Probablemente, no haya en la naturaleza otro ser que mate por placer salvo el ser humano. A ese placer tan abyecto solo se le puede calificar como crueldad. La crueldad se define como la respuesta emocional de obtención de placer en el sufrimiento y el dolor de otros o la acción que innecesariamente causa tal sufrimiento o dolor. Es considerada como un signo de desajuste psicológico por la American Psychiatric Association.
Desde el punto de vista filosófico, el ser humano manifiesta su crueldad al ejercer violencia sobre otro o sobre sí mismo sin que exista una razón para hacerlo. El respeto por la vida, especialmente por la vida humana, es un derecho sagrado que nunca debería ser conculcado.
Desde que el ser humano apareció en nuestro planeta, la crueldad como forma de ejercer la supremacía sobre otros a los que consideran más débiles, ha sido el denominador común. En este sentido, las guerras son un buen ejemplo de la crueldad de unos seres humanos hacia otros al no tener en cuenta el sufrimiento que se causa con el objetivo de obtener algún tipo de beneficio, nunca justificado. En los últimos tiempos, hemos podido asistir a manifestaciones de crueldad por parte de dirigentes políticos o militares que no dan ningún valor a la vida al arrasar pueblos y ciudades donde viven personas absolutamente ajenas al conflicto que esos dirigentes han provocado.
Si observamos la forma en que tratamos a los animales, desde la matanza de cachorros de foca para arrancarles la piel igual que a otras muchas especies animales que tienen la desgracia de tener un pelaje deseado por los humanos para vestirse como lo hacían nuestros antepasados neanderthales, hasta las corridas de toros o las masacres a ballenas y delfines, podemos darnos cuenta de que no hemos avanzado nada desde que comenzamos nuestra andadura como seres humanos allá en el paleolítico.
Hemos cambiado la cachiporra por los misiles o las bombas atómicas, pero el objetivo es el mismo: eliminar a los demás seres humanos e incluso a todo ser viviente con la excusa de la necesidad de alimentarse, sin tener en cuenta que comer a otros animales no es realmente una necesidad imperiosa, cuando la Naturaleza nos provee del alimento necesario en forma de miles de especies vegetales que nos aportan todo lo necesario para sobrevivir.
Por otra parte, quemar un monte es una crueldad que debería ser castigada con pena de prisión y económica al mismo nivel que el daño causado; matar delfines a mansalva lejos de ser una forma de obtener alimento, constituye una agresión injustificable a animales muy cercanos en evolución a los propios seres humanos. Se podría argumentar que esas muertes no son causadas con crueldad, pero eso es absolutamente falso, porque cualquier ser humano debe sentir interiormente que matar animales indefensos es una cruel aberración.
En cuanto a la caza deportiva donde se acaba con todo lo que se mueve en el monte, sin que la necesidad de comer esté justificándolo, no deja de ser una práctica no exenta de crueldad, porque el placer de matar a un conejo o a un ciervo que no te hecho nada y que, probablemente, solo se justifica por el mero placer de matar demostrando que tienes buena puntería, no deja de ser un impulso atávico que no dice nada bueno de quien lo practica. Y no digamos nada de quienes matan elefantes o leones para que les fotografíen junto a su pieza…
Ante el hecho de que la crueldad forma parte de nuestra humanidad, nos cueste o no reconocerlo, creo que, afortunadamente, la conciencia va abriéndose paso poco a poco en las nuevas generaciones y esperemos que la crueldad deje paso a la compasión, a la coherencia, al amor a la vida, en definitiva. Es una esperanza sencillamente de que podemos tener futuro como especie, que la depredación de que hacemos gala deje paso al cuidado del planeta que nos alberga, porque de lo contrario no tendremos futuro.
Desde el punto de vista filosófico, el ser humano manifiesta su crueldad al ejercer violencia sobre otro o sobre sí mismo sin que exista una razón para hacerlo. El respeto por la vida, especialmente por la vida humana, es un derecho sagrado que nunca debería ser conculcado.
Desde que el ser humano apareció en nuestro planeta, la crueldad como forma de ejercer la supremacía sobre otros a los que consideran más débiles, ha sido el denominador común. En este sentido, las guerras son un buen ejemplo de la crueldad de unos seres humanos hacia otros al no tener en cuenta el sufrimiento que se causa con el objetivo de obtener algún tipo de beneficio, nunca justificado. En los últimos tiempos, hemos podido asistir a manifestaciones de crueldad por parte de dirigentes políticos o militares que no dan ningún valor a la vida al arrasar pueblos y ciudades donde viven personas absolutamente ajenas al conflicto que esos dirigentes han provocado.
Si observamos la forma en que tratamos a los animales, desde la matanza de cachorros de foca para arrancarles la piel igual que a otras muchas especies animales que tienen la desgracia de tener un pelaje deseado por los humanos para vestirse como lo hacían nuestros antepasados neanderthales, hasta las corridas de toros o las masacres a ballenas y delfines, podemos darnos cuenta de que no hemos avanzado nada desde que comenzamos nuestra andadura como seres humanos allá en el paleolítico.
Hemos cambiado la cachiporra por los misiles o las bombas atómicas, pero el objetivo es el mismo: eliminar a los demás seres humanos e incluso a todo ser viviente con la excusa de la necesidad de alimentarse, sin tener en cuenta que comer a otros animales no es realmente una necesidad imperiosa, cuando la Naturaleza nos provee del alimento necesario en forma de miles de especies vegetales que nos aportan todo lo necesario para sobrevivir.
Por otra parte, quemar un monte es una crueldad que debería ser castigada con pena de prisión y económica al mismo nivel que el daño causado; matar delfines a mansalva lejos de ser una forma de obtener alimento, constituye una agresión injustificable a animales muy cercanos en evolución a los propios seres humanos. Se podría argumentar que esas muertes no son causadas con crueldad, pero eso es absolutamente falso, porque cualquier ser humano debe sentir interiormente que matar animales indefensos es una cruel aberración.
En cuanto a la caza deportiva donde se acaba con todo lo que se mueve en el monte, sin que la necesidad de comer esté justificándolo, no deja de ser una práctica no exenta de crueldad, porque el placer de matar a un conejo o a un ciervo que no te hecho nada y que, probablemente, solo se justifica por el mero placer de matar demostrando que tienes buena puntería, no deja de ser un impulso atávico que no dice nada bueno de quien lo practica. Y no digamos nada de quienes matan elefantes o leones para que les fotografíen junto a su pieza…
Ante el hecho de que la crueldad forma parte de nuestra humanidad, nos cueste o no reconocerlo, creo que, afortunadamente, la conciencia va abriéndose paso poco a poco en las nuevas generaciones y esperemos que la crueldad deje paso a la compasión, a la coherencia, al amor a la vida, en definitiva. Es una esperanza sencillamente de que podemos tener futuro como especie, que la depredación de que hacemos gala deje paso al cuidado del planeta que nos alberga, porque de lo contrario no tendremos futuro.