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La comunicación inteligente y constructiva



Maria Pinar Merino Martin

07/07/2022

Siempre habrá situaciones y circunstancias en las que alguien cruce alguna frontera personal y haga estallar respuestas emocionales intensas. Este ejercicio se basa en el excelente libro "Non violent Communication", de Marshall Rosenberg.



Foto de Aarón Blanco Tejedor en Unsplash
Foto de Aarón Blanco Tejedor en Unsplash
La comunicación no violenta consta de cuatro pasos básicos que incluyen cuatro preguntas que debemos formularnos siempre que estemos asumiendo una actitud defensiva. Cuando alguien te saca de quicio resulta tentador responder con una provocación similar. Sin embargo, esta respuesta no es la óptima, no es productiva, malgasta energía personal valiosa y genera más turbulencia en el mundo.
 
Para realizar este ejercicio piensa en una situación reciente en la que algo te molestó o perturbó en alguna forma. Con esa experiencia en mente contesta estas cuatro preguntas.

Foto de Dat Nguyen en Unsplash
Foto de Dat Nguyen en Unsplash

Paso 1: Distingue entre observación y evaluación.

Define qué pasó realmente en vez de concentrarte en tu interpretación de lo que pasó. Sé lo más objetivo que puedas cuando describas el suceso. Procura centrarte en lo que ves, en lo que oyes, observa los hechos, sin juzgar. Pregúntate: ¿A qué estás respondiendo en realidad? ¿Qué ocurrió realmente? ¿Qué viste y escuchaste?
 
Por ejemplo, imagina que vas en tu auto pensando en qué necesitas para la cena de esta noche. Tu esposa nota tu silencio y te pregunta: «¿Por qué estás molesto?».  Tú contestas: «No estoy molesto por nada, sólo pensaba en la cena». Tu esposa respondió a tu silencio con una evaluación, no con una observación.
 
Siempre que le atribuyes un significado a una acción estás haciendo una interpretación o evaluación. Trata de identificar en los siguientes pares de oraciones cuál es la evaluación y cuál la observación.
 
  1. Te vi coqueteando con esa mujer en la fiesta.
 
  1. Te vi hablando con esa mujer por más de una hora en la fiesta.
 
  1. Tu trabajo se ha vuelto más importante para ti que tu familia.
 
  1. Te has ido al trabajo antes del amanecer y has regresado a casa después de las 10 de la noche, todos los días durante las últimas tres semanas.
 
  1.  Ya no me amas.
 
  1. Ya no me besas cuando llegas del trabajo.
 
En los tres pares de oraciones la primera es la interpretación o evaluación. Siempre que te sorprendas respondiendo con una reacción emocional detente un momento y trata de discernir entre la interpretación y la observación objetiva del acontecimiento. Las observaciones son poderosas porque nos permiten reconocer qué tanto de nuestra respuesta se basa en la interpretación. Esto nos permite modificar los patrones de respuesta a los actos de los demás.

Paso 2: Define tus sentimientos

Piensa en los sentimientos que surgieron como resultado de la situación. ¿Qué estás sintiendo? ¿Cuáles son tus emociones? Cuando describas tus sentimientos utiliza un lenguaje que refleje sólo aquéllos de los que eres responsable y evita palabras que te conviertan en víctima.
 
Por ejemplo, puedes sentirte satisfecho, enojado, discrepante, ansioso, asustado, valeroso, confiado, dichoso, desconcertado, alegre, libre, eufórico, calmado, sorprendido, jubiloso, impaciente, esperanzado, jovial, optimista, orgulloso, radiante, relajado, sensible, avergonzado, aburrido, confundido, abatido, contrariado, descontento, soso, fatigado, culpable, hostil, furioso, celoso, flojo o solo.
 
Evita palabras que impliquen que otra persona “te haga sentir” de cierta manera. Por ejemplo, no puedes sentirte “atacado” por ti mismo, esa emoción no surge de ti sino de tu respuesta a las acciones de otro.
 
Otras palabras que debes evitar son: abandonado, abusado, traicionado, estafado, coaccionado, menospreciado, manipulado, malinterpretado, explotado, rechazado, ignorado, desatendido.
 
Todas esas palabras expresan en realidad cómo interpretamos a los demás más que cómo nos sentimos. Así pues, una clave interesante es preguntarnos quien ejerce esa acción… si me siento maltratado es que hay un maltratador ahí fuera de mi… y así con todos los adjetivos anteriores.
 
Cuando usas estas palabras para identificar tus sentimientos es porque le estás dando a los demás demasiado poder sobre tus emociones. Si es así tiendes a atraer personas que provocan estos sentimientos y quedas atrapado en un círculo vicioso. Es muy difícil ser feliz si no eres dueño de tus propias emociones.

Foto de Toa Heftiba en Unsplash
Foto de Toa Heftiba en Unsplash

Paso 3: Establece claramente tus necesidades

Pregúntate: ¿Qué necesito en esta situación? Si todas tus necesidades estuvieran satisfechas no estarías experimentando sentimientos intensos. Identifica la necesidad lo más concretamente que puedas. Comienza con tu reacción visceral y sigue la cadena de deseos hasta que encuentres algunos ejemplos específicos de cosas que puedas pedir.
 
Por ejemplo: «Necesito sentirme amado». ¿Por qué? «Me siento solo y necesito sentirme menos solo». ¿Por qué? «No tengo amigos íntimos, necesito encontrar algunos y desarrollar relaciones».
 
Esta línea de pensamientos te llevará finalmente a algo que puedas pedirle a otra persona. No puedes pedirle que te haga sentir amado -eso está más allá de la capacidad de cualquier persona-, pero sí que te acompañe al cine, a una fiesta o a tomar un café.
Así pues, la clave en este paso es definir qué acción, información o compromiso deseo obtener.

Foto de Toa Heftiba en Unsplash
Foto de Toa Heftiba en Unsplash

Paso 4: Pide, no exijas

Cuando hemos identificado una necesidad y estamos listos para formular una petición en vez de pedir con frecuencia exigimos. Es menos probable que se cumplan las exigencias porque las personas suelen responder mal a ellas. No obstante, a la mayoría le satisface cumplir una petición.
 
Por ejemplo, en vez de exigir: “Recoge la ropa en la tintorería”, es más probable que obtengas una respuesta positiva si pides: “¿Podrías recoger la ropa en la tintorería, por favor?”.
 
Además, como en el paso 3, lo más conveniente es pedir un comportamiento específico. Mientras más específico seas más probable será que obtengas respuesta. Por ejemplo, en vez de pedir: “Ámame por siempre”, puedes preguntar: “¿Quieres casarte conmigo?”. En vez de formular la pregunta general “¿Podemos pasar más tiempo juntos?”, puedes preguntar: «¿Podemos ir al parque esta tarde?».
 
Estos pasos son útiles en todas las situaciones, pero especialmente en las conflictivas. Siempre que participes en una situación tensa permítete separarte de tus emociones del momento y elegir la comunicación consciente. ¿Qué observas? ¿Cómo te hace sentir eso? Determina tu necesidad. Formula una petición. Esto deberá evitar una situación potencialmente inestable y te ayudará a mantener -o a recuperar- la ecuanimidad.

Foto de Moritz Knöringer en Unsplash
Foto de Moritz Knöringer en Unsplash

Paso 5: Consecuencias positivas

Y, para cerrar el proceso es aconsejable, siempre que sea posible, que expreses que consecuencias positivas se derivarán de la acción, la información o el compromiso que se establezca en el futuro. En la medida de lo posible hacer ver al interlocutor que ambos saldréis beneficiados con esa mayor claridad que se ha conseguido en la comunicación.
 
Al describir los resultados positivos que implican tu petición motivas a tu interlocutor a sentirse capaz de darte algo que vale la pena. Esto también prepara el terreno para expresar aprecio y gratitud e impele a la relación al aprecio mutuo y a dar por voluntad en lugar de motivado por el deber, la culpa, la obediencia o el resentimiento.
 
Incorporando estas sencillas pautas en la comunicación se conseguirá:
  • Ser más consciente de lo que siento.
  • Expresar la verdad sobre lo que estoy sintiendo.
  • Animar a la otra persona a que exprese también lo que siente.
  • Escuchar su verdad sobre lo que él/ella siente utilizando preguntas abiertas.
  • Reflejar las emociones y sentimientos de la otra persona, para que se sienta comprendida.
  • Resumir una “parte” de mi experiencia y de la del otro/a.
  • Responsabilizarme de mis reacciones emocionales y animar a la otra persona -con mi ejemplo- a que el/ella haga lo mismo.




              



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