Foto de S. Tsuchiya en Unsplash
Si, vengo de un hogar deshecho, fue terrible, pero soy consciente de que lo escogí y lo diseñé al detalle antes de nacer, tenía que vivir esa experiencia, aprender el desamor en carne propia y modificarlo desde mi Ser de Luz para vivir con una nueva consciencia de ahí en adelante. Porque desde muy pequeña descubrí viajando hacia mi interior, que mi alma había generado en vidas anteriores lo que en ésta decidía reivindicar. No había ninguna lógica en que hubiera podido generar tanto sufrimiento en solo unos 7 años de vida, por tanto esas raíces estaban antes de esta vida. En mi mente, si el Padre permitía esta circunstancia es que estaba bien, yo aceptaba el dolor y se lo ofrecía, sabiendo que en algún punto del futuro ello me liberaría.
Mi madre dejó este plano físico a los 61 años, en 1993. Fue hermoso reconocer cómo el Padre, que es Infinito Amor, me escuchaba desde niña, porque yo sabía que iba a verla muerta, y se lo imploraba hasta que sentí que ya estaba concedido, que me lo hiciera vivir cuando menos me doliera... y reconocí que así fue. Sucedió cuando yo estaba en el quinto mes de embarazo de nuestro segundo hijo y con otro pequeño de 2 años de mi mano, cuando no podía focalizarme en mí, ni en mi dolor, sino en mis dos ángeles en la Tierra.
Mi relación con ella fue tremendamente traumática, insoportable, era el reinado del terror, mucha agresividad emocional y hasta física, mi vida era casi un encierro, me presionaba de tal forma que aprendí a encontrar mi verdadera libertad dentro de mí misma, abrí una puerta inviolable donde con el tiempo descubrí que podía viajar hacia mis vidas pasadas, allí fui encontrando y conectándome con mi Ser Inmortal. Lograba observar en la superficie del día a día mis reacciones exageradas a determinadas circunstancias externas y regresar a ese espacio donde fui deshaciendo los nudos energéticos para ir poco a poco soltando los bloqueos, lo que se volvió mi prioridad. Nada de esas maravillas hubieran sucedido si ella no hubiera sido así de cruel conmigo; es sólo después de nuestra mutua liberación que logré comprender que ella fue mi Gran Maestra.
Así, nuestras almas juntas lograron sanar completamente casi dos años después de que ella decidera partir, cuando la mía no podía parar de reclamarme, preguntándome una y otra vez en qué estado estaría la suya.
Mi esposo me impidió hacer el duelo porque para él llorar significa sufrimiento, para mí, en cambio, es liberación... Nació nuestro segundo pequeño y mientras lo lactaba volví a embarazarme, de tal manera que llevar a cabo el luto se volvió a postergar hasta bien entrada la siguiente lactancia, ya habían transcurrido unos 2 años desde la partida de mi madre.
Uno de esos días, abrí un ropero antiguo, un cajón y luego otro encima de este. Incrédula observé un papelito que subía del cajón de abajo, girándose en su trayecto y se colocaba en mis manos. Era una notita a mano de ella dirigida a mi esposo con algún encargo trivial. Supe, en ese instante, que ella estaba allí, que también quería acercarse a mí y eso me ofreció el momento para poder llorar y llorar hasta cansarme... ¡al fin!
Nunca me creí el cuento de que existe un infierno, pero necesitaba comprender el nuevo estado de un ser que aparentemente era tan destructivo, aprendí también a mirar desde una mayor perspectiva las circunstancias, pidiendo se me mostrara la verdad de ella en su totalidad.
Fue solo después de descorrer ese velo cuando me di cuenta de que, si yo no fui feliz con ella, ¡ella tampoco lo fue conmigo! Ahí pude comprenderlo, durante mi vida con ella siempre me había focalizado en mi propio dolor y no podía ver el de ella. Y porque realmente mi percepción de ella fue de un ser malvado, perverso, manipulador e injusto. Sin embargo, una sorpresa maravillosa me esperaba después de ese descubrimiento.
Estando en esa actitud de apertura, una noche empecé a sentir su presencia. Sentí una inmensa felicidad en mi interior, pero con toda calma me quedé observando y escuché su voz: "Hola hija, es verdad, estoy aquí", me dijo. Le respondí que estaba muy feliz de recibirla, que necesitaba mucho ese encuentro, que tenía saber cómo se encontraba ella.
Perpleja le escuché decir: "Tu preocupación no me deja vivir tranquila en el nuevo plano de existencia en el que he escogido vivir ahora".
Sentí claramente ese nexo, era la pura verdad.
Siguió: "Ese lazo todavía me mantiene atada a tu mundo, el que dejé cuando decidí que ya era suficiente. He venido hacia ti para invitarte a conocer mi mundo, porque tú puedes salir de tu cuerpo a voluntad, para que rompas esa preocupación y me dejes vivir en la Paz".
Yo estaba atónita, aunque increíblemente tranquila, y en verdad feliz por el encuentro, sin tener ni la más remota idea del regalo maravilloso que estaba a punto de recibir.
Hasta ese instante, solamente me comunicaba mentalmente con ella, y en cuanto acepté su invitación, sentí cómo se abrió la visión interna, la pude ver como nunca la vi mientras coexistimos en este mundo, parecía tener como unos 25 años, joven, bella, radiante, vital…
Yo estaba fascinada: "Estás bella y feliz, soy tan feliz de verte", le dije.
"Ven, quiero que conozcas mi mundo, observa todo lo que puedas porque este encuentro durará muy poco"... y me llevó hacia el interior de su casita, enclavada en la roca de una colina, cerca de un pueblito. Fuera era de noche, dentro de día, observé varias veces para asegurarme de ello. Me llamó la atención este cambio tan rápido y se lo pregunté ... me dijo que los que estaban afuera había creado para ellos mismos todavía la polaridad, por ello necesitaban aún el día y la noche, pero que ella ya había escogido la Luz Eterna para vivir...
Me hizo conocer su nueva realidad: su pequeña casita limpísima, perfecta, radiante y preciosa, una piscina con aguas purísimas y azulejos tipo español, de colores muy vibrantes; pasamos un arco y había otra piscina de similares características, ambas con AGUA VIVA... ¡qué espacio tan maravilloso!
Y siguió: "Tú y yo escogimos la vida que vivimos para sanar asuntos khármicos de vidas anteriores; recordarás mi rostro cuando mi cuerpo estaba en su ataúd".
Y ciertamente reviví el recuerdo de que ella tenía una sonrisa de completa satisfacción, que me hizo vivenciar en ese instante que la energía que había regresado a la Fuente se reinstalaba en mí en este plano, algo así como que nos fundimos álmicamente en ese instante; comprendí la unión tan poderosa de haberla escogido para venir a este precioso Plano de Existencia... todo en tal vez un solo segundo infinito. Esa experiencia me regaló una paz indefinible cuando estuve frente a su cuerpo sin vida.
Y a su vez, todo lo que me decía encajaba perfectamente con lo que sucedía en mi tercera dimensión: era cierto, ¡era todo maravillosamente real!
Me dijo: "Al estar tú todavía en forma humana, necesitas experimentar para comprender, por eso te invité a venir aquí. Pudiste sentir alivio al yo partir de tu mundo e ignorar el pasado. Sin embargo, deseaste intensamente resolver, eso permitió un permiso especial del Cielo para que así suceda y así es como se dio este encuentro. Aquella fue mi última encarnación y es también la tuya, (algo de mí que sé muy profundamente desde muy pequeña) era el último eslabón que quedaba por completar mi ciclo de encarnaciones. Ahora ya está todo vivido, todas nuestras cuentas saldadas y el acuerdo ha sido logrado, hemos roto los lazos que nos ataban de todas nuestras vidas, ya no tienes nada de qué preocuparte por mí. Soy libre de ti y eres libre de mi, tu Alma y la mía son libres la una de la otra, por toda la Eternidad".
Sentí un gozo sobrehumano en el fondo de mi Alma, ciertamente despejó mis dudas, mis temores y la confirmación de ese Maravilloso Regalo del universo era la Paz y Dulce Eternidad que sentía dentro de mí.
Y allí mismo estalló en Luz y sólo podía distinguir su sonrisa en medio de esa Luz.
La escuché decir, ya retornando hacia su nuevo plano de existencia: ¡YO TE AMO! y entre lágrimas y sollozos logré gritarle también: ¡YO TAMBIÉN A TI! En ese instante lo reconocí, nunca lo había percibido, por algún motivo nunca hubo un evento amoroso entre las dos cuando estábamos juntas en la tercera dimensión.
La dejé ir y me quedé en perfecta Paz, integrándome con ella en una nueva realidad.
Mi madre dejó este plano físico a los 61 años, en 1993. Fue hermoso reconocer cómo el Padre, que es Infinito Amor, me escuchaba desde niña, porque yo sabía que iba a verla muerta, y se lo imploraba hasta que sentí que ya estaba concedido, que me lo hiciera vivir cuando menos me doliera... y reconocí que así fue. Sucedió cuando yo estaba en el quinto mes de embarazo de nuestro segundo hijo y con otro pequeño de 2 años de mi mano, cuando no podía focalizarme en mí, ni en mi dolor, sino en mis dos ángeles en la Tierra.
Mi relación con ella fue tremendamente traumática, insoportable, era el reinado del terror, mucha agresividad emocional y hasta física, mi vida era casi un encierro, me presionaba de tal forma que aprendí a encontrar mi verdadera libertad dentro de mí misma, abrí una puerta inviolable donde con el tiempo descubrí que podía viajar hacia mis vidas pasadas, allí fui encontrando y conectándome con mi Ser Inmortal. Lograba observar en la superficie del día a día mis reacciones exageradas a determinadas circunstancias externas y regresar a ese espacio donde fui deshaciendo los nudos energéticos para ir poco a poco soltando los bloqueos, lo que se volvió mi prioridad. Nada de esas maravillas hubieran sucedido si ella no hubiera sido así de cruel conmigo; es sólo después de nuestra mutua liberación que logré comprender que ella fue mi Gran Maestra.
Así, nuestras almas juntas lograron sanar completamente casi dos años después de que ella decidera partir, cuando la mía no podía parar de reclamarme, preguntándome una y otra vez en qué estado estaría la suya.
Mi esposo me impidió hacer el duelo porque para él llorar significa sufrimiento, para mí, en cambio, es liberación... Nació nuestro segundo pequeño y mientras lo lactaba volví a embarazarme, de tal manera que llevar a cabo el luto se volvió a postergar hasta bien entrada la siguiente lactancia, ya habían transcurrido unos 2 años desde la partida de mi madre.
Uno de esos días, abrí un ropero antiguo, un cajón y luego otro encima de este. Incrédula observé un papelito que subía del cajón de abajo, girándose en su trayecto y se colocaba en mis manos. Era una notita a mano de ella dirigida a mi esposo con algún encargo trivial. Supe, en ese instante, que ella estaba allí, que también quería acercarse a mí y eso me ofreció el momento para poder llorar y llorar hasta cansarme... ¡al fin!
Nunca me creí el cuento de que existe un infierno, pero necesitaba comprender el nuevo estado de un ser que aparentemente era tan destructivo, aprendí también a mirar desde una mayor perspectiva las circunstancias, pidiendo se me mostrara la verdad de ella en su totalidad.
Fue solo después de descorrer ese velo cuando me di cuenta de que, si yo no fui feliz con ella, ¡ella tampoco lo fue conmigo! Ahí pude comprenderlo, durante mi vida con ella siempre me había focalizado en mi propio dolor y no podía ver el de ella. Y porque realmente mi percepción de ella fue de un ser malvado, perverso, manipulador e injusto. Sin embargo, una sorpresa maravillosa me esperaba después de ese descubrimiento.
Estando en esa actitud de apertura, una noche empecé a sentir su presencia. Sentí una inmensa felicidad en mi interior, pero con toda calma me quedé observando y escuché su voz: "Hola hija, es verdad, estoy aquí", me dijo. Le respondí que estaba muy feliz de recibirla, que necesitaba mucho ese encuentro, que tenía saber cómo se encontraba ella.
Perpleja le escuché decir: "Tu preocupación no me deja vivir tranquila en el nuevo plano de existencia en el que he escogido vivir ahora".
Sentí claramente ese nexo, era la pura verdad.
Siguió: "Ese lazo todavía me mantiene atada a tu mundo, el que dejé cuando decidí que ya era suficiente. He venido hacia ti para invitarte a conocer mi mundo, porque tú puedes salir de tu cuerpo a voluntad, para que rompas esa preocupación y me dejes vivir en la Paz".
Yo estaba atónita, aunque increíblemente tranquila, y en verdad feliz por el encuentro, sin tener ni la más remota idea del regalo maravilloso que estaba a punto de recibir.
Hasta ese instante, solamente me comunicaba mentalmente con ella, y en cuanto acepté su invitación, sentí cómo se abrió la visión interna, la pude ver como nunca la vi mientras coexistimos en este mundo, parecía tener como unos 25 años, joven, bella, radiante, vital…
Yo estaba fascinada: "Estás bella y feliz, soy tan feliz de verte", le dije.
"Ven, quiero que conozcas mi mundo, observa todo lo que puedas porque este encuentro durará muy poco"... y me llevó hacia el interior de su casita, enclavada en la roca de una colina, cerca de un pueblito. Fuera era de noche, dentro de día, observé varias veces para asegurarme de ello. Me llamó la atención este cambio tan rápido y se lo pregunté ... me dijo que los que estaban afuera había creado para ellos mismos todavía la polaridad, por ello necesitaban aún el día y la noche, pero que ella ya había escogido la Luz Eterna para vivir...
Me hizo conocer su nueva realidad: su pequeña casita limpísima, perfecta, radiante y preciosa, una piscina con aguas purísimas y azulejos tipo español, de colores muy vibrantes; pasamos un arco y había otra piscina de similares características, ambas con AGUA VIVA... ¡qué espacio tan maravilloso!
Y siguió: "Tú y yo escogimos la vida que vivimos para sanar asuntos khármicos de vidas anteriores; recordarás mi rostro cuando mi cuerpo estaba en su ataúd".
Y ciertamente reviví el recuerdo de que ella tenía una sonrisa de completa satisfacción, que me hizo vivenciar en ese instante que la energía que había regresado a la Fuente se reinstalaba en mí en este plano, algo así como que nos fundimos álmicamente en ese instante; comprendí la unión tan poderosa de haberla escogido para venir a este precioso Plano de Existencia... todo en tal vez un solo segundo infinito. Esa experiencia me regaló una paz indefinible cuando estuve frente a su cuerpo sin vida.
Y a su vez, todo lo que me decía encajaba perfectamente con lo que sucedía en mi tercera dimensión: era cierto, ¡era todo maravillosamente real!
Me dijo: "Al estar tú todavía en forma humana, necesitas experimentar para comprender, por eso te invité a venir aquí. Pudiste sentir alivio al yo partir de tu mundo e ignorar el pasado. Sin embargo, deseaste intensamente resolver, eso permitió un permiso especial del Cielo para que así suceda y así es como se dio este encuentro. Aquella fue mi última encarnación y es también la tuya, (algo de mí que sé muy profundamente desde muy pequeña) era el último eslabón que quedaba por completar mi ciclo de encarnaciones. Ahora ya está todo vivido, todas nuestras cuentas saldadas y el acuerdo ha sido logrado, hemos roto los lazos que nos ataban de todas nuestras vidas, ya no tienes nada de qué preocuparte por mí. Soy libre de ti y eres libre de mi, tu Alma y la mía son libres la una de la otra, por toda la Eternidad".
Sentí un gozo sobrehumano en el fondo de mi Alma, ciertamente despejó mis dudas, mis temores y la confirmación de ese Maravilloso Regalo del universo era la Paz y Dulce Eternidad que sentía dentro de mí.
Y allí mismo estalló en Luz y sólo podía distinguir su sonrisa en medio de esa Luz.
La escuché decir, ya retornando hacia su nuevo plano de existencia: ¡YO TE AMO! y entre lágrimas y sollozos logré gritarle también: ¡YO TAMBIÉN A TI! En ese instante lo reconocí, nunca lo había percibido, por algún motivo nunca hubo un evento amoroso entre las dos cuando estábamos juntas en la tercera dimensión.
La dejé ir y me quedé en perfecta Paz, integrándome con ella en una nueva realidad.