¿Caminos diferentes o Caminos paralelos?
Desde que comencé mi recorrido por el Camino de Santiago me fascinó su paralelismo en muchos niveles con el Camino del Corazón, en el que había empezado a transitar unos años atrás. En ambos realizamos itinerarios que nos invitan a interiorizar, a sentir, a meditar desde lo profundo del Ser; itinerarios que desembocan en posadas, donde se nos acoge y se nos cuida, donde descansamos de los avatares del camino y en las que aparecen nuevos retos, consciencia e intenciones para una nueva etapa.
En los dos caminos aprendemos a ver la vida con nuevos ojos, a andar por ella más ligeros de equipaje, a curar nuestras heridas, a despertar a la alegría auténtica y sincera, a desmontar al “personaje” para renacer al auténtico ser interno; a apoyarnos en otros caminantes y ofrecerlos, a su vez, nuestro apoyo, pero sin apegos innecesarios, porque cada uno tiene que seguir viviendo su propio proceso; a vivir con humildad y sin expectativas, ya que cada día tan sólo hay que enfocarse en andar un trecho y mantenerse abierto a lo que suceda y a la forma de afrontarlo.
Con suerte, si hemos aprendido algo del día anterior, si las herramientas se han integrado en nuestra consciencia, transitaremos de una forma más feliz, relativizando las cosas y disfrutando de la autenticidad del viaje desde el corazón. Los “caminos” nos invitan, en suma, a dejarnos guiar por ese maestro que reside en el corazón junto al que podemos afrontar con confianza un nuevo salto evolutivo.
En los dos caminos aprendemos a ver la vida con nuevos ojos, a andar por ella más ligeros de equipaje, a curar nuestras heridas, a despertar a la alegría auténtica y sincera, a desmontar al “personaje” para renacer al auténtico ser interno; a apoyarnos en otros caminantes y ofrecerlos, a su vez, nuestro apoyo, pero sin apegos innecesarios, porque cada uno tiene que seguir viviendo su propio proceso; a vivir con humildad y sin expectativas, ya que cada día tan sólo hay que enfocarse en andar un trecho y mantenerse abierto a lo que suceda y a la forma de afrontarlo.
Con suerte, si hemos aprendido algo del día anterior, si las herramientas se han integrado en nuestra consciencia, transitaremos de una forma más feliz, relativizando las cosas y disfrutando de la autenticidad del viaje desde el corazón. Los “caminos” nos invitan, en suma, a dejarnos guiar por ese maestro que reside en el corazón junto al que podemos afrontar con confianza un nuevo salto evolutivo.
¿Caminar solo o acompañado?
Siempre había pensado que si alguna vez me decidía a hacer el Camino de Santiago lo haría en soledad. Sin embargo, la vida me ofreció el inmenso regalo de recorrerlo junto a tres compañeros más, caminantes del corazón: Maestra de Excelencias, Estrella de los Deseos y Buscador de Esencias, por los nombres de sus Avatares en el Camino del Corazón. Esto me permitió, no solamente hacer un hermoso viaje de amistad y apoyo en las dificultades del camino, sino que facilitó la posibilidad de plasmar para nosotros una experiencia original y única: vivir el Camino del Corazón en el Camino de Santiago.
¿Cómo sincronizar la experiencia de ambos Caminos?
Nuestro planteamiento en los años que dedicamos al objetivo de la peregrinación a Santiago, fue enfocarnos en vivir una Posada del Camino del Corazón en el tránsito correspondiente a cada día del recorrido por el Camino de Santiago.
Cada uno de nosotros, previamente, elegía de manera intuitiva un par de Posadas para la etapa de cada año, enfocándose en que llegaran aquellas más adecuadas para los cuatro en este momento de nuestra vida. Con ello contábamos con ocho Posadas para los ocho días del viaje de cada año (o más si el recorrido era de mayor duración en esa etapa). También dejábamos al “azar” el orden en que se iban a realizar, confiando en que confluyera la más adecuada para el recorrido de ese día concreto. Y, mágicamente, ¡siempre sucedía así!
Cada jornada, cuando comenzábamos a andar, recitábamos juntos el “Mantram de unificación de la mañana”, leíamos el texto de la Posada seleccionada y el coordinador del día podía dar algunas claves para observar, sentir o meditar durante el itinerario. Después, simplemente nos manteníamos con los sentidos, la mente y el corazón abiertos para recibir lo que sucediera.
Me resulta difícil transcribir en palabras experiencias que van más allá de ellas, pues se viven desde otro lugar profundo y se instalan fuertemente en el espíritu. También los límites de un artículo impiden mostrar los múltiples hechos que nos sucedieron. Pero, al menos, me gustaría esbozar algunas de las reveladoras sincronicidades que acontecieron, por si inspiraran a otros futuros caminantes a emprender esta aventura. Allá van…
Cada uno de nosotros, previamente, elegía de manera intuitiva un par de Posadas para la etapa de cada año, enfocándose en que llegaran aquellas más adecuadas para los cuatro en este momento de nuestra vida. Con ello contábamos con ocho Posadas para los ocho días del viaje de cada año (o más si el recorrido era de mayor duración en esa etapa). También dejábamos al “azar” el orden en que se iban a realizar, confiando en que confluyera la más adecuada para el recorrido de ese día concreto. Y, mágicamente, ¡siempre sucedía así!
Cada jornada, cuando comenzábamos a andar, recitábamos juntos el “Mantram de unificación de la mañana”, leíamos el texto de la Posada seleccionada y el coordinador del día podía dar algunas claves para observar, sentir o meditar durante el itinerario. Después, simplemente nos manteníamos con los sentidos, la mente y el corazón abiertos para recibir lo que sucediera.
Me resulta difícil transcribir en palabras experiencias que van más allá de ellas, pues se viven desde otro lugar profundo y se instalan fuertemente en el espíritu. También los límites de un artículo impiden mostrar los múltiples hechos que nos sucedieron. Pero, al menos, me gustaría esbozar algunas de las reveladoras sincronicidades que acontecieron, por si inspiraran a otros futuros caminantes a emprender esta aventura. Allá van…
La Posada de la Gratitud. Trayecto Burgos-Hornillos del Camino
Comenzamos el día desayunando en un maravilloso lugar en que todo fueron sonrisas y amabilidad y que encontramos “casualmente”.
El frescor de esa mañana nos facilitaba la dureza del caminar.
Por momentos parecía que estábamos en el desierto y nos desanimábamos y, sin embargo, encontrábamos pequeños “oasis” en mitad del mismo que tranquilizaban y expandían el corazón. Avanzado el camino dimos con un cartel que decía: “Haz de un gran día un día inolvidable”.
Al llegar a nuestro destino nos recibió la amabilidad del posadero de “La Casa Rural del Abuelo”, un lugar bonito y cómodo para descansar del esfuerzo del primer día, toda una jornada llena de oportunidades en las que expresar la “gratitud”.
El frescor de esa mañana nos facilitaba la dureza del caminar.
Por momentos parecía que estábamos en el desierto y nos desanimábamos y, sin embargo, encontrábamos pequeños “oasis” en mitad del mismo que tranquilizaban y expandían el corazón. Avanzado el camino dimos con un cartel que decía: “Haz de un gran día un día inolvidable”.
Al llegar a nuestro destino nos recibió la amabilidad del posadero de “La Casa Rural del Abuelo”, un lugar bonito y cómodo para descansar del esfuerzo del primer día, toda una jornada llena de oportunidades en las que expresar la “gratitud”.
La Posada de la Luz. Trayecto Hornillos del Camino-Castrojeriz
Salimos en oscuridad, pero la noche nos mostraba luces intermitentes de diferentes fuentes que parecían hacernos guiños de complicidad. Al salir el sol el dibujo espontáneo de nuestras sombras en el suelo nos sugería hacer una instantánea de las mismas que, una vez realizada, llamó poderosamente nuestra atención por la extensión de las mismas.
Y es que esta jornada fue realmente sombría. Al calor y al cansancio se sumaron las ampollas y el dolor y la noticia sobre la gravedad del estado de salud de una de mis tías más querida, lo que sumado causó un gran desánimo en mi alma.
Sin embargo, tuvimos la oportunidad de compartir un trecho del trayecto junto a un caminante muy veterano, curiosamente llamado “Jesús”, con el que conversé profundamente sobre el sentido del Camino y dio un poco de luz a mis heridas.
Al llegar a nuestro destino y después de descansar, aliviar nuestros pies doloridos, ducharnos y comer, paseando por el pueblo encontramos (¡alucinante!) un lugar llamado el “Hospital de la Luz”, una especie de mágico museo creado por una pareja de caminantes del mundo, lleno de imágenes y frases inspiradoras, en el que, realmente, nos “iluminamos” sobre muchas de las cosas que nos estaban ocurriendo, sobre las luces y las sombras del camino. Tenía también una pequeña capilla excavada en la roca y aproveché para enviar luz para mi tía.
Y es que esta jornada fue realmente sombría. Al calor y al cansancio se sumaron las ampollas y el dolor y la noticia sobre la gravedad del estado de salud de una de mis tías más querida, lo que sumado causó un gran desánimo en mi alma.
Sin embargo, tuvimos la oportunidad de compartir un trecho del trayecto junto a un caminante muy veterano, curiosamente llamado “Jesús”, con el que conversé profundamente sobre el sentido del Camino y dio un poco de luz a mis heridas.
Al llegar a nuestro destino y después de descansar, aliviar nuestros pies doloridos, ducharnos y comer, paseando por el pueblo encontramos (¡alucinante!) un lugar llamado el “Hospital de la Luz”, una especie de mágico museo creado por una pareja de caminantes del mundo, lleno de imágenes y frases inspiradoras, en el que, realmente, nos “iluminamos” sobre muchas de las cosas que nos estaban ocurriendo, sobre las luces y las sombras del camino. Tenía también una pequeña capilla excavada en la roca y aproveché para enviar luz para mi tía.
La Posada del Misterio Oculto. Trayecto Bercianos-Mansilla de las Mulas
Al salir del pueblo en que descansamos de la etapa anterior, “misteriosamente”, nos empezaron a seguir unos gatitos y por más que lo intentábamos, no dejaban de hacerlo, incluso empezaban a maullar para que los esperáramos cuando se quedaban rezagados. Vivíamos cierta mezcla de culpa, preocupación y responsabilidad por ellos, pero después comprendimos que eran autosuficientes y que se podían desapegar de nosotros y nosotros de ellos. Esto me dio pie a hablar con Maestra de Excelencia sobre mi sentimiento de insuficiencia, mi necesidad de reconocimiento cuando sé que he hecho algo y preciso que alguien lo certifique, pues si no, siento que no lo he hecho bien y sobreviene la culpa.
Cuando conseguimos despistar a los gatitos en un pueblo, en el que pudieran estar seguros y encontrar alimento, dimos con Lucas, un amable y hospitalario señor que insistió en que fuéramos a conocer su casa. Algunos miraron con cierta desconfianza, pensando que “algo se ocultaba” en sus aparentes intenciones. Sin embargo, nos mostró orgulloso sus tesoros: un lugar mezcla de ingenio e imaginación, en el que había creado múltiples objetos a partir de cosas recicladas e, incluso, había sembrado champiñones. Y sólo quería eso: compartir un poco de amor a través de su arte, sin más. Me trajo muchos recuerdos de mi padre y su “cueva” donde hacía muchas cosas semejantes a las de Lucas. Más tarde, en una parada del camino, nos reímos y contamos chistes sobre lo sucedido.
Al llegar al destino, el alojamiento era más viejo y decepcionante de lo esperado, lo que causó frustración y susceptibilidad en la caminante que lo había elegido, sin embargo un nuevo misterio nos esperaba en aquel pueblo, puesto que, más allá de esa casa, el lugar se mostró con una belleza inigualable que nos invitó a pasear, pese a las ampollas y dolores de pies. Justamente, hablando de las preocupaciones por los seres queridos, se recibieron varias llamadas de la familia.
Cuando conseguimos despistar a los gatitos en un pueblo, en el que pudieran estar seguros y encontrar alimento, dimos con Lucas, un amable y hospitalario señor que insistió en que fuéramos a conocer su casa. Algunos miraron con cierta desconfianza, pensando que “algo se ocultaba” en sus aparentes intenciones. Sin embargo, nos mostró orgulloso sus tesoros: un lugar mezcla de ingenio e imaginación, en el que había creado múltiples objetos a partir de cosas recicladas e, incluso, había sembrado champiñones. Y sólo quería eso: compartir un poco de amor a través de su arte, sin más. Me trajo muchos recuerdos de mi padre y su “cueva” donde hacía muchas cosas semejantes a las de Lucas. Más tarde, en una parada del camino, nos reímos y contamos chistes sobre lo sucedido.
Al llegar al destino, el alojamiento era más viejo y decepcionante de lo esperado, lo que causó frustración y susceptibilidad en la caminante que lo había elegido, sin embargo un nuevo misterio nos esperaba en aquel pueblo, puesto que, más allá de esa casa, el lugar se mostró con una belleza inigualable que nos invitó a pasear, pese a las ampollas y dolores de pies. Justamente, hablando de las preocupaciones por los seres queridos, se recibieron varias llamadas de la familia.
El Palacio de los Inicios. Trayecto Ponferrada-Villafranca del Bierzo
Era “lunes”, inicio de la semana. Me sentí un poco desorientado al salir por la mañana. Recorrimos pueblos y paisajes que no merecían mucho la pena y me generó culpa porque yo me había empeñado en seguir el camino trazado, en lugar de atajar por un lugar que vimos para evitar la salida de Ponferrada. Pensé que era como la sensación de los primeros pasos en la vida, al nacer, sintiéndonos perdidos, con culpa por hacer daño a mamá, pero con la ilusión de encontrar algo interesante, con expectativas que no siempre se cumplen, aunque eso no significa que no merezca la pena vivir la experiencia. Me vinieron también recuerdos de los primeros momentos en ambos caminos, del Corazón y de Santiago. Me di cuenta de que puedo llevar a cabo mis elecciones más allá de lo que otros decidan, que no es necesario hacerlo todo en grupo. Y eso me da libertad.
Recibimos un mensaje de María: había nacido su nieta. De nuevo el “nacimiento”, el inicio de la vida.
Desayunamos en Columbrianos, en el bar de una pareja que estaba empezando y a la que se notaba que le faltaban muchas cosas por aprender respecto al servicio en el establecimiento. También hablamos con un chico de Madrid, en la parte final de la etapa, que acababa de empezar el Camino y tenía sus miedos e inseguridades, los mismos que teníamos nosotros al principio de la aventura.
No pudimos visitar la Puerta del Perdón en Villafranca porque estaba cerrada, tal vez ya habíamos podido perdonar y aceptar muchas cosas durante el trayecto y éste era un nuevo inicio. La charla de la cena nos llevó a las primeras etapas de nuestra vida, a recuerdos infantiles que nos emocionaron. Con el nuevo día vendría, otra vez, el comienzo de una nueva etapa del camino.
Recibimos un mensaje de María: había nacido su nieta. De nuevo el “nacimiento”, el inicio de la vida.
Desayunamos en Columbrianos, en el bar de una pareja que estaba empezando y a la que se notaba que le faltaban muchas cosas por aprender respecto al servicio en el establecimiento. También hablamos con un chico de Madrid, en la parte final de la etapa, que acababa de empezar el Camino y tenía sus miedos e inseguridades, los mismos que teníamos nosotros al principio de la aventura.
No pudimos visitar la Puerta del Perdón en Villafranca porque estaba cerrada, tal vez ya habíamos podido perdonar y aceptar muchas cosas durante el trayecto y éste era un nuevo inicio. La charla de la cena nos llevó a las primeras etapas de nuestra vida, a recuerdos infantiles que nos emocionaron. Con el nuevo día vendría, otra vez, el comienzo de una nueva etapa del camino.
La Posada del Salvoconducto. Trayecto Portomarín-Palas de Rei
Esta posada habla de retos para ver el aprendizaje del Camino del Corazón, para poder obtener el salvoconducto a una nueva conciencia. Y, realmente, fue un día de duro aprendizaje y pruebas para los cuatro: cansancio, dolores, bajón emocional, desánimo, calor… En paralelo a los contrastes y altibajos de la senda que recorrimos, que no nos pareció “nada llana” a pesar de las suposiciones que teníamos el día anterior.
Tuvimos que utilizar muchos de los recursos aprendidos desde el corazón: paciencia, tolerancia, salir de la mente, ver lo valioso de cada situación, esperar al que va más lejos o tiene dificultades, no correr, respetar nuestras necesidades y límites. También salir de las expectativas, pues esperábamos el paisaje más hermoso de lo que realmente fue.
Fue desesperante el exceso de gente transitando, mucha de la cual era poco respetuosa a los principios del peregrinaje. Leímos un cartel que rezaba. “El turista visita, el senderista anda y el peregrino busca”.
Cuando llegamos al destino, sentimos nuestro premio por los retos, nuestro “salvoconducto”: un buen lugar en el centro del pueblo, con intimidad para descansar, un buen sitio para comer. Pudimos salir de las dudas y abatimiento de todo el día y meditar sobre la dificultad de la jornada y los retos que se nos habían planteado y lo que nos habían hecho aprender para la siguiente etapa.
Tuvimos que utilizar muchos de los recursos aprendidos desde el corazón: paciencia, tolerancia, salir de la mente, ver lo valioso de cada situación, esperar al que va más lejos o tiene dificultades, no correr, respetar nuestras necesidades y límites. También salir de las expectativas, pues esperábamos el paisaje más hermoso de lo que realmente fue.
Fue desesperante el exceso de gente transitando, mucha de la cual era poco respetuosa a los principios del peregrinaje. Leímos un cartel que rezaba. “El turista visita, el senderista anda y el peregrino busca”.
Cuando llegamos al destino, sentimos nuestro premio por los retos, nuestro “salvoconducto”: un buen lugar en el centro del pueblo, con intimidad para descansar, un buen sitio para comer. Pudimos salir de las dudas y abatimiento de todo el día y meditar sobre la dificultad de la jornada y los retos que se nos habían planteado y lo que nos habían hecho aprender para la siguiente etapa.
… Y ya en Santiago…
Justamente el “azar” nos sugirió que hiciéramos “la Posada de la Conversión”, sin saber que, al darnos la Compostela, nos entregaban también nuevos nombres en latín, igual que cuando, en esta parte del Camino del Corazón, recibimos nuestros nuevos alias, iniciando otra etapa en una 8ª superior. Al día siguiente también emprenderíamos una nueva etapa en el Camino de Santiago, pues habíamos decidido llegar hasta Finisterre, “el final de la tierra conocida”. Fines y principios, conversiones…
Aunque sólo sean retazos de todo lo que nos ocurrió, espero que sirvan al propósito de resumir esta pequeña-gran aventura, como fuente de espejo e inspiración a otros caminantes que se animen a emprender el maravilloso viaje por estas sendas que se cruzan en una magia infinita. ¡Hasta un nuevo viaje, caminantes! ¡Buen camino!
Aunque sólo sean retazos de todo lo que nos ocurrió, espero que sirvan al propósito de resumir esta pequeña-gran aventura, como fuente de espejo e inspiración a otros caminantes que se animen a emprender el maravilloso viaje por estas sendas que se cruzan en una magia infinita. ¡Hasta un nuevo viaje, caminantes! ¡Buen camino!