Foto de Hannah Busing en Unsplash
Cada día se demuestra la importancia que tiene en cualquier empresa o grupo humano la participación activa de todas las personas que lo componen. La repercusión de las actitudes, la motivación, los valores, etc. están suficientemente probados. Sin embargo, hay que cuidar que la automatización de muchas tareas o funciones no invaliden el factor humano, sino que lo pongan más de manifiesto.
Cuento: el carpintero y sus herramientas
Cuentan que en una carpintería hubo una extraña asamblea, fue una reunión donde las herramientas discutieron sus diferencias.
El martillo exigía la presidencia, pero el resto le exigía su renuncia; la causa, hacia demasiado ruido y además se pasaba todo el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el destornillador, alegando que daba muchas vueltas para conseguir algo. El destornillador acepta los argumentos, pero a su vez, pide la expulsión de la lija; dijo que era muy áspera en el trato con los demás. La lija acató, con la condición de que se expulsase al metro, el cual siempre media al otro según su medida, como si fuese el único perfecto.
En ese momento entró, junto a todos, el carpintero, y usó el martillo, la lija, el metro y el destornillador, la rústica madera se convirtió en hermosos muebles. Cuando el carpintero se fue, las herramientas retomaron la discusión, pero el serrucho se adelantó a decir:
“Señores, quedó demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, resaltando nuestros puntos valiosos, por eso, en lugar de fijarnos en nuestras flaquezas, debemos de concentrarnos en nuestros puntos fuertes”.
Entonces la asamblea entendió que el martillo era fuerte, el destornillador unía y daba fuerza, la lija era especial para limar las asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir cosas de calidad y una gran alegría los embargó al darse cuenta de la suerte que tenían al poder trabajar juntos.
Lo mismo ocurre con los seres humanos. Cuando una persona busca defectos en otro, la situación se torna tensa y confusa, al contrario, cuando se busca con sinceridad los puntos fuertes de otro florecen las mejores conquistas humanas.
“Es fácil encontrar defectos, cualquiera puede hacerlo, pero encontrar cualidades, esto es para sabios”
Cuento aportado por Sagrario Calzada Arija
El martillo exigía la presidencia, pero el resto le exigía su renuncia; la causa, hacia demasiado ruido y además se pasaba todo el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el destornillador, alegando que daba muchas vueltas para conseguir algo. El destornillador acepta los argumentos, pero a su vez, pide la expulsión de la lija; dijo que era muy áspera en el trato con los demás. La lija acató, con la condición de que se expulsase al metro, el cual siempre media al otro según su medida, como si fuese el único perfecto.
En ese momento entró, junto a todos, el carpintero, y usó el martillo, la lija, el metro y el destornillador, la rústica madera se convirtió en hermosos muebles. Cuando el carpintero se fue, las herramientas retomaron la discusión, pero el serrucho se adelantó a decir:
“Señores, quedó demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, resaltando nuestros puntos valiosos, por eso, en lugar de fijarnos en nuestras flaquezas, debemos de concentrarnos en nuestros puntos fuertes”.
Entonces la asamblea entendió que el martillo era fuerte, el destornillador unía y daba fuerza, la lija era especial para limar las asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir cosas de calidad y una gran alegría los embargó al darse cuenta de la suerte que tenían al poder trabajar juntos.
Lo mismo ocurre con los seres humanos. Cuando una persona busca defectos en otro, la situación se torna tensa y confusa, al contrario, cuando se busca con sinceridad los puntos fuertes de otro florecen las mejores conquistas humanas.
“Es fácil encontrar defectos, cualquiera puede hacerlo, pero encontrar cualidades, esto es para sabios”
Cuento aportado por Sagrario Calzada Arija
El efecto Pigmalion
Foto de Clay Banks en Unsplash
En el ámbito educativo Rosenthal y Jacobson estudian el efecto Pigmalión desde la perspectiva de la teoría de la profecía autorrealizada. Esta teoría la entendemos como uno de los factores que influyen en la motivación de los alumnos en el aula. Aparentemente parece que es un efecto mágico, pero no lo es, lo que ocurre es que los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en clase de diferentes alumnos y los van a tratar de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas. Es posible que a los alumnos que ellos consideran más capacitados les den más y mayores estímulos, más tiempo para sus respuestas, etc. Estos alumnos, al ser tratados de un modo distinto, responden de manera diferente, confirmando así las expectativas de los profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia. Si esto se hace de una forma continuada a lo largo de varios meses, conseguirán mejores resultados escolares y mejores calificaciones en los exámenes.
En el ámbito laboral, si un empleado recibe la continua aceptación de su jefe, es muy posible que aquel exhiba un alto desempeño en sus funciones y por tanto su rendimiento sea más alto, a la vez que efectivo. Si, por el contrario, sus capacidades son siempre cuestionadas por parte del superior, la actitud indiferente y desmotivación por parte del subordinado irán aumentando, lo que incuestionablemente conllevará una disminución de la cantidad y calidad de su trabajo. En el mundo de la empresa, el efecto Pigmalión viene a significar que todo jefe tiene una imagen formada de sus colaboradores y les trata según ella; pero lo más importante es que esa imagen es percibida por el colaborador, aunque el jefe no se la comunique. De tal manera que cuando es positiva, todo va bien, pero cuando es negativa, ocurre todo lo contrario.
En el ámbito social, en todos los grupos sociales, la tradición cultural asigna normas de comportamiento a las que se espera que se adapten sus miembros. Generalmente implícitas, estas normas imponen códigos de conducta que no es fácil rehuir.
En el ámbito laboral, si un empleado recibe la continua aceptación de su jefe, es muy posible que aquel exhiba un alto desempeño en sus funciones y por tanto su rendimiento sea más alto, a la vez que efectivo. Si, por el contrario, sus capacidades son siempre cuestionadas por parte del superior, la actitud indiferente y desmotivación por parte del subordinado irán aumentando, lo que incuestionablemente conllevará una disminución de la cantidad y calidad de su trabajo. En el mundo de la empresa, el efecto Pigmalión viene a significar que todo jefe tiene una imagen formada de sus colaboradores y les trata según ella; pero lo más importante es que esa imagen es percibida por el colaborador, aunque el jefe no se la comunique. De tal manera que cuando es positiva, todo va bien, pero cuando es negativa, ocurre todo lo contrario.
En el ámbito social, en todos los grupos sociales, la tradición cultural asigna normas de comportamiento a las que se espera que se adapten sus miembros. Generalmente implícitas, estas normas imponen códigos de conducta que no es fácil rehuir.
Aquello en lo que ponemos la atención crece
Foto de Tevin Trinh en Unsplash
Todos hemos oído en múltiples ocasiones esa frase, sabemos que nuestra atención es limitada y que va de un lado a otro sin aparente control salvo que ejerzamos nuestro poder de focalizar la atención en algo concreto. Si lo hacemos en los aspectos negativos de una persona pronto se convertirá en alguien intolerable para nosotros, si lo hacemos en los aspectos positivos ignorando todo lo demás tendremos una percepción favorable de esa persona. Ambas polaridades son parciales y solo reflejan la combinación de luces y sombras de la personalidad humana.
Nos convertimos en lo que pensamos que somos. Si nos focalizamos en ver lo positivo que tienen los demás nos será más fácil ver lo bueno también en nosotros. En cambio, si solo nos fijamos en los errores cometidos… hacia ahí vamos, a hacer de eso una realidad.
Así pues, cuidemos nuestros pensamientos, seamos conscientes de dónde llevamos nuestra atención. ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? ¿Qué observamos en los que nos rodean? Si ponemos nuestra atención en los aspectos más positivos y sobresalientes de nosotros mismos estaremos avanzando a que se manifiesten cada vez con mayor claridad en nuestra vida. Igualmente, si hacemos lo mismo con los demás estaremos ayudándoles a que se vayan haciendo más y más patentes y emerjan de forma cada vez más clara.
Nos convertimos en lo que pensamos que somos. Si nos focalizamos en ver lo positivo que tienen los demás nos será más fácil ver lo bueno también en nosotros. En cambio, si solo nos fijamos en los errores cometidos… hacia ahí vamos, a hacer de eso una realidad.
Así pues, cuidemos nuestros pensamientos, seamos conscientes de dónde llevamos nuestra atención. ¿Cómo nos vemos a nosotros mismos? ¿Qué observamos en los que nos rodean? Si ponemos nuestra atención en los aspectos más positivos y sobresalientes de nosotros mismos estaremos avanzando a que se manifiesten cada vez con mayor claridad en nuestra vida. Igualmente, si hacemos lo mismo con los demás estaremos ayudándoles a que se vayan haciendo más y más patentes y emerjan de forma cada vez más clara.