Los seres humanos tenemos muy arraigado el instinto de acumular, proviene de las experiencias del pasado en las que nuestros antepasados han vivido momentos de necesidad y carencias. Todos escuchamos dentro de nosotros una vocecita interior que nos asalta: “Y si…” Los “y si” nos hacen ser conservadores y acumular cosas que quizá no vayamos a necesitar nunca, pero “lo guardamos por si acaso”.
Aunque parezca fácil, a mucha gente le resulta casi imposible prescindir de sus cosas viejas: ropa y zapatos que no usamos ni volveremos a usar, fotografías que no miramos desde hace años, revistas, papeles, cassettes, CD’s, cintas de video, revistas, libros… y, en esta época, ordenadores, móviles antiguos… La cultura china del Feng-Shui se basa en la armonía a través del orden y del cambio. Su axioma más conocido es: “Es fundamental tirar lo viejo para dar espacio a lo nuevo”. Ellos piensan que todas esas cosas que ya no utilizamos crean energía estancada que no ayuda en nada a nuestra salud, ni facilita tampoco nuestro camino evolutivo en la vida.
Y no solamente hablamos de cosas físicas y materiales pues también podemos tener la tendencia a guardar resentimientos, rencores, tristezas, memorias amargas, miedos. El vacío es necesario para poder crecer en todos los sentidos, forma parte del proceso evolutivo de la vida.
Hay personas que empiezan por cambiar los muebles, por poner cristales aquí y allá, por colocar minerales o potenciadores de energías, por combinar los colores de otra manera y todo tipo de remedios, pero el primer paso, antes de todo eso, consiste en hablar de eliminar el desorden que nos rodea porque es reflejo del desorden que hay en nuestro interior. Crear orden en nuestra casa significa crearlo también en nuestra mente y como consecuencia en nuestra vida.
Se supone que tu casa es el reflejo de tu yo interior y que el desorden y la inactividad nos están dando pistas de algo que está sucediendo dentro de ti. El pequeño caos te hace sentir abrumado, aletargado, atrofiado y confundido acerca de lo que deseas en la vida, libérate de él y se te abrirán “de inmediato” puertas a nuevas experiencias.
Aunque parezca fácil, a mucha gente le resulta casi imposible prescindir de sus cosas viejas: ropa y zapatos que no usamos ni volveremos a usar, fotografías que no miramos desde hace años, revistas, papeles, cassettes, CD’s, cintas de video, revistas, libros… y, en esta época, ordenadores, móviles antiguos… La cultura china del Feng-Shui se basa en la armonía a través del orden y del cambio. Su axioma más conocido es: “Es fundamental tirar lo viejo para dar espacio a lo nuevo”. Ellos piensan que todas esas cosas que ya no utilizamos crean energía estancada que no ayuda en nada a nuestra salud, ni facilita tampoco nuestro camino evolutivo en la vida.
Y no solamente hablamos de cosas físicas y materiales pues también podemos tener la tendencia a guardar resentimientos, rencores, tristezas, memorias amargas, miedos. El vacío es necesario para poder crecer en todos los sentidos, forma parte del proceso evolutivo de la vida.
Hay personas que empiezan por cambiar los muebles, por poner cristales aquí y allá, por colocar minerales o potenciadores de energías, por combinar los colores de otra manera y todo tipo de remedios, pero el primer paso, antes de todo eso, consiste en hablar de eliminar el desorden que nos rodea porque es reflejo del desorden que hay en nuestro interior. Crear orden en nuestra casa significa crearlo también en nuestra mente y como consecuencia en nuestra vida.
Se supone que tu casa es el reflejo de tu yo interior y que el desorden y la inactividad nos están dando pistas de algo que está sucediendo dentro de ti. El pequeño caos te hace sentir abrumado, aletargado, atrofiado y confundido acerca de lo que deseas en la vida, libérate de él y se te abrirán “de inmediato” puertas a nuevas experiencias.
El primer paso: el orden
En el tema del Feng-Shui y, más concretamente, en el orden y la limpieza, solo nos basta recordar algo que tenemos perfectamente asimilado en nuestra vida diaria, “Para poder meter algo en una botella tiene que estar vacía”. El néctar más exquisito no podrás paladear si antes no has vaciado y limpiado el vaso para verterlo; el problema ¡o no!, es que en la cuestión que nos atañe solo disponemos de un vaso, nuestra casa y, además, lo utilizan generalmente varios a la vez.
Es importante afrontar las decisiones de manera positiva, pensando en la oportunidad que tenemos para desencadenar, a través de pequeñas acciones, cambios muy significativos. Los efectos que un proceso de orden y limpieza en la casa pueden tener para las personas que viven en ella, tanto a nivel físico como psicológico, unos efectos sorprendentes. Podríamos decir que quien tiene una mente ordenada vivirá en una casa ordenada, pero también que si quieres que tu mente esté ordenada empieza por ordenar tu mesa de trabajo, por ejemplo.
Si algo no te atrae, cámbialo; si no depende de ti proponlo a quien corresponda, seguro que es bueno para todos. El cambio es algo consustancial con nuestra especie, pero hay que vencer el miedo, significa asumir riesgos, dejar atrás lo viejo conocido y abrirse a lo nuevo por conocer.
¿Tienes una mesa de trabajo, un rincón con tu ordenador, o un pequeño lugar que destinas, aunque sea momentáneamente, para hacer tus cosas?, un día que lo tengas desordenado y te sientes en él, haz una pequeña introspección de cómo te encuentras en ese momento, luego ordena, limpia y si es posible vacíalo y al cabo de unos instantes vuelve a observarte, ¿cómo has cambiado, cómo es tu estado de ánimo?, ¿te encuentras mejor y más liberado, con más serenidad? pues igual ocurre con toda tu casa, si quieres salud, prosperidad, relaciones, sabiduría etc., crea en tu casa el espacio adecuado, límpialo y ordénalo para que lo que quieres que entre en tu vida, tenga cabida en tu casa.
Es importante afrontar las decisiones de manera positiva, pensando en la oportunidad que tenemos para desencadenar, a través de pequeñas acciones, cambios muy significativos. Los efectos que un proceso de orden y limpieza en la casa pueden tener para las personas que viven en ella, tanto a nivel físico como psicológico, unos efectos sorprendentes. Podríamos decir que quien tiene una mente ordenada vivirá en una casa ordenada, pero también que si quieres que tu mente esté ordenada empieza por ordenar tu mesa de trabajo, por ejemplo.
Si algo no te atrae, cámbialo; si no depende de ti proponlo a quien corresponda, seguro que es bueno para todos. El cambio es algo consustancial con nuestra especie, pero hay que vencer el miedo, significa asumir riesgos, dejar atrás lo viejo conocido y abrirse a lo nuevo por conocer.
¿Tienes una mesa de trabajo, un rincón con tu ordenador, o un pequeño lugar que destinas, aunque sea momentáneamente, para hacer tus cosas?, un día que lo tengas desordenado y te sientes en él, haz una pequeña introspección de cómo te encuentras en ese momento, luego ordena, limpia y si es posible vacíalo y al cabo de unos instantes vuelve a observarte, ¿cómo has cambiado, cómo es tu estado de ánimo?, ¿te encuentras mejor y más liberado, con más serenidad? pues igual ocurre con toda tu casa, si quieres salud, prosperidad, relaciones, sabiduría etc., crea en tu casa el espacio adecuado, límpialo y ordénalo para que lo que quieres que entre en tu vida, tenga cabida en tu casa.
Cambiar es la mejor forma de avanzar
En este sentido los chinos tienen otro axioma que dice: “Si quieres que se produzcan cambios en tu vida, mueve 27 cosas en tu casa” … Tal vez lo de mover 27 cosas nos pueda parecer una exageración, pero quizá no sea necesario llegar a ese extremo ¿Podríamos plantearnos mover al menos tres, o incluso cinco en un alarde de valor?
¿Hay una caja vacía cerca de ti? ¿Cuánto tiempo lleva ahí? ¿Hay un perchero que nadie utiliza? ¿Una silla o un sillón que no se usa? ¿Tienes un cajón donde se han ido acumulando papeles antiguos que ya no necesitas? ¿Y qué hay de ese cuadro que nunca te gustó pero que sigue ahí colgado? ¿Qué cosas inútiles te rodean creyendo que algún día puedes necesitarlas?
Un buen consejo es empezar por nuestro lugar de trabajo. Primero observando las cosas que están sobre la mesa: ¿Qué cosas ya no utilizamos? Si decidimos quitarlas de ahí seguramente serán reemplazadas por otros objetos nuevos que pueden aportarnos ideas diferentes, inspiración, utilidades insospechadas, etc.
El área de trabajo y el de la casa están íntimamente relacionados. La energía bloqueada en uno afecta al otro y viceversa.
Por eso, después continúa con los cajones de tu mesa, con el contenido de cajas y estanterías y sigue con el resto de tu casa: lo que no usas, ropa, zapatos, utensilios de cocina, objetos de adorno que ya no te gustan, objetos que están estropeados o los arreglas o los tiras.
Cuando acumulamos lo que no necesitamos, en realidad estamos manifestando apegos, sentimientos de escasez, miedo a la pérdida, incertidumbre y angustia por el futuro. Y, a partir de ese momento y de ponerte manos a la obra, estate atento/a para no comprar lo que no necesites, no acumules más objetos inservibles para ti… revisa los armarios, los cajones, los rincones, los muebles, deja espacio. El desprenderse de lo viejo es también una actitud de confianza en el futuro con la consciencia de que merecemos lo nuevo y lo mejor y no es momento de conformarnos con cosas viejas, es la oportunidad de romper con las limitaciones.
¿Hay una caja vacía cerca de ti? ¿Cuánto tiempo lleva ahí? ¿Hay un perchero que nadie utiliza? ¿Una silla o un sillón que no se usa? ¿Tienes un cajón donde se han ido acumulando papeles antiguos que ya no necesitas? ¿Y qué hay de ese cuadro que nunca te gustó pero que sigue ahí colgado? ¿Qué cosas inútiles te rodean creyendo que algún día puedes necesitarlas?
Un buen consejo es empezar por nuestro lugar de trabajo. Primero observando las cosas que están sobre la mesa: ¿Qué cosas ya no utilizamos? Si decidimos quitarlas de ahí seguramente serán reemplazadas por otros objetos nuevos que pueden aportarnos ideas diferentes, inspiración, utilidades insospechadas, etc.
El área de trabajo y el de la casa están íntimamente relacionados. La energía bloqueada en uno afecta al otro y viceversa.
Por eso, después continúa con los cajones de tu mesa, con el contenido de cajas y estanterías y sigue con el resto de tu casa: lo que no usas, ropa, zapatos, utensilios de cocina, objetos de adorno que ya no te gustan, objetos que están estropeados o los arreglas o los tiras.
Cuando acumulamos lo que no necesitamos, en realidad estamos manifestando apegos, sentimientos de escasez, miedo a la pérdida, incertidumbre y angustia por el futuro. Y, a partir de ese momento y de ponerte manos a la obra, estate atento/a para no comprar lo que no necesites, no acumules más objetos inservibles para ti… revisa los armarios, los cajones, los rincones, los muebles, deja espacio. El desprenderse de lo viejo es también una actitud de confianza en el futuro con la consciencia de que merecemos lo nuevo y lo mejor y no es momento de conformarnos con cosas viejas, es la oportunidad de romper con las limitaciones.
Dos atajos hacia el orden: La Caja del Tiempo y La Caja de en Medio
La Caja del Tiempo. Busca una caja que tengas o monta una nueva. Mete en ella todo lo que creas que no vas a necesitar de momento. Ciérrala con cinta adhesiva. Anota encima una fecha de caducidad, ¿6 meses, un año, dos años? Lo que tu decidas. No la tires, guárdala en un lugar que no estorbe. Cuando llegue ese día, si durante todo ese tiempo no has necesitado nada de ella y sin abrirla, ¡sobre todo sin abrirla, tírala!
La Caja de En Medio. Busca una caja que tengas o monta una nueva. Mete en ella todo lo que tengas pendiente de revisar, papeles, revistas, Cds, libros, música, películas, etc. No la cierres porque en esa caja vas a ir dejando día a día todo lo que tengas pendiente de revisar. Cuando pasen unos cuantos meses, un día que estés animado, revisa su contenido y procede a tirarlo o pasarlo a una Caja del Tiempo si todavía “no lo puedes tirar”, pero sigues sin necesitarlo de momento. ¡Y eso es todo!
Si la Caja del Tiempo equivale al lugar del “pendiente de tirar”, la Caja de en Medio equivale al lugar de todo lo “pendiente de revisar”, es la caja que te sacará de en medio todo eso que se te acumula encima de la mesa, en el rincón del teléfono, en la librería, debajo de la tele, en la mesita de noche, en más de un cajón y hasta en un estante de la cocina, todo eso que continuamente te recuerda ¡tengo que, debo de, he de, hay que… dedicarle tiempo a esto!
Y ya sólo un último consejo: Antes de tirar cualquier cosa recuerda que hay mucha gente que puede necesitar lo que tú ya no necesitas, para ellos es un tesoro: Ongs, Organizaciones como Cáritas, Asociaciones de barrios, Los Traperos de Emaus o cualquier otra que conozcas, en lugar de tirar dáselo, dónalo para que sea útil a alguien y en último término recíclalo. Se consecuente con las tres “R” que son vitales para nuestra supervivencia: “Reducir, Reutilizar, Reciclar”.
La Caja de En Medio. Busca una caja que tengas o monta una nueva. Mete en ella todo lo que tengas pendiente de revisar, papeles, revistas, Cds, libros, música, películas, etc. No la cierres porque en esa caja vas a ir dejando día a día todo lo que tengas pendiente de revisar. Cuando pasen unos cuantos meses, un día que estés animado, revisa su contenido y procede a tirarlo o pasarlo a una Caja del Tiempo si todavía “no lo puedes tirar”, pero sigues sin necesitarlo de momento. ¡Y eso es todo!
Si la Caja del Tiempo equivale al lugar del “pendiente de tirar”, la Caja de en Medio equivale al lugar de todo lo “pendiente de revisar”, es la caja que te sacará de en medio todo eso que se te acumula encima de la mesa, en el rincón del teléfono, en la librería, debajo de la tele, en la mesita de noche, en más de un cajón y hasta en un estante de la cocina, todo eso que continuamente te recuerda ¡tengo que, debo de, he de, hay que… dedicarle tiempo a esto!
Y ya sólo un último consejo: Antes de tirar cualquier cosa recuerda que hay mucha gente que puede necesitar lo que tú ya no necesitas, para ellos es un tesoro: Ongs, Organizaciones como Cáritas, Asociaciones de barrios, Los Traperos de Emaus o cualquier otra que conozcas, en lugar de tirar dáselo, dónalo para que sea útil a alguien y en último término recíclalo. Se consecuente con las tres “R” que son vitales para nuestra supervivencia: “Reducir, Reutilizar, Reciclar”.