Secretos de familia



Luis Arribas Mercado

26/05/2021

“En todas partes cuecen habas…” dice el refrán y, si nos referimos a la familia, las cuecen a calderadas.



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Rara es la familia en la que no hay o ha habido conflictos entre sus miembros, bien sea por cuestiones económicas -de herencias sobre todo- o por un “quítame allá esas pajas”, como se decía antiguamente. Esto que digo es bastante habitual y también lo es que las cosas se suelen solucionar más pronto que tarde. La buena relación entre hermanos no puede quedar rota por culpa de temas tan prosaicos. Los secretos de familia se pueden arrastrar durante generaciones, de tal manera que los componentes de la familia actual no saben muy bien por qué no se pueden relacionar con sus primos, por ejemplo, dejándolo todo en un “parecen ser cosas del pasado, de cuando la guerra…”.
 
Los clanes familiares, tanto en un país como en otro, han hecho mucho daño a generaciones enteras de personas que no tienen ni idea de por qué se tienen que pelear con otros de su misma sangre o incluso de su mismo pueblo, que no les han hecho nada pero que la “tradición” les obliga a mantener posturas irreconciliables y absurdas a día de hoy. Y lo peor es que las nuevas generaciones, la de los críos que están naciendo ahora, ya llevan el estigma de la confrontación familiar, como en la tragedia de Romeo y Julieta.
 
Luego están los secretos acerca de los “pecados” cometidos por los ancestros. Que si el abuelo era un golfo que se gastó todo el dinero de la familia en devaneos amorosos o en el juego, que si le daba al vino más de la cuenta, que si un día dijo que iba al estanco a por tabaco y nunca más volvió... Esas cosas no suelen trascender, porque mancharían el buen nombre y la reputación de toda la familia y, sin embargo, son ese tipo de historias las que marcan el carácter de sus descendientes, muchos de los cuales se afanan durante toda su vida en eliminar todos los baldones que asolan el buen nombre de su casa paterna, algunos incluso se meten en política…
 
Conozco a personas que llevan muchos años sin hablar ni relacionarse con algún miembro cercano de su familia, seguramente por cuestiones de herencia, lo cual me hace pensar que quizás no nos hayamos dado cuenta de que llegamos a este mundo sin nada y nos iremos de él igual que llegamos. La solución a estos casos está en que, aquél que tenga más claro su papel en este mundo, llegue a pensar que nació en esa familia con esos padres, hermanos, abuelos, tíos, etc. no por casualidad, rompa la dolorosa cadena de la separación por algún eslabón y retome las relaciones, de forma que el perdón mutuo sea la moneda que facilite el reencuentro fraternal.
 
¿Cuánto puede durar el rencor, el odio o el enfrentamiento? Para algunas familias o clanes, cientos de años. Conozco a alguien que lleva más de 20 años sin hablarse con un hermano y, por lo que dice, no piensa volver a retomar la relación ya que, al parecer, le hizo una faena muy grande. Luego, esa misma persona alardea de moderado y flexible en su relación con las circunstancias de su vida…
 
La inconsciencia, a la hora de tomar decisiones, es una de las causas que nos llevan a enredar las relaciones con los demás. Si, por un momento, pensáramos que quizás hemos nacido en esa familia porque es lo que necesitamos para avanzar como seres en evolución, que a lo mejor hemos nacido ahí para solucionar algún conflicto interno con alguien de ella y que arrastramos de otras vidas...
 
En mi opinión, la historia para cada uno de nosotros comienza el día que uno nace y aterriza en una familia que le servirá de alimento, no solo físico, sino psicológico, emocional y hasta espiritual. Todo lo anterior que les haya pasado a otros componentes de esa familia, y que no forme parte de su programa vital, no es de su incumbencia, ni lo de su abuelo o bisabuelo o incluso de sus propios padres. Él o ella es solo un testigo de lo que acontece a partir de que la consciencia se abre paso en su mente y, a partir de ese sagrado momento, dirigirá sus esfuerzos en alcanzar la razón de haber nacido en ese entorno, lo que no significa que no colabore en el desarrollo y las necesidades familiares.
 
Los acercamientos o alejamientos con miembros de otras familias son cosa de los ancestros cercanos o lejanos y el trabajo de cada uno, a lo largo de su vida, consiste en buscar la felicidad en un mundo caótico pero lleno de posibilidades y oportunidades, y el apoyo de la familia es fundamental para llegar a buen puerto, por lo que romper lazos entre sus componentes no deja de ser algo anacrónico.






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