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Aire de Bach e Himno de la Alegría de Beethoven



Francisco Limonche Valverde (flimonche@coitt.es)

05/02/2016



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He seleccionado dos obras que me conmueven especialmente, BACH, Segundo Movimiento AIR, o Aire para cuerda en Sol, Suite para Orquesta Nº 3 en D mayor, concretamente la BWV 1068,  Colección del Milenio, Tesoros de la Música Barroca de Deutsche Grammophon y la sinfonía número 9 de BEETHOVEN en D menor, op 125, coral, movimiento IV, Allegro Assai (Ode to Joy) de la London Symphony Orchestra.
 

Aquí se puede escuchar una versión de AIR en Youtube:
 

https://www.youtube.com/watch?v=rrVDATvUitA
 

Esta es otra versión de la sinfonía número 9 obtenida también de Youtube:
 

https://www.youtube.com/watch?v=JQ28w_0TBgU
 

La primera de ellas tiene la particularidad de relajar el cuerpo y llevar a la mente a los ámbitos donde se asienta la esencia de la tranquilidad. El ritmo utilizado en esta versión de Aire es realmente preciso, 60 compases por minuto, que inducen al corazón a latir a 60 pulsos por minuto y al cerebro a producir ondas Alfa de 10 ciclos por segundo y beta de 15. 
 

De otra parte el ritmo repetido, redondo, acabado de cada nota invoca al cálido útero de la madre, donde el latido del corazón tranquiliza y alegra a la vez, siendo que a un tiempo los pensamientos se evaden perezosos a zonas vacías de tan magnifico sonido.
 

La segunda composición correspondiente a Beethoven conduce a la manifestación sublime de la alegría interna entendida como conquista del espíritu, donde la aspiración del ser se expresa en lo profundo del lenguaje en el que Dios manifiesta sus íntimos anhelos a través de compases maravillosos.
 

Comparar no obstante a los grandes y sus músicas es en sí un dilema cercano a lo existencial, ya sean estos Bach, Mozart, Beethoven o Vivaldi… Sin embargo la novena sinfonía resulta una pieza rotunda, tierna y de conexión con los cielos, que merece consideración aparte, tal vez por ser una de las músicas más universales y que une a más gentes de toda condición.
 

De otra parte de la fuerza y belleza de este himno u oda a la alegría señalar el hecho de que haya sido elegida como himno oficial de la Unión Europea y de la propia Europa. Compuesto en la última de un Beethoven sordo sólo cabe colegir que fuera dictado por los ángeles.
 

El poema alemán que acompaña a música y coro es también un acierto de delicadeza, belleza y aspiración humana. Escrito en 1785 por Friedrich von Schiller, expresa la visión idealista de dicho autor, compartida por Beethoven, del género humano como hermanos. 
 

Ref: Dr. Iván Seperiza Pascualli


O Freunde, nicht diese Töne!

Sondern laßt uns angenehmere anstimmen,

und freudenvollere.

Freude! Freude!


Traducción


¡Oh amigos, dejemos esos tonos!

¡Entonemos otros más agradables y más alegres!

Alegría, hermosa llama de los Dioses, hija del Eliseo.

Entramos, oh celeste deidad, en tu templo ebrios de tu fuego.

Tu hechizo funde de nuevo lo que los tiempos separaron.

Los hombres se vuelven hermanos allí por donde reposan tus suaves alas. 

Quien haya tenido la dicha de poder contar con un amigo, quien haya logrado conquistar a una mujer amada, que su júbilo se una al nuestro.

Aún aquel que pueda llamar suya siquiera a un alma sobre la tierra.

Más quien ni siquiera esto haya logrado, ¡que se aleje llorando de esta hermandad! 

Todos los seres beben de la alegría del seno abrasador de la naturaleza.

Los buenos como los malos, siguen su senda de rosas.

Ella nos da besos y vino y un fiel amigo hasta la muerte, al gusano le concedió la voluptuosidad, al querubín, la contemplación de Dios. 

Volad alegres como sus soles a través del inmenso espacio celestial, seguid, hermanos, vuestra órbita, alegres como héroes en pos de la victoria. 

¡Abrazaos millones de hermanos!

Que este beso envuelva al mundo entero!

Hermanos! Sobre la bóveda estrellada habita un Padre bondadoso!

¿Flaqueáis, millones de criaturas?

¿No intuyes, mundo, a tu Creador?

Búscalo a través de la bóveda celeste, ¡Su morada ha de estar más allá de las estrellas! 


La música es el arte de lo humano más cercano a la bóveda en la que habitan los dioses, espacio donde la combinación coherente de melodía, armonía y ritmo emanados desde las fuentes creadoras: verbo, vibración, luz y sonido hacen surgir la chispa primigenia del big bang. Esto establece el primer enlace acompasado que sincroniza al hombre con su naturaleza cósmica por medio del lenguaje del corazón, eco primero que acuna en las vicisitudes; de otra parte del ritmo de vida y de conexión corazón-cerebro devienen posteriormente el ordenamiento de los sonidos a través de los cuatro elementos principales: agua, viento, sol y tierra. Si en algún instante se produce, en almas adelantadas, la resonancia conjunta oído-mente-alma-espíritu, ya tan sólo es preciso dejarse mecer en el disfrute que señala el retorno al hogar. Por el contrario cuando el desorden desemboca en ruido no hay manera de entender el lenguaje y se encoraja el ánimo.
 

Escuchar a Beethoven o Bach y admirarse de que un ser humano porte en sí códigos de hermosura y de un dominio del lenguaje tal en el que sin duda se expresan ángeles y el mismo Dios, provoca sacudidas de aspiración a lo eterno.
 

Eterna es la música; con ella nacemos y con ella nos vamos, en cánticos de cuna o en bienvenidas en la otra orilla.
 

¿Pero de dónde surgen el orden y la geometría de la música? Probablemente del diseño original del cosmos y del fractal de la primera causa creadora, o tal vez sea de la música de las esferas o de la precisión de los números. ¿Cómo sino sería capaz el ser humano de captar y reproducir vibraciones tan precisas?.
 

La vida entendida sólo como supervivencia e incluso como experiencia de los sentidos no sería la misma sin la música. Probablemente nuestros antepasados más primitivos se deleitaran con el canto de las aves, el murmullo de los ríos o la percusión de los tambores; de otra manera la vida no podría culminar el orden perfecto de las cosas; es seguro por tanto que a los hombres se nos antoja desde siempre que la música contiene claves, probablemente alteradas en algún requiebro del tiempo por fuerzas oscuras que pretenden llevarnos a la babel del miedo intruso y represor.
 

Así la mente robotizada, que no el alma inmune a las bajas emociones impone el cambio en números y frecuencias para hacerlos en apariencia más fácilmente reproducibles, pretendiendo obviar que es el ritmo quien lleva a la casa del padre. Tal vez esta exclusión del fractal del orden en la música explique en algo el desbarajuste en el que andamos incursos.
 

La afinación pitagórica del barroco fue sustituida por otra más práctica a comienzos del siglo XX, sin tener en cuenta la perfección absoluta en la que se dibujan estrellas, cielos y el propio paraíso. ¿Cómo podrían percutir y sonar en nuestros oídos las maravillas de tales piezas con dicha afinación?
 

Pincelada última es mi agrado por la canción ligera y que quiero exponer como conclusión y testimonio de agradecimiento por lo hermoso.
 

Canciones ligeras que me gustan mucho y transportan a lo mejor del ánimo son entre otras:
 

  • Imagine, de John Lennon

  • Unchained Melody, the Righteous Brothers

  • Caravansary de kitaro


  •  

Españolas:
 

  • Himno a la alegría de Miguel Ríos

  • Mediterráneo de Joan Manuel Serrat

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