¿Quién puede resistirse a un cuento? El relato relaja el cuerpo, el simple hecho de escuchar la palabra “cuento” nos predispone a un estado de apertura y atención, nos conecta con nuestros años más felices y alegres y esto facilita la receptividad mental necesaria para la comprensión del mensaje y la obtención de sabiduría.
¿Cómo leer los cuentos?
Hay tres modos de hacerlo:
¿Cómo leer los cuentos?
Hay tres modos de hacerlo:
- Leer un cuento una sola vez y pasar al siguiente. Este modo de leer sirve únicamente de entretenimiento.
- Leer un cuento dos veces, reflexionar sobre él y aplicarlo a la propia vida. Otra posibilidad es que se pueden practicar en grupos pequeños en los que cada miembro comparte con los demás las reflexiones que el cuento le ha suscitado.
- Volver a leer el cuento, después de haber reflexionado sobre él. Crear un silencio interior y dejar que el cuento le revele a uno su profundo significado interno. Un significado que va mucho más allá de las palabras y las reflexiones.
También se puede tener presente el cuento durante todo el día y dejar que su fragancia o su melodía le ronde a uno. Es preciso dejar hablar al corazón, no al cerebro.
Para mí las enseñanzas extraídas de la Sabiduría de los Cuentos son enormemente valiosas, porque hacen que me pare, reflexione y permanezcan conmigo durante el día, de esta manera focalizo mi mente en lo que quiero y es importante para mí y no le permito que divague y se entretenga en lo que no es necesario ni productivo.
El Cuento que quiero compartir está extraído del Libro de la Sabiduría de Ramiro A. Calle, el cuento va acompañado de un comentario, el cual no pretende ser sino un ejemplo del tipo de comentario que cada cual puede hacer, es más, sería inteligente que cada lector hiciera sus propios comentarios, sin conformarse con los que el cuento nos ofrece.
ALEJANDRO Y DIÓGENES
En su época Alejandro Magno era el hombre más poderoso de la Tierra. Sin embargo, no era una persona feliz y no lograba alcanzar paz interior. ¿Cómo era posible que nunca experimentase la serenidad? Era en cierto modo un hombre muy atormentado que ponía toda su energía en seguir conquistando el planeta.
Pero un día oyó hablar de un sabio, una especie de ermitaño, que vivía en un tonel y que, a pesar de no disponer de nada material, era un individuo llamativamente sereno e imperturbable. Alejandro decidió ir a verle. El sabio no era otro que Diógenes.
Prepotente, Alejandro se dirigió a él diciéndole:
Pero un día oyó hablar de un sabio, una especie de ermitaño, que vivía en un tonel y que, a pesar de no disponer de nada material, era un individuo llamativamente sereno e imperturbable. Alejandro decidió ir a verle. El sabio no era otro que Diógenes.
Prepotente, Alejandro se dirigió a él diciéndole:
- Amigo, soy el hombre más poderoso de la tierra. Dime ¿Qué puedo hacer por ti?
Diógenes respondió:
- De momento, apártate hacia un lado, porque me estás tapando la luz del sol.
Alejandro le dijo:
- Tienes fama de ser un hombre que goza de una gran paz interior, aunque, por lo que sé, sólo dispones de ese tonel.
- Y de mí mismo -aseveró el ermitaño- ¿Y en que puedo yo ayudarte a ti?
- Soy el hombre más poderoso de la Tierra -dijo Alejandro- pero no tengo paz interior. Tú has ganado celebridad por tu contagiosa quietud. ¿Puedes decirme cómo conseguirla?
El ermitaño respondió:
- El hombre más poderoso es el que se conquista a sí mismo. Quédate un tiempo conmigo, te enseñaré a meditar y te mostraré el camino hacia la paz interior.
- Ahora no puedo permanecer contigo, porque debo de seguir conquistando tierras lejanas. Pero te prometo que después de conquistar la India, volveré a tu lado y seguiré tus instrucciones para hallar el sosiego total.
Alejandro emprendió la campaña a la India. A su modo, era un buscador, porque en este país tuvo como maestro al yogui Jaina Kalana. Pero unas fiebres se apoderaron de él y le robaron la vida, sin haber hallado la paz interior.
COMENTARIO
La serenidad es un estado, puede llamársele paz interior, quietud, ecuanimidad; es un bálsamo tanto para el cuerpo como para la mente, posibilita un sentimiento curativo estable que nada tiene que ver con la exaltación ni la euforia. Un estado que, aunque se halla potencialmente en cada persona, conviene conquistarlo, porque son muchos los factores externos e internos de ansiedad, zozobra, inquietud, angustia que no permiten vivir la vida desde ese estado de quietud.
Cómo diría Santa Teresa de Jesús dirigiéndose a la mente como “la loca de la casa”, y es que, en este mundo de las prisas, nos resulta muy complicado tomar unos instantes para estar a solas con uno mismo e ir ejercitando ese estado, porque no puede haber verdadero disfrute de sentirse plenamente vivos si no somos capaces de encontrar verdadera paz y sosiego interior.
Todo ser humano anhela la serenidad, esa “nube” de embriagante quietud mental que nos conecta con lo más sagrado de nosotros mismos y nos abre a los demás y al Cosmos. Pero, por lo general, hacemos lo contrario, vivimos como si nunca hubiéramos de morir o como si siempre nos quedara tiempo para aplazar la conquista de la paz interior. Cuando hay paz interior, un rayo de sol es un goce maravilloso, y hasta en un tonel se siente uno mejor que en el palacio más suntuoso.
Cómo decía Novalis: “la vida hacia dentro es la más secreta, pero es también la más prometedora, para encontrar nuestro ángulo de quietud y disfrutar de su energía de serenidad”. O cómo podemos leer en el siempre sugerente poema de Kipling “tengamos la cabeza tranquila cuando todo alrededor es cabeza perdida”.
Cómo diría Santa Teresa de Jesús dirigiéndose a la mente como “la loca de la casa”, y es que, en este mundo de las prisas, nos resulta muy complicado tomar unos instantes para estar a solas con uno mismo e ir ejercitando ese estado, porque no puede haber verdadero disfrute de sentirse plenamente vivos si no somos capaces de encontrar verdadera paz y sosiego interior.
Todo ser humano anhela la serenidad, esa “nube” de embriagante quietud mental que nos conecta con lo más sagrado de nosotros mismos y nos abre a los demás y al Cosmos. Pero, por lo general, hacemos lo contrario, vivimos como si nunca hubiéramos de morir o como si siempre nos quedara tiempo para aplazar la conquista de la paz interior. Cuando hay paz interior, un rayo de sol es un goce maravilloso, y hasta en un tonel se siente uno mejor que en el palacio más suntuoso.
Cómo decía Novalis: “la vida hacia dentro es la más secreta, pero es también la más prometedora, para encontrar nuestro ángulo de quietud y disfrutar de su energía de serenidad”. O cómo podemos leer en el siempre sugerente poema de Kipling “tengamos la cabeza tranquila cuando todo alrededor es cabeza perdida”.
¿PODEMOS CONSEGUIR LA SERENIDAD?
¿Podemos conseguir la serenidad?
La respuesta es: podemos. Simplemente porque es un estado inherente al ser humano, pero tan cierto como esto, es que tenemos que cultivarla y esto lo podemos hacer con unos pasos muy sencillos siempre y cuando seamos constantes en ello.
Lo primero es darse cuenta de que nuestra vida es estresante, pero con darse cuenta sólo no vale, hay que actuar para transformar.
Hay una frase en Un Curso de Milagros, que he podido comprender con los años y es: OBSERVA, ESPERA Y NO JUZGUES.
La respuesta es: podemos. Simplemente porque es un estado inherente al ser humano, pero tan cierto como esto, es que tenemos que cultivarla y esto lo podemos hacer con unos pasos muy sencillos siempre y cuando seamos constantes en ello.
Lo primero es darse cuenta de que nuestra vida es estresante, pero con darse cuenta sólo no vale, hay que actuar para transformar.
Hay una frase en Un Curso de Milagros, que he podido comprender con los años y es: OBSERVA, ESPERA Y NO JUZGUES.
- OBSERVA. Estar atento a todo lo que nos acontece. Volcar la atención en el aquí y ahora.
- ESPERA. No reacciones, no te precipites, tomate tiempo.
- NO JUZGUES. No interpretes lo que sucede, atente a los hechos.
Con la práctica de esta sencilla guía, nos libraremos de reaccionar activando ese cerebro de reptil del ataque y la defensa y responderemos con coherencia exentos de todo tipo de egoísmo.
También es importante tomar todos los días “un café” a solas con uno mismo, ese espacio sagrado que disponemos para nosotros y sólo para nosotros, puede ser a través de la meditación, de la reflexión, de salir a caminar por el parque, el campo o la playa, dependiendo del lugar en el que vivas, escribir nuestras sensaciones, sentimientos, leer libros que nos inspiren… esa soledad consentida nos nutre y alimenta.
Esta guía que os expongo es fruto de mi experiencia, pero cada cuál puede encontrar su propia guía, lo importante es practicar y ser constantes, sin esperar resultados, éstos vendrán por añadidura.
Y para despedirme os dejo una frase que es cómo mi bandera y que incluso la tengo puesta en mi perfil de Whatsapp:
“VIVIR SERENAMENTE ACTIVA Y ACTIVAMENTE SERENA"