Reflexiones finales, pero no definitivas
Ser Irracional, es dejar de pensar —todo aquello que nos dicta el cerebro— por un segundo, y permitirnos sentir, y aprender aquello que nuestras emociones nos quieren enseñar. Es prestar atención a nuestro mundo emocional, espiritual y existencial, el cual nos revela nuestro propósito en esta vida. Es escuchar a esa voz en nuestro interior que nos invita a ser libres, felices y a amar de tal manera que ya no importa las cosas materiales, e inclusive el miedo deja de tener sentido. Hay quienes dicen que el resultado del temor, es la ignorancia, el vacío y la falta de amor. Cuando más miedo se tiene es porque más solo uno se siente; cuando se le da importancia a cosas como las voces de otros, la crítica, el castigo, o el fracaso. Se teme cuando no se tiene plena consciencia, porque el temor es el resultado de nuestra propia ignorancia, y al vencer esto o a identificar las causas del temor, y comprenderlas, es el inicio para lograr la libertad (Krishnmurti, 1994).
Se vive atemorizado, de hecho, se nos educa para temer, desde nuestros primeros días en este plano terrenal se nos enseña que, si no tenemos miedo, no viviremos en orden; el temor hace que nos aferremos a la gente y a las cosas como una enredadera se aferra a un árbol. Sin embargo, cuando nos atrevemos a ver más allá de esa enredadera, es decir, a reflexionar sobre cada miedo, o problema, o situación que la origina, entonces comenzamos a ser libres.
El temor da forma y deforma nuestras ideas y oscurece el camino de nuestra vida; crea barreras entre la gente y es un virus que carcome nuestras energías, incluso corrompe el sentir más puro, como lo es el amor. Cuando más conozcamos sobre el temor, cuando más lo comprendamos, será el momento en el cual nos estaremos liberando realmente de él, y en esa medida, mayor será nuestro contacto con todo lo que nos rodea. Una persona verdaderamente reflexiva empieza a liberarse de toda clase de inseguridad interna o externa; deja de depender de las cosas, de las ataduras, de los demonios, de aquello que le atemoriza; y cuando esto ocurre sucede lo inesperado: se empieza a vivir, y ya no aparece ese sentimiento que origina el miedo, la soledad (Krishnmurti, 1994).
Casi todos tienen miedo a algo, incluso de permanecer solos, a examinar las cosas por sí mismos, a pensar profundamente, a explorar y descubrir todo el significado de la vida; se tiene miedo al mismo cambio, a crear una sociedad nueva la cual implicaría que cada uno de nosotros, como individuos, deberá ser libre de sus propias prisiones, generadas por sus egos, por su sed de protagonismos, de frustraciones, de su espíritu corrompido, de la envidia, de la codicia e incluso de sus sueños mal entendidos. Alejandro Jodorowski (2012) diría se tiene que estar libre de nacionalismos, de patriotismos y de cualquier limitación del pensamiento religioso, sólo entonces existe la posibilidad de crear algo nuevo, una sociedad totalmente nueva, libre de cosas, como puede ser el mismo miedo. Porque solo se estará libre cuando impere esa cualidad interna como lo es la comprensión y por ende la inteligencia; momentos en donde, no se acumulan conocimientos, ni experiencias, sino que se aprende a vivir plenamente (Krishnmurti, 1994).
En lo personal debo de confesar que el miedo es parte de mi vida, es mi cotidianidad, y en muchas ocasiones me juega malas pasadas, e incluso es un mal consejero; hace que me tropiece, e incluso hasta que me paralice. Pero he llegado a la consideración de que es parte de ser un Irracional alguien que “reconoce sus emociones, y que aprende a vivir con ellas, y busca la manera de salir adelante frente a sus propios desafíos”.
¿Que si tengo miedo?, ¡claro que lo tengo, y mucho!, pero mi mayor miedo es el no vivir, y no hacer lo que mi corazón me dicta que haga, como consecuencia busco la manera de ir lidiando con cada situación que me lleve a tener menos miedo, o que me acerque más a un estado de paz y de tranquilidad.
Debo de reconocer que los miedos no están tan alejados de nosotros, e inclusive están en nuestra piel, en nuestro sentir; nos aconsejan, confrontan, regulan la conductay hasta controlan nuestras acciones; hay quienes dicen que son nuestros titiriteros, y con sus hilos nos mueven como marionetas en un teatro guiñol, tanto en nuestra propia realidad o en cualquier contexto donde nos encontremos, como el familiar, el centro de trabajo, o cualquier otro escenario. Ser consciente de ello nos responsabiliza en principio de nuestras acciones, y nos permite en esencia identificar el rostro del amigo o enemigo a vencer; el cual nos apoyará para emprender nuestra cruzada, o nos estará esclavizando, o como lo queramos percibir.
No estamos exentos de tener miedo, pero creo que al menos tenemos o deberíamos tener la decisión de qué hacer con él. ¿Que si tengo miedo?, lo tengo todos los días de mi vida, sin embargo, he tomado la decisión de que el miedo me ayude a escalar mis propias montañas y a sanarme, y por ende sanar a otros. Y tú, ¿Que elijes?, ¿Qué quieres hacer con tu propio miedo?, y una vez que tomes la decisión disfruta tu propia aventura.
Se vive atemorizado, de hecho, se nos educa para temer, desde nuestros primeros días en este plano terrenal se nos enseña que, si no tenemos miedo, no viviremos en orden; el temor hace que nos aferremos a la gente y a las cosas como una enredadera se aferra a un árbol. Sin embargo, cuando nos atrevemos a ver más allá de esa enredadera, es decir, a reflexionar sobre cada miedo, o problema, o situación que la origina, entonces comenzamos a ser libres.
El temor da forma y deforma nuestras ideas y oscurece el camino de nuestra vida; crea barreras entre la gente y es un virus que carcome nuestras energías, incluso corrompe el sentir más puro, como lo es el amor. Cuando más conozcamos sobre el temor, cuando más lo comprendamos, será el momento en el cual nos estaremos liberando realmente de él, y en esa medida, mayor será nuestro contacto con todo lo que nos rodea. Una persona verdaderamente reflexiva empieza a liberarse de toda clase de inseguridad interna o externa; deja de depender de las cosas, de las ataduras, de los demonios, de aquello que le atemoriza; y cuando esto ocurre sucede lo inesperado: se empieza a vivir, y ya no aparece ese sentimiento que origina el miedo, la soledad (Krishnmurti, 1994).
Casi todos tienen miedo a algo, incluso de permanecer solos, a examinar las cosas por sí mismos, a pensar profundamente, a explorar y descubrir todo el significado de la vida; se tiene miedo al mismo cambio, a crear una sociedad nueva la cual implicaría que cada uno de nosotros, como individuos, deberá ser libre de sus propias prisiones, generadas por sus egos, por su sed de protagonismos, de frustraciones, de su espíritu corrompido, de la envidia, de la codicia e incluso de sus sueños mal entendidos. Alejandro Jodorowski (2012) diría se tiene que estar libre de nacionalismos, de patriotismos y de cualquier limitación del pensamiento religioso, sólo entonces existe la posibilidad de crear algo nuevo, una sociedad totalmente nueva, libre de cosas, como puede ser el mismo miedo. Porque solo se estará libre cuando impere esa cualidad interna como lo es la comprensión y por ende la inteligencia; momentos en donde, no se acumulan conocimientos, ni experiencias, sino que se aprende a vivir plenamente (Krishnmurti, 1994).
En lo personal debo de confesar que el miedo es parte de mi vida, es mi cotidianidad, y en muchas ocasiones me juega malas pasadas, e incluso es un mal consejero; hace que me tropiece, e incluso hasta que me paralice. Pero he llegado a la consideración de que es parte de ser un Irracional alguien que “reconoce sus emociones, y que aprende a vivir con ellas, y busca la manera de salir adelante frente a sus propios desafíos”.
¿Que si tengo miedo?, ¡claro que lo tengo, y mucho!, pero mi mayor miedo es el no vivir, y no hacer lo que mi corazón me dicta que haga, como consecuencia busco la manera de ir lidiando con cada situación que me lleve a tener menos miedo, o que me acerque más a un estado de paz y de tranquilidad.
Debo de reconocer que los miedos no están tan alejados de nosotros, e inclusive están en nuestra piel, en nuestro sentir; nos aconsejan, confrontan, regulan la conductay hasta controlan nuestras acciones; hay quienes dicen que son nuestros titiriteros, y con sus hilos nos mueven como marionetas en un teatro guiñol, tanto en nuestra propia realidad o en cualquier contexto donde nos encontremos, como el familiar, el centro de trabajo, o cualquier otro escenario. Ser consciente de ello nos responsabiliza en principio de nuestras acciones, y nos permite en esencia identificar el rostro del amigo o enemigo a vencer; el cual nos apoyará para emprender nuestra cruzada, o nos estará esclavizando, o como lo queramos percibir.
No estamos exentos de tener miedo, pero creo que al menos tenemos o deberíamos tener la decisión de qué hacer con él. ¿Que si tengo miedo?, lo tengo todos los días de mi vida, sin embargo, he tomado la decisión de que el miedo me ayude a escalar mis propias montañas y a sanarme, y por ende sanar a otros. Y tú, ¿Que elijes?, ¿Qué quieres hacer con tu propio miedo?, y una vez que tomes la decisión disfruta tu propia aventura.