freeimages.com
Siendo veterinario fui llamado para atender a un perro de diez años de edad llamado Belker. Los dueños del perro: Ron, su esposa Lisa y su pequeño Shane, estaban muy apegados a Belker, y estaban esperando un milagro.
Examiné a Belker y descubrí que se estaba muriendo de cáncer. Dije a su familia que no podíamos hacer ya nada por el perro y me ofrecí para realizar el procedimiento de eutanasia en su casa. Hicimos los arreglos necesarios, Ron y Lisa dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane, observara el suceso. Ellos creyeron que Shane podría aprender algo de la experiencia.
Al día siguiente, sentí esa ya conocida y molesta sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez y yo me preguntaba si comprendía lo que estaba pasando.
En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente para ya no volver a despertar. El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos todos por un momento y salió como tema el porqué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos. Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: ”Yo sé porqué”.
Todos nos volvimos a mirarle. Lo que dijo nos maravilló. Nunca he escuchado una explicación mejor y cambió mi forma de ver la vida. Dijo: “La gente viene al mundo para aprender como querer a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿no?”. El niño continuó: “Bueno, como los perros ya saben como hacer eso no tienen por qué quedarse tanto tiempo como nosotros”.
Eso me hizo pensar que si un perro fuera mi maestro, aprendería cosas como:
· Cuando tus seres queridos lleguen a casa corre siempre a saludarles.
· Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
· Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis.
· Toma siestas.
· Estírate antes de levantarte.
· Corre, brinca y juega a diario.
· Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
· Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente.
· En días cálidos, túmbate de espaldas en la hierba.
· Cuando estés feliz, baila alrededor y mueve todo tu cuerpo.
· Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
· Sé leal.
· Nunca pretendas ser algo que no eres.
· Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
· Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente… hazle sentir que estás ahí.
Examiné a Belker y descubrí que se estaba muriendo de cáncer. Dije a su familia que no podíamos hacer ya nada por el perro y me ofrecí para realizar el procedimiento de eutanasia en su casa. Hicimos los arreglos necesarios, Ron y Lisa dijeron que sería buena idea que el niño de 6 años, Shane, observara el suceso. Ellos creyeron que Shane podría aprender algo de la experiencia.
Al día siguiente, sentí esa ya conocida y molesta sensación en mi garganta cuando Belker fue rodeado por la familia. Shane se veía tranquilo, acariciaba al perro por última vez y yo me preguntaba si comprendía lo que estaba pasando.
En unos cuantos minutos Belker se quedó dormido pacíficamente para ya no volver a despertar. El pequeño niño pareció aceptar la transición de Belker sin ninguna dificultad o confusión. Nos sentamos todos por un momento y salió como tema el porqué del lamentable hecho de que la vida de las mascotas sea más corta que la de los humanos. Shane, que había estado escuchando atentamente, dijo: ”Yo sé porqué”.
Todos nos volvimos a mirarle. Lo que dijo nos maravilló. Nunca he escuchado una explicación mejor y cambió mi forma de ver la vida. Dijo: “La gente viene al mundo para aprender como querer a los demás todo el tiempo y ser buenas personas, ¿no?”. El niño continuó: “Bueno, como los perros ya saben como hacer eso no tienen por qué quedarse tanto tiempo como nosotros”.
Eso me hizo pensar que si un perro fuera mi maestro, aprendería cosas como:
· Cuando tus seres queridos lleguen a casa corre siempre a saludarles.
· Nunca dejes pasar una oportunidad para ir a pasear.
· Deja que la experiencia del aire fresco y del viento en tu cara sea de puro éxtasis.
· Toma siestas.
· Estírate antes de levantarte.
· Corre, brinca y juega a diario.
· Mejora tu atención y deja que la gente te toque.
· Evita morder cuando un simple gruñido sería suficiente.
· En días cálidos, túmbate de espaldas en la hierba.
· Cuando estés feliz, baila alrededor y mueve todo tu cuerpo.
· Deléitate en la alegría simple de una larga caminata.
· Sé leal.
· Nunca pretendas ser algo que no eres.
· Si lo que quieres está enterrado, escarba hasta que lo encuentres.
· Cuando alguien tenga un mal día, quédate en silencio, siéntate cerca y suavemente… hazle sentir que estás ahí.