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A lo largo del último año se ha venido hablando de los avances en ingeniería lingüística y hemos sido testigos como en nuestros días tienen lugar cambios que revolucionan la utilización de la lengua y que aumentan considerablemente su valor en todos los aspectos de la comunicación.
Es una disciplina compleja en la que los investigadores unen los conocimientos sobre una determinada lengua (gramática, diccionarios electrónicos, bases de datos terminológicos, estadísticas, etc. añadiéndole el poder que le otorgan los avances tecnológicos para intentar solucionar problemas que se plantean en los ámbitos político, social, económico, etc.
En la actualidad los medios de comunicación, la publicidad y la información que circula por las redes sociales, ejercen una gran influencia en las personas. Una influencia que en la mayoría de los casos no está teñida por la ética y los valores sino por el interés partidista, que filtran los datos de manera que provoquen en la población los posicionamientos que buscan.
Y no me refiero únicamente al bombardeo constante de noticias sesgadas, tendenciosas y manipuladas sino también a la información que no queda registrada a nivel consciente, pero queda atrapada en nuestro cerebro en su parte más inconsciente y que tiene un buen ejemplo en el consumismo.
Ahora que el aislamiento social se ha convertido en una constante en nuestra vida, las ventanas por las que nos asomamos al mundo son las que nos brindan la tecnología a través de las redes sociales que llevamos con nosotros a todas partes (Smart móvil, Tablet, ordenador, etc.) y los medios de comunicación (radio, televisión, prensa, etc.). Es a través de esos canales como nos llegan las “noticias” que nos muestran una “realidad” con la que formamos nuestro “corpus de creencias” y que finalmente mostramos con un determinado posicionamiento.
Ante la avalancha de información que recibimos diariamente y que nuestro cerebro es incapaz de procesar es bueno recordar la frase popularmente conocida atribuida a Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una gran verdad…”
Tal vez, sea éste un buen momento para dosificar la información, acceder a ella, pero llevar una especie de dieta que nos permita tamizar la información, filtrarla y aplicar nuestro criterio más aséptico a lo que viene de fuera.
Es una disciplina compleja en la que los investigadores unen los conocimientos sobre una determinada lengua (gramática, diccionarios electrónicos, bases de datos terminológicos, estadísticas, etc. añadiéndole el poder que le otorgan los avances tecnológicos para intentar solucionar problemas que se plantean en los ámbitos político, social, económico, etc.
En la actualidad los medios de comunicación, la publicidad y la información que circula por las redes sociales, ejercen una gran influencia en las personas. Una influencia que en la mayoría de los casos no está teñida por la ética y los valores sino por el interés partidista, que filtran los datos de manera que provoquen en la población los posicionamientos que buscan.
Y no me refiero únicamente al bombardeo constante de noticias sesgadas, tendenciosas y manipuladas sino también a la información que no queda registrada a nivel consciente, pero queda atrapada en nuestro cerebro en su parte más inconsciente y que tiene un buen ejemplo en el consumismo.
Ahora que el aislamiento social se ha convertido en una constante en nuestra vida, las ventanas por las que nos asomamos al mundo son las que nos brindan la tecnología a través de las redes sociales que llevamos con nosotros a todas partes (Smart móvil, Tablet, ordenador, etc.) y los medios de comunicación (radio, televisión, prensa, etc.). Es a través de esos canales como nos llegan las “noticias” que nos muestran una “realidad” con la que formamos nuestro “corpus de creencias” y que finalmente mostramos con un determinado posicionamiento.
Ante la avalancha de información que recibimos diariamente y que nuestro cerebro es incapaz de procesar es bueno recordar la frase popularmente conocida atribuida a Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una gran verdad…”
Tal vez, sea éste un buen momento para dosificar la información, acceder a ella, pero llevar una especie de dieta que nos permita tamizar la información, filtrarla y aplicar nuestro criterio más aséptico a lo que viene de fuera.
Proceso creador: pensamiento, energía, materia
Photo by Ameen Fahmy on Unsplash
El origen del proceso hay que buscarlo siempre en el interior, ir hacia dentro, buscar el origen de la idea, ser conscientes de los símbolos que enriquecen esa primera idea, indagar en nuestra propia naturaleza y las experiencias vividas… y seguir ese pensamiento profundo y su lógica, dándonos cuenta que las palabras se encadenan y que una da origen a otras que definen cosas parecidas.
He aquí algunas ideas recogidas de la filóloga y escritora Carme Huertas en una conferencia que dictó a primeros de octubre:
El lenguaje potencialmente puede sanar, pero también puede matar. Las palabras que pronuncia un médico cuando emite un diagnóstico son un claro ejemplo de ello. Así pues, cabría preguntarnos en primer lugar: “¿Cómo nos hablamos?”. La Programación Neurolingüística nos ofrece claros ejemplos de ello. Ser conscientes de nuestro lenguaje tanto interno como externo: “Lo que crees creas”. Es también algo admitido por las investigaciones científicas que han demostrado el poder del pensamiento, la influencia de las creencias en la biología y en la realidad que vivimos. Otras dos buenas preguntas para hacernos: “¿Qué alimento? ¿Qué propago?” La física cuántica también nos habla del poder co-creador de la energía (intención) y se ha demostrado en laboratorio que la energía sigue al pensamiento. Es por eso que es importante darnos cuenta de dónde ponemos nuestra atención (mente), donde colocamos nuestra intención (corazón), porque ambos determinarán finalmente nuestra acción (manos). Si esos tres aspectos están alineados correctamente generaremos un “egregor” o un “campo” que hará que lo que proyectemos se plasme en nuestro entorno. Pregunta: “¿Dónde me enfoco?”. La responsabilidad individual frente al cambio social debe enfocarnos a la consciencia del poder que tenemos para proyectar formas energéticas de diferentes vibraciones a nivel mental, emocional y verbal para moldear de nuevo el entorno. La imaginación es el primer paso para la creación. Imagina una sociedad igualitaria, justa, pacífica. Imagina un mundo regido por los valores universales y la ética, imagina que colocamos a las personas por encima de cualquier otra cosa, imagina el bien común por encima del individual como una condición imprescindible en las instituciones y los gobiernos… deja a un lado la crítica, la queja, la protesta, la división, el enfrentamiento que no construyen, sino que crean energías de signo contrario. Utiliza la magia, el arte y el humor como puntos de referencia donde moverte y con tu ejemplo contagia a los que están más cerca. He aquí algunas ideas recogidas de la filóloga y escritora Carme Huertas en una conferencia que dictó a primeros de octubre:
Para cambiar hay que alterar la energía, para cambiar la energía hay que cambiar la conciencia. Así pues, hay mucho trabajo por hacer. ¡Pongámonos manos a la obra!
Un nuevo paradigma
Photo by Marcos Paulo Prado on Unsplash
Los viejos patrones, los modelos obsoletos en todos los ámbitos de la vida, nos han llevado a la situación compleja que hoy vive nuestro mundo. Un mundo regido por instituciones que no se sostienen, que se han mostrado inadecuadas y que ya no funcionan.
Siempre recuerdo esa famosa frase de Einstein que decía: “Ningún problema puede resolverse en el mismo nivel en el que se creó”. Todos hemos podido comprobar la veracidad de esta afirmación. Para el gran reto que tenemos delante como humanidad necesitamos colocarnos en una octava mayor, necesitamos generar nuevas estructuras de pensamiento, de comunicación (lenguaje) y de relación (con uno mismo, con los demás y con la naturaleza de la que forma parte).
No es luchando como crearemos ese nuevo paradigma, no podemos construir con los mismos ladrillos viejos de lo que se está desmoronando y se ha demostrado como ineficaz… haríamos una réplica parecida a lo que ya hemos vivido… y no queremos eso nunca más.
Es el momento para explorar nuestra Fuerza Interior, nuestra capacidad de empoderamiento. Cuando logramos que los sistemas de control dejan de ejercer influjo sobre nuestro pensamiento, dejamos de alimentarlo y esa es la verdadera victoria.
Son momentos para evitar el enfrentamiento, en lo pequeño y en lo grande, cada uno dentro del contexto social en el que se desenvuelve. No intentemos convencer a nadie (eso es del viejo paradigma: con-vencer implica que hay vencedores y vencidos). No se pueden imponer las ideas, cuando cada uno ve una realidad diferente no hay comunicación posible.
No alimentemos el miedo, sabemos los efectos destructivos que esa emoción tiene en nuestro ser integral: a nivel físico, energético, mental y emocional. El miedo inhibe nuestras defensas afectando al sistema inmune, el miedo provoca desorden electromagnético en nuestro campo energético produciendo bloqueos y pérdidas de energía que finalmente se traducen en enfermedades en el cuerpo físico. Además, el miedo es tremendamente contagioso y se extiende con mucha facilidad… sólo hay que ver los efectos de las noticias de los medios de comunicación y las redes sociales.
Y, por último, seamos impecables y mantengamos la coherencia entre lo que pensemos, sintamos, digamos y hagamos… esa es la mejor práctica para sanar nuestro mundo y hacer de él un lugar mejor para todos.
Siempre recuerdo esa famosa frase de Einstein que decía: “Ningún problema puede resolverse en el mismo nivel en el que se creó”. Todos hemos podido comprobar la veracidad de esta afirmación. Para el gran reto que tenemos delante como humanidad necesitamos colocarnos en una octava mayor, necesitamos generar nuevas estructuras de pensamiento, de comunicación (lenguaje) y de relación (con uno mismo, con los demás y con la naturaleza de la que forma parte).
No es luchando como crearemos ese nuevo paradigma, no podemos construir con los mismos ladrillos viejos de lo que se está desmoronando y se ha demostrado como ineficaz… haríamos una réplica parecida a lo que ya hemos vivido… y no queremos eso nunca más.
Es el momento para explorar nuestra Fuerza Interior, nuestra capacidad de empoderamiento. Cuando logramos que los sistemas de control dejan de ejercer influjo sobre nuestro pensamiento, dejamos de alimentarlo y esa es la verdadera victoria.
Son momentos para evitar el enfrentamiento, en lo pequeño y en lo grande, cada uno dentro del contexto social en el que se desenvuelve. No intentemos convencer a nadie (eso es del viejo paradigma: con-vencer implica que hay vencedores y vencidos). No se pueden imponer las ideas, cuando cada uno ve una realidad diferente no hay comunicación posible.
No alimentemos el miedo, sabemos los efectos destructivos que esa emoción tiene en nuestro ser integral: a nivel físico, energético, mental y emocional. El miedo inhibe nuestras defensas afectando al sistema inmune, el miedo provoca desorden electromagnético en nuestro campo energético produciendo bloqueos y pérdidas de energía que finalmente se traducen en enfermedades en el cuerpo físico. Además, el miedo es tremendamente contagioso y se extiende con mucha facilidad… sólo hay que ver los efectos de las noticias de los medios de comunicación y las redes sociales.
Y, por último, seamos impecables y mantengamos la coherencia entre lo que pensemos, sintamos, digamos y hagamos… esa es la mejor práctica para sanar nuestro mundo y hacer de él un lugar mejor para todos.