No cambiará todo si antes no hemos ido cambiando cada una de sus partes. Y ahí radica nuestra responsabilidad y nuestro poder. Tu poder. Haz que cambie tu mundo y después todo cambiará. Haz pequeños gestos, asume pequeños retos, desarrolla tus pequeños proyectos y comprueba lo que sucede. Y para ello el mejor consejo que nos han dado en los últimos años: abre tu corazón. Sólo eso. Y si quieres, cuéntanoslo. Hazlo a través del correo cglobal@revistaconcienciaglobal.com y nosotros lo compartiremos con todos, porque ya sabes, ya sabemos, que el compartir multiplica los efectos en vez de sumarlos. Así ha sido siempre.
Por si dudas de qué proyecto personal poner en marcha te proponemos otros dos más, elige el que (o los que) resuenen en ti y adelante:
Por si dudas de qué proyecto personal poner en marcha te proponemos otros dos más, elige el que (o los que) resuenen en ti y adelante:
30) Sintiendo gratitud, transformando tu vida
A todos nos ha pasado que, en ocasiones, nos hemos sentido desubicados, faltos de motivación, cuestionándonos si lo que sucede en nuestra vida es todo lo que hay en ella, con una apatía que a veces llega a convertirse en un enfado sordo, o mirando con cierta envidia a otros que parecen vivir y sentir algo que a nosotros se nos escapa.
Existe una explicación para ese tipo de sentimientos, que en su momento abordaremos, pero hoy quiero compartir una de las mejores armas que podemos utilizar para hacer que todo eso se vaya difuminando. Me refiero al sentimiento de gratitud. Al agradecimiento. Pero claro, si no tenemos motivos para ello ¿cómo vamos a sentir ese agradecimiento? ¿Qué hago, lo pinto? Ummm… De acuerdo, ¿qué te parece si nos “movemos” hacia ese sentimiento? Para ello te propongo la siguiente práctica que ha funcionado hasta ahora de una forma arrolladora.
Vas a repasar cada noche mentalmente (o escribiéndolo si lo prefieres) para encontrar algo que te haya sucedido ese día por lo que dar las gracias a la Vida, al Universo, a Dios… Algo que haya sucedido, algo que hayas sentido, algo de lo que hayas sido testigo. No tienen que ser necesariamente “grandes” acontecimientos. Esa agradable sensación de sentir el viento en tu cara mientras andabas por la ciudad, aquel vaso de agua que llegó justo en el momento en que tu sed empezaba a desatarse, esa sonrisa que no esperabas y que te la dedicaron expresamente para ti, ese plato que tanto te gusta y que hoy pudiste disfrutar, recibir una llamada o un mensaje de ese amigo que está lejos, sentirte útil…
¿Sabes que va a ocurrir? Que vas a estar más atento/a a todo lo que pasa y todo lo que sientes durante del día para poder recordarlo bien, y eso hará que empieces a coleccionar momentos especiales que cada vez se harán más numerosos y más cálidos por el simple hecho de que con tu actitud los estás atrayendo. Alguien dijo que no se puede ser infeliz si uno/a está agradecido/a. Y ya que la vida son momentos… ¡venga!, ¡a coleccionar gratitud y momentos!
Existe una explicación para ese tipo de sentimientos, que en su momento abordaremos, pero hoy quiero compartir una de las mejores armas que podemos utilizar para hacer que todo eso se vaya difuminando. Me refiero al sentimiento de gratitud. Al agradecimiento. Pero claro, si no tenemos motivos para ello ¿cómo vamos a sentir ese agradecimiento? ¿Qué hago, lo pinto? Ummm… De acuerdo, ¿qué te parece si nos “movemos” hacia ese sentimiento? Para ello te propongo la siguiente práctica que ha funcionado hasta ahora de una forma arrolladora.
Vas a repasar cada noche mentalmente (o escribiéndolo si lo prefieres) para encontrar algo que te haya sucedido ese día por lo que dar las gracias a la Vida, al Universo, a Dios… Algo que haya sucedido, algo que hayas sentido, algo de lo que hayas sido testigo. No tienen que ser necesariamente “grandes” acontecimientos. Esa agradable sensación de sentir el viento en tu cara mientras andabas por la ciudad, aquel vaso de agua que llegó justo en el momento en que tu sed empezaba a desatarse, esa sonrisa que no esperabas y que te la dedicaron expresamente para ti, ese plato que tanto te gusta y que hoy pudiste disfrutar, recibir una llamada o un mensaje de ese amigo que está lejos, sentirte útil…
¿Sabes que va a ocurrir? Que vas a estar más atento/a a todo lo que pasa y todo lo que sientes durante del día para poder recordarlo bien, y eso hará que empieces a coleccionar momentos especiales que cada vez se harán más numerosos y más cálidos por el simple hecho de que con tu actitud los estás atrayendo. Alguien dijo que no se puede ser infeliz si uno/a está agradecido/a. Y ya que la vida son momentos… ¡venga!, ¡a coleccionar gratitud y momentos!
31) Cinco lecciones maravillosas que no vamos a olvidar
Que aprendamos por consciencia o por dolor es, y ha sido siempre, una elección que hemos tenido en nuestra mano. Por mucho que en ocasiones nos parezca que no disponemos de esa libertad para elegir. E incluida en esa posibilidad de evolucionar por consciencia, el aprender del ejemplo y de la experiencia de otros es una de las maravillosas herramientas que están a nuestro alcance. Siendo verdad que cada ser humano es distinto también lo es que tenemos una serie de rasgos, de características, de impulsos y sentimientos, que nos aúnan e identifican como un grupo homogéneo en aspiraciones, comportamientos y motivaciones comunes. Ese es el motivo por el están tan en boga esas nuevas disciplinas “transpersonales”. Te cuento todo esto porque hoy quiero que prestes atención a la que considero una de las más valiosas iniciativas que han aparecido por aquí en forma de herramientas. Si no la que más.
Me siento muy contento por poder reproducir aquí un estudio publicado hace algunos años por Bonnie Ware, una enfermera australiana que dedicó muchos años a acompañar a personas durante sus últimas semanas de vida. Ella comprobó cómo, en esos momentos especialmente trascendentes, los arrepentimientos de esas personas eran sorprendentemente similares con unas mínimas diferencias debido a esa diversidad que mencionamos antes. En su artículo “Regrets of the dying” (“Los lamentos de los que van a morir”) nos detalló, ordenados, los cinco mayores (más frecuentes) arrepentimientos que embargaban a esas personas, y que resultaron ser:
“Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo/a”, no la vida que otros esperaban de mí.
“Desearía no haber trabajado tan duro”. Este arrepentimiento se daba más frecuentemente entre personas de sexo masculino, pero a día de hoy es claro que ya se puede hacer extensivo a ambos sexos.
“Desearía haber tenido la valentía para expresar mis sentimientos”, una pequeña variante del lamento núm.1.
“Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos”, sobre todo con aquellas amistades verdaderamente importantes. Y dentro de este grupo también habría quien se arrepentía de no haber cuidado suficientemente a sus familias.
“Desearía haberme permitido ser más feliz”, un arrepentimiento muy común en todos aquellos que continuaron unas vidas en las que no eran felices en lugar de enfrentarse a sus miedos para cambiar de vida.
Gracias, gracias, gracias. Gracias, Bonnie Ware, por ese querer compartir tus descubrimientos trascendentales y poder alumbrar así el camino de otros.
Gracias Universo, por darnos la oportunidad de elegir siempre un modo accesible de entender y vivir la vida.
¿Qué todo esto no va para ti, que eso ya lo sabías y a ti no te van a asaltar esos arrepentimientos? Fenomenal, me alegro de que sea así, pero entonces…
¿por qué crees que estás leyendo hoy estas palabras?
Me siento muy contento por poder reproducir aquí un estudio publicado hace algunos años por Bonnie Ware, una enfermera australiana que dedicó muchos años a acompañar a personas durante sus últimas semanas de vida. Ella comprobó cómo, en esos momentos especialmente trascendentes, los arrepentimientos de esas personas eran sorprendentemente similares con unas mínimas diferencias debido a esa diversidad que mencionamos antes. En su artículo “Regrets of the dying” (“Los lamentos de los que van a morir”) nos detalló, ordenados, los cinco mayores (más frecuentes) arrepentimientos que embargaban a esas personas, y que resultaron ser:
“Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo/a”, no la vida que otros esperaban de mí.
“Desearía no haber trabajado tan duro”. Este arrepentimiento se daba más frecuentemente entre personas de sexo masculino, pero a día de hoy es claro que ya se puede hacer extensivo a ambos sexos.
“Desearía haber tenido la valentía para expresar mis sentimientos”, una pequeña variante del lamento núm.1.
“Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos”, sobre todo con aquellas amistades verdaderamente importantes. Y dentro de este grupo también habría quien se arrepentía de no haber cuidado suficientemente a sus familias.
“Desearía haberme permitido ser más feliz”, un arrepentimiento muy común en todos aquellos que continuaron unas vidas en las que no eran felices en lugar de enfrentarse a sus miedos para cambiar de vida.
Gracias, gracias, gracias. Gracias, Bonnie Ware, por ese querer compartir tus descubrimientos trascendentales y poder alumbrar así el camino de otros.
Gracias Universo, por darnos la oportunidad de elegir siempre un modo accesible de entender y vivir la vida.
¿Qué todo esto no va para ti, que eso ya lo sabías y a ti no te van a asaltar esos arrepentimientos? Fenomenal, me alegro de que sea así, pero entonces…
¿por qué crees que estás leyendo hoy estas palabras?