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En primer lugar, queremos proponer a los lectores un objetivo: adoptar una perspectiva clara para reencontrar nuestra fuerza interna y, de esa forma, tratar de reparar el daño sufrido cuando tomamos decisiones que provocan el desencuentro con uno mismo.
Esta propuesta se llevará a cabo a través de un proceso terapéutico intenso mediante la Terapia Humanista Gestalt que, entre otras posibilidades, ofrece la de llegar a un reencuentro íntimo y reparador con UNO MISMO y la creación de un puente hacia el “darte cuenta” de quien eres y la responsabilidad que adquieres con cada uno de tus movimientos.
Partimos desde el paradigma de Salud como “La correcta o armónica interrelación entre los procesos mentales, energéticos y físicos”. Este planteamiento tiene parte de sus raíces en movimientos tales como el humanismo que, ya desde la segunda mitad del siglo XX, proclamó que la salud mental y emocional tiene mucho que ver con acentuar la buena interrelación entre el individuo y los aspectos positivos de su vida. Para alcanzar la autorrealización la persona debe aprender a crear unas estructuras sólidas y unas adecuadas jerarquías internas.
La Psicología Humanista o Tercera Fuerza, como la bautizó Abraham Maslow, cuenta entre sus filas con creadores de nuevas estructuras de pensamiento como el padre de la Terapia Gestalt, el psiquiatra alemán Fritz Perls.
Perls habla de este raro concepto (Gestalt), palabra de origen alemán, para referirse al TODO como lo completo, lo cerrado, lo trascendido.
Para Perls todo en la vida es GESTALT, de tal manera que cada experiencia que no asimilamos queda incompleta, no conforma un TODO, sino que se queda dividida en partes desintegradas en el fondo de la mente. Nuestro “punto ciego” es esa tierra de nadie que escapa a nuestro consciente, un lugar donde nuestra conciencia queda adormecida a lo que le sucede.
Llegados a este punto, ¿por qué es tan importante este concepto del TODO?, pues porque estar en armonía con todos los cuerpos que nos integran es, sencilla y objetivamente, SER UNO MISMO. Ser uno con el Yo implica madurar como individuo. En términos gestálticos eso supone conocer el límite y, a la vez, el potencial de las propias capacidades.
Una razón de por qué las personas enfermamos emocional y mentalmente es porque gastamos mucha de nuestra energía vital en batallas personales, en conflictos internos donde nos perdemos entre los juegos verbales y/o los juegos de rol sociales, ignorantes de las posibilidades de ser uno mismo.
Por tanto, muchas estructuras de pensamiento, de expresión verbal y corporal, comportamientos y actitudes conforman nuestro carácter, pero a la vez son la armadura, ya oxidada, que nos acompaña desde los tiempos en que la infancia trascendía hacia un prematuro adulto. Y es esa armadura la que opone resistencia, por miedo, a la manifestación de cómo somos realmente.
La importancia de sentirse uno es SER UNO, es conocerse, comprenderse y aceptarse, lo que exige atravesar el vacío de todo aquello que desconocemos de nosotros mismos.
En la terapia Gestalt, paciente y terapeuta se sientan uno frente al otro, con la única intención de enfocar la vida desde sus ámbitos existenciales, comprometiendo a la emoción, al cuerpo, a los recuerdos, a todo aquello que forma la corteza envolvente de una expresión auténtica. Por tanto, cada palabra, movimiento y gesto importan, pues son mecanismos de expresión que presentan una posibilidad de conocerse en profundidad.
Finalmente, legitimar aquello que hemos aprendido como perlas de nuestra esencia es la clave para sentirse libres, sin miedos, mirando de frente la vida.
En próximas entregas descubriremos los principales temas que comúnmente aparecen en la terapia. Toda una propuesta de Anatomía Emocional.
Te invitamos a que amplíes toda esta información que tenemos estructurada en nuestra nueva página web, donde puedes informarte de diversos cursos y talleres, además de publicaciones interesantes.
Esta propuesta se llevará a cabo a través de un proceso terapéutico intenso mediante la Terapia Humanista Gestalt que, entre otras posibilidades, ofrece la de llegar a un reencuentro íntimo y reparador con UNO MISMO y la creación de un puente hacia el “darte cuenta” de quien eres y la responsabilidad que adquieres con cada uno de tus movimientos.
Partimos desde el paradigma de Salud como “La correcta o armónica interrelación entre los procesos mentales, energéticos y físicos”. Este planteamiento tiene parte de sus raíces en movimientos tales como el humanismo que, ya desde la segunda mitad del siglo XX, proclamó que la salud mental y emocional tiene mucho que ver con acentuar la buena interrelación entre el individuo y los aspectos positivos de su vida. Para alcanzar la autorrealización la persona debe aprender a crear unas estructuras sólidas y unas adecuadas jerarquías internas.
La Psicología Humanista o Tercera Fuerza, como la bautizó Abraham Maslow, cuenta entre sus filas con creadores de nuevas estructuras de pensamiento como el padre de la Terapia Gestalt, el psiquiatra alemán Fritz Perls.
Perls habla de este raro concepto (Gestalt), palabra de origen alemán, para referirse al TODO como lo completo, lo cerrado, lo trascendido.
Para Perls todo en la vida es GESTALT, de tal manera que cada experiencia que no asimilamos queda incompleta, no conforma un TODO, sino que se queda dividida en partes desintegradas en el fondo de la mente. Nuestro “punto ciego” es esa tierra de nadie que escapa a nuestro consciente, un lugar donde nuestra conciencia queda adormecida a lo que le sucede.
Llegados a este punto, ¿por qué es tan importante este concepto del TODO?, pues porque estar en armonía con todos los cuerpos que nos integran es, sencilla y objetivamente, SER UNO MISMO. Ser uno con el Yo implica madurar como individuo. En términos gestálticos eso supone conocer el límite y, a la vez, el potencial de las propias capacidades.
Una razón de por qué las personas enfermamos emocional y mentalmente es porque gastamos mucha de nuestra energía vital en batallas personales, en conflictos internos donde nos perdemos entre los juegos verbales y/o los juegos de rol sociales, ignorantes de las posibilidades de ser uno mismo.
Por tanto, muchas estructuras de pensamiento, de expresión verbal y corporal, comportamientos y actitudes conforman nuestro carácter, pero a la vez son la armadura, ya oxidada, que nos acompaña desde los tiempos en que la infancia trascendía hacia un prematuro adulto. Y es esa armadura la que opone resistencia, por miedo, a la manifestación de cómo somos realmente.
La importancia de sentirse uno es SER UNO, es conocerse, comprenderse y aceptarse, lo que exige atravesar el vacío de todo aquello que desconocemos de nosotros mismos.
En la terapia Gestalt, paciente y terapeuta se sientan uno frente al otro, con la única intención de enfocar la vida desde sus ámbitos existenciales, comprometiendo a la emoción, al cuerpo, a los recuerdos, a todo aquello que forma la corteza envolvente de una expresión auténtica. Por tanto, cada palabra, movimiento y gesto importan, pues son mecanismos de expresión que presentan una posibilidad de conocerse en profundidad.
Finalmente, legitimar aquello que hemos aprendido como perlas de nuestra esencia es la clave para sentirse libres, sin miedos, mirando de frente la vida.
En próximas entregas descubriremos los principales temas que comúnmente aparecen en la terapia. Toda una propuesta de Anatomía Emocional.
Te invitamos a que amplíes toda esta información que tenemos estructurada en nuestra nueva página web, donde puedes informarte de diversos cursos y talleres, además de publicaciones interesantes.
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¿Qué figura puedes apreciar aquí, la Cara de la Mujer o el Hombre con el Saxofón?
La realidad se compone de varias dimensiones a la vez, pero nuestra necesidad de cerrar lo pendiente nos impulsa a ver sólo una imagen como forma de alcanzar ese TODO que nos alivia de lo inacabado. Finalmente, enviamos el resto al fondo ciego de la conciencia.
La realidad se compone de varias dimensiones a la vez, pero nuestra necesidad de cerrar lo pendiente nos impulsa a ver sólo una imagen como forma de alcanzar ese TODO que nos alivia de lo inacabado. Finalmente, enviamos el resto al fondo ciego de la conciencia.