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Un ser humano no es un ente formado solamente por un cuerpo y un espíritu o alma, un ser humano es un conjunto de energías, de las cuales el cuerpo físico es la más densa de ellas, que intenta dar respuesta a sus preguntas existenciales, sobre todo las que tratan de saber quién es y qué papel juega en el mundo en el que está viviendo.
La pregunta “¿Quién soy yo?” ha resonado a través de los siglos, encontrando eco en la filosofía y la psicología. Es una interrogante que se entrelaza con la búsqueda del significado de la existencia, de la razón por la que he venido a este mundo y que, en momentos de duda, puede desencadenar una crisis de identidad. Hay tres momentos importantes en la vida de cada ser humano, de los cuales dos son inevitables: el nacimiento y la muerte. El tercero se produce o no, dependiendo de la capacidad de reflexión de cada persona: ¿Por qué y para qué he nacido?
La pregunta “¿Quién soy yo?” ha resonado a través de los siglos, encontrando eco en la filosofía y la psicología. Es una interrogante que se entrelaza con la búsqueda del significado de la existencia, de la razón por la que he venido a este mundo y que, en momentos de duda, puede desencadenar una crisis de identidad. Hay tres momentos importantes en la vida de cada ser humano, de los cuales dos son inevitables: el nacimiento y la muerte. El tercero se produce o no, dependiendo de la capacidad de reflexión de cada persona: ¿Por qué y para qué he nacido?
La gran incógnita
Foto de Bianca Berndt en Unsplash
Saber ¿quién soy yo? puede no tener una respuesta fácil, en realidad es una pregunta complicada, pues hay personas a las que les da miedo afrontar su realidad. Cuando no sabes quién eres, ni qué papel juegas en tu mundo, ni sabes el camino que quieres seguir en la vida, la ansiedad, el malestar y el miedo pueden tomar el control sobre ti. Esto es lo que se conoce como una “crisis existencial”, algo que puede ser muy agotador mentalmente si no encontramos una respuesta a nuestras inquietudes. La crisis existencial es una crisis de identidad y la solución puede estar en volver a conectar con uno mismo.
Responder a la pregunta fundamental que da título a este artículo implica, entre otras cosas, enfrentarnos a la dicotomía entre lo que creemos ser y lo que nos gustaría ser o lo que realmente la vida nos muestra. Es prácticamente imposible valorarse a uno mismo sin compararse con una versión del “Yo” ideal, por lo que trabajar tanto en la autoestima, como en el reconocimiento de nuestras capacidades, hará que nos enfrentemos a esa pregunta sin miedo. La identidad personal es la historia que cada uno de nosotros escribe en el libro de la vida, una historia única que nos define y nos diferencia de los demás seres humanos.
Responder a la pregunta fundamental que da título a este artículo implica, entre otras cosas, enfrentarnos a la dicotomía entre lo que creemos ser y lo que nos gustaría ser o lo que realmente la vida nos muestra. Es prácticamente imposible valorarse a uno mismo sin compararse con una versión del “Yo” ideal, por lo que trabajar tanto en la autoestima, como en el reconocimiento de nuestras capacidades, hará que nos enfrentemos a esa pregunta sin miedo. La identidad personal es la historia que cada uno de nosotros escribe en el libro de la vida, una historia única que nos define y nos diferencia de los demás seres humanos.
El Viaje hacia el Autoconocimiento
Foto de Darius Bashar en Unsplash
El viaje hacia el autoconocimiento, a saber quiénes somos, es personal e intransferible. Requiere introspección y la valentía de enfrentar nuestras sombras y luces. Preguntas como “¿Qué me apasiona?”, “¿Qué valores son fundamentales para mí?” y “¿Cómo quiero vivir mi vida?” son cruciales. A través de este proceso, podemos descubrir la respuesta a la pregunta que nos hacíamos acerca del por qué y para qué hemos nacido.
Este camino no está exento de obstáculos, pero es esencial para descubrir nuestro “Programa de vida”. Al caminar por este sendero de autoconocimiento hay un filtro que nos indica si lo estamos recorriendo bien y es el de que: si lo que sentimos, pensamos, hacemos y decimos están alineados coherentemente llegaremos a buen puerto.
En última instancia, la identidad es un lienzo en blanco que pintamos a lo largo de nuestras vidas. Las crisis de identidad, aunque desafiantes, nos invitan a reflexionar y a escribir nuestra propia biografía. Hemos de tener en cuenta que contamos con un aliado inestimable que nos ayudará a encontrar las respuestas adecuadas en cada momento de duda o incertidumbre: el corazón.
Este camino no está exento de obstáculos, pero es esencial para descubrir nuestro “Programa de vida”. Al caminar por este sendero de autoconocimiento hay un filtro que nos indica si lo estamos recorriendo bien y es el de que: si lo que sentimos, pensamos, hacemos y decimos están alineados coherentemente llegaremos a buen puerto.
En última instancia, la identidad es un lienzo en blanco que pintamos a lo largo de nuestras vidas. Las crisis de identidad, aunque desafiantes, nos invitan a reflexionar y a escribir nuestra propia biografía. Hemos de tener en cuenta que contamos con un aliado inestimable que nos ayudará a encontrar las respuestas adecuadas en cada momento de duda o incertidumbre: el corazón.