados. Después estudiamos el cáncer de mama y nuevamente encontramos un aumento en las células asesinas naturales. Creemos que la razón por la que esto sucede es porque estamos reduciendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés. El cortisol mata las células asesinas naturales, por lo que, si podemos reducir las hormonas del estrés, podemos salvar las células asesinas naturales.
Estudiando a los niños en el orfanato de Rumania comprobamos que no solo tenían retraso de crecimiento sino en otros aspectos como el desarrollo del habla, funciones motrices… tenían un comportamiento parecido a los autistas. Tenían la mitad de la altura y el peso esperados para su edad. Había un adulto cuidando a más de 20 niños por lo que no recibían la cantidad adecuada de contacto. Recibían una nutrición alimenticia adecuada, pero había otros factores en juego. Por ejemplo, los niños que estaban en el piso superior de este orfanato se veían más saludables que los del piso inferior, y la única diferencia que pude ver era que los niños del piso superior recibían algo de luz solar.
Aparte del caso rumano, que es un ejemplo extremo, también comparamos a niños en París con niños en Miami. Observamos a preescolares en parques infantiles, los niños en París recibían más contacto de sus padres en el parque que los niños en Miami. Y los niños en París eran menos agresivos entre sí que los niños en Miami. Observamos a esos niños interactuando entre ellos, y en París, los niños se tocaban, abrazaban y acariciaban más que los niños en Miami. Y eran menos agresivos, tanto verbal como físicamente.
La conclusión final fue que los padres necesitan tocar a sus hijos tanto como puedan porque los niños no están recibiendo esos estímulos en la escuela. Y cuando están con sus compañeros, también están centrados en sus teléfonos. Creo que, ciertamente, los niños hoy en día están mucho más privados de contacto que antes de los teléfonos inteligentes. Así que creo que los padres deben hacer un esfuerzo especial para proporcionar tanto contacto como puedan.
Descubrimos que el masaje en realidad aumenta las células asesinas naturales o necrófagos que son la primera línea de defensa del sistema inmunológico, su función es matar las células virales y bacterianas. Lo descubrimos primero en enfermos que tenían VIH, y luego estudiamos a adolescentes con VIH y encontramos los mismos resultados. Después estudiamos el cáncer de mama y nuevamente encontramos un aumento en las células asesinas naturales. Creemos que la razón por la que esto sucede es porque estamos reduciendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés. El cortisol mata las células asesinas naturales, por lo que, si podemos reducir las hormonas del estrés, podemos salvar las células asesinas naturales.
Estudiando a los niños en el orfanato de Rumania comprobamos que no solo tenían retraso de crecimiento sino en otros aspectos como el desarrollo del habla, funciones motrices… tenían un comportamiento parecido a los autistas. Tenían la mitad de la altura y el peso esperados para su edad. Había un adulto cuidando a más de 20 niños por lo que no recibían la cantidad adecuada de contacto. Recibían una nutrición alimenticia adecuada, pero había otros factores en juego. Por ejemplo, los niños que estaban en el piso superior de este orfanato se veían más saludables que los del piso inferior, y la única diferencia que pude ver era que los niños del piso superior recibían algo de luz solar.
Aparte del caso rumano, que es un ejemplo extremo, también comparamos a niños en París con niños en Miami. Observamos a preescolares en parques infantiles, los niños en París recibían más contacto de sus padres en el parque que los niños en Miami. Y los niños en París eran menos agresivos entre sí que los niños en Miami. Observamos a esos niños interactuando entre ellos, y en París, los niños se tocaban, abrazaban y acariciaban más que los niños en Miami. Y eran menos agresivos, tanto verbal como físicamente.
La conclusión final fue que los padres necesitan tocar a sus hijos tanto como puedan porque los niños no están recibiendo esos estímulos en la escuela. Y cuando están con sus compañeros, también están centrados en sus teléfonos. Creo que, ciertamente, los niños hoy en día están mucho más privados de contacto que antes de los teléfonos inteligentes. Así que creo que los padres deben hacer un esfuerzo especial para proporcionar tanto contacto como puedan.
¿Cómo recuperar el contacto?
Tomarse de las manos, abrazar, acurrucarse, apoyar con una mano en el hombro, no solo con las palabras, son actos sencillos pero muy efectivos. Se ha comprobado que cuando aplicas una presión moderada, como en un abrazo o al dar un masaje en la espalda, los efectos son más positivos que cuando se aplica menos presión. Las caricias ligeras a veces causan un efecto negativo en la mayoría de las personas porque sienten que les están haciendo cosquillas... En cambio, se ha podido medir como tanto la frecuencia cardíaca como la presión arterial disminuye cuando recibes presión moderada, o cuando el abrazo se prolonga por unos segundos más.
Cuando observamos las ondas cerebrales, vemos un aumento en las ondas theta, que es lo que típicamente acompaña a la relajación cuando aplicamos presión moderada. Cuando aplicamos presión ligera, vemos un aumento en las ondas beta, que es lo que usualmente vemos cuando alguien está excitado.
Igualmente se ha comprobado como el masaje estimula los receptores de presión, y aumenta la actividad del nervio vago que es uno de los 12 nervios craneales, y tiene muchas ramas por todo el cuerpo, desde el sistema gastrointestinal y el corazón hasta nuestras cuerdas vocales. Hemos medido la actividad vagal y comprobado que, y con ello, se reduce el cortisol, la hormona del estrés. Hay un aumento en la serotonina, que es el antidepresivo y analgésico natural del cuerpo y también hay una disminución de la Sustancia P, que percibe el dolor. Además del masaje hay otras prácticas beneficiosas como el yoga, que es una forma de auto-tacto o auto-masaje.
Cuando observamos las ondas cerebrales, vemos un aumento en las ondas theta, que es lo que típicamente acompaña a la relajación cuando aplicamos presión moderada. Cuando aplicamos presión ligera, vemos un aumento en las ondas beta, que es lo que usualmente vemos cuando alguien está excitado.
Igualmente se ha comprobado como el masaje estimula los receptores de presión, y aumenta la actividad del nervio vago que es uno de los 12 nervios craneales, y tiene muchas ramas por todo el cuerpo, desde el sistema gastrointestinal y el corazón hasta nuestras cuerdas vocales. Hemos medido la actividad vagal y comprobado que, y con ello, se reduce el cortisol, la hormona del estrés. Hay un aumento en la serotonina, que es el antidepresivo y analgésico natural del cuerpo y también hay una disminución de la Sustancia P, que percibe el dolor. Además del masaje hay otras prácticas beneficiosas como el yoga, que es una forma de auto-tacto o auto-masaje.
El abrazo sanador
Inyectaron un virus de resfriado en personas que participaron en un estudio, y aquellos que recibieron más abrazos tuvieron una mejor respuesta inmunológica al virus del resfriado. Y luego hay algunos estudios que muestran que, si recibes un abrazo de alguien de tu familia, tu pareja o alguien amigo antes de afrontar una situación estresante el rendimiento es mejor y gestionas la situación de una forma más efectiva.
Hicimos un estudio en el que hicimos que los ancianos masajearan a bebés en lugar de recibir masajes, y encontramos que los efectos eran mayores cuando daban el masaje en lugar de recibirlo. Y creo que eso indica que los masajistas también obtienen algún tipo de beneficio al estimular los receptores de presión en la mano y sus codos o con lo que sea que estén masajeando.
También hay muchos datos sobre monos que muestran una relación directa entre la agresividad y la privación del tacto. Pusieron una pared de plástico entre los monos para que pudieran verse, oírse, olerse, pero no tocarse, y se vuelven extremadamente agresivos. De hecho, el investigador que realizó estos estudios informa que pueden llegar a matarse cuando están privados de contacto.
Es importante tener más contacto desde el nacimiento. Recuperar los beneficios del tacto en la escuela con juegos cooperativos, enseñándoles a los niños desde preescolar las bondades de darse unos a otros masajes en la espalda, o mostrar apoyo y acompañamiento a través de los abrazos o contacto a través de las manos… En definitiva, conectar con los demás aprendiendo el poder de la empatía, pero también el del contacto físico. Tal vez de esta manera, aprendiendo hábitos saludables desde la infancia podamos alcanzar esa sociedad más armónica que todos anhelamos.
Hicimos un estudio en el que hicimos que los ancianos masajearan a bebés en lugar de recibir masajes, y encontramos que los efectos eran mayores cuando daban el masaje en lugar de recibirlo. Y creo que eso indica que los masajistas también obtienen algún tipo de beneficio al estimular los receptores de presión en la mano y sus codos o con lo que sea que estén masajeando.
También hay muchos datos sobre monos que muestran una relación directa entre la agresividad y la privación del tacto. Pusieron una pared de plástico entre los monos para que pudieran verse, oírse, olerse, pero no tocarse, y se vuelven extremadamente agresivos. De hecho, el investigador que realizó estos estudios informa que pueden llegar a matarse cuando están privados de contacto.
Es importante tener más contacto desde el nacimiento. Recuperar los beneficios del tacto en la escuela con juegos cooperativos, enseñándoles a los niños desde preescolar las bondades de darse unos a otros masajes en la espalda, o mostrar apoyo y acompañamiento a través de los abrazos o contacto a través de las manos… En definitiva, conectar con los demás aprendiendo el poder de la empatía, pero también el del contacto físico. Tal vez de esta manera, aprendiendo hábitos saludables desde la infancia podamos alcanzar esa sociedad más armónica que todos anhelamos.