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Los Siete Caminantes y el Castillo de la Niebla



Estrella de los Deseos, Maestra de Excelencias, Águila de Salvación, Sonrisa Acogedora, Orientador de los Espacios, Buscador de Esencias y Ojos de Amanecer

31/07/2019



Hubo un tiempo, más allá del tiempo en que en la Comarca de Vallekaslandia, ubicada en algún lugar hacia el sur, en el Bosque del Camino del Corazón, existiera un castillo que otrora estuvo lleno de luz y resplandeciente y ahora se mostraba al mundo deteriorado y triste.
 
Siete caminantes, damas y caballeros, bien reconocidos en las leyendas por sus diversas y audaces hazañas, fueron convocados por las Fuerzas del Corazón al comienzo de la senda que se dirigía al castillo, con la intención de informarles de la situación y ofreciéndoles la misión de restablecer todos los espacios dañados del emblemático castillo y convertirlo, de nuevo, en un referente en la búsqueda de la Verdad del Corazón para aquellos caminantes que, en su recorrido por los itinerarios y rutas del Bosque, quisieran alojarse en él por un tiempo.
 
Sin pensarlo dos veces, los siete caminantes se pusieron al servicio de los Grandes Posaderos del Corazón y ofrecieron sus cualidades, a cuál más peculiar, para llevar a buen término aquella especial misión que se les encomendaba:
 
Maestra de Excelencias llevaría la energía de la comunicación y la sencillez y, con su entusiasmo, facilitaría el reconocimiento y realización de las “excelencias personales” de aquellos con quien se encontrase.
 
Estrella de los Deseos reconfortaría con su constancia y confianza en que, desde el cielo, siempre van a llegar las respuestas ante los enigmas que la vida presenta.
 
Buscador de Esencias aportaría el olor y el sabor a las relaciones y la capacidad de reencuentro con su Ser Esencial a cada buscador honesto y responsable.
 
Orientador de los Espacios ayudaría a encontrar el camino a aquellos que se pierden en el mundo emocional.
 
Ojos de Amanecer ofrecería los recursos para poder empezar siempre de nuevo ante los obstáculos y dificultades, con las que los asaltantes intentan enredar el camino al corazón.
 
Águila de Salvación mostraría siempre su disponibilidad para conseguir que todos los buscadores, surjan los inconvenientes que surjan, no se preocupen, sino que sólo se ocupen de lo que es esencial.
 
Sonrisa Acogedora transmitiría emanaciones de cariño y alegría a todos aquellos que lo necesitaran haciendo que, gracias a esos sentimientos, pudieran conseguir las metas más aparentemente inalcanzables.
 
Uniendo sus manos en un círculo energético sanador, entonaron el mantra OM y se nutrieron con las fuerzas del Cielo y de la Tierra, sellando su pacto y recordándose su lema que invocaron al unísono: “¡Qué todo cuanto haga, diga, sienta o piense tenga como guía a mi Corazón! E, inmediatamente, se pusieron en marcha por la senda que se dirigía al castillo.
 
Tras media jornada de marcha, hacia la puesta del sol, llegaron finalmente a su destino y montaron campamento un poco atrás del foso y pasadizo del castillo, en un pequeño claro cerca del bosque. Encendieron un fuego y compartieron, mientras cenaban, las experiencias vividas en la última ruta recorrida en el Camino, que les había puesto a prueba respecto a su capacidad de comunicación desde el lenguaje del Corazón; y cómo ahora se hallaban en una nueva etapa que les estaba planteando un nuevo reto: ser capaces de transmitir conocimiento, energía y emociones, desde el contacto con sus manos, a quienes llegaran a sus vidas. Charlaron animosamente, con desenfado, bromas y chascarrillos, tratando de desdramatizar la importante responsabilidad que se traían “entre manos”. Más tarde se fueron a descansar algunas horas y consiguieron un sueño reparador que les repuso de las energías que necesitaban. Aunque ellos no eran conscientes, esa noche fueron nutridos por un paquete energético adicional procedente del Consejo de Maestros del Corazón, que les facilitaría su cometido.
 
Al amanecer, después de un desayuno frugal, se desearon mutuamente suerte, abrieron sus mentes y corazones para ser buenos instrumentos del plan en el que estaban implicados, y avanzaron por el pasadizo de madera que atravesaba el foso del castillo, hasta llegar a sus puertas que parecían bien cerradas pero que, sin embargo, pudieron abrir con cierta facilidad haciendo acopio de sus fuerzas.
 
En aquel momento, cuando franqueaban el umbral, se quedaron sorprendidos y paralizados, pues una niebla densa y penetrante cubría todo el castillo, dificultando cualquier visión de lo que estaba ocurriendo allí.

Aquel vapor humeante y frío calaba hasta los huesos y les hacía sentir incómodos y, en pocos minutos, sucedió que se dieron cuenta de que, sin saber cómo, todos habían olvidado quiénes eran, de donde procedían, cuáles eran sus cualidades y por qué se encontraban en aquel lugar tan tenebroso e inquietante. Tan sólo estaba la intuición profunda de que se conocían y que una fuerza que no podían explicar les unía en un destino tan insondable como verdadero e importante.                                                         
 
Así que sintieron que lo único que podrían hacer era partir, cada uno, para encontrar sus propias respuestas y clarificar sus mentes y corazones, recorriendo aquel lugar y afrontando los retos que se presentaran, pactando que se volverían a encontrar en aquella entrada al cabo de tres días, pese a la incertidumbre respecto a lo que pudiera ocurrir allí dentro y su desorientación por lo que les acababa de suceder. Se despidieron y se dieron ánimos, poniéndose en marcha cada uno en una dirección diferente.
           
El caminante “Ojos de Amanecer” escuchó algunos ecos quejumbrosos que resonaban en el viento húmedo de aquel espacio y que parecían proceder del foso alrededor del castillo, así que decidió orientar sus pasos con firmeza hacia aquel lugar. Al poco se encontró con un elfo del bosque, sentado en una roca, jugueteando con una ranita, al que preguntó sobre las voces que había escuchado. El elfo hizo partícipe a Ojos de Amanecer, sobre que le habían llegado noticias de que algunos caminantes principiantes estaban atrapados, desde hacía un tiempo, en las aguas estancadas de la parte más profunda del foso, un lugar que algunos llamaban “estanque de las emociones densas” y era de allí de dónde podían proceder esos lamentos que susurraban en el viento. El caminante dio las gracias al elfo y le ofreció algunas viandas y piedras brillantes que guardaba en su macuto y por las que éste había mostrado interés, como recompensa por la información facilitada. Se despidió y, de inmediato, marchó raudo hacia esa dirección del foso, en la parte de atrás del castillo.
 
Su capacidad de escucha captó enseguida el origen de las turbulencias emocionales en que estaban atrapados el grupo de caminantes y, con gran maestría para construir cosas, creo unos puentes energéticos entre las mentes y los corazones de estas personas, de forma que pudieran dar luz sobre los “embrollos emocionales”, con forma de lianas submarinas, con los que los asaltantes que habitaban aquel estanque, sin que se dieran cuenta, les habían enredado y anclado en el fondo del foso. Ojos de Amanecer, de improviso, despertó una gran sensibilidad relacional y les hizo reconocer la fuerza y claridad con que su corazón les daba las respuestas que necesitaban. A través de una creatividad natural, propuso juegos y acertijos con los que ellos mismos encontraron claves para romper sus ataduras y salieron de nuevo a tierra firme, reforzados en la seguridad de su propio propósito.
 
Los caminantes, reconfortados, pudieron continuar el itinerario hasta la siguiente posada y se despidieron agradecidos, mientras Ojos de Amanecer recuperaba la consciencia, como si fuera una luz revelada ante lo que había hecho, de quién era realmente y de su habilidad para buscar nuevas formas en que poder empezar de nuevo ante las dificultades. Satisfecho por haber sido útil y, consciente de la misión que había emprendido junto a sus compañeros de viaje, al servicio del Camino del Corazón, decidió quedarse unos días más por aquellos alrededores, hasta agotar el plazo del reencuentro que habían pactado, por si algún caminante más precisara de sus servicios.
 
Se dio cuenta, entonces, de que de repente la niebla se había disipado de la zona del foso del castillo. Lucía un cielo radiante y las aguas del estanque se mostraban cristalinas y brillantes, emitiendo emociones y sonidos muy puros y reconfortantes. Estaba deseando poder volver con sus compañeros caminantes para compartir con ellos todo lo ocurrido en su aventura.                                 

La caminante “Sonrisa Acogedora” se adentró en el castillo. A lo lejos se oía el tañer de las espadas; se acercó y vio varios caballeros con sus armaduras, luchando entre ellos. Allí se encontraba un caballero con la armadura dorada, el más guapo y encantador que ella había visto nunca; él solo tuvo que decirle unas palabras románticas al oído y cayó rendida a sus pies, se enamoró y le abrió su corazón.
 
Él la sedujo con palabras de Amor y promesas de un futuro juntos, todo ello para que abandonara todo en lo que ella creía, pero descubrió el engaño, se sintió como la más tonta del universo por haber creído, se le quitaron hasta las ganas de vivir.
 
El problema es que no había querido hacer caso a las señales sutiles que le estaban indicando la trampa, pero la niebla embotaba su mente, ella estaba obsesionada, quería creer que podía enamorarse de nuevo.
 
Le costó mucho reponerse, pero volvió al Camino, gracias a su fuerza interior y a sus ganas de volver a disfrutar de la vida, de volver a enamorase sin engaños y sonreír al futuro, con esa sonrisa que le caracterizaba.
 
Empezó a ver que la niebla que había estado todo ese tiempo allí rodeándola desaparecía, a lo lejos vio que se acercaba Ojos de Amanecer sonriente hacia ella, se abrazaron y lloraron por la emoción del reencuentro, habían recordado que no estaban solos en el camino.
 
Los dos se fueron en busca de los demás caminantes que estaban atrapados en la oscuridad.
                                                       
El caminante “Orientador de los Espacios” se encontró con ellos y estuvieron compartiendo lo que había sucedido durante las últimas jornadas y lo que cada uno había sentido a raíz de los acontecimientos.
 
La caminante Sonrisa Acogedoraera la hija del señor del castillo y, por lo tanto, la heredera, o mejor dicho la princesa de la que dependía el próximo heredero del castillo -ya que en la edad media la mujer no podía heredar nada- y mediante su matrimonio se consagraría su cónyuge como señor del castillo.
 
El tañer de las espadas que oía Sonrisa Acogedoraera debido a los entrenamientos de los caballeros para demostrar ante la princesa y sus padres su valía para que fueran elegidos, esperando que se hiciera algún torneo para ganarlo y que el señor les entregara en matrimonio a su hija y así heredar el castillo y el poder en la región, esto hacía que los caballeros utilizaran argucias elaboradas desde su mente para conseguir sus propósitos como dorar las armaduras o utilizar la retórica para enamorar a la princesa, o utilizar plantas como la “Anabolizantia Bestialis” para hacer crecer sus músculos, o ponerse armaduras dos tallas más grandes.
 
Los caballeros, que también eran caminantes, al llegar la noche estaban cabizbajos y meditabundos compartiendo el fuego con el resto de los caminantes, incluida la princesa Sonrisa Acogedora, que de día tenía que aparecer ante sus padres vestida con tocados dignos de una princesa, pero que de noche salía del castillo de incógnito con otras ropas que no la hacían parecer princesa para que no la reconocieran.
 
En la reunión, en torno al fuego, expresaban su infelicidad por estar tratando de dar una apariencia ante los demás que no estaba acorde con lo que sentían de verdad desde el corazón, y la princesa también expresó lo mismo, pero sin desvelar su identidad.
 
Orientador de los Espacios intervino conversando con ellos acerca de los sentimientos que vienen desde el corazón y los pensamientos de la mente condicionados fundamentalmente con las expectativas impuestas por padres y educadores.
 
Tras las orientaciones del caminante en cuestión a caballeros y princesa, todos reflexionaron sobre su vida, sobre su esencia sobre lo que les gustaría hacer en la vida y fueron siendo conscientes de su vida, sus sentimientos y de su esencia.
 
Tras descansar, todos los caballeros abandonaron sus armaduras y siguieron el camino que les indicaba su corazón, incluso la princesa Sonrisa Acogedora no tuvo prisa por volver al castillo y se quedó hablando con uno de los caballeros despojado de su armadura y de sus pretensiones de heredar el castillo, pero hicieron muy buenas migas y vieron que tenían muchas cosas en común y mucho que compartir. La princesa sentía un amor hacia el caballero muy distinto al enamoramiento que sintió por aquel otro caballero con quien quedó rendida a sus pies. Ahora ella estaba a su altura: los dos se amaban a sí mismos y amaban a la otra persona de la misma manera.

La caminante “Águila de Salvación” se sentía perdida, pues se había dirigido hacia el Bosque del Camino del Corazón y así se lo comentó a otros compañeros de camino y, algunos de ellos, la dijeron palabras como: confianza, tranquilidad, calma, relajación…y ella comprendió que, si estaba nerviosa, tal vez, no podría salir del bosque y decidió coger las palabras de sus amigos y llevarlas a la práctica.
 
También entendió que siempre es mejor dejar que el Universo nos eche una mano y no preocuparse, solo ocuparse.
 
Se ocupó pues de buscar el camino que la llevaría fuera del bosque y así pudo ver que el Castillo estaba más cerca de lo que pensaba y sin dudarlo se dirigió hacia él con paso firme para llegar lo antes posible y disfrutar de las personas que allí estaban.
 
Y colorín colorado, Águila de Salvación pudo ir por el camino deseado disfrutando de cada paso que daba con alegría y buen humor.              

La caminante “Maestra de Excelencias” comenzó a caminar entre la niebla atenta a cualquier sonido o movimiento que pudiera producirse. A lo lejos observó que empezaba a divisarse la silueta de lo que parecía un torreón. Según se acercaba pudo escuchar algunas voces, pero no encontraba la forma de entrar. Tras observar detenidamente las paredes del edificio, se dio cuenta de que había una pequeña puerta, que se abrió simplemente al posar la mano de forma delicada sobre ella.
 
Los caminantes que estaban encerrados, al darse cuenta de que alguien había conseguido entrar se quedaron sorprendidos. Maestra de Excelencias se dio cuenta de que estaban muy asustados, ya que la niebla no les dejaba ver y el miedo anulaba sus capacidades. Usando su capacidad para la comunicación, logró transmitirles las palabras adecuadas que ayudaron a los caminantes a tranquilizar su mente y conectar con la energía del corazón. Poco a poco éstos fueron recuperando la confianza en sí mismos y el entusiasmo por seguir el Camino.
 
Maestra de Excelencias les despidió con un abrazo y observó cómo se alejaban, pues la luz de sus corazones había conseguido disipar la niebla.
 
Contenta y satisfecha, con la energía renovada, salió a reencontrarse con sus compañeros.
 
Observó que, un poco más adelante, estaban ya cuatro de ellos. Con gran entusiasmo se dirigió hacia el grupo dispuesta a comenzar otra nueva etapa de esta maravillosa andadura.
                                                           
¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? Se preguntaba otro caminante mientras vagaba por el bosque hasta que la belleza de una flor llamó su atención. Se acercó a ella y respiró su fragancia: era una rosa, la flor del corazón.
 
Su olor penetró hasta el fondo de su corazón, lo que hizo despertar su ser esencial, recordando que su nombre era “Buscador de Esencias”; que estaba en las inmediaciones de un castillo hechizado y que había venido con un grupo de caminantes amigos para restablecer la armonía de esa maravillosa tierra y que su don era poner el olor y sabor a todas sus relaciones.
 
Junto a esta flor había un campo plagado de rosas cubiertas con gotas de rocío. Fue recogiendo su esencia, sin cortar ninguna flor, y la introdujo en un recipiente en forma de varita mágica que llevaba en su alforja.
 
Se dirigió hacia el castillo donde recordó que había quedado con sus amigos.
 
En el camino observó cómo la gente deambulaba de un lado para otro como zombis, pareciendo como si hubieran perdido el rumbo.
 
Tomó su varita y fue tocando con ella el corazón de cada persona que se cruzaba en su camino, y éstas, poco a poco, fueron recuperando la consciencia de quiénes eran.
 
Cuando llegó a las puertas del castillo, observó que le seguía un ejército de individuos cuyo corazón había despertado.
 
También comprobó, con satisfacción, que el resto de sus compañeros llegaban con numerosas personas que parecían también haber despertado de un profundo sueño.
 
Era indudable que ya nadie los podría parar y que, entre todos, reconstruirían un gran castillo sin muros pues, como todos sabemos, éstos no son necesarios, ya que “las puertas del corazón son infranqueables para cualquier asaltante pernicioso”.

Después de despedirse de sus compañeros, con los que había quedado en reunirse días más tarde, “Estrella de los Deseos” se dedicó a dar tumbos de un lado para otro sin entender muy bien qué la pasaba; se sentía triste, con ira, resentida, etc., eran emociones desagradables que la hacían retornar años atrás.
 
Según deambulaba de un lado al otro del castillo se fue encontrando con compañeros en su misma situación, se fijó que todos, incluida ella, miraban hacia abajo como perdidos entre aquella niebla tan gris y espesa que allí se encontraba; pero había una pequeña diferencia: ella tenía la consciencia, que había ido adquiriendo poco a poco en el Camino del Corazón y sentía que algo no iba bien.
 
Como una de las características de Estrella de los Deseos era ser muy constante, no lo dudó ni un momento y, sin desvanecer, se fue abriendo camino hasta llegar al exterior del castillo.
 
Una vez que se encontraba en los jardines del mismo, su instinto la animó a dejar de mirar al suelo y atrás, para mirar al cielo y, cuando lo hizo, todo cambió: empezó a recordar quién era y qué hacia allí y, sobre todo, su trayectoria hasta llegar a aquel lugar.
 
Eran los asaltantes del Camino los que habían bloqueado aquel castillo con todos los caminantes dentro, incluyéndola a ella y a sus compañeros. Se preguntaba: ¿Qué tal les habrá ido a ellos?
 
Ya más repuesta y contenta, regresó al castillo para animar a todos los caminantes que allí quedaban, para que salieran con ella fuera. Muchos la seguían y otros se quedaban más rezagados por miedo, pero, al final, todos se reunieron en los jardines del castillo.
 
Estrella de los Deseos los animó a que nunca se dieran por vencidos, a que confiaran y fueran constantes y así, poco a poco, irían consiguiendo estar más en el Camino del Corazón y menos en la mente. También los animó a que, cuando se sintieran un poco bloqueados por algún asaltante, miraran al cielo y pensaran que los Hermanos Mayores les estaban ayudando.
 
Se despidió de todos ellos con abrazos de corazón a corazón y se fue en busca de sus compañeros.
 
Se sentía feliz y animada y estaba deseando encontrar a sus amigos.
 
No pasó mucho tiempo cuando los vio a lo lejos; ya estaban todos reunidos y sólo faltaba ella, aceleró el paso y finalmente llegó.
 
Todos se abrazaron contentos y, en ese momento, pudieron ver como la niebla que envolvía el castillo y sus alrededores se iba disipando y dejando paso a la luz y alegría que tiempo atrás había caracterizado aquel castillo de Vallekaslandia que, a partir de entonces, transformaría su apodo de “neblinoso” en otro más coherente con su nuevo estado: “el Castillo de la Luz del Corazón”, volviendo a ser referente para todos los caminantes, como antaño había sido.
  
Felices y tranquilos se sentaron en un círculo para contar sus historias, cómo cada uno había sido capaz de salir del letargo y cómo habían intentado ayudar a los otros caminantes.
 
Todos coincidieron en la importancia de las herramientas que habían ido consiguiendo a lo largo del camino y, sobre todo, de las llaves que ya tenían en su poder. Hablaron durante horas, emocionados por todo lo que habían vivido; rieron y lloraron… y así, poco a poco, fue cayendo la tarde… se hizo la noche y, como era oscura, Estrella de los Deseos con su magia hizo que un gran manto de estrellas apareciera en el firmamento. El grupo quedó sorprendido ante la gran belleza de la Vía Láctea y, acto seguido, reconocieron que esa magia sólo se podía producir cuando caminaban juntos.
 
Se miraron con complicidad y, nuevamente, se echaron a reír y uno de ellos dijo: ¡Qué bonita y mágica manera de terminar esta gran aventura!
 
Y colorín colorado este cuento…
… ¡De momento!...




              



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