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La memoria del dolor y su alquimia



Irene Goicolea

27/07/2018

La memoria del dolor está en cada una de nuestras células, nuestras emociones las acompañan, nuestros pensamientos las secundan.



Photo by Alex Boyd on Unsplash
Photo by Alex Boyd on Unsplash

Hace años estrené una metodología grupal para trabajar la sanación de las emociones. Emociones no gestionadas que bloquean la VIDA. Recuerdo cómo me hice impopularmente famosa por aplicar ésta atildada “terapia del dolor.  Inicié entonces un camino inexplorado tanto para mí como para las personas que me siguieron en la aventura. Hoy después de más de 17 años de recorrido estoy en condiciones de afirmar que mi experiencia y la de cientos de personas avalan finalmente esta teoría. Por supuesto, el dolor sigue siendo un concepto indeseable e invisibilizado en esta nuestra complaciente y embaucadora sociedad. Pero el juego ¡ya estaba inventado!
 
La memoria del dolor está en cada una de nuestras células, nuestras emociones las acompañan, nuestros pensamientos las secundan. ¡Cómo olvidar si son millones las células que contiene nuestro cuerpo! son maravillosos procesadores que conmutan nuestras experiencias de hoy con el pasado. Surgen como surtidores desde la pura inconsciencia. Nuestras células son receptores de todas las circunstancias que nos suceden ahora y nos vinculan al pasado.
 
El pasado lo traemos al presente de hoy por estos receptores celulares dónde está depositada la conciencia en su forma más primaria. Para que la conciencia pueda ser elevada hay que verla a través de la mente consciente: la supraconsciencia. Es imposible no tener conciencia, sin quererlo nuestras células la contienen. Es la aplicación de la supraconsciencia la que es capaz de sacar a la luz la consciencia en la célula y esto ¿para qué? sería la pregunta.
 
Si una célula está guardando una experiencia dolorosa, por ejemplo un golpe que recibió, ¿para qué sirve la conciencia? ella ya está ahí y ese hecho no lo tenemos que conquistar pero esa célula vive siempre con miedo a un nuevo golpe porque tiene conciencia de que puede ser dañada, por lo tanto siente y guarda la información para evitarlo o vive con el miedo de hacerlo o simplemente guarda la información, pero si la experiencia que guarda es negativa su forma de estar será también de alerta creando unas ondas negativas, por ejemplo, de defensa por una posible amenaza a ser dañada. Esto quiere decir que somos seres conscientes, lo queramos o no, porque cada una de nuestras células, aunque sean tan pequeñas, son capaces de guardar tanta información.
 
Por tanto, queremos tener más conciencia y ¿para qué? Para, simplemente, evitar el dolor o estar más preparados en nuestra defensa o para, realmente, aplicar nuestro supraconsciente y poner una nueva información en esa consciencia celular.
 
No nos engañemos, mientras que no hagamos ese cambio nuestras reacciones celulares serán las mismas. Cuando digo reacciones celulares es lo mismo que decir nuestro comportamiento consciente. Quiero hacer esa diferencia hoy porque esta palabra “conciencia” está siendo utilizada de una manera que se hace demasiado genérica y está confundiendo en su contenido. Repito, todo tiene conciencia y esa conciencia reacciona según la información que en ella esté contenida para cambiarlo.
 
Para esperar más cambios hay que trabajar en el supraconsciente, en un nivel superior. Esta es la razón por la que es tan importante mantenerse sobrio cuando nos observamos en nuestras reacciones, en nuestras expresiones, en todo lo que nos manifestamos.
 
Quiero decir con esto, que, para ir más allá, para realmente estar en un cambio evolutivo hay que estar en este lugar bien situados porque sino simplemente nos comportamos como actores y actrices de todas las reacciones que están archivadas en nuestras células, siguiéndolas inconscientemente en una reacción en cadena.
 
Solo es interesante observar un trabajo interno desde esta perspectiva para realmente poder cambiar las pautas que nos han sido instaladas por nuestras vidas y experiencias, por ejemplo ante una situación de miedo: imaginemos que somos incapaces de tomar un barco, somos conscientes que nada nos puede hacer que tomemos ese barco con gusto, aunque tengamos y queramos ir a una isla. Podemos optar por otros recursos como tomar un avión o decirnos a nosotros mismos que no queremos ir. Estamos evitando algo porque tenemos conciencia de peligro. En este caso podemos ver nuestro miedo fácilmente, pero realmente ¿para qué nos sirve saber que tenemos miedo? por la sensación que nos produce nuestro interior ¿qué estamos rechazando? Esto es algo tonto pero cada día nos vienen cantidad de situaciones que evitamos porque nuestra memoria está ahí guardada en cada célula, ellas son conscientes, pero ¿quién puede verlas? ¿dónde está? ¿quién es quien mira a la conciencia dormida? ¿puede ver lo que ocurre? solo mirando, desde el observador (la supraconciencia, el SER), podemos ver y dar un cambio hasta el punto de modificar la memoria. Una grabación se quita con otra grabación, no se quita con el miedo. En este caso la nueva grabación sería memoria genuina de la célula.
 
El miedo lo único que hace es reproducir esas copias para que esa información perdure y se mantenga. Y ¿a quién le sirve todo este proceso? No es al ego, acaso, qué fabricó inteligentemente todo este mecanismo. El ego tiene conciencia, no debemos olvidarlo, de sí mismo, solamente desde la supraconsciencia el ego no existe y es desde ahí dónde tenemos que mirar.
 
 Por tanto, debemos preguntarnos cómo ir a ese lugar y cómo podemos distinguir que no estamos en el ego, si una vez más quiere controlar. Desde mi experiencia, solo hay una forma: poner la atención en lo que el SER hace en lugar de lo que el ego dice. Pero ¿cuál es este lugar sino lo conocemos, si estamos siempre atrapados en las sensaciones y en los estímulos, encerrados en nuestros pensamientos? Hay una manera, una única manera: volver a mirarnos que nos miramos.
 
Este es un verdadero ejercicio. Si realmente creyéramos que nuestra vida pende de un hilo estaríamos atentos, muy atentos. Se trata de estar en el filo de la navaja, este es el único lugar. En el momento que se abren nuestros ojos por el mañana este tendría que ser el primer rezo para mantenernos en el lugar del observador.
 
Aquel que observa, eso es lo que eres. Los demás instantes no existen son réplicas sucesivas de reacciones en cadena que están contenidos en cada una de vuestras células y este es el arte que habita en el Ser, no hay mayor conexión que ser y estar en el observador. Solo desde ahí podemos modificar la conducta a la que estamos sometidos. La célula y su conciencia, que es lo mismo que decir su memoria. Ella se erigió por los dictados del ego en la cadena de vida y muerte, pero mucho antes que eso estaba el Ser que lo observó y permitió que se diera la separación. Así accedió a experimentarse en este experimento de la vida. Solo que ahora para dejar que este experimento concluya tenemos que volver a decidir que ya no necesitamos del experimento y lo que es falso ni existe ni es verdadero.
 
Dejemos entonces de producir de una manera colectiva, generalizada con lo que se considera la mente grupal para empezar a conectarnos realmente con la mente suprema.  Cada cual necesita saber lo que siente o con lo que se identifica o guarda. En todo el trabajo que he desarrollado ¿porqué? y ¿para qué? Todos somos productos y guardamos todo tipo de dolor en nuestro interior, pero estos dolores, que a menudo no se viven, no son sentimientos de puro dolor sino todo lo contrario, con escapadas, son prejuicios, que endurecen nuestras sensaciones hasta hacernos no sentir nada.
 
Si algo tiene realmente valor en este intento es porque podemos cambiar, dejar de huir, de evitarlo, de escaparnos, podemos llorar hasta lograr observar el punto dónde realmente está el cambio. Este es el momento de la gran encrucijada, es un momento muy importante porque tenéis que estar el tiempo suficiente. Todo el tiempo que necesitéis para manteneros en el observador y el observador sin hacer nada es el que realmente dará el cambio de información.
 
Cuando alguien atraviesa una dificultad en su memoria, las células que están despertando, las que reaccionan son aquellas que están guardando una memoria que hablan de unos limites, por eso reaccionan “no pases, no sigas por que sin…” “cuidado, mira que”. Esas células tienen conciencia, memoria, de que han sido dañadas cuando han querido mantenerse. En sus vidas recogen información de traición y de separación. Están despiertas para avisarte, pero aquí realmente el cambio está precisamente en observarlo, toda esta situación que quiebra tus piernas y observarla hasta que se de el cambio y como lo notarás, porque poniendo al observador irás poniendo otra información y retomando así la fuerza no solo para no caerte sino para avanzar sin miedo.
 
Este otro paso es realmente el más verdadero. Aquí es donde se aplica el progreso espiritual. Todo deja de importar de la manera que importaba cuando se tiene y se está en tal momento, esto es la conexión, en esto radica la ascensión, en ir borrando toda la memoria a través de vivirla ir codificando de nuevo, pero todo es fácil en el nuevo código. Traspasando el miedo a través de la consciencia aplicarás valor. Traspasando el dolor, el resentimiento a través de la consciencia: perdón, y traspasando nuestro egoísmo a través de la consciencia: amor.
 
Las leyes son repetidas, ya las sabemos y por desgracia no sirve de nada leerlas lo único que sirve es abrirnos a ser más humanos sino podemos ser más espirituales.
 
La calidad humana está decorada con grandes virtudes que a menudo olvidamos en esta persecución al ser que tanto nos alienta. Mi consejo es que todas las virtudes humanas salgan a la luz. El ser humano está dotado con grandes dones que han sido otorgados por los grandes dioses. Tenemos el honor como una gran virtud que va siempre unida a su compañera la lealtad y a su hijo la dignidad. La nobleza es su rango, la generosidad su hija, la hospitalidad su amigo y sus padres son el amor y la belleza. La belleza como femenino y el amor como masculino. Es el ser humano al que hay que ensalzar para que salga su divinidad.
 
Imaginemos un hombre totalmente envenenado por el odio, resentido por el dolor porque siempre es dolor lo que guarda un corazón amargado, lleva tanta información negativa que solo negatividad pueden expresar ¡Cuánta compasión despiertan estos seres cuando se les mira con amor! Entonces vamos a imaginar también un rayo de esperanza en ese corazón y a ese corazón siendo capaz de perdonar, dentro de su humanidad se muestra su divinidad. Es decir, cuando el ser humano perdona, el SER se muestra a través de él, cuando un hombre es santo, el Ser se muestra a través de él. Porque realmente el que perdona, el que no juzga es siempre el SER.




              

Tags : salud


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