Una Nueva Educación frente a un sistema educativo inservible



Julio Ferreras

06/11/2019

Siempre hay un momento adecuado para reflexionar hacia dónde va y de dónde viene este sistema educativo implantado, desde hace siglos, en todo el mundo occidental (aunque de forma desigual en unos y otros países), y que se ha comprobado que está caduco y trasnochado, no sirve ya para la nueva humanidad naciente.



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Por eso, hablar de educación, es hablar de crisis, de una crisis profunda, de la cual la sociedad española, en su conjunto, está lejos de tener verdadera conciencia para encontrar una solución (salvo los propios alumnos, cada vez más conscientes de ello), y menos aún de parte de la mayoría de los gobernantes, que se caracterizan por no prestar la atención y la importancia que la educación exige, tanto debido a su ignorancia sobre el tema como a su falta de interés.

 

Comencemos diciendo que este sistema educativo, vigente aún en las aulas de nuestro país, proviene de la revolución industrial y del sistema capitalista, así como de la ciencia clásica mecanicista y materialista, con una visión depredadora y agresiva del planeta, y cuyo objetivo principal ha sido producir para consumir, cada vez más, con la promesa de un progreso ilimitado, actualmente fallido. Para ello, se crearon, por un lado, las fábricas de producción, y por otro, las escuelas de la modernidad para “uniformizar” a la sociedad, pero ambas con un objetivo común: crear obreros y servidores del sistema, tanto en la fábrica como en la escuela.


La uniformización de la sociedad

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El experto mundial en educación integral y holística, el mexicano Ramón Gallegos Nava, dice: Así como la fábrica se caracteriza por la producción en serie, donde todos los productos pasan por las mismas fases de construcción, igualmente los estudiantes pasan por procesos de aprendizaje iguales; así como los obreros tienen un horario igual, siguen el mismo manual y las mismas instrucciones, así también la educación mecanicista se ha desarrollado bajo los mismos criterios, todos los estudiantes reciben una instrucción estandarizada, organizados en grupos cerrados donde todos tienen que seguir el mismo libro y ser evaluados bajo los mismos criterios”.

 

Esto supone un desconocimiento de las características y necesidades del ser humano, y su total despersonalización, pues lo único que ha interesado son los profesionales manuales y los gerentes del sistema capitalista, no importa la educación para la persona, sino los fieles servidores del sistema. De ahí la marginación y el olvido del niño y del adolescente, de sus derechos y de su propia identidad personal. Solo interesa el adulto capaz de producir, al niño se le trata como un adulto pequeñito, ignorando la bella realidad de la niñez.

 

Esto ha sido denunciado por los más grandes educadores y pedagogos, a lo largo de la historia, desde Rousseau y Pestalozzi hasta R. Steiner, Montessori o Krishnamurti, entre otros. Y en actualidad, los más destacados expertos educativos (Richard Gerver, Ken Robinson, Mark Prensky, J. A. Marina, Gallegos Nava, etc.) coinciden, quizás por diferentes caminos, en la urgente necesidad de un cambio del sistema educativo vigente, totalmente inservible para el mundo actual, por una Nueva Educación.


Una nueva visión del mundo

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Ello exige una nueva visión del mundo, no como un lugar para depredar y competir, sino como una oportunidad para el compromiso y la colaboración; exige un cambio de un sistema educativo para el sistema económico y social imperantes, a una Nueva Educación para la persona y la vida humanas, de acuerdo al nuevo mundo que está surgiendo, a pesar de todos los males. Y exige, sobre todo, un cambio en la formación de los profesores y la aceptación del protagonismo que corresponde a los padres, dos piezas clave en todo sistema educativo, hoy olvidadas y marginadas en la sociedad española.

 

Así pues, tanto la revolución industrial y el sistema capitalista, como la ciencia clásica mecanicista y materialista, han fallado estrepitosamente, pues si han traído un bienestar y un progreso materiales (necesarios y deseables para la humanidad), ha sido esencialmente para las élites dominantes, el resto de la humanidad se reparte entre el llamado primer mundo, que disfruta de lo que esas élites consideran adecuado (y muy controlado), y el otro mundo que vive en la miseria y la pobreza extremas, y que está reclamando dramáticamente la parte que le corresponde en justicia.

 

A esto hay que añadir el gran deterioro de la naturaleza y del medio ambiente, los enfrentamientos y guerras entre pueblos, naciones, razas, religiones, etc. Todo ha sido fruto de la ceguera, la ambición y la avaricia de esas élites, que han generado una situación de injusticia y desigualdad social insostenibles. Para ello se han valido del control de la producción y de la escuela, ambas al servicio del sistema que gobierna el mundo.


Un mundo nuevo es posible

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¿Qué responsabilidad tienen, en ello, los propios ciudadanos? Una gran responsabilidad, pues este sistema de grave injusticia social se vendría abajo si no contara con tantos colaboradores, unos activos y conscientes, y otros -la mayoría- pasivos e inconscientes. ¿O es que esta sociedad no está aún preparada para implantar un nuevo sistema social, más justo y equitativo? Esto sería muy lamentable, pues es lo que desean las élites en el poder, que los ciudadanos crean que no hay otro mundo posible. Esa falta de fe y de esperanza sería la ruina y la destrucción como especie.

 

¿Existe realmente una solución? Grandes expertos del mundo de la ciencia y la educación creen que, frente al paradigma dominante desde el siglo XVII y fundado en la visión de un mundo mecánico, sin vida y sin alma, donde todo está separado y enfrentado, y que ha generado este sistema de injusticia y desigualdad sociales, la solución ha de venir de diversas disciplinas de la ciencia actual: la física cuántica, la neurociencia, la biología del ADN y de los campos morfogenéticos, la psicología transpersonal, la ecología, etc., que, en base a evidencias científicas recientes, conforman un nuevo paradigma científico y educativo, en el que dominan la visión integral y holística del mundo, y las ideas de la unidad de la naturaleza y la interrelación entre todas las cosas.

 

Ahí sustenta sus raíces la Nueva Educación integral y holística que, frente al método pedagógico de la clase magistral del actual sistema educativo, emplea el método del juego y del canto, para el niño, y el método socrático (del diálogo, preguntas y respuestas), para el adolescente. Estas ciencias y la Nueva Educación hablan de que un mundo nuevo es posible; todavía hay esperanza.







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