La inteligencia del corazón es la base de la organización celular y guía y hace evolucionar a los organismos hacia un mayor orden, creando conciencia y coherencia en todos los sistemas de sus cuerpos.
A lo largo de gran parte de la historia registrada, los seres humanos han entendido que la inteligencia, la capacidad de aprender, comprender, razonar y aplicar el conocimiento para incidir en su entorno, era una función del cerebro situado en la cabeza. También hay una amplia evidencia, en los escritos y las tradiciones orales, de que las sociedades ancestrales transmitieron, de generación en generación, información sobre su creencia firme de que existía un corazón inteligente.
La investigación sobre la idea de la inteligencia cardíaca comenzó a acelerarse en la segunda mitad del siglo XX. Durante las décadas de 1960 y 1970, los fisiólogos pioneros John y Beatrice Lacey realizaron una investigación que mostró que el corazón se comunica realmente con el cerebro influyendo en gran medida en la forma en que percibimos y reaccionamos al mundo que nos rodea. En 1991, el año en que se estableció el HeartMath Institute, el neurocardiólogo pionero Dr. J. Andrew Armour introdujo el término "cerebro del corazón", confirmando que el corazón posee un sistema nervioso intrínseco y complejo que constituye un verdadero cerebro.
Hoy, más de medio siglo después de que los Lacey comenzaran su investigación, sabemos mucho más sobre el corazón:
A lo largo de gran parte de la historia registrada, los seres humanos han entendido que la inteligencia, la capacidad de aprender, comprender, razonar y aplicar el conocimiento para incidir en su entorno, era una función del cerebro situado en la cabeza. También hay una amplia evidencia, en los escritos y las tradiciones orales, de que las sociedades ancestrales transmitieron, de generación en generación, información sobre su creencia firme de que existía un corazón inteligente.
La investigación sobre la idea de la inteligencia cardíaca comenzó a acelerarse en la segunda mitad del siglo XX. Durante las décadas de 1960 y 1970, los fisiólogos pioneros John y Beatrice Lacey realizaron una investigación que mostró que el corazón se comunica realmente con el cerebro influyendo en gran medida en la forma en que percibimos y reaccionamos al mundo que nos rodea. En 1991, el año en que se estableció el HeartMath Institute, el neurocardiólogo pionero Dr. J. Andrew Armour introdujo el término "cerebro del corazón", confirmando que el corazón posee un sistema nervioso intrínseco y complejo que constituye un verdadero cerebro.
Hoy, más de medio siglo después de que los Lacey comenzaran su investigación, sabemos mucho más sobre el corazón:
- El corazón nos envía señales emocionales e intuitivas para ayudar a gestionar nuestras vidas.
- El corazón dirige y alinea muchos sistemas en el cuerpo físico para que puedan funcionar en armonía entre ellos.
- El corazón está en constante comunicación con el cerebro. El cerebro y el sistema nervioso intrínsecos del corazón transmiten información al cerebro del cráneo, creando un sistema de comunicación bidireccional entre ambos.
- El corazón toma muchas de sus propias decisiones.
- El corazón comienza a latir en el feto antes de que se haya formado el cerebro, un proceso que los científicos denominan auto-rítmico.
- Los seres humanos forman un cerebro emocional mucho antes de que surja uno racional, y un corazón que late y se pone en funcionamiento antes que cualquier otro órgano.
El corazón tiene su propio sistema nervioso complejo independiente conocido como "el cerebro en el corazón".
¿Cómo mejorar nuestra vida utilizando la inteligencia del corazón?
Aunque los científicos dicen que está claro que todavía hay mucho que aprender, las generaciones futuras podrán mirar hacia atrás y citar otro descubrimiento importante como uno de los más cruciales del siglo XX. “The HeartMath Solution ”, el libro que detalla el programa utilizado por cientos de miles de personas para acceder y utilizar la inteligencia del corazón para mejorar sus vidas, analiza este descubrimiento.
"Los investigadores comenzaron a demostrar en los años 80 y 90 que el éxito en la vida dependía más de la capacidad de un individuo para manejar eficazmente las emociones que de la capacidad intelectual del cerebro de la cabeza", afirma en ese libro el fundador de HMI, Doc Childre y su socio Howard Martin.
Este descubrimiento naturalmente dio como resultado que las personas quisieran saber cómo infundir inteligencia a sus emociones.
Los científicos del HMI, una organización sin fines de lucro, que había estado investigando la inteligencia del corazón y las emociones, plantearon la teoría de que "la inteligencia del corazón en realidad transfiere inteligencia a las emociones e inculca el poder de la gestión emocional. En otras palabras, la inteligencia del corazón es realmente la fuente de la inteligencia emocional” -explica el libro.
“De nuestra investigación, llegamos a la conclusión de que la inteligencia y la intuición aumentan cuando aprendemos a escuchar más profundamente nuestro propio corazón. Es a través de aprender a descifrar los mensajes que recibimos de nuestro corazón como alcanzamos la aguda percepción necesaria para manejar nuestras emociones de manera efectiva en medio de los desafíos de la vida. Cuanto más aprendemos a escuchar y seguir la inteligencia de nuestro corazón, más educadas, equilibradas y coherentes se vuelven nuestras emociones. Sin la influencia que guía el corazón, fácilmente caemos presas de emociones reactivas como la inseguridad, la ira, el miedo y la culpa, así como otras reacciones y comportamientos que agotan la energía".
"Los investigadores comenzaron a demostrar en los años 80 y 90 que el éxito en la vida dependía más de la capacidad de un individuo para manejar eficazmente las emociones que de la capacidad intelectual del cerebro de la cabeza", afirma en ese libro el fundador de HMI, Doc Childre y su socio Howard Martin.
Este descubrimiento naturalmente dio como resultado que las personas quisieran saber cómo infundir inteligencia a sus emociones.
Los científicos del HMI, una organización sin fines de lucro, que había estado investigando la inteligencia del corazón y las emociones, plantearon la teoría de que "la inteligencia del corazón en realidad transfiere inteligencia a las emociones e inculca el poder de la gestión emocional. En otras palabras, la inteligencia del corazón es realmente la fuente de la inteligencia emocional” -explica el libro.
“De nuestra investigación, llegamos a la conclusión de que la inteligencia y la intuición aumentan cuando aprendemos a escuchar más profundamente nuestro propio corazón. Es a través de aprender a descifrar los mensajes que recibimos de nuestro corazón como alcanzamos la aguda percepción necesaria para manejar nuestras emociones de manera efectiva en medio de los desafíos de la vida. Cuanto más aprendemos a escuchar y seguir la inteligencia de nuestro corazón, más educadas, equilibradas y coherentes se vuelven nuestras emociones. Sin la influencia que guía el corazón, fácilmente caemos presas de emociones reactivas como la inseguridad, la ira, el miedo y la culpa, así como otras reacciones y comportamientos que agotan la energía".
Influencia de las emociones positivas y negativas
Las primeras investigaciones de HMI encontraron que las emociones negativas desequilibraban el sistema nervioso y cuando eso sucedía, los ritmos cardíacos se desordenaban y parecían irregulares en un monitor cardíaco. Esto ejercía presión sobre el corazón físico y otros órganos, lo que podía desembocar en graves problemas de salud.
"Por el contrario, se descubrió que las emociones positivas aumentan el orden y el equilibrio en el sistema nervioso y producen ritmos cardíacos suaves y armoniosos. Pero estos ritmos armoniosos y coherentes hicieron algo más que reducir el estrés: en realidad mejoraron la capacidad de las personas para percibir claramente el mundo que las rodea" -escribieron Childre y Martin.
María Pinar Merino
Fuente: Investigaciones publicadas por el Instituto HeartMath
"Por el contrario, se descubrió que las emociones positivas aumentan el orden y el equilibrio en el sistema nervioso y producen ritmos cardíacos suaves y armoniosos. Pero estos ritmos armoniosos y coherentes hicieron algo más que reducir el estrés: en realidad mejoraron la capacidad de las personas para percibir claramente el mundo que las rodea" -escribieron Childre y Martin.
María Pinar Merino
Fuente: Investigaciones publicadas por el Instituto HeartMath