Tener momentos difíciles, malas rachas, fracasos, decepciones, dificultades, etc. es algo inherente al ser humano. Sin ellos la especie humana igual no sería lo que es, igual hubiese sido imposible su evolución. Quizás una persona a la que la vida le ha resultado siempre fácil, sin ninguna dificultad, ni malos momentos, ni fracasos, todo de color de rosa..., pueda llegar a ser una persona con escasa madurez, que no sabrá valorar las cosas, posiblemente tienda también a la depresión, a desarrollar una personalidad narcisista de excesivo amor por sí mismo presumiendo de grandes éxitos en la vida precisamente por no haberlo pasado nunca mal y por no haber tenido dificultades: la vida sin dificultades y sin momentos malos es una vida vacía y eso también puede llevar a la autodestrucción. Las crisis son lo que nos hace mejores, más vitales y fuertes, y hay que afrontarlas con resignación, calma, paciencia y sin perder los estribos.
Todos tenemos que morir porque este cuerpo físico que arrastramos, con el paso del tiempo se deteriora como una máquina o herramienta por el uso, se deteriora ella sola y nuestra tarea es velar por que ese deterioro sea más lento, porque eso nos hará sentir más vitales, nos pesará menos el cuerpo contraeremos menos enfermedades, tendremos menos achaques y con ello seremos más felices, tendremos más ganas de vivir y disfrutar de la vida: salud y felicidad son dos hermanos gemelos nacidos de la misma madre. Si no tenemos la suerte de gozar de buena salud debido a una dolencia crónica, también puede ser posible la felicidad, aunque con más dificultad, pero es posible. Superar una dificultad nos hará sentirnos gratificados y recompensados.
Si no te gusta el tiempo que hace espera a que cambie, pero no te autodestruyas, que yo sepa la especie humana es la única en la que el individuo se hace daño a si mismo. Si estás que no levantas cabeza y con los ánimos por los suelos enciérrate en una habitación a oscuras con las persianas bajadas, y espera a que se te pase, y tómate una tila o infusión similar si estás en tensión y ansioso. Si la situación persiste y es insoportable ponte en tratamiento médico, pero no hagas tonterías, puede tener solución y ser algo pasajero. La ciencia dispone de tratamientos farmacológicos que pueden ayudarte a levantar cabeza, a seguir adelante, para encarar y hacer frente a la situación que te martiriza y no te deja vivir, pero hay que poner uno de su parte enfrentándose a esa situación y salir. Los antidepresivos no lo hacen todo por sí solos porque no son las píldoras de la felicidad. Los problemas están para solucionarlos y aprender de ellos; y el fracaso es la madre del éxito. La felicidad hay que ganársela si tu vida no es feliz, cualquier persona lo puede conseguir si se lo propone. Lo que hay que evitar ante un problema es retroceder: ante una situación de sentirse acorralado al borde de un precipicio por un grupo de personas con intenciones de hacernos daño, retroceder hacia el precipicio es el no retorno, en un mínimo descuido y despiste de nuestros adversarios aún tenemos alguna posibilidad de escabullirnos y escapar, o enfrentarnos a ellos con los puños, uñas y dientes, pero jamás retrocedas hacia el precipicio. Situaciones desesperantes que aparentemente son un callejón sin salida y parecen no tener solución, sí que la tienen, sólo es necesario un poco de paciencia y esperar que se encienda una luz, pero no dejarse llevar por impulsos autodestructivos o de hundirse más.
La vida, así como la integridad física y mental, es lo único auténticamente nuestro y hay que protegerla, todo ser vivo lucha por su vida; es observable en la naturaleza, y lo contrario es contranatural, la voluntad por seguir vivo en todo ser vivo es muy fuerte. La autodestrucción responde a un acto irreflexivo y precipitado.
Las personas que dicen no tener ganas de vivir, quizás ¿realmente lo que quieren es morir, o por el contrario quieren conseguir ser felices? Morir es el fracaso, y conseguir ser feliz es el éxito. Hay que hacer lo posible por no morir trágicamente y la única muerte que no es trágica es morir de viejo. Pero ante una tragedia cercana o de muerte de un familiar, al mal tiempo buena cara, hay que dejar que la naturaleza siga su curso y superarlo, aunque lleve su tiempo, precises de ayuda psicológica e incluso tengas que plantearte la vida de forma radicalmente diferente, como puede ser en caso de un trauma o una lesión permanente.
Si lo pierdes absolutamente todo, tus amigos, familiares, tu patrimonio económico, tus bienes materiales... quedándote en la ruina más absoluta y en la indigencia, aún puedes considerarte "afortunado", sólo por el hecho de seguir respirando. La vida se puede rehacer si se es aún joven, empezando desde el principio, y si no se da el caso aún se puede sobrellevar superando las dificultades día tras día (incluso puede que en el momento menos esperado se encienda la luz que te cambie la vida). Lo que ocurre es que el sistema social en el que estamos inmersos valora más el dinero y los bienes materiales que por sí solos no dan en absoluto la felicidad (aunque ayuden mucho) que la vida y el hecho de estar aquí respirando.
Cuanto peor se está es cuando más hay que aferrarse a la vida y no despreciarla, e idear soluciones para ponerse en acción. La vida no es desagradable, son las situaciones malas que se viven las que atormentan, y la salida está en tomar una posición de rebeldía contra esas situaciones negativas que nos impiden alcanzar la estabilidad y la felicidad, y no ser víctimas de esas situaciones límites, tensas y angustiosas que desestabilizan. Cuanto mayor sea la dificultad que se consiga superar mayor grado de recompensa se obtiene, se valoran así más las cosas y mayores serán las ganas de vivir después de esa dificultad; de ahí que las personas que nunca hayan tenido problemas ni crisis estén más disconformes, descontentas, y posiblemente en algunos casos tengan tendencia a amargar la existencia a los demás con su despotismo, soberbia y escasa madurez. A esas personas que no han tenido problemas ni lo han pasado mal en la vida, su inmadurez les puede jugar una mala pasada y acarrearles problemas y pasarlo mal de verdad. Por un lado, pueden tener más tendencia a patologías como la ludopatía, el alcoholismo, drogadicción, compras impulsivas..., y hundirse de la mañana a la noche tanto material, como moralmente, o físicamente; y por otro lado al no haberlo pasado nunca mal de verdad al mínimo problema se hunden psicológicamente, porque no están "vacunados" contra las malas rachas y los problemas.
El optimismo debe estar presente, aunque no estén las cosas como para tirar cohetes. Hay que esperar siempre lo bueno, pero también estar preparados para lo peor; así si no salen las cosas todo lo bien que esperamos toleraremos mejor el fracaso.
Cuando hayamos conseguido ser felices, hay que evitar todo lo que nos pueda hacer recaer: llevarse bien con la gente siendo una persona noble y buena es imprescindible para ser feliz (las personas con maldad, soberbia, vanidad, avaricia, envidia, hipocresía, etc., no son nunca felices). Evitar personas y situaciones que nos desagraden o nos puedan causar problemas. Cuidar la salud física. Tomar la medicación si se padece una dolencia psiquiátrica crónica porque podrías suponer una amenaza para ti mismo o incluso en algunos casos para los demás. Evitar dejarnos llevar por caprichos y cosas superfluas que suelen denotar frivolidad y falta de madurez. Evitar que nuestra vida sea monótona y aburrida, dedicándonos a otras actividades al margen de las obligaciones laborales para huir de la rutina, como estar con la familia y tener aficiones (practicar deportes, viajar, la música, el arte, el baile, la lectura, salir al monte, darse caminatas, alternar con conocidos, pero con moderación para evitar problemas de salud y malos rollos...). Tener conocidos que compartan gustos y aficiones, eligiendo cuidadosamente solo a los que no te causen problemas y te puedas llevar bien con ellos, si son amigos de verdad el tiempo lo dirá (la amistad para el autor de este escrito es algo muy sagrado y serio, requiere lealtad mutua, tanto para lo bueno como para lo peor, algo desgraciadamente no siempre posible en los tiempos que corren (afortunadamente alguna vez sí que es así), pero si con el paso del tiempo se descubre que el que parecía tu mejor amigo no lo es tanto, tampoco hay que sentirse defraudado y hundirse; tener sentido del humor incluso a ser posible aprender a reírte de tus propios problemas y dificultades que se te presenten y afecten, aunque parezca improcedente y los demás te tachen de "loco" (igual estás más cuerdo que ellos), eso significa que al mal tiempo le pones buena cara y te ves capaz de tenerlo todo bajo control sin perder la calma… Con esas actitudes tienes todas las papeletas para vivir y disfrutar la vida sin que ésta te esclavice a ti. Eso denota serenidad y una salud mental envidiable siempre y cuando te tomes a bien tus propias desgracias y no las de los demás.
Ante una situación insalvable que no se puede evitar de acoso, agresiones, amenazas... lo mejor es actuar contra tus adversarios y personas que te hacen la vida imposible con prudencia y tacto, pero rebelándote contra esa situación adoptando una postura reivindicativa, de protesta y denuncia (denunciar aquí es pedir ayuda), si eso no da resultado cortar por lo sano, aunque tengas que rehacer tu vida desde cero, pero eso como último recurso. Un error aquí que puede empeorar las cosas es actuar de forma precipitada e imprudente, como son también las ideas autodestructivas.
La vida es el bien más valioso, pero mucha gente no puede o no sabe disfrutarla y sacarle partido, o no le interesa demasiado vivirla (con ello amargan la existencia a los demás; a esos evitarlos). Los que no pueden vivirla, con ayuda médica o psicológica y esfuerzo por su parte lo pueden conseguir y el autor de este escrito les reta a que se pongan como ambición y meta ser felices, y con ello hasta llegar a ser un noble, afable y pacífico anciano lleno de sabiduría que termine abandonando su cuerpo físico sentado placenteramente en un sillón leyendo un libro, felizmente durmiendo o manejando plácida y ociosamente una computadora.
Todos tenemos que morir porque este cuerpo físico que arrastramos, con el paso del tiempo se deteriora como una máquina o herramienta por el uso, se deteriora ella sola y nuestra tarea es velar por que ese deterioro sea más lento, porque eso nos hará sentir más vitales, nos pesará menos el cuerpo contraeremos menos enfermedades, tendremos menos achaques y con ello seremos más felices, tendremos más ganas de vivir y disfrutar de la vida: salud y felicidad son dos hermanos gemelos nacidos de la misma madre. Si no tenemos la suerte de gozar de buena salud debido a una dolencia crónica, también puede ser posible la felicidad, aunque con más dificultad, pero es posible. Superar una dificultad nos hará sentirnos gratificados y recompensados.
Si no te gusta el tiempo que hace espera a que cambie, pero no te autodestruyas, que yo sepa la especie humana es la única en la que el individuo se hace daño a si mismo. Si estás que no levantas cabeza y con los ánimos por los suelos enciérrate en una habitación a oscuras con las persianas bajadas, y espera a que se te pase, y tómate una tila o infusión similar si estás en tensión y ansioso. Si la situación persiste y es insoportable ponte en tratamiento médico, pero no hagas tonterías, puede tener solución y ser algo pasajero. La ciencia dispone de tratamientos farmacológicos que pueden ayudarte a levantar cabeza, a seguir adelante, para encarar y hacer frente a la situación que te martiriza y no te deja vivir, pero hay que poner uno de su parte enfrentándose a esa situación y salir. Los antidepresivos no lo hacen todo por sí solos porque no son las píldoras de la felicidad. Los problemas están para solucionarlos y aprender de ellos; y el fracaso es la madre del éxito. La felicidad hay que ganársela si tu vida no es feliz, cualquier persona lo puede conseguir si se lo propone. Lo que hay que evitar ante un problema es retroceder: ante una situación de sentirse acorralado al borde de un precipicio por un grupo de personas con intenciones de hacernos daño, retroceder hacia el precipicio es el no retorno, en un mínimo descuido y despiste de nuestros adversarios aún tenemos alguna posibilidad de escabullirnos y escapar, o enfrentarnos a ellos con los puños, uñas y dientes, pero jamás retrocedas hacia el precipicio. Situaciones desesperantes que aparentemente son un callejón sin salida y parecen no tener solución, sí que la tienen, sólo es necesario un poco de paciencia y esperar que se encienda una luz, pero no dejarse llevar por impulsos autodestructivos o de hundirse más.
La vida, así como la integridad física y mental, es lo único auténticamente nuestro y hay que protegerla, todo ser vivo lucha por su vida; es observable en la naturaleza, y lo contrario es contranatural, la voluntad por seguir vivo en todo ser vivo es muy fuerte. La autodestrucción responde a un acto irreflexivo y precipitado.
Las personas que dicen no tener ganas de vivir, quizás ¿realmente lo que quieren es morir, o por el contrario quieren conseguir ser felices? Morir es el fracaso, y conseguir ser feliz es el éxito. Hay que hacer lo posible por no morir trágicamente y la única muerte que no es trágica es morir de viejo. Pero ante una tragedia cercana o de muerte de un familiar, al mal tiempo buena cara, hay que dejar que la naturaleza siga su curso y superarlo, aunque lleve su tiempo, precises de ayuda psicológica e incluso tengas que plantearte la vida de forma radicalmente diferente, como puede ser en caso de un trauma o una lesión permanente.
Si lo pierdes absolutamente todo, tus amigos, familiares, tu patrimonio económico, tus bienes materiales... quedándote en la ruina más absoluta y en la indigencia, aún puedes considerarte "afortunado", sólo por el hecho de seguir respirando. La vida se puede rehacer si se es aún joven, empezando desde el principio, y si no se da el caso aún se puede sobrellevar superando las dificultades día tras día (incluso puede que en el momento menos esperado se encienda la luz que te cambie la vida). Lo que ocurre es que el sistema social en el que estamos inmersos valora más el dinero y los bienes materiales que por sí solos no dan en absoluto la felicidad (aunque ayuden mucho) que la vida y el hecho de estar aquí respirando.
Cuanto peor se está es cuando más hay que aferrarse a la vida y no despreciarla, e idear soluciones para ponerse en acción. La vida no es desagradable, son las situaciones malas que se viven las que atormentan, y la salida está en tomar una posición de rebeldía contra esas situaciones negativas que nos impiden alcanzar la estabilidad y la felicidad, y no ser víctimas de esas situaciones límites, tensas y angustiosas que desestabilizan. Cuanto mayor sea la dificultad que se consiga superar mayor grado de recompensa se obtiene, se valoran así más las cosas y mayores serán las ganas de vivir después de esa dificultad; de ahí que las personas que nunca hayan tenido problemas ni crisis estén más disconformes, descontentas, y posiblemente en algunos casos tengan tendencia a amargar la existencia a los demás con su despotismo, soberbia y escasa madurez. A esas personas que no han tenido problemas ni lo han pasado mal en la vida, su inmadurez les puede jugar una mala pasada y acarrearles problemas y pasarlo mal de verdad. Por un lado, pueden tener más tendencia a patologías como la ludopatía, el alcoholismo, drogadicción, compras impulsivas..., y hundirse de la mañana a la noche tanto material, como moralmente, o físicamente; y por otro lado al no haberlo pasado nunca mal de verdad al mínimo problema se hunden psicológicamente, porque no están "vacunados" contra las malas rachas y los problemas.
El optimismo debe estar presente, aunque no estén las cosas como para tirar cohetes. Hay que esperar siempre lo bueno, pero también estar preparados para lo peor; así si no salen las cosas todo lo bien que esperamos toleraremos mejor el fracaso.
Cuando hayamos conseguido ser felices, hay que evitar todo lo que nos pueda hacer recaer: llevarse bien con la gente siendo una persona noble y buena es imprescindible para ser feliz (las personas con maldad, soberbia, vanidad, avaricia, envidia, hipocresía, etc., no son nunca felices). Evitar personas y situaciones que nos desagraden o nos puedan causar problemas. Cuidar la salud física. Tomar la medicación si se padece una dolencia psiquiátrica crónica porque podrías suponer una amenaza para ti mismo o incluso en algunos casos para los demás. Evitar dejarnos llevar por caprichos y cosas superfluas que suelen denotar frivolidad y falta de madurez. Evitar que nuestra vida sea monótona y aburrida, dedicándonos a otras actividades al margen de las obligaciones laborales para huir de la rutina, como estar con la familia y tener aficiones (practicar deportes, viajar, la música, el arte, el baile, la lectura, salir al monte, darse caminatas, alternar con conocidos, pero con moderación para evitar problemas de salud y malos rollos...). Tener conocidos que compartan gustos y aficiones, eligiendo cuidadosamente solo a los que no te causen problemas y te puedas llevar bien con ellos, si son amigos de verdad el tiempo lo dirá (la amistad para el autor de este escrito es algo muy sagrado y serio, requiere lealtad mutua, tanto para lo bueno como para lo peor, algo desgraciadamente no siempre posible en los tiempos que corren (afortunadamente alguna vez sí que es así), pero si con el paso del tiempo se descubre que el que parecía tu mejor amigo no lo es tanto, tampoco hay que sentirse defraudado y hundirse; tener sentido del humor incluso a ser posible aprender a reírte de tus propios problemas y dificultades que se te presenten y afecten, aunque parezca improcedente y los demás te tachen de "loco" (igual estás más cuerdo que ellos), eso significa que al mal tiempo le pones buena cara y te ves capaz de tenerlo todo bajo control sin perder la calma… Con esas actitudes tienes todas las papeletas para vivir y disfrutar la vida sin que ésta te esclavice a ti. Eso denota serenidad y una salud mental envidiable siempre y cuando te tomes a bien tus propias desgracias y no las de los demás.
Ante una situación insalvable que no se puede evitar de acoso, agresiones, amenazas... lo mejor es actuar contra tus adversarios y personas que te hacen la vida imposible con prudencia y tacto, pero rebelándote contra esa situación adoptando una postura reivindicativa, de protesta y denuncia (denunciar aquí es pedir ayuda), si eso no da resultado cortar por lo sano, aunque tengas que rehacer tu vida desde cero, pero eso como último recurso. Un error aquí que puede empeorar las cosas es actuar de forma precipitada e imprudente, como son también las ideas autodestructivas.
La vida es el bien más valioso, pero mucha gente no puede o no sabe disfrutarla y sacarle partido, o no le interesa demasiado vivirla (con ello amargan la existencia a los demás; a esos evitarlos). Los que no pueden vivirla, con ayuda médica o psicológica y esfuerzo por su parte lo pueden conseguir y el autor de este escrito les reta a que se pongan como ambición y meta ser felices, y con ello hasta llegar a ser un noble, afable y pacífico anciano lleno de sabiduría que termine abandonando su cuerpo físico sentado placenteramente en un sillón leyendo un libro, felizmente durmiendo o manejando plácida y ociosamente una computadora.