Como águila sin trabas ni ataduras
surcaste los espacios infinitos,
tratando de alcanzar lo inalcanzable,
haciendo realidad tus utopías.
Y los rayos del sol por lontananza,
en transparente y cálida aureola,
te enviaban su luz enternecidos
para tu alma bohemia.
Aleteando el aire jubiloso,
traspasaste las fronteras de la angustia,
en pugna contra el viento de la envidia.
Tempestades de duda y apatía,
quisieron refrenar tu excelso vuelo,
mas, tornaron tus fuerzas reprimidas
al recobrar el albedrío de nuevo.
¡Ganaste la carrera, amado mío!
Como delfín que avanza irreprimido,
surcaste las embravecidas olas
del mar de la injusticia y el olvido;
en procelosas aguas de tristeza,
con olas de dolor y de vacío,
donde tupidas redes de impotencia
quisieron poner a tu camino.
Cortaste tu atadura y ganaste al tiempo.
¡Qué locura!
Indómito corcel por los senderos
de obstáculos enhiestos a tu paso,
mas, con pisadas briosas y trote fiero,
venciste las barreras del fracaso,
con tu mirada firme y altanera,
conseguiste ganar esta carrera.
Te fuiste más allá de los caminos,
pasaste la frontera de lo humano,
con las crines ardiendo al rojo vivo,
como llamas de un fuego incontrolado,
sediento de caminos sin fronteras,
ni murallas cerrándose a tu paso
nadie pudo pararte en la frontera.
surcaste los espacios infinitos,
tratando de alcanzar lo inalcanzable,
haciendo realidad tus utopías.
Y los rayos del sol por lontananza,
en transparente y cálida aureola,
te enviaban su luz enternecidos
para tu alma bohemia.
Aleteando el aire jubiloso,
traspasaste las fronteras de la angustia,
en pugna contra el viento de la envidia.
Tempestades de duda y apatía,
quisieron refrenar tu excelso vuelo,
mas, tornaron tus fuerzas reprimidas
al recobrar el albedrío de nuevo.
¡Ganaste la carrera, amado mío!
Como delfín que avanza irreprimido,
surcaste las embravecidas olas
del mar de la injusticia y el olvido;
en procelosas aguas de tristeza,
con olas de dolor y de vacío,
donde tupidas redes de impotencia
quisieron poner a tu camino.
Cortaste tu atadura y ganaste al tiempo.
¡Qué locura!
Indómito corcel por los senderos
de obstáculos enhiestos a tu paso,
mas, con pisadas briosas y trote fiero,
venciste las barreras del fracaso,
con tu mirada firme y altanera,
conseguiste ganar esta carrera.
Te fuiste más allá de los caminos,
pasaste la frontera de lo humano,
con las crines ardiendo al rojo vivo,
como llamas de un fuego incontrolado,
sediento de caminos sin fronteras,
ni murallas cerrándose a tu paso
nadie pudo pararte en la frontera.