La PES es un tema que ha despertado el interés y la curiosidad de muchas culturas a lo largo de la historia. Desde la antigüedad, se han atribuido poderes sobrenaturales o mágicos a personas que supuestamente podían comunicarse con los dioses, los espíritus o los muertos, o que podían predecir el futuro, curar enfermedades o encontrar objetos perdidos. Estas personas solían ser chamanes, oráculos, profetas, médiums o videntes.
Actualmente se puede afirmar que, aunque la ciencia no encuentre explicación al ser fenómenos que no se pueden reproducir a voluntad en laboratorio, es una experiencia que en algún momento de la vida se hace presente en la inmensa mayoría de las personas.
En el siglo XX, se iniciaron los primeros intentos de investigar la PES desde una perspectiva científica. El pionero fue Joseph Banks Rhine, un psicólogo estadounidense que realizó una serie de experimentos en la Universidad de Duke para probar la existencia de la telepatía, la clarividencia y la precognición. Para ello, usó las cartas Zener, un mazo de 25 naipes con cinco símbolos diferentes: una estrella, un círculo, una cruz, un cuadrado y unas ondas. Rhine pedía a los sujetos que adivinaran qué carta había elegido el experimentador sin verla ni tener ningún contacto con él. Según Rhine, los resultados obtenidos superaban el azar y demostraban la PES.
Sin embargo, los experimentos de Rhine fueron criticados por su falta de rigor metodológico y por las sospechas de fraude o manipulación de datos. Posteriormente, se han realizado otros estudios con métodos más sofisticados y controlados para intentar replicar sus hallazgos, pero sin éxito. La mayoría de los científicos, anclados en los postulados newtonianos, consideran que la PES no es un fenómeno real y que se basa en ilusiones, engaños o errores estadísticos.
No obstante, hay algunos investigadores que siguen defendiendo la posibilidad de la PES y que buscan evidencias empíricas o teóricas que la respalden. Algunas de las hipótesis que se han planteado son:
Actualmente se puede afirmar que, aunque la ciencia no encuentre explicación al ser fenómenos que no se pueden reproducir a voluntad en laboratorio, es una experiencia que en algún momento de la vida se hace presente en la inmensa mayoría de las personas.
En el siglo XX, se iniciaron los primeros intentos de investigar la PES desde una perspectiva científica. El pionero fue Joseph Banks Rhine, un psicólogo estadounidense que realizó una serie de experimentos en la Universidad de Duke para probar la existencia de la telepatía, la clarividencia y la precognición. Para ello, usó las cartas Zener, un mazo de 25 naipes con cinco símbolos diferentes: una estrella, un círculo, una cruz, un cuadrado y unas ondas. Rhine pedía a los sujetos que adivinaran qué carta había elegido el experimentador sin verla ni tener ningún contacto con él. Según Rhine, los resultados obtenidos superaban el azar y demostraban la PES.
Sin embargo, los experimentos de Rhine fueron criticados por su falta de rigor metodológico y por las sospechas de fraude o manipulación de datos. Posteriormente, se han realizado otros estudios con métodos más sofisticados y controlados para intentar replicar sus hallazgos, pero sin éxito. La mayoría de los científicos, anclados en los postulados newtonianos, consideran que la PES no es un fenómeno real y que se basa en ilusiones, engaños o errores estadísticos.
No obstante, hay algunos investigadores que siguen defendiendo la posibilidad de la PES y que buscan evidencias empíricas o teóricas que la respalden. Algunas de las hipótesis que se han planteado son:
- La PES podría ser una capacidad innata del cerebro humano que se ha perdido o atrofiado por el uso predominante de los sentidos físicos.
- La PES podría ser una manifestación de la conciencia cuántica, es decir, de la capacidad del cerebro de acceder a niveles más profundos y sutiles de la realidad mediante el entrelazamiento cuántico.
- La PES podría ser una forma de comunicación no verbal basada en señales sutiles que se transmiten por medios como las feromonas, las microexpresiones faciales o el lenguaje corporal.
- La PES podría ser una forma de intuición basada en el procesamiento inconsciente de información previa o ambiental que se activa en situaciones especiales.
Estas hipótesis son consideradas especulativas y no cuentan con el respaldo de la mayoría de la comunidad científica, que carece de métodos o sistemas más allá de las convencionales y no contemplan el hecho de que el ser humano es algo mucho más extenso en su manifestación que los provenientes de las teorías cartesianas, sobre todo si contemplamos los avances que la física cuántica está llevando a cabo.
LAS CORAZONADAS
Una de las formas de percepción de la PES son las corazonadas consideradas como impulsos espontáneos que nos mueven a ejecutar algo arriesgado o difícil, sin tener una explicación lógica o racional. Se basan en la intuición, es decir, en la capacidad de comprender o percibir algo de forma inmediata, sin necesidad de razonar o analizar.
Las corazonadas pueden ayudarnos a tomar decisiones rápidas y eficaces, especialmente en situaciones complejas o inciertas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no siempre son acertadas ni se corresponden con la realidad. A veces, las corazonadas pueden estar influidas por otros factores, como las emociones, los deseos, los miedos o las fobias.
Para distinguir una corazonada de una ilusión o un deseo, hay que prestar atención a algunas señales que nos pueden indicar si se trata de un mensaje auténtico que proviene de nuestro corazón o de nuestra sabiduría interior, o si se trata de un producto de nuestra imaginación o de nuestra sugestión. Algunas de estas señales son:
Las corazonadas pueden ayudarnos a tomar decisiones rápidas y eficaces, especialmente en situaciones complejas o inciertas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no siempre son acertadas ni se corresponden con la realidad. A veces, las corazonadas pueden estar influidas por otros factores, como las emociones, los deseos, los miedos o las fobias.
Para distinguir una corazonada de una ilusión o un deseo, hay que prestar atención a algunas señales que nos pueden indicar si se trata de un mensaje auténtico que proviene de nuestro corazón o de nuestra sabiduría interior, o si se trata de un producto de nuestra imaginación o de nuestra sugestión. Algunas de estas señales son:
- El origen del mensaje. Una corazonada no se basa en una argumentación previa ni en una idea que ya teníamos en mente. Es algo nuevo y sorprendente que nos llega de forma inesperada y fugaz.
- La sensación corporal. Una corazonada se siente bien en el cuerpo, especialmente en el estómago. Nos produce una sensación de mariposas o de cosquilleo que nos indica que estamos ante algo importante y positivo.
- La persistencia del mensaje. Una corazonada no desaparece fácilmente, sino que se repite constantemente, aunque de forma sutil. Es como un recordatorio que nos invita a seguir ese camino.
- La expresión del mensaje. Una corazonada se puede expresar de forma creativa, mediante dibujos, canciones, bailes o cualquier otra forma artística. No necesita de muchas palabras ni explicaciones para transmitir su esencia.
El corazón está constantemente enviando señales al cerebro e incluso al resto del cuerpo sobre las circunstancias que nos acontecen por el hecho de vivir rodeados de múltiples impulsos tanto físicos como emocionales.
El órgano del corazón está conformado no solo por haces musculares, arterias y válvulas, sino que también contiene un 65% de neuronas que están permanentemente activadas enviando sus mensajes a cada una de las células del cuerpo, sobre todo al cerebro, y que muchas veces estos mensajes son percibidos como intuiciones o “corazonadas”.
En conclusión, la PES es un tema controvertido y fascinante que plantea numerosas preguntas sobre los límites del conocimiento humano. Aunque aún no hay pruebas científicas de su existencia, hay personas que creen en ella y la practican. Cada día son más las personas con mente y corazón abiertos que consideran a la PES como algo innato al ser humano y probablemente al resto de los seres vivos. Esperemos que los científicos recuperen el sentido de su profesión y no desprecien un fenómeno por el mero hecho de que no puedan reproducirlo.