El eclipse de la confianza

Un grupo de primates yacía tomando el sol, tranquilos y despreocupados bajo las palmeras cercanas al mar… ellos tenían alimento de sobra en la selva de la isla.
 
Todos los animales que vivían en el fondo o en la orilla del mar se paseaban o nadaban sosegadamente: el cangrejo caminaba con su gracioso avance hacia atrás, la estrella de mar coqueteaba con la orilla, las almejas se propulsaban alegres enterrándose bajo la arena, y los peces nadaban armoniosa y elegantemente por doquier.
 
Una mañana soleada y tranquila se produjo un fenómeno extraño, el sol fue apagando su luz, ocultándose poco a poco hasta quedar totalmente tapado por la Luna, era un eclipse de esos que ocurren muy pocas veces en la vida.
 
Todo empezó a oscurecer, la playa se vislumbraba como si hubiera caído sobre ella un tupido velo gris-oscuro. Parecía una noche extraña, los animales no sabían lo que estaba pasando, se sentían atónitos y desorientados, ya que hacía tan solo un instante en el que brillaba la luz del Sol, y de repente esa luz se estaba apagando.
 
Los seres vivos que formaban parte de esa playa sabían instintivamente que ese hecho no era normal, que se salía de lo habitual. Mientras tanto, en uno de los lugares más privilegiados visualmente de la zona, uno de los primates miraba con curiosidad el asombroso fenómeno astronómico, observando como a cada instante, paso a paso, una sombra desconocida iba recortando la figura del majestuoso Sol hasta taparlo casi por completo.
 
En su observación, el astuto primate empezó a darse cuenta de un detalle primordial, tras la total desaparición del Sol percibió, como en la danza armoniosa que ambos astros mantenían, se empezaba a producir un leve cambio, similar al que se produce en las nubes cuando son arrastradas por el viento. Entonces, se dio en él, en ese instante, un momento de lucidez… miró a su alrededor, la playa… los animales… la profundidad del mar… la majestuosidad de la exuberante selva…

Y, en esa profunda abstracción, el primate empezó a sentir que esa oscuridad pasaría, al igual que las nubes pasajeras por el cielo… y no tuvo miedo, algo dentro de él se sintió conectado a ese hecho evidente, y CONFIÓ…
 
Esa confianza se empezó a expandir desde el interior de su pecho hacía todas las cosas que le rodeaban y, efectivamente el eclipse pasó y al cabo de un tiempo dió paso a un nuevo Sol.
 
En ese instante de lucidez, una voz que procedía del interior del primate susurró:
 
“En la medida en la que confiamos en los procesos de la vida, podemos irradiar esa confianza en nuestro entorno”.
 
Esa información quedó por siempre impresa en su corazón y en su mente, y la recordó a lo largo de su vida, cuando tuvo que enfrentarse a momentos de cambio e incertidumbre.