Utilizando la metáfora de una vela encendida en medio de una tempestad, podríamos decir que, si conectamos con nuestra Fuerza Interior con coraje y determinación, seremos capaces de mantener la vela de nuestra conciencia encendida sean cuales sean las circunstancias y eso nos ayudará a mantener una mayor estabilidad y claridad interior.
Para eliminar los miedos sólo hay un camino: afrontarlos. La experiencia nos demuestra que no sirve de nada ignorarlos o mirar para otro lado pensando que así desaparecerán… Al contrario, se harán cada vez más poderosos y fuertes.
Mi abuelo materno decía que “la vida nunca nos pone un examen que no podamos aprobar. Si algo llega es porque puedes gestionarlo”. Era un hombre sabio y ese pensamiento que plantó en mi mente de niña cuando le contaba alguna dificultad, me ha servido a lo largo de mi vida en todos los ámbitos: personal, relacional, laboral, etc. como un faro-guía que me ha ayudado a conectar con ese poder de afrontar.
Es posible que cuando conectamos con ese poder, en realidad estemos accediendo a una capacidad espiritual que emana directamente de la Fuente y que es una herramienta más para cubrir nuestro viaje de regreso a la Conciencia Total.
Ahora bien, para alcanzar esa conexión, es necesario utilizar alguna técnica de introspección, meditación, reflexión, respiración consciente, etc., es decir, abrir un camino que nos lleve al interior de nosotros mismos, a discernir, a recuperar nuestras capacidades innatas e intactas en el interior, a descubrir la gran cantidad de herramientas de que disponemos y que la vorágine de la vida no nos ha facilitado su uso y, por lo tanto, ni siquiera sabemos que existen.
Por otra parte, cuando nosotros alineamos nuestra mente, nuestro corazón y nuestros actos, es decir, cuando mantenemos nuestra mente enfocada en una atención despierta, le añadimos la Intención y la fuerza de nuestro corazón y, finalmente, transformamos esos pensamientos o ideas en acción… crearemos a nuestro alrededor un campo personal, una energía determinada, que atraerá por sintonía a energías del entorno (personas, naturaleza, etc.) que nos apoyarán en nuestro propósito.
Para eliminar los miedos sólo hay un camino: afrontarlos. La experiencia nos demuestra que no sirve de nada ignorarlos o mirar para otro lado pensando que así desaparecerán… Al contrario, se harán cada vez más poderosos y fuertes.
Mi abuelo materno decía que “la vida nunca nos pone un examen que no podamos aprobar. Si algo llega es porque puedes gestionarlo”. Era un hombre sabio y ese pensamiento que plantó en mi mente de niña cuando le contaba alguna dificultad, me ha servido a lo largo de mi vida en todos los ámbitos: personal, relacional, laboral, etc. como un faro-guía que me ha ayudado a conectar con ese poder de afrontar.
Es posible que cuando conectamos con ese poder, en realidad estemos accediendo a una capacidad espiritual que emana directamente de la Fuente y que es una herramienta más para cubrir nuestro viaje de regreso a la Conciencia Total.
Ahora bien, para alcanzar esa conexión, es necesario utilizar alguna técnica de introspección, meditación, reflexión, respiración consciente, etc., es decir, abrir un camino que nos lleve al interior de nosotros mismos, a discernir, a recuperar nuestras capacidades innatas e intactas en el interior, a descubrir la gran cantidad de herramientas de que disponemos y que la vorágine de la vida no nos ha facilitado su uso y, por lo tanto, ni siquiera sabemos que existen.
Por otra parte, cuando nosotros alineamos nuestra mente, nuestro corazón y nuestros actos, es decir, cuando mantenemos nuestra mente enfocada en una atención despierta, le añadimos la Intención y la fuerza de nuestro corazón y, finalmente, transformamos esos pensamientos o ideas en acción… crearemos a nuestro alrededor un campo personal, una energía determinada, que atraerá por sintonía a energías del entorno (personas, naturaleza, etc.) que nos apoyarán en nuestro propósito.
El viaje de la vida
En nuestro viaje por la vida podemos encontrarnos con obstáculos externos, que son fácilmente identificables, pero también con obstáculos internos: creencias arraigadas, viejos patrones de comportamiento, posturas inamovibles basadas en experiencias pasadas, falta de comprensión, rechazo a los cambios o a lo nuevo, etc.
También se nos presentan pruebas, situaciones que despiertan nuestros miedos más viejos, pero también nuestras emociones más inconscientes (sean del signo que sean, tanto positivas como negativas). ¿Seremos capaces de observar esos miedos y emociones? Nuestra mente saca esos miedos y emociones con el propósito de protegernos, de ayudarnos, recordándonos las experiencias que tiene almacenadas en la memoria ¿Podremos identificar esos mecanismos de nuestra mente y ser conscientes de que corresponden a otro momento, otro lugar, otros protagonistas, otra situación que no se corresponde con el presente que estamos viviendo?
En otras ocasiones, nos encontramos con retos y desafíos que suponen dar un salto, asumir unos riesgos, atrevernos a vencer la incertidumbre. Las decisiones que tomemos conllevan la responsabilidad de las consecuencias que se produzcan. Los retos no son dificultades que “algo” o “alguien” nos pone aleatoriamente, no son “trampas” para dificultarnos la vida… El enfoque cambia cuando consideramos que no se trata de problemas sino de oportunidades para aprender, para crecer, para ayudarnos a superar un determinado proceso o para que nosotros podamos ayudar a otros.
El resultado que se deriva cuando afrontamos un obstáculo, una prueba o un reto, será siempre un aprendizaje valioso. No existe eso que nuestra sociedad considera fracaso, cuando el resultado no es el deseado identifiquemos el aprendizaje, seamos conscientes de los estímulos que nos hacen avanzar. Si, por temer un determinado resultado, evitamos esas experiencias estamos aplazando algo que al final terminaremos pagándolo más caro.
Es en el momento presente cuando surgen esos obstáculos, pruebas o retos cuando debemos afrontarlos, sólo en el presente se pueden resolver. El miedo, la inseguridad, la falta de confianza en nosotros mismos estarán siempre presentes intentando boicotear nuestra respuesta y nuestra intención de seguir adelante. Tal vez entonces sea el momento de manifestar las potencialidades de nuestro Ser Interior, que tiene intactos su coraje, su valentía y su confianza.
También se nos presentan pruebas, situaciones que despiertan nuestros miedos más viejos, pero también nuestras emociones más inconscientes (sean del signo que sean, tanto positivas como negativas). ¿Seremos capaces de observar esos miedos y emociones? Nuestra mente saca esos miedos y emociones con el propósito de protegernos, de ayudarnos, recordándonos las experiencias que tiene almacenadas en la memoria ¿Podremos identificar esos mecanismos de nuestra mente y ser conscientes de que corresponden a otro momento, otro lugar, otros protagonistas, otra situación que no se corresponde con el presente que estamos viviendo?
En otras ocasiones, nos encontramos con retos y desafíos que suponen dar un salto, asumir unos riesgos, atrevernos a vencer la incertidumbre. Las decisiones que tomemos conllevan la responsabilidad de las consecuencias que se produzcan. Los retos no son dificultades que “algo” o “alguien” nos pone aleatoriamente, no son “trampas” para dificultarnos la vida… El enfoque cambia cuando consideramos que no se trata de problemas sino de oportunidades para aprender, para crecer, para ayudarnos a superar un determinado proceso o para que nosotros podamos ayudar a otros.
El resultado que se deriva cuando afrontamos un obstáculo, una prueba o un reto, será siempre un aprendizaje valioso. No existe eso que nuestra sociedad considera fracaso, cuando el resultado no es el deseado identifiquemos el aprendizaje, seamos conscientes de los estímulos que nos hacen avanzar. Si, por temer un determinado resultado, evitamos esas experiencias estamos aplazando algo que al final terminaremos pagándolo más caro.
Es en el momento presente cuando surgen esos obstáculos, pruebas o retos cuando debemos afrontarlos, sólo en el presente se pueden resolver. El miedo, la inseguridad, la falta de confianza en nosotros mismos estarán siempre presentes intentando boicotear nuestra respuesta y nuestra intención de seguir adelante. Tal vez entonces sea el momento de manifestar las potencialidades de nuestro Ser Interior, que tiene intactos su coraje, su valentía y su confianza.
Los beneficios de afrontar
Cuando somos capaces de encarar y superar los desafíos con éxito, se producen en nuestro Ser Integral miles de reacciones a nivel físico (bioquímico), energético, mental y emocional que generan satisfacción, autoestima, reconocimiento de la riqueza del aprendizaje que nos ofrece la situación.
El poder de afrontar nos da coraje y confianza para tratar con cualquier persona o situación. Este poder ayuda a conquistar todo tipo de miedos, inseguridades y dudas, especialmente con respecto a nuestras propias capacidades.
Te asusta volar en avión ¿decides volar, conocer nuevos lugares, compartir con tus amigos experiencias? ¿o te vas en autobús tardando dos días y perdiendo el viaje con tus amigos?
Recibes críticas por algo que sabes que hiciste mal ¿te quedas y te disculpas sin esconderte? ¿o te sientes culpable, te pones a la defensiva y evitas a las personas?
Tienes que hablar en público ¿lo haces, incluso aunque tengas pánico escénico? ¿o te escapas de la situación sintiéndote incapaz, cobarde o avergonzado/a?
En definitiva, la cuestión es si nos enfrentamos a nuestros miedos o elegimos sentirnos incompetentes, culpables, a la defensiva, cobardes, avergonzados… ¿Y si asumimos la responsabilidad de las cosas que hacemos, reconocemos nuestros temores, pero no les permitimos que nos detengan? Es entonces cuando utilizamos nuestro poder para afrontar las cosas que llegan y aprovechar al máximo nuestras vidas.
Te propongo que cada día estés atento a las oportunidades que te trae la vida para desafiar a tus miedos. Y si no, proponte hacer pequeñas cosas:
Busca algo que siempre evitas y hazlo.
Ofrécete para hacer algo a lo que te resistes.
Atrévete a hablar o intervenir en la escuela, en el trabajo o en la familia.
Haz frente a una injusticia.
Defiende tu idea o tu postura con respeto, pero con convicción.
Afronta un miedo y mira lo que pasa.
Cuando superamos algo que nos cuesta nos damos cuenta de que no era algo tan grande o tan complicado como parecía a priori, sino que se convierte en un tigre de papel.
El poder de afrontar nos da coraje y confianza para tratar con cualquier persona o situación. Este poder ayuda a conquistar todo tipo de miedos, inseguridades y dudas, especialmente con respecto a nuestras propias capacidades.
Te asusta volar en avión ¿decides volar, conocer nuevos lugares, compartir con tus amigos experiencias? ¿o te vas en autobús tardando dos días y perdiendo el viaje con tus amigos?
Recibes críticas por algo que sabes que hiciste mal ¿te quedas y te disculpas sin esconderte? ¿o te sientes culpable, te pones a la defensiva y evitas a las personas?
Tienes que hablar en público ¿lo haces, incluso aunque tengas pánico escénico? ¿o te escapas de la situación sintiéndote incapaz, cobarde o avergonzado/a?
En definitiva, la cuestión es si nos enfrentamos a nuestros miedos o elegimos sentirnos incompetentes, culpables, a la defensiva, cobardes, avergonzados… ¿Y si asumimos la responsabilidad de las cosas que hacemos, reconocemos nuestros temores, pero no les permitimos que nos detengan? Es entonces cuando utilizamos nuestro poder para afrontar las cosas que llegan y aprovechar al máximo nuestras vidas.
Te propongo que cada día estés atento a las oportunidades que te trae la vida para desafiar a tus miedos. Y si no, proponte hacer pequeñas cosas:
Busca algo que siempre evitas y hazlo.
Ofrécete para hacer algo a lo que te resistes.
Atrévete a hablar o intervenir en la escuela, en el trabajo o en la familia.
Haz frente a una injusticia.
Defiende tu idea o tu postura con respeto, pero con convicción.
Afronta un miedo y mira lo que pasa.
Cuando superamos algo que nos cuesta nos damos cuenta de que no era algo tan grande o tan complicado como parecía a priori, sino que se convierte en un tigre de papel.