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Leonardo Boff es uno de los Comisionados de la Carta de la Tierra, participó activamente desde su génesis en Río 92 y ha recorrido el mundo defendiendo los principios éticos que figuran en ese documento. Sus libros, artículos y conferencias se enmarcan dentro de la Ética y los Valores Universales para las sociedades del siglo XXI. Desde su Centro de Defensa de los Derechos Humanos en Petrópolis ofrece una mirada amplia, objetiva y amorosa sobre los conflictos que asolan nuestro planeta.
En una de sus últimas publicaciones aborda un tema importante a nivel filosófico y práctico: el respeto. El respeto es un sentimiento positivo que se refiere a la acción de respetar; es equivalente a tener veneración, aprecio y reconocimiento por una persona o cosa. La palabra proviene del latín respectus, que se traduce como “atención”, “consideración” y puede definirse como “la consideración y valoración especial que se le tiene a alguien o a algo, al que se le reconoce valor social o especial diferencia”. Originalmente significaba “mirar de nuevo”, de ahí que algo que merezca una segunda mirada sea algo digno de respeto.
El respeto es uno de los valores éticos más importantes para el ser humano, pues es un elemento fundamental para construir una sociedad armónica. Una de las premisas más importantes sobre el respeto es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. En este sentido, el respeto debe ser mutuo, y nacer de un sentimiento de reciprocidad.
He aquí algunas reflexiones de Boff
En una de sus últimas publicaciones aborda un tema importante a nivel filosófico y práctico: el respeto. El respeto es un sentimiento positivo que se refiere a la acción de respetar; es equivalente a tener veneración, aprecio y reconocimiento por una persona o cosa. La palabra proviene del latín respectus, que se traduce como “atención”, “consideración” y puede definirse como “la consideración y valoración especial que se le tiene a alguien o a algo, al que se le reconoce valor social o especial diferencia”. Originalmente significaba “mirar de nuevo”, de ahí que algo que merezca una segunda mirada sea algo digno de respeto.
El respeto es uno de los valores éticos más importantes para el ser humano, pues es un elemento fundamental para construir una sociedad armónica. Una de las premisas más importantes sobre el respeto es que para ser respetado es necesario saber o aprender a respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. En este sentido, el respeto debe ser mutuo, y nacer de un sentimiento de reciprocidad.
He aquí algunas reflexiones de Boff
La intolerancia que se manifiesta hoy
Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay
Una de las heridas que más sufre el mundo, también entre nosotros, es seguramente la falta de respeto. El respeto exige, en primer lugar, reconocer al otro como otro, distinto de nosotros. Respetarlo significa decir que tiene derecho a existir y a ser aceptado tal como es. Esta actitud no convive con la intolerancia que expresa el rechazo del otro y de su modo de ser.
Así un homoafectivo o alguien de otra condición sexual como los LGBT no deben ser discriminados, sino respetados, en primer lugar, por ser personas humanas, portadoras de algo sagrado e intocable: una dignidad intrínseca a todo ser con inteligencia, sentimiento y amorosidad; y seguidamente, garantizarle el derecho a ser como es y a vivir su condición sexual, racial o religiosa.
Con acierto dijeron los obispos del mundo entero, reunidos en Roma en el Concilio Vaticano II (1962-1965), en uno de sus más bellos documentos, “Alegría y Esperanza” (Gaudium et Spes): “Cada uno debe respetar al prójimo como “otro yo”, sin excepción de nadie” (nº 27).
En segundo lugar, el reconocimiento del otro implica ver en él un valor en sí mismo, pues al existir, lo hace como único e irrepetible en el Universo, y expresa algo del Ser, de aquella Fuente Originaria de energía y de virtualidades ilimitadas de donde procedemos todos (la Energía de Fondo del Universo, la mejor metáfora de lo que significa Dios). Cada uno lleva en sí un poco del misterio del mundo, del cual es parte. Por eso entre el otro y yo se establece un límite que no puede ser transgredido: la sacralidad de cada ser humano y, en el fondo, de cada ser, pues todo lo que existe y vive merece existir y vivir.
Así un homoafectivo o alguien de otra condición sexual como los LGBT no deben ser discriminados, sino respetados, en primer lugar, por ser personas humanas, portadoras de algo sagrado e intocable: una dignidad intrínseca a todo ser con inteligencia, sentimiento y amorosidad; y seguidamente, garantizarle el derecho a ser como es y a vivir su condición sexual, racial o religiosa.
Con acierto dijeron los obispos del mundo entero, reunidos en Roma en el Concilio Vaticano II (1962-1965), en uno de sus más bellos documentos, “Alegría y Esperanza” (Gaudium et Spes): “Cada uno debe respetar al prójimo como “otro yo”, sin excepción de nadie” (nº 27).
En segundo lugar, el reconocimiento del otro implica ver en él un valor en sí mismo, pues al existir, lo hace como único e irrepetible en el Universo, y expresa algo del Ser, de aquella Fuente Originaria de energía y de virtualidades ilimitadas de donde procedemos todos (la Energía de Fondo del Universo, la mejor metáfora de lo que significa Dios). Cada uno lleva en sí un poco del misterio del mundo, del cual es parte. Por eso entre el otro y yo se establece un límite que no puede ser transgredido: la sacralidad de cada ser humano y, en el fondo, de cada ser, pues todo lo que existe y vive merece existir y vivir.
El respeto desde las diferentes vías espirituales
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El budismo, que no se presenta como una fe sino como una filosofía, enseña a respetar a cada ser, especialmente al que sufre (la compasión). La sabiduría cotidiana del Feng Shui integra y respeta todos los elementos, los vientos, las aguas, los suelos, los distintos espacios. De igual modo, el hinduismo predica el respeto como no-violencia activa (ahimsa), que encontró en Gandhi su arquetipo referencial.
El cristianismo conoce la figura de San Francisco de Asís, que respetaba a todos los seres: la babosa del camino, la abeja perdida en el invierno en busca de alimento, las plantitas silvestres que el Papa Francisco en su encíclica “sobre el cuidado de la Casa Común”, citando a san Francisco, manda respetar porque, a su modo, también alaban a Dios (nº 12).
En el documento antes mencionado, los obispos amplían el espacio del respeto afirmando: “El respeto debe extenderse a aquellos que, en asuntos sociales, políticos y también religiosos, piensan y actúan de manera diferente a la nuestra» (nº 28).
Por último, una de las mayores expresiones de falta de respeto es hacia la Madre Tierra, con sus ecosistemas superexplotados, con la espantosa deforestación de la Amazonía y con la excesiva utilización de agrotóxicos que envenenan suelos, aguas y aires. Esta falta de respeto ecológico puede sorprendernos con graves consecuencias para la vida, la biodiversidad y para nuestro futuro como civilización y como especie.
El cristianismo conoce la figura de San Francisco de Asís, que respetaba a todos los seres: la babosa del camino, la abeja perdida en el invierno en busca de alimento, las plantitas silvestres que el Papa Francisco en su encíclica “sobre el cuidado de la Casa Común”, citando a san Francisco, manda respetar porque, a su modo, también alaban a Dios (nº 12).
En el documento antes mencionado, los obispos amplían el espacio del respeto afirmando: “El respeto debe extenderse a aquellos que, en asuntos sociales, políticos y también religiosos, piensan y actúan de manera diferente a la nuestra» (nº 28).
Por último, una de las mayores expresiones de falta de respeto es hacia la Madre Tierra, con sus ecosistemas superexplotados, con la espantosa deforestación de la Amazonía y con la excesiva utilización de agrotóxicos que envenenan suelos, aguas y aires. Esta falta de respeto ecológico puede sorprendernos con graves consecuencias para la vida, la biodiversidad y para nuestro futuro como civilización y como especie.
La importancia del respeto
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Sin respeto las relaciones interpersonales estarían llenas de conflictos y de insatisfacción. Si no respetamos a los demás, no van a respetarnos a nosotros, y si no nos respetamos a nosotros mismos tampoco vamos a ser respetados por los demás. Se crea un círculo vicioso difícil de romper.
Todos los seres humanos necesitamos el respeto para sentirnos seguros, para poder manifestarnos tal como somos sin miedo a ser juzgados, humillados, castigados o discriminados.
Es importante enseñar el respeto desde la infancia y el mejor modo de hacerlo es con el ejemplo. Los niños nos observan y copian nuestras actitudes como modelos de funcionamiento, la forma en que nos relacionamos y tratamos a los seres vivos de nuestro entorno es lo que ellos van a aprender y a reproducir después en su vida. En la escuela la autoridad está representada por el maestro, respetarle ayudará al niño más adelante cuando llegue a adulto a respetar a sus jefes, a sus compañeros, a sus amigos.
Sentirse respetado podría considerarse un derecho humano básico. La falta de respeto puede traer consigo rupturas de relaciones e incluso violencia. Tal vez no le damos la suficiente importancia, pero el respeto es algo que hay que aprender de forma progresiva.
Por otra parte, ser respetuosos con los demás, ser respetados y respetarnos a nosotros mismos aumenta nuestra autoestima, autoeficacia, nuestra salud mental y nuestro bienestar y sobre todo nos permite construir unas interrelaciones personales satisfactorias.
La Carta de la Tierra en su primer bloque reúne una serie de principios que se engloban bajo el epígrafe: Respeto y cuidado de la comunidad de vida:
1. Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad.
2. Cuidar la comunidad de vida con entendimiento, compasión y amor.
3. Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas.
4. Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones futuras
Artículo basado en una publicación de Leonardo Boff.
Todos los seres humanos necesitamos el respeto para sentirnos seguros, para poder manifestarnos tal como somos sin miedo a ser juzgados, humillados, castigados o discriminados.
Es importante enseñar el respeto desde la infancia y el mejor modo de hacerlo es con el ejemplo. Los niños nos observan y copian nuestras actitudes como modelos de funcionamiento, la forma en que nos relacionamos y tratamos a los seres vivos de nuestro entorno es lo que ellos van a aprender y a reproducir después en su vida. En la escuela la autoridad está representada por el maestro, respetarle ayudará al niño más adelante cuando llegue a adulto a respetar a sus jefes, a sus compañeros, a sus amigos.
Sentirse respetado podría considerarse un derecho humano básico. La falta de respeto puede traer consigo rupturas de relaciones e incluso violencia. Tal vez no le damos la suficiente importancia, pero el respeto es algo que hay que aprender de forma progresiva.
Por otra parte, ser respetuosos con los demás, ser respetados y respetarnos a nosotros mismos aumenta nuestra autoestima, autoeficacia, nuestra salud mental y nuestro bienestar y sobre todo nos permite construir unas interrelaciones personales satisfactorias.
La Carta de la Tierra en su primer bloque reúne una serie de principios que se engloban bajo el epígrafe: Respeto y cuidado de la comunidad de vida:
1. Respetar la Tierra y la vida en toda su diversidad.
2. Cuidar la comunidad de vida con entendimiento, compasión y amor.
3. Construir sociedades democráticas que sean justas, participativas, sostenibles y pacíficas.
4. Asegurar que los frutos y la belleza de la Tierra se preserven para las generaciones futuras
Artículo basado en una publicación de Leonardo Boff.