¡Despierta!



Isabel Alfaro

28/01/2021

Mucho se ha escrito desde que Bruce Lipton publicó su libro: “La Biología de la Creencia” sobre el efecto de los pensamientos, las emociones y las creencias en la evolución biológica del ser humano. Este biólogo rescataba un término importante en nuestros días: la epigenética para explicar que nuestro ADN no determina nuestro comportamiento celular, sino que son las proteínas -en función del entorno y de la interpretación que la persona hace de la realidad- las que afectan a nuestras células.



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Así pues, lo que pensamos acerca de lo que nos pasa es fundamental. La interpretación que nuestra mente hace de cada cosa que vivimos, la forma en que reaccionamos ante lo que sucede en nuestro entorno, las creencias que hemos ido almacenando en nuestra psique fruto de experiencias anteriores que se conservan en nuestra memoria y a veces en nuestro inconsciente, nos hacen tener determinados posicionamientos, actitudes y comportamientos que terminan finalmente afectando a nuestra salud.
 
Igualmente, las investigaciones han demostrado que en un ambiente tóxico las células enferman y mueren. Así pues, es conveniente cuidar el ambiente que nos rodea, ver si es saludable o no, si mantenemos el contacto con la naturaleza, si tomamos el sol, si la alimentación es la adecuada, si descansamos, si evitamos los ambientes insanos en cualquier aspecto, etc.
 
Eso nos lleva a prestar atención tanto a nuestro interior (lo que pensamos, creemos y sentimos), como a nuestro exterior (el entorno donde vivimos y todas las influencias que nos rodean).

Pensamientos para la reflexión

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Somos las únicas criaturas en la superficie de la Tierra capaces de transformar nuestra biología mediante lo que pensamos y sentimos.

Tus células están constantemente observando tus pensamientos y siendo modificadas por ellos.

Un ataque de depresión arrasa tu sistema inmunológico. Sin embargo, serenarte, mantener la calma, emitir confianza, generar amor y cualquier emoción o pensamiento positivo lo fortifica tremendamente.

La alegría, la coherencia y la actividad armoniosa te mantienen saludable y prolongan tu vida.

El recuerdo de una situación negativa o triste libera en ti las mismas hormonas y sustancias biológicas destructivas que el estrés.

Tus células están constantemente procesando todas tus experiencias y metabolizándolas de acuerdo con tus puntos de vista.

En tu cuerpo, la producción de neurotransmisores se altera, el nivel de hormonas varía, tu ciclo del sueño es interrumpido, la superficie externa de tus células se torna más viscosa y más propensa a formar grumos y hasta tus lágrimas contienen trazas químicas diferentes al de las lágrimas de alegría.

Todo este perfil bioquímico será drásticamente modificado cuando te sientes tranquilo, y hasta tu proceso de envejecimiento se neutralizará y ralentizará cada día.

Shakespeare no estaba siendo metafórico cuando a través de su personaje Próspero, dijo: “Nosotros estamos hechos de la misma materia que los sueños”.

¿Quieres saber cómo está tu cuerpo hoy? Entonces recuerda lo que pensaste y sentiste ayer.

¿Quieres saber cómo estará tu cuerpo mañana? Observa tus pensamientos y emociones hoy.

Al abrir tu corazón y tu mente evitarás que algún cirujano lo haga por ti.

La medicina está en ti y tú no la usas. La enfermedad viene de ti mismo y no te das cuenta.

Recuerda, no somos lo que creemos ser, sino lo que pensamos y sentimos sin saberlo.

¡Despierta!
 

Isabel Alfaro – Hatun Wasi Urubamba
Fuente: Arturo Betancur Arango






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