Hace años, lo que hoy es la nación de Burkina Fasso, era llamada ALTO VOLTA. Y a los niños en las escuelas para mejorar su memoria, les mandaban repetir el nombre de su antigua capital: OUAGADOUGOU (en francés, Uagadugú).
La memoria explícita nos permite compartir viejas historias con amigos y sobrevivir cada día. Sus contenidos se recrean cada vez que algo suscita su presencia.
En nuestro cerebro, el proceso activa un circuito de neuronas que se conectan entre sí para intercambiar impulsos eléctricos y sustancias químicas, e incluso modificar la forma de sus estribaciones mientras se estiran unas hacia otras.
Pero los recuerdos, antes de formar parte de nuestro bagaje vital, han de GRABARSE.
“La adquisición de la memoria episódica a CORTO PLAZO reside en nuestro lóbulo temporal, concretamente en el hipocampo y el giro dentado, que forma parte de éste”.
A veces se crean o se forman nuevas neuronas en el hipocampo, haciendo posible la creación de nuevos recuerdos. Se conectan a otras neuronas previamente existentes y establecen uniones (sinapsis) con ellas. Pero sólo lo consigue una minoría.
Son este giro dental del hipocampo y en el bulbo olfatorio, las dos zonas –dicen- cerebrales más activas en formar (“neurogénesis”) nuevas neuronas durante toda la vida. Desde aquí éstas se integran en las redes neuronales y contribuyen a la adquisición de nuevos conocimientos, ideas y recuerdos, es decir, de la memoria a corto plazo.
Para que se mantenga a LARGO PLAZO, “se cree que se realiza a través de una conexión del hipocampo con la corteza del lóbulo frontal”.
Pico de reminiscencia
En la época comprendida entre los 15 y 35 años de edad, conocida como “pico de reminiscencia”, se mantienen disponibles los recuerdos con mayor frescura y en abundancia que los de cualquier otra época. Probablemente porque corresponden a hitos decisivos de la biografía, como la orientación profesional, la forja de amistades, la elección de pareja y la paternidad.
También se engarzan a fuego en nuestro diario mental los “momentos estelares o destellos de memoria”, dotados generalmente de una gran carga emocional: la muerte de un familiar o un amigo, la primera visión del rostro de un hijo, un accidente, una alegría especial o inesperada, etc.
Curiosamente, las personas bilingües poseen mejores facultades tanto a la hora de rememorar como de prestar atención.
Los expertos coinciden que lo más difícil es memorizar un texto: por ejemplo, una poesía.
En el aprendizaje escolar, la mejor forma de adquirir conocimientos es relacionarlos con un contexto ya conocido. La pura repetición podría dejarse en todo caso para datos arbitrarios, como los nombres de ríos o montañas.
Existe una tendencia humana a olvidar las experiencias dolorosas o traumáticas. Cada cual se dará cuenta que recuerda mucho más lo hermoso de su vida que lo negativo.
En los casos de identificación de testigos en Estados Unidos, sin ser intencionados, se ha manifestado este aserto: la fragilidad de los recuerdos de testigos y víctimas (por el dolor),ha sido probada en numerosos estudios, y en las rondas de reconocimientos de supuestos culpables, se condenaron a más de 206 inocentes.
Algunos efectos de mirar al pasado como la nostalgia, a veces, se manifiestan como beneficios: suelen surgir en situaciones de soledad o desánimo, y nos levantan la moral. Para lograrlo el cerebro “elige” recuerdos que sitúan al individuo nostálgico en el papel protagonista y desarrollan historias que a menudo empiezan mal y terminan bien, con la participación estelar de personas con alguna implicación emocional con el intérprete principal. Como consecuencia, se refuerza la confianza en que las cosas mejoran y nos sentimos más integrados socialmente.
Los problemas de mala memoria se empiezan a dar sobre todo, en la denominada “mediana edad” y entre los adultos mayores (a partir de los 45/50 años disminuye la capacidad memorística) y los deterioros más penosos (enfermedades), se suelen producir a partir de los 60/70 años.
La memoria explícita nos permite compartir viejas historias con amigos y sobrevivir cada día. Sus contenidos se recrean cada vez que algo suscita su presencia.
En nuestro cerebro, el proceso activa un circuito de neuronas que se conectan entre sí para intercambiar impulsos eléctricos y sustancias químicas, e incluso modificar la forma de sus estribaciones mientras se estiran unas hacia otras.
Pero los recuerdos, antes de formar parte de nuestro bagaje vital, han de GRABARSE.
“La adquisición de la memoria episódica a CORTO PLAZO reside en nuestro lóbulo temporal, concretamente en el hipocampo y el giro dentado, que forma parte de éste”.
A veces se crean o se forman nuevas neuronas en el hipocampo, haciendo posible la creación de nuevos recuerdos. Se conectan a otras neuronas previamente existentes y establecen uniones (sinapsis) con ellas. Pero sólo lo consigue una minoría.
Son este giro dental del hipocampo y en el bulbo olfatorio, las dos zonas –dicen- cerebrales más activas en formar (“neurogénesis”) nuevas neuronas durante toda la vida. Desde aquí éstas se integran en las redes neuronales y contribuyen a la adquisición de nuevos conocimientos, ideas y recuerdos, es decir, de la memoria a corto plazo.
Para que se mantenga a LARGO PLAZO, “se cree que se realiza a través de una conexión del hipocampo con la corteza del lóbulo frontal”.
Pico de reminiscencia
En la época comprendida entre los 15 y 35 años de edad, conocida como “pico de reminiscencia”, se mantienen disponibles los recuerdos con mayor frescura y en abundancia que los de cualquier otra época. Probablemente porque corresponden a hitos decisivos de la biografía, como la orientación profesional, la forja de amistades, la elección de pareja y la paternidad.
También se engarzan a fuego en nuestro diario mental los “momentos estelares o destellos de memoria”, dotados generalmente de una gran carga emocional: la muerte de un familiar o un amigo, la primera visión del rostro de un hijo, un accidente, una alegría especial o inesperada, etc.
Curiosamente, las personas bilingües poseen mejores facultades tanto a la hora de rememorar como de prestar atención.
Los expertos coinciden que lo más difícil es memorizar un texto: por ejemplo, una poesía.
En el aprendizaje escolar, la mejor forma de adquirir conocimientos es relacionarlos con un contexto ya conocido. La pura repetición podría dejarse en todo caso para datos arbitrarios, como los nombres de ríos o montañas.
Existe una tendencia humana a olvidar las experiencias dolorosas o traumáticas. Cada cual se dará cuenta que recuerda mucho más lo hermoso de su vida que lo negativo.
En los casos de identificación de testigos en Estados Unidos, sin ser intencionados, se ha manifestado este aserto: la fragilidad de los recuerdos de testigos y víctimas (por el dolor),ha sido probada en numerosos estudios, y en las rondas de reconocimientos de supuestos culpables, se condenaron a más de 206 inocentes.
Algunos efectos de mirar al pasado como la nostalgia, a veces, se manifiestan como beneficios: suelen surgir en situaciones de soledad o desánimo, y nos levantan la moral. Para lograrlo el cerebro “elige” recuerdos que sitúan al individuo nostálgico en el papel protagonista y desarrollan historias que a menudo empiezan mal y terminan bien, con la participación estelar de personas con alguna implicación emocional con el intérprete principal. Como consecuencia, se refuerza la confianza en que las cosas mejoran y nos sentimos más integrados socialmente.
Los problemas de mala memoria se empiezan a dar sobre todo, en la denominada “mediana edad” y entre los adultos mayores (a partir de los 45/50 años disminuye la capacidad memorística) y los deterioros más penosos (enfermedades), se suelen producir a partir de los 60/70 años.
Cosas prácticas que podemos hacer para mantener la memoria sana o potenciarla:
- Dormir bien es indispensable para que algo que se ha registrado pase a la memoria a largo plazo.
- Los adultos mayores (reticentes a darse paseos), la mejoría se aprecia con 40 minutos de caminata tres o cuatro veces por semana. Además de este modo el cerebro se oxigena mucho más, algo muy importante.
- Ejercicios específicos (en libros especiales para mayores y menos jóvenes) que mejoran/potencian la memoria a corto y largo plazo. De estos hay muchos.
- Un ejemplo práctico: recordar la LISTA DE LA COMPRA, con ayuda de técnicas mnemotécnicas.
- Situar la acción en un entorno más o menos familiar. Si tienes que comprar leche, aceitunas, zumo, magdalenas, huevos, uvas, champú, papel higiénico y natillas, ELABORAS UNA HISTORIA RARA QUE TE SEA DIFÍCIL DE OLVIDAR:
“Caminas con Einstein en la luna. (el despeinado cabello del sabio te recordará que debes comprar champú). De pronto se aparece María Magdalena –junto a un olivar- ordeñando una vaca que da zumo en vez de leche. (Ya has recordado el champú, las magdalenas, el zumo, la leche y las aceitunas)-Para alegría tuya y de Einstein, cerca de un cráter con forma de tazón te cruzas con Claudia Schiffer bañándose en natillas. Cuando sale, él la seca con papel higiénico y , en ese momento, cuando te preguntas que sucederá después Einstein te dice: “¡Hombre, lo tienes a huevo!”: (terminas de recordar lo que te falta: natillas, papel higiénico y huevos). En fin si se practica poco puede parecer difícil, pero es cuestión sobre todo de voluntad. Se trata de buscar relaciones cercanas o inventadas de lo que no queremos olvidar.
ESCRIBIR LO QUE SE VA A COMPRAR e intentar memorizarlo, también es un buen ejercicio. En el mejor de los casos, estando en la tienda o en el supermercado, revisar si se ha comprado todo – de memoria-, y como último recurso sacar la “chuleta” del bolsillo para no dejarse nada.
- Los modernos psicólogos y especialistas aconsejan utilizar el sistema PAO: Persona, Acción y Objeto. Existe un sistema para convertirse en un campeón de la memoria, que obliga a entrenarse al menos una hora al día, seis días a la semana. Se puede empezar con un libro en latín, breve y anónimo, Rhetorica ad Herennium (traducido), escrito entre los años 86 y 82 a.C. Se trata de un único documento completo sobre las técnicas para mejorar la memoria, inventadas por Simónides de Ceos. Una de las ideas que propone este libro, aún utilizadas por los campeones de la memoria, es crear en la mente propia un espacio que sea muy conocido. No es necesario que sea un edificio. Pueden ser las estaciones de tren que pasamos para llegar a la oficina o el último lugar al que hemos ido de vacaciones.
El genio moderno de la memoria se llama Joshua Foer, utiliza varias técnicas mnemotécnicas diferentes. Por ejemplo, dice que para recordar mil números nos bastan 160 imágenes. En todos los concursos que ha ganado se utiliza el cronómetro. Llegó a ser un verdadero campeón. Algo que no necesitan quiénes buscan simplemente mejorar su memoria.
- Hablando siempre de “adultos mayores” que es a quiénes más afecta, algunos ejercicios sociales como el teatro para mayores o de mediana edad, coros para cantar (también levantan el ánimo y alejan de la soledad) , juegos de naipes, damas, ajedrez, dominó , etc., pueden ser muy beneficiosos en este sentido.
- Algún consejo dietético/psicológico sería:
- Que no falte el fósforo en la dieta. El fósforo no sólo es el segundo mineral del hueso, sino el mineral fundamental del cerebro. Quizás mejor con un complejo completo de vitaminas B. Si no aportándolo como un suplemento, con periodos de descanso.
- Que la circulación del cerebro funcione bien. A veces ayuda la planta “Ginko Bilova”, en gotas o comprimidos. Aconsejarse de un naturópata o en una dietética, o de su médico de cabecera, que le recetará si lo necesita un producto de farmacia.
- Mantener el buen ánimo, pues así la circulación general y periférica se mantiene mucho más estable. Rodearse de amistades si la familia (hijos, nietos), está ocupada.
- Practicar hobbies –entretenimientos- que mantengan el cerebro ocupado sanamente (hay jubilados que llevan un huerto, que ayudan en asociaciones caritativas, etc.).
- No tomar sustancias perjudiciales:
- No tomar cocaína, cannabis, éxtasis, no fumar, no café o muy poco, no alcohol o muy poco (el vaso pequeño de vino en la comida –para el que lo hace-, máximo al día).
- Las situaciones de estrés también resultan perturbadoras, tanto para la elaboración de memorias como para su evocación (como dicen los mayores “despacito y buena letra”).