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La oportunidad de la enfermedad



Maria Pinar Merino Martin

08/06/2022

Todos sabemos que cuando se estropea el mecanismo de una máquina se encienden luces o pilotos de alarma para que tomemos las medidas oportunas para repararla. Pues bien, si aceptamos que el síntoma es una señal de alarma, una luz roja que nos avisa de que es necesario actuar para corregir una disfunción, tendremos que ponernos en marcha para solucionar el problema.



Foto de Ivan Aleksic en Unsplash
Foto de Ivan Aleksic en Unsplash
Dicho de otro modo: los síntomas de cualquier enfermedad representan una oportunidad de conocer aquellos aspectos de nuestra vida que no están bien encajados ya que toda dolencia indica que se ha producido una desarmonización en algún nivel y que nuestro cuerpo, a veces con el concurso de elementos externos, está somatizando el conflicto.
 
El primer paso para la curación, pues, es la aceptación de la realidad. El siguiente sería la oportunidad de hacer un trabajo interior en el que el enfermo deberá realizar un autoanálisis sincero sobre todos los aspectos de su vida a fin de intentar descubrir las desarmonías. Piénsese que cuando la luz de la consciencia ilumina los rincones oscuros de nuestra mente ya no hay marcha atrás. A partir de ese momento es importante identificar y potenciar nuestros propios recursos naturales. Y, en ese sentido, las técnicas encaminadas al control y la generación de pensamientos, el trabajo con nuestras emociones, la capacidad de crear imágenes mediante la visualización, etc., sí serán útiles por tener una incidencia directa sobre el cuerpo físico.
 
Bien, ahora sabemos que nuestras creencias y nuestra actitud influyen en la salud; y puesto que los pensamientos y las actitudes se pueden elegir, elijamos aquellos que nos conduzcan al mantenimiento y conservación de nuestro equilibrio como seres integrales. Ya Buda decía que "somos lo que pensamos".

Foto de Kelly Sikkema en Unsplash
Foto de Kelly Sikkema en Unsplash

Técnicas para el cambio

Hemos de acostumbrar a nuestros pensamientos a trabajar para nosotros, no al contrario. Sabemos que el cuerpo responde a lo que la mente dicta y que a través de pensamientos, sentimientos y emociones producimos efectos fisiológicos directos en nuestro organismo. Pues bien, una de las facultades más poderosas de nuestro cerebro es la de visualizar, es decir, crear imágenes o imaginar. Y todas las personas somos capaces de visualizar, aunque debido a la falta de hábito pueda en ocasiones resultar una tarea ardua. Visualizar no es otra cosa que poner imágenes a los pensamientos, es decir, lo que se conoce comúnmente como imaginar, fantasear. Una facultad del hemisferio cerebral derecho. Algo que hacemos -de manera inconsciente- cuando soñamos. Por tanto, todos somos capaces de hacerlo.
 
Pues bien, está ampliamente contrastado que en el ámbito de la salud la visualización es una herramienta fantástica de curación, de recuperación de la armonía perdida. Y como las técnicas son muchas, cada persona podrá elegir aquella con el que se sienta más cómoda ya que lo que cualquiera de ellas hará es estimular nuestra mente con imágenes de salud, equilibrio y armonía sabiendo que, en la medida en que seamos capaces de mantener esas imágenes el mayor tiempo posible en nuestra mente, estaremos favoreciendo en nuestro cerebro la creación de engramas mentales (circuitos que se graban a nivel neurológico gracias a la repetición). Para lo cual puede uno concentrarse en el órgano que manifiesta la enfermedad o en la zona del problema.
 
¿Fantasía? William Tiller, profesor de Ciencias Materiales en la Universidad de Stanford (EE.UU.), construyó un mecanismo que emitía electrones. Pues bien, en sus experimentos pudo observar que cuando se aplicaban las manos al dispositivo con intención curativa se producía una descarga mucho mayor de electrones. Más tarde constató que con la simple emisión de pensamientos a distancia también se activaban. E incluso que cuando se utilizaba la visualización se producía el mismo efecto. Tras miles de pruebas, Tiller concluyó que ha de existir una energía más allá del espectro electromagnético emitida por los seres humanos que puede activar la liberación de electrones. Energía sutil capaz de transferir información dirigida por la mente, concentrada por la intención, la atención y la visualización. Y que además puede afectar el equilibrio de carga de las membranas celulares y del ADN, y, en consecuencia, recuperar el orden electromagnético favoreciendo la salud de las células vivas.
 
El médico norteamericano Leonard Laskow, que retomó los experimentos de Tiller, comprobaría posteriormente en su laboratorio que con el uso de la visualización podía inducir una inhibición del crecimiento de células tumorales en cultivos del orden del 80%.

Foto de Darius Bashar en Unsplash
Foto de Darius Bashar en Unsplash

La respiración curativa

Todos hemos oído decir en alguna oportunidad que la respiración es vida y puede ser utilizada como una valiosa herramienta en el campo de la salud pues representa otra forma efectiva de inducir cambios fisiológicos para el proceso curativo. En latín se denomina spiritus a "un principio animador que da vida a los organismos físicos"; en chino, la palabra chi tiene dos acepciones: "vida" y "respiración"; para los egipcios, el símbolo del ankh representa "el aliento de la vida"; en sánscrito, se denomina prana a la "fuerza vital".
 
No es casualidad. La respiración implica una carga fisiológica de energía que, cuando se concentra y se dirige adecuadamente, puede ser regulada por la mente para trasladar información a una parte del cuerpo. Por ejemplo, visualizando la entrada y salida de aire en una zona específica se observa un aporte energético extra en esa área, así como una activación de los campos energéticos que rodean el cuerpo. Por eso una vez activado el órgano o la zona, éste puede reequilibrar su desorden celular.
 
Otro hecho comprobado es que sosteniendo la respiración en determinados momentos críticos se capta la atención del subconsciente y se produce una resonancia armónica entre la respiración y el cuerpo, lo que produce una disminución del ritmo cardíaco. En otros casos, la respiración impulsiva –inspiraciones y espiraciones breves e intensas- puede facilitar la ruptura de modelos emocionales negativos y favorecer la asimilación de la experiencia traumática. Incluso en el parto natural se recomienda la respiración para mitigar el dolor y concentrar la atención de la madre con el fin de sincronizar sus esfuerzos adecuándolos a los reflejos normales del proceso de alumbramiento.

Foto de Adrian Hernandez en Unsplash
Foto de Adrian Hernandez en Unsplash

La técnica de la coherencia cardiaca

El Instituto HeartMath de California, lleva varios años investigando sobre los beneficios que la coherencia cardiaca produce no solo a nivel físico, sino también energético, mental y emocional en las personas. Para ello ha publicado estudios desde comienzos de este siglo que apoyan el uso de sus técnicas de lo que ellos han llamado Heart Breathing (Respiración del corazón).
 
Aconsejan practicar esos sencillos ejercicios durante 3 o 4 minutos y al menos en 3 o 4 ocasiones al día o siempre que uno se encuentre en situación de estrés, alteración emocional, malestar físico, dolor, pensamientos obsesivos, etc.
 
Paso 1: Generar un sentimiento desde el corazón (Heart Feeling). Se trata de conectar con un sentimiento renovador, con un estado emocional de apertura y recarga. Para ello hay que evocar emociones que crean coherencia, como el aprecio, el cuidado, el valor, el cariño, la integridad, la paz, la compasión, la gratitud, la alegría, el entusiasmo, la serenidad, la confianza, la felicidad… todas esas emociones afectan al organismo haciendo que la fisiología se vuelva más coherente.
 
Puedes empezar evocando la imagen de una persona a la que amas o que te produce emociones y sentimientos positivos. Puedes, también evocar un lugar en el que te guste estar, un recuerdo en el que te sentiste feliz o en plenitud, un paisaje hermoso que te reconecta con la naturaleza, una música, un aroma… cuando estés invadido de ese sentimiento olvídate del recuerdo y céntrate en las sensaciones y emociones que estás vivenciando.
 
Paso 2: Poner la atención en el corazón (Heart Focus). Ese sentimiento renovador que estás experimentando llévalo a tu pecho y respira poniendo la atención en el corazón. Siente que cuando inspiras tomando el aire tu corazón inspira contigo y se expande y como al espirar tu corazón suelta el aire contigo. Tu corazón y tu respiráis en una profunda conexión armónica. Con cada inspiración tu corazón se llena de los sentimientos y emociones que te embargan y con cada espiración ese sentimiento se expande dentro y fuera de ti.
 
Paso 3: Respiración del corazón (Heart Breathing). Sigue respirando ese sentimiento y emoción positiva a través de tu pecho, sintiendo como se expande tu caja torácica. Haz más profunda tu respiración tratando de acercarte al ritmo resonante del corazón que es en torno a 5 segundos al inspirar, un segundo de retención (apnea) y 5 segundos al espirar, otro segundo de retención (apnea). A partir de ahí tu corazón comienza a generar suaves ondas de coherencia cardiaca que son muy beneficiosas para ti en primer lugar y que después se trasmiten a tu entorno.
 
Los efectos más significativos son: Reducción de la ansiedad, la angustia, la agresividad, el estrés. Regulación de la presión arterial, disminuye los niveles de colesterol, reduce las migrañas, potencia el sistema inmune. A nivel energético incrementa de manera significativa los niveles de energía. Y a nivel mental ayuda a desarrollar la intuición, la creatividad, aumenta la concentración, mejora la capacidad de aprendizaje y el rendimiento cognitivo.




              



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