Cualesquiera que sean vuestras dificultades y vuestras desgracias, no os mostréis sombríos ni afligidos, ¡intentad, por el contrario, encender todas las lámparas en vosotros! Sí, cuando peor estéis, más lámparas debéis encender en vuestro interior porque es el único modo de superar las pruebas y atraer la simpatía y la ayuda de los demás.
Creéis que vuestras desdichas pueden llegar al corazón de la gente y entonces las contáis, exagerándolas incluso, con la esperanza de despertar su compasión. Pues no, este no es un buen método. Por supuesto, vendrán a animaros, a aconsejaros, os manifestarán sus buenos deseos o sus condolencias, pero, en su fuero interno, encontrarán enseguida un pretexto para dejaros lo más rápidamente posible. Sí, desgraciada o afortunadamente, es así. Si queréis ahuyentar a la gente, habladles de vuestras desgracias, de vuestras enfermedades, de vuestras penas, veréis como nadie os escuchará por mucho tiempo.
Es la belleza, la luz, el amor, lo que atrae a los seres. Por lo tanto, cuando tengáis preocupaciones, en lugar de ir a contarlas por todas partes, buscad con el pensamiento, con la oración, las fuerzas que os permitirán superar vuestras dificultades. Se trata sencillamente de encender vuestras lámparas. Pensad que los demás están ellos mismos atrapados por todo tipo de problemas y tienen muchas dificultades por resolver, ¿por qué ir aún a sobrecargarles más con los vuestros? No pueden hacer nada. De esta forma no solamente perderéis vuestro tiempo contando inútilmente vuestros asuntos, sino que, además, os debilitaréis, e incluso os arriesgáis a perder la estima que os tiene la gente.
La mejor forma de resolver vuestros problemas, es entrar en vosotros mismos y uniros a todas las entidades luminosas del mundo espiritual que están ahí, dispuestas a ayudaros. Ellas os darán la fuerza, la luz y todo lo que necesitéis para resolver vuestros problemas. Y ello se reflejará benéficamente sobre los demás: notarán en vosotros algo distinto, verán que soportáis las dificultades, que resistís las pruebas sin quejaros, y entonces os admirarán y se acercarán a vosotros para tomaros como modelo. Incluso, si pueden, intentarán daros su ayuda y su apoyo.
Por el contrario, si os mostráis siempre abatidos, aplastados, débiles, no solamente no ganaréis la simpatía de los demás, sino que tampoco les ayudaréis.
Así pues, cualesquiera que sean vuestras preocupaciones, buscad la actitud, las palabras que puedan ayudar a todos aquellos con los que os encontréis. Con este esfuerzo de desinterés y de generosidad, veréis como llegáis a resolver vuestros problemas.
(EL DEBER de SER FELIZ)
Creéis que vuestras desdichas pueden llegar al corazón de la gente y entonces las contáis, exagerándolas incluso, con la esperanza de despertar su compasión. Pues no, este no es un buen método. Por supuesto, vendrán a animaros, a aconsejaros, os manifestarán sus buenos deseos o sus condolencias, pero, en su fuero interno, encontrarán enseguida un pretexto para dejaros lo más rápidamente posible. Sí, desgraciada o afortunadamente, es así. Si queréis ahuyentar a la gente, habladles de vuestras desgracias, de vuestras enfermedades, de vuestras penas, veréis como nadie os escuchará por mucho tiempo.
Es la belleza, la luz, el amor, lo que atrae a los seres. Por lo tanto, cuando tengáis preocupaciones, en lugar de ir a contarlas por todas partes, buscad con el pensamiento, con la oración, las fuerzas que os permitirán superar vuestras dificultades. Se trata sencillamente de encender vuestras lámparas. Pensad que los demás están ellos mismos atrapados por todo tipo de problemas y tienen muchas dificultades por resolver, ¿por qué ir aún a sobrecargarles más con los vuestros? No pueden hacer nada. De esta forma no solamente perderéis vuestro tiempo contando inútilmente vuestros asuntos, sino que, además, os debilitaréis, e incluso os arriesgáis a perder la estima que os tiene la gente.
La mejor forma de resolver vuestros problemas, es entrar en vosotros mismos y uniros a todas las entidades luminosas del mundo espiritual que están ahí, dispuestas a ayudaros. Ellas os darán la fuerza, la luz y todo lo que necesitéis para resolver vuestros problemas. Y ello se reflejará benéficamente sobre los demás: notarán en vosotros algo distinto, verán que soportáis las dificultades, que resistís las pruebas sin quejaros, y entonces os admirarán y se acercarán a vosotros para tomaros como modelo. Incluso, si pueden, intentarán daros su ayuda y su apoyo.
Por el contrario, si os mostráis siempre abatidos, aplastados, débiles, no solamente no ganaréis la simpatía de los demás, sino que tampoco les ayudaréis.
Así pues, cualesquiera que sean vuestras preocupaciones, buscad la actitud, las palabras que puedan ayudar a todos aquellos con los que os encontréis. Con este esfuerzo de desinterés y de generosidad, veréis como llegáis a resolver vuestros problemas.
(EL DEBER de SER FELIZ)